Del enseñar a pescar, a lo que vale un peine
Albert Rivera, el de Ciudadanos, es un hombre que vale para esto de la política. Se le ve que tiene una baja calidad en la conjugación del verbo trabajar, en ese del yo trabajo, tú trabajas y él trabaja. Se le ve que tira más por la conjugación del anda trabaja tú que a mi me entra la risa.
No haber trabajado jamás ni tener previsto hacerlo nunca es algo que puntúa y está muy valorado para tomar la alternativa política en el Ruedo Ibérico, a lo que hay que sumar, cómo no, la flojedad de palabra. Lo demás ya viene añadido, como por ejemplo, la carencia de principios políticos teóricos, y como consecuencia de ello una determinada moral en la que basar la ética de la práctica política.
En fin, que vale para la política, y el que no valga, oiga, que se ponga a trabajar recogiendo naranjas 14 horas al día al precio de 15 euros al día, y si hace falta se lo rebajamos a 7,5 euros al día, y si hace falta, ya puestos, lo ponemos a pan y agua, que estamos en tiempos de crisis y según ha dicho Mariano Rajoy hay que seguir recortando derechos sociales.
Albert Rivera se dejó caer por Andalucía antes de las elecciones autonómicas para amenazar a los andaluces, grandes y chicos, con que los iba a enderezar enseñándolos a pescar, y que los corruptos ya podían empezar a correr. Pero al día siguiente tuvo que rectificar lo del pescado, quizás por eso de que por la boca muere el pez, y porque en realidad eso de pescar es lo propio de pescadores y no del primer tonto la gaita que se sube a un estrado
Calmas ya las tempestades de la campaña electoral, pasados los miedos y vueltas las aguas a sus cauces, reina la paz y florece la alegría entre los peces de colores que por un instante temieron ser pescados, lo que les mueve al canto de submarinas melodías: “¡Dónde está el Rivera matarilerilerile; con Rajoy negociando matarilerilerón, chim pom!”
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario