Venezuela: no callar, pero para decir la verdad
13.05.2017
2/2
Errores
Y por último
pasaré revista a unos cuantos errores puntuales, demasiados para un texto tan
breve.
1) La
democracia es un régimen en donde “podemos escucharnos mutuamente”, dicen
nuestros autores. Eso debería ser así pero en Venezuela no lo es por culpa del
gobierno. Pero, un momento: ¿dónde se produce ese maravilloso "escucharnos
mutuamente"? ¿Se produjo entre Hillary y Trump; o entre Macron y Le Pen; o
entre Rajoy y Pablo Iglesias? ¿No es esto una interpretación demasiado
angelical sobre lo que realmente es la democracia como expresión de la lucha
social?
2) Se dice que
la "pérdida de la mayoría electoral del chavismo generó una respuesta de
no-reconocimiento y de deriva autoritaria por parte de Maduro." Pero ¿cómo
ignorar que el chavismo admitió sin chistar las dos elecciones en las que fue
derrotado, sobre un total de 19? La derecha, en cambio, ni una sola vez aceptó
haber perdido. Si hay alguien que jamás reconoció la superioridad electoral del
chavismo fue la oposición. Luego de su victoria en las elecciones a la Asamblea
Nacional de Diciembre del 2015 sus líderes arrojaron por la borda toda la
institucionalidad del estado y proclamaron a voz de cuello que la misión de la
AN no sería convertirse en uno de los poderes del estado sino simplemente
culminar la “Operación Salida” de Maduro. Como no podía ser de otro modo, esta
declaración de guerra de uno de los poderes del estado contra el ejecutivo
produjo un endurecimiento del oficialismo, algo que puede constatarse en los
más diversos países en los que alguna vez se constituyó un conflicto entre el
Legislativo y el Poder Ejecutivo.
3) El Ejecutivo
no desconoció a la Asamblea Nacional electa en diciembre del 2015. Sólo
denunció que tres diputados habían sido elegidos fraudulentamente, como fue
comprobado de modo inobjetable. Ante ello, el Consejo Nacional Electoral
solicitó a la AN que revocara la designación que hizo de esos diputados, pese a
su origen espurio, a lo cual el presidente de la AN, Henry Allup Ramos, se negó
y ratificó la integración de los impugnados. El CNE exigió que la AN convocase
a nuevas elecciones para sustituir a los tres impostores, pues de lo contrario
ese órgano quedaba ilegalizado por el fraudulento acceso de tres de sus
miembros tal como fue establecido en un fallo del Tribunal Superior
Constitucional. De no hacerlo la AN caería en desacato y sus actuaciones serían
insanablemente nulas. ¿Qué hizo la AN? Desconocer no sólo el dictamen del CNE
sino también del máximo órgano judicial de Venezuela. Entonces, ¿quién
desconoce a quién? Les recuerdo a nuestros autores que en la Argentina se
presentó una situación parecida (aunque no tan grave) cuando en los años del
menemismo y en la crucial votación de la Cámara de Diputados para privatizar la
compañía estatal Gas del Estado un individuo ajeno al cuerpo se sentó en una
banca y levantó su mano aprobando el proyecto. Descubierto el “diputrucho” por
los periodistas que cubrían esa votación su resultado fue declarado
insanablemente nulo y tiempo después, con los diputados legalmente habilitados
para votar se procedió a realizar una nueva votación. Siguiendo el razonamiento
de Gargarella y Svampa en la Argentina debería haberse dado por buena la
primera votación, lo que constituye un principio absolutamente inaceptable en
este país tanto como en Venezuela.
4) El referendo
revocatorio no fue bloqueado ni postergado por decisión del gobierno sino por
graves vicios procedimentales de la oposición, que inscribieron niños,
difuntos, falsificaron firmas, etcétera. Hay leyes, reglamentos, disposiciones
que cumplir. No es cuestión de poner cualquier nombre, una firma y ya. Además,
en contra de las advertencias del gobierno, iniciaron el trámite del
revocatorio cuando los plazos estaban vencidos. El gobierno en un gesto de
buena voluntad solicitó al CNE que igualmente tomara en cuenta la solicitud
opositora. Pero ante los vicios de forma y fondo arriba señalados la solicitud
de referendo tuvo que ser desestimada. ¿De quién es la culpa?
5) ¿Fallido
autogolpe del Ejecutivo? ¡Por favor! El Ejecutivo necesitaba la autorización de
la AN para sellar un convenio de cooperación entre PDVSA y una empresa
extranjera para la explotación del petróleo en la Faja del Orinoco. Era y es un
asunto de interés nacional, que hace al bienestar público porque los ingresos
petroleros redundan en políticas sociales muy activas. Por ejemplo, el artículo
que estamos criticando debería reconocer que el gobierno bolivariano entregó en
poco más de cuatro años más de un millón y medio de viviendas, record absoluto
en la historia latinoamericana y, probablemente, mundial. La AN, buscando
paralizar al gobierno para hacerlo caer, no se reunió y cayó en la transgresión
caracterizada por la Constitución Bolivariana como "omisión
inconstitucional parlamentaria". Aquella prescribe que, en casos como ese,
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, puede, tal como lo
establece la Constitución de 1999, asumir algunas de las atribuciones de la AN
y autorizar o convalidar algunas acciones del Ejecutivo. ¿Que el TSJ se excedió
en apropiarse de las atribuciones de la AN? Seguro. Pero informado de este
hecho por la Fiscal General el “dictador” Maduro exhortó al TSC que acotara las
atribuciones transitoriamente tomadas de la AN, y las cosas volvieron a la
normalidad. [3]
Claro que sí
hubo un golpe de Estado fallido, y fue cuando la AN declaró en enero de este
año que el presidente Maduro había hecho abandono de su cargo y que debía
llamarse de inmediato a elecciones presidenciales. Esto en cualquier país se
llama "sedición”: tentativa de quebrar el orden institucional vigente y
sus autoridades al margen de la ley, y nuestros autores lo saben. Imagínense el
escándalo que se produciría si en Estados Unidos, o mismo en la Argentina, el
Congreso emitiera una ley de ese tipo. Aparentemente, para Gargarella y Svampa
esta fallida tentativa golpista es una minucia El relato de la oposición, que
hacen suyo nuestros autores, dice que el golpista es Maduro y punto.
6)
¿"Represión institucional cada vez mayor"? Algo raro debe estar
sucediendo en Venezuela para que la gran mayoría de las víctimas sean, como en
febrero del 2014, personas ajenas al conflicto (como esa señora a la cual los
mientras de la “oposición democrática” mataron arrojándole desde un edificio de
altura una botella de plástico con agua congelada en su interior), chavistas o
personal policial. Si algo se le puede reprochar al gobierno de Maduro ha sido
su excesiva contemplación en la aplicación de toda la fuerza represiva del
estado a quienes toman las calles por la fuerza para incendiar hospitales de
niños, saquear comercios y apalear a personas que no se solidarizan con sus
actos violentos. El mapa de los incidentes violentos y las guarimbas demuestra
inequívocamente que estas se producen, en la casi totalidad de los casos, en
los 19 municipios controlados por la oposición, y que los revoltosos cuentan
con la protección de las autoridades municipales y sus policías. Es más, el 60
por ciento de las víctimas de la violencia son gentes que no participaban en
las manifestaciones, y otra proporción la aportan los muertos de las fuerzas de
seguridad bolivarianas. Ante esto, ¿qué proponen Gargarella y Svampa? ¿Que el
gobierno se quede de brazos cruzados mientras bandas armadas destruyen el país,
matan a inocentes y cometen toda clase de desmanes? ¡Por favor, donde vieron
una cosa así! ¿Qué fue lo que tantos gobiernos federales o estaduales hicieron
en su tan admirado Estados Unidos ante manifestaciones mucho menos violentas de
los afroamericanos en la época de la lucha por los derechos civiles o durante
las grandes manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam? Recuerden la brutalidad
represiva de la policía y la Guardia Nacional de Estados Unidos en esa época, y
compárenla con la de los policías sin armas de fuego que velan por la
tranquilidad y el orden en Venezuela con gases lacrimógenos y cañones de agua.
¿Es posible que ignoren algo tan elemental? Por otra parte, ¿quiénes trajeron a
los paramilitares colombianos a Venezuela? ¿Los chavistas o sus opositores,
aliados a Álvaro Uribe? Sería conveniente que exploraran este asunto.
7)
¿Desabastecimiento? Sí, claro, pero desabastecimiento programado porque
Venezuela subsidia alimentos y medicamentos, cosa que no hacen sus vecinos.
Entonces redes mafiosas se dedican a contrabandear lo que se produce en
Venezuela, que es mucho, pero que es contrabandeado a países vecinos, sobre todo
Colombia, con la abierta complicidad de Bogotá. El problema principal de
Venezuela no es que no se produce; ha venido produciendo cada vez más, aunque
un pequeño número de artículos esenciales (harina pan, café, azúcar, etcétera)
es producido por grandes oligopolios que regulan la oferta en función del
cronograma electoral y de los altibajos de las luchas opositoras para crear
malestar en la población tal como se hiciera en el Chile de Allende. [4]
Además, buena parte de lo que se produce es exportado ilegalmente, vía
contrabando, fuera del país, casi siempre a Colombia. El medicamento que en
Venezuela cuesta un dólar se vende a cinco en Colombia; el litro de nafta que
vale un centavo de dólar en Venezuela se vende a un dólar y monedas en
Colombia, con la complacencia del gobierno colombiano que debería ayudar a
combatir este flagelo, cosa que por supuesto no hace porque precisamente sus
siete bases militares entregadas a fuerzas armadas de Estados Unidos están allí
para acelerar el derrumbe de la Revolución Bolivariana. Y la “guerra económica”
es uno de sus instrumentos.
8) ¿Corrupción?
Sí, pero allí hay funcionarios gubernamentales y también miembros de la
oposición. ¿Qué es esto de hablar de los corruptos sin hablar de los
corruptores? Es un reflejo del viejo pensamiento liberal que sostiene que el
Estado, todo Estado, es la esfera de la corrupción mientras que el mercado es
el ámbito de la virtud, el sacrificio y la innovación. Que alguien pueda creer
en este cuentito a esta altura de la historia no deja de ser una asombrosa
comprobación. Salvo, claro está, que en tiempos tan “interesantes” (Eric
Hobsbawm) como estos se haya producido una fenomenal mutación sociogenética en
virtud de la cual hay corruptos sin que haya corruptores; los primeros están en
el estado, los segundos en la sociedad civil. Obviamente, en la nota que
estamos analizando solo se habla de los primeros. Los otros son ángeles.
9) ¿"Un
régimen crecientemente deslegitimado y autoritario"? Indudablemente que un
caos provocado por una “guerra económica” impiadosa, una ofensiva diplomática
brutal (con un personaje de los bajos fondos como Luis Almagro llevando la
batuta de esta pandilla golpista desde la OEA), un ataque sistemático de los
grandes medios, la condena de desprestigiados y fracasados ex presidentes
latinoamericanos, que sumieron a sus países en la pobreza, la dependencia y el
desamparo, y la omnipresente presión de Washington (recordar la Orden Ejecutiva
de Barack Obama) no puede sino erosionar la legitimidad de un gobierno, de cualquier
gobierno. Pero aún así lo oposición teme la potencia electoral del chavismo.
En lo que hace
a su autoritarismo ¿cómo negar que la oposición a esta peculiar “dictadura” de
Maduro hace y deshace a voluntad? Controla a su antojo los grandes medios de comunicación
y difunde cuantas mentiras se les viene en gana las 24 horas del día y aplica
el “terrorismo mediático” sin escrúpulo alguno; abandonan sus responsabilidades
institucionales y paralizan a la Asamblea Nacional sin que esta sea disuelta
por el Ejecutivo o revocados los mandatos de los asambleístas; sus dirigentes
salen del país para invitar a líderes de EEUU que el imperio invada Venezuela y
derroque a su legítimo gobierno o para hablar pestes del gobierno bolivariano
ante terceros países; sus jefes hacen campaña apoyando a cuanto candidato
presidencial de derecha extrema compita por un cargo presidencial en América
Latina, y así sucesivamente. Pese a esto no sufren molestia alguna. ¿Hay
presos? Seguro: pero no por manifestarse en las calles, hablar, opinar,
difamar, conspirar contra la patria sino por instigar a la violencia y ejecutar
toda suerte de actos vandálicos. ¿Qué clase de autoritarismo es este? Dado que
muchos se regodean hablando de la “dictadura” de Maduro sólo les pido que me
digan que opositor pudo hacer todo esto bajo los gobiernos de Videla, Pinochet,
Garrastazú Medici, Stroessner, Somoza y compañía.
10) Se critica
"el apoyo incondicional de la izquierda al chavismo". Pero qué
pretenden, ¿que apoyemos a la ofensiva destituyente dictada por Estados Unidos
y ejecutada por sus peones locales? Entre el imperialismo y un gobierno, por
deficitario e imperfecto que sea, ¿se nos pide que optemos por el Comando Sur,
por la señora Liliana Ayalde (artífice de los golpes "blandos" en
Paraguay y Brasil y ahora número dos del Comando Sur), por la impresentable
dirigencia opositora de Venezuela? ¿Eso se nos pide? La respuesta es: ¡jamás
cometeríamos tan imperdonable error! Quienes por sus prejuicios y su
empecinamiento en despotricar contra la Revolución Bolivariana –cuyos aciertos
superan ampliamente sus errores- terminen apoyando la estrategia insurreccional
violenta del imperio y sus agentes locales descenderán con deshonor a los
anales de la historia, cubiertos de lodo y sangre. Y no habrá sofismas ni
alambicados argumentos pseudoteóricos capaces de rescatarlos de tan innoble
lugar.
11) “Nadie debe
morir por pensar distinto”, se nos dice. Correcto. Pero los que están muriendo
por pensar distinto son los chavistas o simples venezolanas o venezolanos que
no participaban en ninguna manifestación. De hecho, los que mataron a 43
personas en Febrero del 2014 y a otros tantos en la actual ofensiva ha sido,
principalmente, la oposición sediciosa. Los que pueden morir por pensar
distinto son los chavistas, no los artífices de la contrarrevolución.
13) Se dice, al
concluir el artículo de Gargarella y Svampa, que hay que entender "que
enfrente no están los enemigos sino los que no piensan como nosotros, pero que
en lo que importa son iguales a nosotros: seres humanos dignos, que piensan y
sienten y sufren y se emocionan, y que merecen, como nosotros, igual
consideración y respeto." Este pseudo humanismo por más que entibie
nuestros corazones pensando en la fraternidad universal es, cuando se lo baja a
la coyuntura actual de Venezuela, un razonamiento que no tiene el menor asidero
empírico. Y no sólo en este país. Los que amputaron las manos de Víctor Jara y
luego lo asesinaron a sangre fría en Chile, ¿era gente como nosotros? ¿Los
militares argentinos que violaban a mujeres embarazadas, las torturaban
introduciéndoles botellas de vidrio roto en sus vaginas, les robaban sus niños
y luego las tiraban desde un avión al mar, ¿eran como nosotros? Los escuadrones
de la muerte que asolaron tantos países de la región ¿eran gentes como
nosotros? Y los que en la Venezuela de hoy reclutan paramilitares o lúmpenes
para incendiar hospitales, tender "guayas" para decapitar motoqueros
desprevenidos, arrojar bombas molotov contra policías que no portan armas de
fuego, destruir todo lo que encuentran a su paso y moler a golpes a vecinos que
quieran atravesar la guarimba para ir a trabajar o comprar alimentos, esos,
¿son iguales a nosotros? Tremendo error. ¿Cómo se defiende una sociedad de tan
arteros ataques? ¿Rezando siete Ave Marías o descargando sobre ellos –los
violentos, no los sectores pacíficos y minoritarios de la oposición- toda la
fuerza represiva del Estado?
Termino
diciendo que aquel razonamiento, aquella bella exhortación a la fraternidad
universal y al humanismo -que evoca figuras entrañables como Erasmo de
Rotterdam, Tomás Moro e Inmanuel Kant- termina siendo mala filosofía, peor
teología y pésima sociología cuando esos principios éticos son trasladados sin
mediaciones al barro y la sangre de la Venezuela actual, Es imposible entender
a los sujetos de la contrarrevolución y sus agentes con esas bellas categorías.
Estoy absolutamente seguro que Gargarella y Svampa, al igual que el autor de
estas líneas, jamás haríamos algo como los horrores descriptos más arriba. O como
lo que hacen Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, Lilian Tintori,
Henry Allup Ramos o María Corina Machado, gentes que se arrastran para lograr
que el Comando Sur invada a Venezuela so pretexto de la “crisis humanitaria”
que ellos en buena medida han creado. Todas estas son gentes de una incurable
perversidad y no son iguales a nosotros. Ni son iguales al pueblo chavista que
ha sobrevivido con abnegación y heroísmo a tantas malevosías. Ni tampoco son
iguales a la enorme mayoría de la dirigencia chavista, que trata de gobernar un
país que la oposición ha tratado de convertir en ingobernable con el infame
propósito de reconquistar el poder y usufructuarlo a favor de los intereses que
por siglos sojuzgaron a Venezuela. ¿Hablar de Venezuela? Sí, por supuesto, pero
diciendo la verdad.
Notas:
[1] El dossier
está disponible en https://www.pagina12.com.ar/36336-encrucijada-venezolana e
incluye también dos breves notas de Modesto Guerrero y el autor de este
trabajo.
[2] Cf. Zbigniew Brzezinski, Strategic Vision. America
and the Crisis of Global Power (New York: Basic Books, 2012).
[3] Recuérdese
que el Tribunal Supremo de Justicia dictaminó que en Abril del 2002 no hubo un
“golpe de estado” contra Chávez sino que se produjo un milagroso “vacío de
poder”. La “dictadura chavista” no objetó esa escandalosa sentencia del TSJ ni
tampoco disolvió el organismo.
[4] Sobre este
tema de la “guerra económica” los datos duros que aporta Pascualina Cursio en
su magnífico libro son demoledores del argumento opositor. Ver su La mano
visible del mercado. Guerra económica en Venezuela (Caracas: MinCI,
2017)
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario