El brexit, positivo y esperanzador
02.07.2016
No hay lugar
para la confusión y las dudas. La decisión de un poco más de la mitad de los
ciudadanos británicos de abandonar la Unión Europea (UE), el llamado brexit,
es una cosa positiva, buena, plausible, gratificante, esperanzadora. Y esto es
así por varias y poderosas razones.
En primer lugar
porque es un golpe demoledor para la ultrarreaccionaria canciller alemana,
Ángela Merkel, implacable promotora de las políticas neoliberales que implican
el empobrecimiento de las clases trabajadoras y mayor riqueza para los sectores
sociales ya de por sí muy ricos: el tristemente célebre uno por ciento dueño de
todo.
El golpazo, desde luego, no fue sólo para Merkel. También lo fue para Obama, ese otro impulsor del neoliberalismo. No en vano, como ella, Obama luchó contra el brexit. Y lo mismo puede decirse del francés Francois Hollande y del británico David Cameron. Y de otros jerarcas europeos de semejante ralea.
Pero dejando
aparte los nombres propios, es evidente que el golpe fue fundamentalmente para
las políticas neoliberales, ideología y práctica actuales del imperialismo. El brexit fue
un no mayoritario para las políticas de contención salarial, de recortes en el
gasto para educación y salud públicas, de reducción o eliminación de las
pensiones de los jubilados. ¿Cómo, entonces, no celebrar el brexit?
Ese no
mayoritario a la Unión Europea fue la expresión de la protesta contra sus
promesas incumplidas. Prometió prosperidad y entregó pobreza. Prometió una
prolongada era de paz y desató varias y sangrientas guerras coloniales: Irak,
Afganistán, Chad, Libia y Siria. Sin olvidar la guerra de los Balcanes, de la
cual la Comunidad Europea, antecedente inmediato de la UE, fue entusiasta y
perversa promotora.
La Unión
Europea prometió ser un contrapeso poderoso para el dominio abrumador de la
economía y de la diplomacia de Estados Unidos, y terminó siendo un dócil
sirviente de los dictados de Washington. Recordemos la metáfora aquella de Tony
Blair como perrito faldero de la Casa Blanca y del Pentágono. Y lo que se dice
para el inglés cabe para el español Aznar.
Los
propagandistas de las bondades de la Unión Europea ofrecieron el reino de la
democracia. Y para mirar claramente la falsedad de esa oferta tuvimos que ser
testigos del trato antidemocrático que Bruselas dio a las decisiones
democráticas del pueblo griego que exigía en las urnas el fin de las políticas
de austeridad, desempleo, estancamiento económico y empobrecimiento
mayoritario.
Como ya puede
verse nítidamente, la moderna Unión Europea es una reedición de la vieja Europa
colonialista, racista, intervencionista e imperialista. Por eso también, más
allá de los asuntos puramente económicos, el desencanto y la frustración de
vastos segmentos de la población del Viejo Continente. No será pronto ni
rápido, pero cabe esperar que el brexit sea el primer paso de
la disolución de ese engendro del capitalismo neoliberal que es la UE. Ese es
el temor de unos y la esperanza de otros. El temor de las élites y del
conservadurismo, y la esperanza de las fuerzas y grupos progresistas,
antineoliberales, anticolonialistas, antiimperialistas, antiguerreristas.
Las
posibilidades de justicia económica y, consecuentemente, del mantenimiento de
la paz, pasan necesariamente por el fin de la Europa vasalla del capital y
cómplice de Estados Unidos.
En una época en
que América Latina vive un nuevo avance de las fuerzas neoliberales, la
incipiente disolución de la UE es una buena noticia. Porque, a fin de cuentas,
se trata de un duro revés para el capitalismo en su expresión más salvaje.
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor.com.mx
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