domingo, 5 de marzo de 2017

PENSIONES: TODOS LOS QUE INTERVENGAN EN EL AMAÑO DE TOLEDO (que no pacto) PARA ROBARNOS EL DINERO DE LAS PENSIONES, CUANDO MENOS, SERÁN UNOS DELINCUENTES SOCIALES REVESTIDOS DE LEGALIDAD, QUE DEBERIAN RESPONDER CON TODOS SUS BIENES PRESENTES Y FUTUROS, POR EL DAÑO CAUSADO AL EMPOBRECER A LOS TRABAJADORES

Para cualquier jubilado de parte de otro jubilado: En mis cuarenta años de cotizaciones a la Seguridad Social (y por supuesto, aportando bienes útiles a la sociedad con mi trabajo) se me ha estado descontando mes a mes una parte de mi salario, y durante ese mismo periodo de tiempo, el Estado lo ha estado utilizando (mi dinerete) para financiarse (en el supuesto de que el Estado hubiera gestionado bien y no hubiera permitido que un chupibambi pirulete del chupe teta borrega pública, estuviera metiendo el cazo particular para alimentar y vestir a su señora querida, y por supuesto, dejarle herencia a sus hijos legítimos, que los naturales no se cuentan).

Después de estos cuarenta años, cuarenta, de que el Estado ha estado manejando mi dinero va y me paga todos los meses una paga. Claro, para que no me muera de hambre, que eso estaría mu feo, cuya fealdad, después de los distintos  amaños de Toledo y el que ahora se está realizando (¡Y yo como si la cosa no fuera conmigo!) podría convertirse en algo normal para los futuros pensionistas, que por lo menos habrán trabajado igual que yo.

De modo que, la paga que me da el Estado por estar jubilado no es dinero propio del Estado que me lo da porque es un Estado muy modosito, sino mío: el que yo le fui dejando durante 40 años.

¿Qué no hay  o puede no haber dinero para las pensiones? Esto ya es otra cuestión. Para resolverla hay que acudir al manual de funcionamiento de Alí Babá y los 37 ministros y 3 sindicalistas, que hacen un total de 41, el Alí y los otros 40.

Si el dinero de las pensiones mediante amaños de Toledo se pone a disposición de los bancos. Estos, mediante tejemaneje crean Fondos de Inversiones. Estos (con ese dinero que no es suyo) se lo prestan al Estado (¡Hostías Pedrín, que ha aparecido la deuda pública!), y claro es, el gobierno en nombre del Estado para pagar esos intereses por el dinero recibido de los Fondos de Inversión tiene que echar manos de los recortes sociales (Pero Estado,  ¡joder!, ¿no hemos dicho que era dinero mío, o sea, de los trabajadores? ¡Pero, coño, Estado, que lo que me quitas en derechos sociales también es mío!).

Estado, en tu nombre el gobierno me está jodiendo por los tres costados: 1) Durante mi vida laboral el salario que recibí, como todos los salarios, era menor que la riqueza que yo creaba. 2) Con mi dinero has estado financiando actividades y ciencias (incluida la Sociología que has creado) que ahora aplicas contra mi. 3) Me haces pagar intereses recortando mis derechos mediante los recortes sociales que también me los he pagado yo.

Mi dinero va al Estado. Este se lo embolsilla a un amigo suyo (el Fondo de Inversión), que a su vez se lo presta al Estado, y por este préstamo, cuyo dinero ya es mío, tengo que pagar al Estado disminuyendo mis derechos sociales, para que el Estado haga ganar dinero a su amigo con mis dineros y a costa de empeorar mis condiciones de vida, y las de las generaciones de trabajadores futura. Cosa de Alí Babá, no?

Estado, yo entiendo que a Mariano Rajoy no le guste la gaseosa y que no haya pan para tanto chorizo.

Ahora entiéndeme tú a mi. Mira, Estado, te voy a cambiar. Pero no por nada personal, sino porque el capitalismo que tú representas, al cumplir su función histórica se ha transformado en algo materialmente inviable.

Y digo esto no por ser de Podemos, que no lo soy, aunque tengo mucho interés en que funcione bien, por tanto no deseo que funcione como normalmente han venido funcionando los partidos guays hasta le fecha.Tampoco soy, lógicamente, ni de los de arriba ni de los de abajo, ni de los de este lado o el otro; tampoco de los centraditos en esta parte o la otro, incluso ni  siquiera soy de los centraditos centrados en el centro total.

Lo vamos a dejar, si no te parece muy  mal a ti, en que he sido un trabajador, sigo siendo un trabajador (luego no soy, puesto que estoy siendo) y pienso seguir así. Por eso te voy a cambiar a ti y no solo al gobierno.

 Para ello no hay pocos obstáculos. Uno de los primeros: el Ali Babá, que es más complejo y retorcido que el sujeto ese que me ha deseado que me cuelguen de un palo (de un cimbel, dijo el figura), por haber dicho yo, que las acusaciones que haya contra Podemos deben ser respondidas (y no me he ido del tema, no), por lo que para poder entender la complejidad y retorcimiento de Alí Babá, hay que empezar por leer a un autor no menos complejo y difícil, dada su prolija y extraordinaria riqueza intelectual: Carlos Marx, como único método para comprender la economía política (la economía capitalista es sólo un tipo de economía, no toda la economía), dentro de la cual hay que resolver el problema de las pensiones, porque dentro de los parámetros de la economía capitalista no se pueden resolver, y esto justifica perfectamente la existencia de los Círculos de Podemos, que hasta ahora se quedan, casi, en sólo dos palabras. Poner en marcha los Círculos de Podemos es esencial para que pueda responder efectivamente a las expectativas que fueron levantadas en su día.

(sería muy saludable intelectualmente, que algún sujeto que se ha escandalizado el hombre por haber dicho yo que las acusaciones contra Podemos deben ser respondidas, hiciera algún tipo de crítica a lo que antecede. Condenas inquisitoriales por muy amigo de Podemos que se diga,  por favor, no. Críticas.

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La preocupación por las pensiones

03.03.2017


Tras dos reformas que han reducido la capacidad adquisitiva de los y las pensionistas y han retrasado la edad de jubilación, nos quieren volver a meter el miedo en el cuerpo con la insostenibilidad de las pensiones. De nuevo estamos sometidos a una fuerte ofensiva que nos dice que cada vez vamos a ser más las personas mayores y menos las jóvenes. El famoso problema demográfico. Más para cobrar y menos para trabajar. Por lo tanto, el sistema es insostenible. ¿Solución? Planes de pensiones privadas para complementar las públicas. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?

La situación no es nueva. En los años 90 del siglo pasado también tuvimos una fuerte ofensiva en el mismo sentido. Y con el mismo argumento: el problema demográfico. Se iban a hundir las pensiones públicas y teníamos que hacernos planes privados. A nosotros nos prometían supuestas ganancias, mientras que ellos se aseguraban suculentos beneficios con las comisiones de gestión: 1.830 millones al año, según Edmundo Fayanas. ¿Y en qué han quedado nuestras ganancias? De acuerdo a los datos de Fayanas, los planes de pensiones invertidos en renta variable se revalorizaron una media de 1,36%, y los de renta fija un 1,25%. Pero, como a esa rentabilidad hay que restar un 0,8% de la comisión de gestión y el efecto de la inflación, tenemos que, según la OCDE, la rentabilidad media ha sido de un -0,9% para el período 2008-2012. El único aliciente de los planes de pensiones, según Adicae, es la desgravación fiscal. Pero en realidad, esa desgravación es más bien un aplazamiento del pago de impuestos, ya que cuando rescatas el dinero de tu plan, tendrás que pagarlos. Hasta la Unión Europea exige que se eliminen estas desgravaciones fiscales debido a su nula rentabilidad social. La consecuencia de todo esto es que, en cuanto surge la crisis del 2008, se va dejando de hacer planes privados. No han logrado que estos fondos despegaran aquí. Sin embargo, de nuevo vuelven a la carga.

Pero antes de la crisis hubo una burbuja financiero-inmobiliaria, a consecuencia de la cual el paro bajó, se creó empleo, el consumo creció… y el endeudamiento creció mucho más. Sobre todo el de los bancos y empresas; pero también el de las familias. ¿Y el cacareado problema de las pensiones? Se difuminó. El Fondo de Reserva llegó hasta los 67.000 millones de euros en 2011. Y, según Albino Prada, de ATTAC, ese Fondo de Reserva sería ahora de 519.000 millones de euros, si en el pasado los sucesivos gobiernos no hubieran realizado transferencias al Estado desde los superávits del sistema de Seguridad Social para sostener la sanidad y otras políticas públicas. ¿Y qué fue del gravísimo problema demográfico? Pues, que vinieron 6 millones de inmigrantes y adiós problema demográfico. Aunque es cierto que cada vez somos más las personas mayores y que la tasa de natalidad es demasiado baja –también habría que cambiar las políticas actuales para solucionar este problema-, todavía tenemos un amplio margen de crecimiento del porcentaje del PIB destinado a pensiones si comparamos con la situación y perspectivas de otros países europeos. La amenaza para la sostenibilidad de las pensiones no es demográfica sino política: las políticas que impiden tener un empleo suficiente y de calidad.

Decía que vuelven de nuevo a la carga induciendo el miedo con la insostenibilidad de las pensiones públicas y tratando de convencernos de que hay que bajar el poder adquisitivo de los y las pensionistas, atrasar la edad de jubilación, fomentar los planes privados… Pero analicemos brevemente estas dos últimas políticas. Atrasar la edad de jubilación es un enorme contrasentido. Tenemos 4,3 millones de personas en paro y se retrasa la edad de jubilación, se aumenta la jornada y las horas extras, y se precariza el empleo. ¿Resultado? Gran parte de la juventud no tiene trabajo, cada vez tenemos peores condiciones de jubilación y también es cada vez peor el empleo para quien tiene la suerte de tenerlo. Todas y todos, mal. Si importaran las personas, las políticas serían justo al revés: fomento de empleo de calidad, salarios más altos, topes a los chantajes con la deslocalización de empresas, reparto del trabajo con criterios de solidaridad, apoyo a autónomos y pequeñas empresas, políticas de redistribución vía fiscalidad y servicios públicos… Contra toda lógica social y económica, se concentra el empleo en lugar de repartirlo, se bajan salarios y se precariza el empleo cuando se necesita más demanda, se implementan políticas que reducen cotizaciones y recaudación cuando se necesitan más ingresos.

¿Y qué pasa con el fomento de las pensiones privadas? Pues lo mismo: las únicas que ganan son las entidades financieras. Ya hemos visto el resultado que están dando en el Estado español. Chile lleva sufriéndolas unas cuantas décadas. Es la base de su sistema de pensiones, ya que apenas tienen pensiones públicas desde Pinochet (menos del 10%). Pues bien, según Edmundo Fayanas, el 91% de las pensiones privadas chilenas cobran solamente 330 dólares, la mitad de su salario mínimo. Esto, traducido a España, sería unos 350 euros mensuales, subida reciente del salario mínimo incluida.

Las pensiones públicas deberíamos defenderlas con uñas y dientes. Todas las personas: mayores, jóvenes y maduras. Porque si no lo hacemos, cada vez estarán peor. Son viables y, si fuera necesario en algún momento, están los presupuestos del Estado para aportar la financiación complementaria necesaria. Pero hay que hacer que el sistema actual de solidaridad intergeneracional funcione. Y para eso es necesario aplicar políticas de empleo, salarios, cotizaciones, impuestos… que sean adecuadas para tener empleo suficiente y de calidad, y también para tener unas pensiones dignas y una renta garantizada digna para quienes la necesite. Insisto, el problema no es demográfico. Si las personas nativas en edad de trabajar no son suficientes, vendrán personas de fuera. Como ya sucedió en los 90 y en los primeros 2000.

¿Preocupación por las pensiones? Depende. Si seguimos apoyando a fuerzas políticas que aplican políticas de austeridad, que realizan reformas que nos llevan al paro y a la precariedad, que ponen las políticas de promoción de empleo en último lugar, que implementan políticas regresivas de fiscalidad, que fomentan ayudas a las empresas vía reducción de cotizaciones y que impulsan los planes de pensiones privados, entonces sí que nos debemos preocupar seriamente por las pensiones públicas. Pero, si nos implicamos social y políticamente y obligamos a cambiar las actuales políticas, no tendría por qué haber motivos de preocupación.

Javier Echeverría Zabalza, miembro de Podemos-Ahal Dugu

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