Lo ha dicho Mariló Montero, o
sea, que yo soy un cacho pan y un bendito a los efectos oportunos: “En España (no en Venezuela ni en la
Cochibamba donde reina el espíritu del mal, sino mismamente en España) no tenemos vergüenza. Hay 13 millones de
españoles (catalanes, vascos o gallegos independentistas no. Españoles de
pura cepa, con dos cojones) que están en riesgo de pobreza o exclusión
social, según el último infirme publicado por El Estudio de la pobreza de 2017 (año
triunfal como se sabe de la recuperativa económica del PP de pobres sí, pero
más que ayer y menos que mañana)” [A dos pisos de suelo. Diario de Sevilla,
30.12.2017]. Y ha dicho también en este mismo artículo con lo que finaliza el
mismo: “Quienes permitimos la pobreza en
nuestro país somos auténticos pobres de espíritu por permitir semejante
humillación y mayor deshonra. Es una de nuestras vergüenzas nacionales”. Y
aquí es donde yo intervengo, porque a mí como me toquen la vena nacional la
lío, vamos, que organizo la de Dios es Cristo y que me pongo ciego a cantar
villancicos como lo que soy, un buen patriota.
Vean si no: beben y beben y
vuelven a robar; la Virgen se está peinando entre Congreso y Senado, Rajoy se
queda mirando y no se entera de ná. ¡María, María! Ven pa´cá corriendo, que la
caja B se la están llevando, porque a mí lo que me interesa es encarrilar el
asunto de Mariló Montero deseándoles unas buenas ceguerillas continuas durante
2018 y sucesivos a los tres mayores sinvergüenzas del reino, que habiendo
podido no han desterrado la pobreza de España, tales como a Su majestad el Rey
(su majestad, no la mía, no me busquen las cosquillas por este lado); al
presidente del gobierno Mariano Rajoy y a la presidenta de las Cortes, como los
tres cabezones principales del reino, y si quiere Dios que salve al Rey, que yo
no puedo.
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