SOBRE LAS LUCHAS EN FRANCIA CONTRA LOI TRAVAIL
Pedro A.
García Bilbao
Sociología
Crítica
2016/06/08
La Ley de relaciones laborales francesa o #LoiTravail representa la aplicación
en ese país del plan de demoliciones neoliberal que funciona en toda Europa. En
España el proceso está mucho más avanzado y la degradación del sindicalismo de
clase que sufrimos empezó su pendiente con los pactos de la Moncloa y vive sus
momentos más grotescos en la actualidad. Las comparaciones con la situación en
Francia nos permiten tomar la medida de cuan bajo hemos llegado en España. La
batalla no es española ni francesa, es de toda Europa aunque tal vez Francia
era la última zona de resistencia. Esta Ley Valls, o Macrón o como quieran
llamarla es una carga de demolición contra todo lo que quedaba del modelo de
capitalismo con rostro humano también llamado Welfare State. El sistema ya no
necesita caretas y busca incluso rescindir alquileres y sobres a los que
colaboraron estos años. Es otra fase.
Esta Ley francesa significa, entre otras lindezas, el
fin de la negociación colectiva y de los convenios por sectores; solamente con
esto, la capacidad de lucha de un sindicato se diluye, pasando a convertirse en
algo residual, donde lo único que les resta es hacer de comparsas y negociar
sus propios finiquitos. La lucha de la CGT es por tanto, una lucha de
supervivencia, en un punto clave donde el enemigo muestra que no desea otra
cosa que destruir la capacidad de lucha organizada de los trabajadores; no se
puede ceder en esto. Pero con todo, lo peor no es que la patronal busque
destruir el sindicato como tal, sino las condiciones en las que la lucha se
está dando. La CGT, y no sólo ellos, todos los sindicatos que se han adherido
que son varios, se encuentran contra la pared, rodeados de altos muros:
mediáticos,. sociales, políticos, sin referentes políticos con los que
coordinarse. Cierto es que el PCF está jugando un gran papel, su militancia de
base está entregada de lleno, pero las direcciones del PCF se ven afectadas por
las mismas autolimitaciones fruto de tantos años de renuncias que afectan a los
partidos y sindicatos en toda Europa. Es preciso saber si asistimos a un acto
reflejo de lucha o si el cuerpo resistente tiene aún capaz de alzarse.
La lucha en Francia se está llevando a cabo al borde
del abismo, no se puede retroceder. El plan de demoliciones neoliberal avanza
sin cesar por todas partes y la barricada francesa puede ser batida por los
cañones del sistema, informativos, económicos, laborales, represivos. Las cajas
de resistencia se cuentan en Francia por docenas, los sindicatos locales y
regionales se han organizado para una lucha larga, ¿Cuanto van a poder
aguantar? Sería un detalle que los sindicatos españoles ayudaran a esas cajas
de resistencia. Pueden hacerlo. No lo hacen. Y el aislamiento arma a la
patronal francesa y europea. Huelen a la presa, la saben sola, herida tal vez y
no tienen prisa. La lucha de los franceses es la nuestra, está claro, pero miro
a la sección sindical de mi centro de trabajo y no veo nada. Una vez más
miramos alrededor y lo que vemos es que quien tiene la posibilidad de coordinar
y organizar -y algunos hasta cobran por ello- no lo hace.
Lo que se ve con claridad es que asistimos a una
ofensiva general del imperio neoliberal -¿por qué neo me dicen algunos? – y lo
de los trabajadores de Francia es una batalla de resistencia que les honra.
Presentaron batalla en 1996 y lograron retrasar al enemigo, pero no hubo
correlato de avances políticos, él descontento sólo alimentó a la bestia
lepenista, pues la izquierda y las direcciones sindicales habían renunciado
hacía décadas a luchar por la hegemonía y, en el fondo habían interiorizado
límites sistémicos.
Veinte años después, el enemigo no está a las puertas,
sino que ha nombrado incluso al Ministro de Hacienda de los socialistas -por
llamarles de alguna forma- y fozado una Ley anti-obrera y antisindical que
destruye todo el modelo de relaciones laborales posterior a junio de 1936,
cuando el Frente Popular logró avances importantes. Pero Francia el laboratorio
revolucionario de Europa, la vanguardia, ya desde el s. XVIII, desde el s. XIX
donde avances y derrotas brutales marcaron la historia de todo el movimiento
obrero del siglo entero, da de nuevo la sorpresa y los trabajadores salen a la
calle a hacer frente a tal dictado.
Pueden vencer o solamente retrasar la derrota. El
hecho es que faltan elementos para vencer, como por ejemplo un plan de acción
estratégico de alcance. ¿Qué busca la lucha? ¿La caída de Valls, el primer
ministro? ¿la retirada de la Ley? El secretario de la CGT, Martínez, ya dejó
claro que esto no es un problema de casting, aludiendo que no se trata de
quemar un ministro y cambiarlo por otro. Un sindicato es un sindicato y debe
saber establecer prioridades, quemar un ministro, retirar o negociar un
artículo especialmente sangrante, salvar la cara, han sido en los años del
consenso de postguerra, objetivos clásicos aceptables para mantener el
equilibrio del sistema. Pero hay que tener claro que el poder ya no quiere
jugar a eso, que ese equilibrio no volverá. Lo que pasa es que interiorizar que
el sistema ha cambiado y que nos quieren imponer un profundo cambio sistémico
es algo que muy difícil de asumir por parte de algunos. La lucha de clases es
una realidad dura, y estamos inmersos en una nueva fase lo queramos o no. Esto
lo saben de sobra los militantes, los piquetes, los que se juegan su trabajo,
su salud, su libertad, su salario en todos y cada uno de los miles de puntos de
choque en toda Francia. Asistimos a la épica de una lucha con cientos de
ejemplos., pero no debemos cegarnos con ella. ¿Cómo va la batalla? ¿Saben lo
que se cuece en el Cuartel general?
La Huelga Francesa, que no es una sino muchas y
escalonadas sabiamente en sectores clave. lo lleva muy bien en lo táctico, pero
si faltan aliados políticos, si están aislados políticamente, si no hay nadie
que pueda convertir en acción política esa lucha, el poder político seguirá
dominado en exclusiva por los representantes de la clase dirigente francesa. Y
no parece que haya nadie, ningún sujeto político que se atreva a asumir la
lucha de los trabajadores. Aspirantes a Syriza, a Tsipras hay muchos, pero la
coordinación de trabajo organizado y política organizada con un frente claro
asusta a muchos. Aquí, en Europa, los únicos que realmente están organizados y
con correas de transmisión en el poder político y en todos los aparatos de
reproducción cultural y el sistema mediático son las diversas facciones
liberales o expresiones del poder económico dominante.
La cuestión es si de estas luchas, del interior del
sindicato o en su entorno, de las masas en lucha, se podría forjar un sujeto
político capaz de aglutinar toda esa “colere du peuple”, pero incluso la CGT ha
renunciado a eso, o por lo menos lleva renunciando a eso desde 1945. La CGT
actual es fruto del consenso burgués de postguerra y esta lucha de ahora se
debate entre el objetivo de volver a un pasado imposible o dar un salto
adelante: los sindicatos de clase renunciaron tras 1945 a la acción política
sobre la base tácita de que la acción política respetaría entonces algunos
avances sociales. Ese consenso se rompió tras la caída de la URSS. Ya no se
respeta. Ahora cualquier avance social y laboral es «comunista», «radical»,
«populista», «insostenible» y la palabra «reforma» esconde la demolición de los
derechos laborales y sociales. Liquidados los partidos de izquierda en tanto
que tales, absorbidos los socialistas, paralizados los comunistas, desaparecido
el republicanismo radical, quedan populismos de derecha, los partidos del
sistema (social-liberales de Hollande y los «republicanos» de Sarko) y la
propuesta incoherente de la izquierda “creativa”. La lucha de la CGT y todo el
movimiento sindical debe dar un salto adelante o perecerá. No se arregla esto
cambiando a Valls, o logrando un retraso en la aplicación de la ley. Eso es el
viejo modelo.
La situación no se saldará con victoria alguna si de
este movimiento no se saca una línea de acción nueva que reúna la fuerza de la
movilización, la conciencia obrera y la acción política. La patronal francesa
ha lanzado el desafío de la Loi Travail porque les sabe aislados políticamente
a los sindicatos, ve débil al trabajo organizado; los partidos de izquierda ya
están vencidos, sin lucha, por otra parte, quedaba el sindicato. Esto puede
parecer raro en España donde los sindicatos son precisamente lo más conservador
de la izquierda y fueron “normalizados” ya en 1977.
En Francia, la patronal y los bancos tienen a Macrón,
el ministro de Hacienda, y un esbirro como Valls, intercambiable con otros
muchos. ¿A quien tiene la CGT en la Asamblea Nacional? ¿Donde los planes de
reconstrucción de la izquierda sobre la base y los líderes salidos de la lucha?
Cuando se comparan los slogan de «rebélate» de Izquierda Unida en España, con
las acciones de las movilizaciones en Francia se aprecia la diferencia entre la
realidad de la lucha y las estupideces postmodernas en las que se han
convertido las organizaciones de izquierda. Y en Francia también. Los piquetes
y las direcciones locales, regionales y parte de la nacional están en la acción
de forma ejemplar, pero la victoria exige romper el tabú de disputar el espacio
político a las direcciones caducas de los partidos del sistema o adocenados por
este. Es significativo que la solidaridad activa de la Confederación Europea de
Sindicatos haya sido inexistente. Que en España nadie, ni el PCE, ese mismo que
saca su campaña en tweter de «somos comunistas» se haya atrevido a decir nada,
resulta sencillamente terrorífico; es un clamor el silencio de CC.OO y de UGT
su brutal indiferencia ante la lucha en Francia. ¿Unidos Podemos? ¿El qué?
Se lucha en Francia como lo hicieron los mineros
contra Margaret Thatcher, son la última barrera, pero si su lucha no alcanza a
romper los tabúes y los límites del finiquitado consenso del welfare state —que
la patronal hace ya dos décadas que no respeta— acabaran igual de derrotados.
Y si son derrotados los obreros franceses, tened claro
que nosotros lo seremos tambien. La derrota de la lucha obrera en Francia
abriría perspectivas terribles. La precariedad, el malestar socal, la miseria,
los enfrentamientos no cesaran, y si el movimiento obrero cae, el fascismo
ampliará su base social.
Francia una vez más, en vanguardia. #Jesoutienslagreve #LoiTravail #CGT #infocomcgt#CestLeMomentDeGagner #LoiTravailNonMerci #RetraitLoiTravail#JeSoutiensLaGreve #Macron #UnTShirtPourMacron #MEDEF
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