Venezuela, ejemplo cívico…, ¿y
ahora qué?
Por Aram Aharonian
kaosenlared
Mapocho Press
Los candidatos de la oposición venezolana obtuvieron la
mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas celebradas este domingo 6
de diciembre frente al gobierno de Nicolás Maduro, que perdió así el control de
la Asamblea Nacional. Ganó el espíritu cívico y democrático de los venezolanos
y perdieron los que, temerosos de una derrota final, sembraron a diestra y
siniestra las semillas de la duda sobre un fraude imposible, incluyendo el gran
papelón de varios expresidentes derechistas latinoamericanos.
“Ante estos resultados adversos hemos venido a reconocerlos y
a decir que ha triunfado la democracia”, dijo Maduro, apenas conocidos los
resultados. Ha triunfado la guerra económica, ha triunfado la estrategia
para vulnerar un modelo de país. Ha triunfado circunstancialmente”, dijo el
gran derrotado tras 17 años de gobierno bolivariano.
Estos comicios parlamentarios no representan una elección
nacional, sino que depende de cada circuito (local y regional), por lo tanto el
número de votos nacionales no es directamente vinculante a la cantidad de
curules conquistados. Desde ahora, los bolivarianos, que gozaban de mayoría
calificada en la unicameral Asamblea Nacional, quedaron en minoría. Pero Maduro
sigue siendo presidente, y para sacarlo deberán juntar las firmas necesarias
que les permita convocar un referendo revocatorio.
La estrategia conspirativa de la oposición se apoyó en la
grave y compleja situación económica que está atravesando Venezuela y en la
cual los sectores dominantes han tenido una participación decisiva. La campaña
de la oposición se centró en la necesidad de un “cambio”, que mejorara
sustancialmente la situación actual. Pero realmente la Mesa de Unidad
Democrática (MUD) no tiene un programa económico diferente a los fabricados por
los centros de poder del capital financiero internacional.
No debe quedar duda que la MUD –conglomerado opositor de 28
partidos- pretende utilizar unas elecciones legislativas para derrocar el
gobierno, tarea para la que cuenta con inmensos recursos financieros y logísticos
que vienen tanto del exterior como de capitalistas locales. La principal
artillería externa, han sido los cartelizados medios masivos de manipulación
que vienen preparando el terreno para que, a nivel internacional, se justifique
la destitución del presidente.
La campaña antidemocrática contó con el descontento acumulado
en la población acostumbrada a hacer largas colas para conseguir alimentos y
medicinas, donde destacan la inflación, el desabastecimiento, la escasez
y la disparada de precios. La oposición y los oportunistas, acusaron al
gobierno de la situación, como si fuera éste el único participante en esta
confrontación.
Buena parte de la culpa del desastre económico, sin duda, la
tiene el gobierno que, aun cuando se mostró firme en la defensa de programas
sociales e inversiones estratégicas, no ha tomado decisiones para enfrentar la
guerra económica, ante un escenario de grave restricción externa (caída del
precio petrolero) como la actual. “Un militar con calculadora no es ministro de
economía”, decía Hugo Chávez.
Pero la crisis económica es también en gran parte
responsabilidad de los grupos económicos que están detrás de la oposición,
especialmente el capital financiero y el bancario, que desde 2004 establecieron
una estrategia para desmontar el control cambiario y retomar el control de la
fijación del tipo de cambio y la privatización de las divisas, señala el
economista Simón Andrés Zúñiga.
“Quienes han tenido total control, desde 2009, del tipo de
cambio y de la estrategia especulativa que se fraguó con el dólar paralelo,
tienen nombre y apellido y están montados en esta confabulación”, añade Zúñiga.
Hoy se puede asegurar que el poder fáctico ha sido exitoso en
el manejo de la desesperanza, la frustración, el terror económico y la incertidumbre,
apostando a la desorientación, el olvido y la pérdida de identidad. En
Venezuela, después del fracasado golpe de abril de 2002, han recurrido a la
guerra económica y al terrorismo cartelizado de los medios de comunicación
nacionales y extranjeros. Los grandes grupos económicos se unieron
internacionalmente para preparar la cacería contra el gobierno y pueblo
chavista.
Y el PSUV no ha logrado generar esperanza presentando un
listado de candidatos digitados desde la cúpula, repitiendo nombres resistidos
por la militancia.
Hace una década ya la revista Question alertaba sobre la
ineficiencia, ineficacia y la corrupción que comenzaba a detectarse en esferas
del poder. En octubre de 2012, en su último consejo de ministros, Hugo Chávez
reclamaba un golpe de timón, denunciando esos mismos problemas.
Melquíades Iguarán señala que en este resultado adverso para
los chavistas no se puede olvidar a quienes, en nombre de la revolución, han
disfrutado las mieles del poder, y se han aprovechado de sus cargos para apropiarse
de los recursos de todos, disfrutando de privilegios; favoreciendo a sus
familiares, a sus amantes y a sus amigos. Y menos a los militares que han
manchado el uniforme para traficar influencia, participar en la orgia del robo
de recursos del Estado, agrega. Tampoco se debe olvidar a los que hicieron
negocios con los alimentos, las medicinas y la esperanza del pueblo, los que
destruyeron la producción nacional, los que se han convertido en banqueros y
tampoco a los que detentan cargos en el Partido Socialista Unido de Venezuela
para imponer a sus círculos de corruptos, para pisotear la voluntad de la base.
Estas elecciones parlamentarias mostraron un pueblo cansado
del doble discurso, de la utilización de la imagen de Chávez, de aquellos que
hablan de revolución e igualdad y permiten que sus hijos viajen en los jets de
la estatal PDVSA, que se enriquezcan con contratos, que se acumulen muchos
dólares fungiendo de intermediarios o los que negociaron la economía con los
grandes banqueros venezolanos que han aumentado astronómicamente sus riquezas a
costa de la revolución.
¿Seguirán gritando “fraude”? Hoy se inicia una nueva etapa en
Venezuela, con una oposición encaramada en el legislativo, que aún debe
demostrar que es una fuerza homogénea, con planes y proyectos, con capacidad
para gobernar. Enfrente hay un pueblo chavista que ha castigado la
ineficiencia, la ineficacia y la corrupción de este gobierno y que, expectante,
les ha dado su oportunidad.
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