UNA CONSECUENCIA DE LA DERROTA NEONAZI EN
UCRANIA: LA BATALLA ENTRE OLIGARCAS
Alberto
Cruz
Sociología
Crítica
09.03.2015
El
capitalismo oligárquico tiene el control absoluto de Ucrania. Tras la
desaparición de la URSS en Ucrania, como en otros países ex socialistas, se
produjo una especie de “selección natural” en la que los oligarcas fueron
devorando uno tras otro los bienes del Estado y las pequeñas y medianas
empresas que se habían puesto en marcha con la perestroika y la glasnost. Los
oligarcas llegaron a un acuerdo tácito de reparto de poder territorial y
económico hasta el punto que el 80% de la economía del país, en términos del
Producto Interior Bruto, está en sus manos.
Pero
eso ha durado hasta la debacle estratégica que para la junta neonazi de Kiev ha
supuesto la derrota de Debáltsevo. Esta derrota política y militar ha encendido
las alarmas de los oligarcas, que ya no confían en la junta neonazi que
encabeza Poroshenko para derrotar al Donbás y ahora comienzan a devorarse entre
ellos. Esta es una de las principales consecuencia de la ejemplar lucha
antifascista y antioligárquica de las milicias de Donetsk y Luganks aunque, por
el momento, como diría Chávez, no hayan tocado los principales intereses de los
oligarcas locales.
En
estos días se están viendo inusitados movimientos de los oligarcas que están
utilizando su poder e influencias en la Rada (Parlamento) de Kiev –el penúltimo
caso conocido es el de las tierras fértiles, que están siendo transferidas a
los oligarcas y a las compañías transnacionales de semillas (como Monstanto)-y
en las administraciones territoriales que controlan, como es el caso de
Dnepropetrovsk (controlado totalmente por el oligarca Kolomoiski, el principal
financiador de los batallones nazis), en los tribunales (donde se están
dictando sentencias muy sospechosas sobre los intereses de tal o cual oligarca)
e, incluso, con asesinatos de por medio de hombres de confianza de unos u
otros. Es el caso de Valentina Semeniuk, que fue jefa del Fondo de Bienes del
Estado y de su colega en este organismo MIjail Chechetov, que habían iniciado
una tímida investigación sobre el proceso de privatizaciones de Ucrania y a
quiénes estaba beneficiando. La primera fue asesinada el 27 de agosto de 2014,
el segundo el 28 de febrero de este año.
La
lucha se está dando, principalmente, entre cuatro grandes oligarcas:
Poroshenko, Firtash, Ajmetov y Kolomoiski, que ya han despedazado a otros
oligarcas menores como Novinski, Ivayushchenko, Khmelnitski o Kliuyev a quienes
acusaban de haber apoyado al depuesto Yanukovich.
Ajmetov
es el mayor oligarca local de Ucrania, con muchos de sus intereses y empresas
en el Donbás, sobre todo en Donetsk, aunque no solo. Su fortuna está estimada
en 13.000 millones de dólares. Desde que comenzó la guerra, hace casi un año,
Ajmetov ha jugado a dos bandas, traicionando a las milicias cuando lo ha
considerado oportuno (por ejemplo, poniendo sus empresas en Mariupol al
servicio de la junta neonazi) y enviando convoyes humanitarios a Donetsk cuando
pretendía congraciarse con las milicias que, en los inicios de la crisis, allá
por el mes de mayo de 2014, protegieron sus intereses en la zona incluso
militarmente. Pero este doble juego no le ha servido a Ajmetov para mantener su
poder a nivel de Ucrania: según el índice de multimillonarios del mundo que
maneja Bloomberg, Ajmetov ha pasado del puesto 88 al 121, habiendo perdido
desde mayo de 2014 a febrero de 2015 el equivalente a 4.300 millones de
dólares.
Por
lo tanto, sólo quedan tres grandes oligarcas en liza. Pero la debacle de
Debáltsevo está pasando fracura a Poroshenko, como presidente del país, y a
Kolomoiski, instigador de la matanza de Odesa y financiador de los batallones
nazis como el “Azov” y el “Donbás”. Las acciones de las empresas de Kolomoiski
en hidrocarburos han bajado entre el 25% y el 27% desde la debacle de
Debáltsevo; las compañías que estaban dispuestas a comprar acciones de las
empresas de gas y petróleo de Kolomoiski ahora se están echando para atrás
esperando una mayor bajada puesto que se espera que puedan ser hasta un 40% más
baratas. Kolomoiski, financiador también de los partidos que concurrieron a las
elecciones dentro de la coalición Frente Popular (Turchinov, Yatseniuk), logró
que la Rada aprobase una ley por la que se reducía entre el 28% y el 55% el
pago de impuestos a las empresas petroleras y gasísticas dependiendo de la
profundidad a la que explorasen o explotasen el crudo. En total, el mismo
portal Bloomberg estima que Kolomoiski ha perdido unos 250 millones de dólares
desde la liberación de Debátsevo por las milicias.
Ni
qué decir tiene que Kolomoiski, gobernador de la región de Dnepropetrovsk desde
marzo de 2014 -nombramiento dirigido por el primer ministro Yatseniuk, a quien
el oligarca ha financiado en estas elecciones- no ha impuesto ni una norma en
ese sentido en el territorio que controla. Kolomoiski es uno de los más
brillantes ejemplos de cómo los oligarcas chupan sin el menor escrúpulo del
presupuesto estatal y se lucran con él. Cuenta con acciones en la compañía de
petróleo y gas de Ucrania, Naftogaz y, en la realidad, y a través de sus
empresas subsidiarias, como por ejemplo Ukranafta, la controla. Si Kolomoiski
dice que hay que quitar a cual cargo, se quita. Si dice que hay que poner a tal
otro, se pone. Esto ocurrió el 16 de diciembre de 2014 en la reestructuración
de Naftogaz.
Aún
así, Kolomoiski ha perdido unos 2.000 millones de dólares desde que comenzó la
guerra contra el Donbás, según estima la revista Forbes, pasando ahora a tener
una fortuna de “sólo” 1.300 millones de dólares. Sólo tras la liberación de
Debátsevo por las milicias la pérdida de su fortuna fue de 250 millones de
dólares, como he dicho antes. Kolomoiski es despiadado y tiene un instrumento
muy poderoso: los batallones nazis a los que financia. Habrá que ver cómo los
utiliza para recuperar poder.
Quedan
Poroshenko y Firthas. Poroshenko controla las principales empresas de
confitería (de ahí lo de “rey del chocolate”), pero también de automóviles,
autobuses, al menos un astillero y es propietario del Canal 5 de televisión. Su
posición política tras las cesiones que ha tenido que hacer en el nuevo acuerdo
de Minsk se está debilitando cada día y eso repercute en su cuenta corriente.
Según Forbes, su fortuna ya está por debajo de los 1.000 millones de dólares y
ha bajado ni más ni menos que 284 puestos en la lista de millonarios del mundo.
Es por eso que, como muestra curiosa y que deja bien a las claras qué es el
capitalismo, sus empresas de chocolate están vendiendo sus productos en Rusia
con la cinta de San Jorge, que él mismo ha prohibido en Ucrania. Es ilegal y se
apalea y/o detiene a quien la porta. Es un tipo sin escrúpulos, pero ahora muy
débil. Salvo en su televisión, los ataques contra él en el resto de medios de
propaganda van a ir horadando su imagen y sus negocios poco a poco, como una
gota malaya.
Firthas
es caso aparte, con una fortuna estimada en 1.000 millones de dólares. Controla
la industria química (sobre todo de los fertilizantes), el sector de los bienes
raíces y también controla una televisión (Mega) en Ucrania junto a otra (Zoom)
en la India. Aparentemente no se ha significado tanto en la situación política
como los oligarcas anteriores –tal vez porque tiene importantes intereses en
Crimen, donde están comenzando a nacionalizarse las industrias y bienes
ucranianos como salas de cine, empresas de telefonía e industria militar- y en
varias ocasiones ha hecho llamamientos para una solución pacífica del conflicto
en el Donbás.
La
lucha ahora es entre ellos. Ucrania está en una situación en la que es ya, y a
pesar de los esfuerzos occidentales y del FMI, un estado en bancarrota. Quien
hace de primer ministro, el neonazi Yatseniuk, ha reconocido que la economía ha
sufrido una reducción del 20% en 2014. El grivna, la moneda ucraniana, se está
depreciando como nunca tras la derrota de Debáltsevo. Hoy vale el 70% menos que
en noviembre de 2014. Aunque lo oculte la junta neonazi, hay hiperinflación (el
24’9%) y comienza la escasez de productos básicos tanto por falta de
suministros como por acaparamiento de los especuladores puesto que los aumentos
van desde el 25% en las bebidas no alcohólicas al 56% de las frutas o el 77% de
los cereales. Las tiendas están vacías y las protestas son reprimidas. El 89%
de la población siente la crisis económica y la crisis social. Hay un aumento
de la criminalidad común (según la Fiscalía General, más de un millón de
delitos en 2014), la mitad de los ucranianos tienen una suspensión de pagos en
algo (luz, agua, etc). Como se han acelerado las privatizaciones (consecuencia
de la entrada en escena del FMI y su paquete de “ayuda” de 17.500 millones de
dólares concedido tras los nuevos acuerdos de Minsk) los servicios médicos han
aumentado su coste entre el 17% y el 30%; las tarifas de servicios básicos como
luz, agua y gas han subido el 34’3%; los sueldos y las pensiones se han
congelado…(1)
Con
este panorama, la batalla entre los oligarcas va a ser mucho más sangrienta que
la que se ha producido en el Donbás. Se van a devorar entre ellos en un proceso
de selección natural que va a decantar el futuro del país, forme parte de él o
no el Donbás.
Nota:
(1) http://korrespondent.net/ukraine/events/3483908-yz-za-rosta-tsen-ukrayntsy-opustoshauit-mahazyny
Alberto
Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la
noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra
Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID.
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