Entrevista a Stathis Kouvelakis,
miembro del Comité Central de Syriza
El Referendum y
la desintegración de Syriza
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Rebelión
Jacobin
11.08.2015
Pero las
relaciones entre la Plataforma de Izquierda y Antarsya han mejorado, ¿no?
Creo que lo
importante es el hecho de que la mayoría de los sectores de Antarsya realmente
lucharon con un alto espíritu en la batalla del referéndum y en muchos lugares
hubo comités locales en los que participaron todas las fuerzas del No, lo que
significa esencialmente Syriza y esos sectores de Antarsya. Así que creo que
hay una posibilidad política que necesita explorarse.
Sin embargo, yo
no soy tan optimista sobre Antarsya como tal, porque creo que el pegamento que
mantiene toda esa coalición en conjunto sigue siendo ultraizquierdismo típico.
Ya se puede ver que lo que dicen de esta derrota es que han sido reivindicados,
que este es el fracaso de todos los reformismos de izquierda y que lo que
necesitamos es un partido revolucionario adecuado y que, por supuesto, ellos
son la vanguardia que constituye el núcleo de ese partido y van a continuar por
ese camino. Así que creo probablemente habrá alguna recomposición, pero creo
que será a una escala limitada.
¿Y quizás
alguna actividad en los movimientos sociales? ¿Se habla de una huelga general en
el sector público?
Ese es un
factor decisivo aún desconocido. ¿Cuál es la situación general ahora? Tenemos
un nuevo memorando y una reconfiguración de la mayoría parlamentaria que está
detrás de este nuevo memorando que será simbólicamente validado por un voto
próximo en el que la mayoría de los diputados de Syriza votarán una vez más con
los partidos pro-austeridad el nuevo memorando. Así que una vez más hay una
brecha entre la representación política del país y el pueblo. La contradicción
está por resolverse.
Es evidente
también que el campo está abierto para los nazis, que sin duda tratarán de
hacer el mejor uso de la situación. Ya han votado en contra de la propuesta
griega, seguro que votarán en contra del nuevo memorando, que llamarán una
nueva traición. La cuestión clave es cuál será el nivel de movilización social
contra el maremoto que caerá ahora sobre los trabajadores y por supuesto la
urgencia absoluta de reconstituir una izquierda combativa contra la austeridad.
Esa es la tarea principal del momento.
Sabemos que
tenemos elementos para reconstruir la izquierda, sabemos que la gran
responsabilidad recae sobre la izquierda de Syriza, en el sentido amplio del
término. En el sentido más estricto del término la responsabilidad más pesada
recae sobre la Plataforma de Izquierda, porque es la parte más estructurada,
coherente y políticamente lúcida de ese espectro de fuerzas. Esa será la prueba
de los próximos meses.
Demos un paso
atrás para mirar todo el proceso, volviendo al momento de tu primera entrevista
en Jacobin [en enero de este año]. ¿Cómo evalúas la estrategia
de la Plataforma de Izquierda trabajando dentro del gobierno y dentro de los
movimientos sociales a la vez?
En primer lugar
veamos el panorama general. Lo que dije en aquella entrevista es que sólo hay
dos posibilidades en la situación griega, la confrontación o la capitulación.
Tuvimos capitulación, pero también tuvimos momentos de confrontación que fueron
muy mal dirigidos por parte del gobierno. Esa fue la verdadera prueba.
Es evidente que
la estrategia basada en que “el euro es bueno” y en el “europeísmo de
izquierda” ha fracasado. Mucha gente lo ha visto. El proceso del referéndum lo
dejó claro y la prueba llegó hasta el límite. Fue una lección dura, pero
necesaria.
La segunda hipótesis
que formulé [en enero] era que se necesitan éxitos políticos, incluso en el
plano electoral, para desencadenar nuevos ciclos de movilización. Creo que esto
también resultó ser cierto, en dos momentos cruciales. El primero fue en las
tres primeras semanas después de la elección, cuando el estado de ánimo era muy
combativo, de confrontación, y la moral estaba muy alta. Eso terminó con el
acuerdo del 20 de febrero y, desde ese momento, se volvió a la pasividad, la
ansiedad y la incertidumbre acerca de lo que estaba pasando. El segundo momento
fue el referéndum, por supuesto. Vimos entonces cómo una iniciativa política
que abre un proceso de confrontación libera fuerzas y actúa como un catalizador
para los procesos de radicalización de la sociedad en general. Esta es otra
lección que hemos de aprender.
Sobre la
relación de los movimientos sociales y la Plataforma de Izquierda, no se ha
probado la hipótesis de que iniciativas gubernamentales específicas pudieran
abrir espacios concretos para la movilización popular. El récord del gobierno
ha sido nulo en ese aspecto, nunca hubo ese tipo de medidas. Y lo que ahora
tenemos enfrente es algo mucho más familiar, una movilización contra las
políticas de un gobierno reconvertido a la austeridad extrema.
En términos
generales, Syriza no puso en marcha casi nada de su programa electoral. Lo
mejor que los ministros de la Plataforma de Izquierda han podido hacer ha sido
bloquear algunos procesos, en particular la privatización del sector energético
que ya se había iniciado. Ganaron un poco de tiempo, pero eso fue todo. Lo que
también vimos claramente en ese período es que el gobierno, los líderes, se
hicieron totalmente autónomos con respecto al partido. Ese proceso ya había
comenzado, hablamos de ello en otra entrevista, pero ahora ha llegado a su
culminación. También contribuyó a ello el que todo este proceso de negociación
provocó la pasividad y la ansiedad entre las personas y los sectores más
combativos de la sociedad, lo que lleva al agotamiento. Antes del referéndum el
ambiente era claramente de "No podemos seguir soportando esta tortura,
esto tiene que acabar". Esto es algo que personalmente no había previsto.
Pensé que el proceso sería más rápido. No había previsto ese atrapamiento en un
punto muerto que durara tanto tiempo, limitando enormemente nuestro propio
espacio para la iniciativa.
Este es el
momento, por supuesto, de la autocrítica inevitable, que sólo está empezando.
Claramente, la Plataforma de Izquierda podría haber hecho más en todo este
período, en términos de presentación de propuestas alternativas. El error queda
claro porque el documento alternativo estaba allí, sólo había vacilación
interna sobre el momento adecuado para difundirlo.
Fuimos
neutralizados y desconcertados por la secuencia de interminables negociaciones
y momentos dramáticos y cuando ya era demasiado tarde, en la reunión plenaria
del grupo parlamentario, se presentó finalmente una versión reducida de nuestra
propuesta. Esto, claramente, lo deberíamos haber hecho antes.
¿Y qué opinas
de las críticas a las declaraciones de Costas Lapavitsas en el sentido de que
Grecia no estaba preparada para el “Grexit” y por lo tanto, de alguna manera,
ya no había manera de salir? La idea tiene el problema de que aunque es cierto
que no se habían hecho preparativos para salir del euro, lo que se hace es una
especie de autoconfirmación, ya que quienes proponen el Grexit nunca podrían
hacer los preparativos.
Creo que la
declaración de Costas se ha malinterpretado. En primer lugar Costas es uno de
los cinco firmantes del documento propuesto por la Plataforma de Izquierda que
deja claro que una alternativa es posible, incluso ahora, de inmediato. Lo que
Costas quiso resaltar en la declaración que hizo a puerta cerrada en el grupo
parlamentario es que la salida del euro tendría que estar preparada en los
aspectos prácticos, pero que había una decisión política de no preparar nada y
así eliminar cualquier posibilidad de una alternativa en el momento más
crítico. Esa estrategia de quemar las naves fue usada sistemáticamente por el
gobierno. Y creo que era la obsesión particular de Yanis Dragasakis, que hizo
imposible cualquier acción que acercara el control público de los bancos. Él es
el hombre de confianza de los banqueros y de las grandes empresas en Grecia y desde
que Syriza tomó el poder ha sido quien ha asegurado que el núcleo del sistema
se mantendría sin cambios.
Lo que ocurrió
entonces es que se pusieron sobre la mesa preparativos iniciales para salir del
euro y fueron rechazados, ¿es así?
No exactamente.
En las reuniones del gabinete restringido, el llamado consejo de gobierno, que
incluye sólo los diez ministros principales, Varoufakis había mencionado en la
primavera la necesidad de considerar el Grexit como una posibilidad, y
prepararse para ella. Creo que se elaboró algo sobre una moneda paralela, pero
todo quedé bastante vago y mal preparado.
Como ya
expliqué, en su entrevista en New Statesman, Varoufakis dice que se
preparó un plan alternativo durante la convocatoria del referéndum. Pero eso es
también una confesión sobre lo tardío que fue todo eso.
¿Aparte de la
cuestión del ritmo y la desmoralización, qué dirías ahora que no pudiste
entender en su momento, o que entendiste mal, y que entiendes mejor ahora?
He repasado en
mi cabeza muchas veces los últimos años tratando de entender los momentos de
bifurcación. Y me parece que el momento decisivo de la bifurcación de la
situación griega fue el período que siguió a las movilizaciones populares del
otoño de 2011 y antes de las elecciones de la primavera de 2012. Yo estaba
entonces muy involucrado con Costas Lapavitsas y otros camaradas, incluyendo la
dirección de la Plataforma de Izquierda, en las iniciativas para constituir un
proyecto común de todos los antieuropeístas de izquierda.
Las discusiones
avanzaron mucho, porque había incluso un documento elaborado por Panagiotis
Lafazanis y luego modificados por otros participantes en estas discusiones. La
idea era abrir un espacio de debates y acciones comunes entre la Plataforma de
Izquierda de Syriza, ciertos sectores de Antarsya, y algunas campañas y
movimientos sociales.
Esa iniciativa
no llegó a puerto porque fue rechazada categóricamente, en la fase final, por
la dirección del componente principal de Antarsya, la Corriente Nueva
Izquierda, que demostró ser incapaz de comprender la dinámica de la situación y
que había que cambiar de alguna manera la configuración de fuerzas y el modo de
intervención en la izquierda.
Una vez que esa
posibilidad quedó cerrada, lo único posible era lo que finalmente se dio. Las
fuerzas de la izquierda radical fueron puestas a prueba y de alguna manera solo
Syriza fue capaz de aprovechar el impulso y dar expresión política a la
necesidad de una alternativa. Vistas las cosas desde hoy, podría pensarse que
algunos sectores de la izquierda griega menos ligados a la política partidista
podrían haber ido hacia una iniciativa tipo Podemos, o siendo más realistas,
tipo CUP catalán, quizá con sectores de la extrema izquierda, pero de carácter
más ligado a los movimientos. Pero otra vez lo mismo, no había quien estuviera
dispuesto a hacer eso. Todo el mundo estaba demasiado vinculado a las
limitaciones de las estructuras existentes y el único intento de redistribuir
las cartas no se materializó porque el peso del ultraizquierdismo tradicional
resultó demasiado fuerte.
¿Hay algo que
quieras agregar?
Sí, quiero
añadir una reflexión general sobre lo que significa resultar vindicado o
derrotado en una lucha política. Creo que para un marxista es necesario una
especie de entendimiento historizado de esos términos. Se puede decir, por una
parte, que lo que se ha estado diciendo queda vindicado porque se demostró
cierto. Es la estrategia habitual del “ya lo decía yo”. Pero, si se es incapaz
de darle poder concreto a esa posición, políticamente supone una derrota.
Porque, si eres impotente y demuestras ser incapaz de transformar tu posición
en una práctica masiva, políticamente no has resultado vindicado.
Por otra parte
no todo el mundo ha sido derrotado de la misma manera y en la misma medida. Quiero
hacer hincapié en eso. Creo que fue absolutamente crucial que se librara una
batalla interna dentro de Syriza.
Quiero ser muy
claro acerca de esto. ¿Cuál era la otra opción? Después de haber pasado la
prueba de ese período decisivo, tanto el KKE como Antarsya han demostrado, de
maneras muy diferentes, claro, hasta qué punto son irrelevantes. Para nosotros,
la única opción alternativa habría sido romper antes con la dirección de
Syriza. Sin embargo, dada la dinámica de la situación tras la bifurcación crucial
de finales de 2011 a principios de 2012, habríamos quedado marginados
inmediatamente.
El único
resultado concreto que puedo ver hubiera sido añadir un par de grupos a los
diez o doce que ya constituyen Antarsya y que Antarsya llegara al 1% en vez del
0,7% actual. Eso hubiera significado que Syriza habría sido ofrecida en bandeja
a Tsipras y a la mayoría, o al menos a las fuerzas no pertenecientes a la
Plataforma de Izquierda.
En la sociedad
griega hoy está claro que la única oposición visible de izquierda a lo que está
haciendo el gobierno es el KKE. Eso no se puede negar, pero políticamente el
KKE es totalmente irrelevante. No hemos hablado sobre el papel del KKE en el
referéndum, pero fue una caricatura absoluta de su propia irrelevancia.
Llamaron a votar con una papeleta especial que el mismo KKE había preparado,
con un "doble no" (a la Unión Europea y al gobierno). Estas papeletas
por supuesto no eran válidas y toda la operación terminó en un fiasco. Los
dirigentes del KKE no fueron seguidos ni por sus propios votantes, alrededor de
1% de los votantes en general, quizá incluso menos, utilizó esas papeletas
nulas.
Y, por otra
parte, está la Plataforma de Izquierda. Para Tsipras la espina principal es
Lafazanis y la Plataforma de Izquierda. El pueblo griego lo sabe y los medios
de comunicación lo repiten constantemente. Y también se puede añadir Zoe
Kostantopoulou. Creo que eso es lo que hemos ganado de esa situación. Tenemos
una base de partida para iniciar un nuevo ciclo, una fuerza que ha estado a la
vanguardia de esta batalla política y lleva consigo esta experiencia sin
precedentes. Todo el mundo entiende que si no somos capaces de estar a la
altura de la situación, lo que habrá después será un paisaje de ruinas de la
izquierda. Desde ese punto de vista, que es el punto de vista de la
reconstrucción de la izquierda anticapitalista, sin pretender ser la única
fuerza que jugará un papel, somos conscientes de la importancia de lo que está
en juego. Eso hace que sea de mucha responsabilidad lo que vayamos a hacer aquí
y ahora.
Traducción:
José A. Tapia
Versión
original de la entrevista: https://www.jacobinmag.com/2015/07/tsipras-varoufakis-kouvelakis-syriza-euro-debt/
Hablemos de lo
que está por venir. Hay una votación sobre el nuevo paquete de austeridad esta
semana que la Plataforma de Izquierda votará en contra, un congreso urgente del
partido para tratar de recuperar la mayoría con divisiones o expulsiones
potenciales. ¿Entonces que? ¿Una reconstrucción de la izquierda con elementos
de Antarsya?
Es pronto para
hablar de esas perspectivas de futuro.
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