LA UNASUR AL BORDE DEL ABISMO
Atilio A. Boron
Rebelión
14.03,2015
Este Miércoles se conoció que la reunión
de cancilleres de la UNASUR programada para el día siguiente en Montevideo
había sido postergada y que la misma recién tendría lugar el próximo 23 del
corriente. Afortunadamente, el presidente Rafael Correa decidió enmendar tamaña
insensatez y convocar a una reunión extraordinaria de cancilleres en la sede de
la UNASUR, en Quito, mañana Sábado. La postergación de ese cónclave en medio de
una crisis de gran magnitud no sólo fue sorprendente sino extremadamente preocupante.
Quiere decir que los gobiernos sudamericanos o bien no han percibido la
gravedad de la amenaza contenida en la orden ejecutiva de Barack Obama o, peor
aún, lo percibieron pero no tienen voluntad política de perturbar con sus
escrúpulos morales o políticos (si los tuvieran) los designios imperiales. Y
esto pese a que Washington ha optado por escalar los ataques al gobierno
bolivariano embarcándose en un curso de acción que viola por enésima vez la
legalidad internacional agrediendo a un país que -como todos los de Nuestra
América- no tiene posibilidad alguna de quebrantar la seguridad nacional de
Estados Unidos.
¿Qué
esperan para actuar los gobiernos de la UNASUR que aún permanecen en silencio o
limitándose a expresar un casi inaudible reproche? ¿Se aplicaría aquí aquel
aforismo que dice que “quien calla otorga”? ¿Cómo no reaccionan de manera
inmediata –tal como para su dignidad lo hicieron Quito y La Paz- ante la
durísima amenaza proferida por el insólito Premio Nobel de la Paz 2009? Está
muy bien que los cancilleres se reúnan este Sábado pero, ¿para cuándo citaría
la UNASUR la cumbre de presidentes de la región, única instancia que haría
resonar con fuerza la voz de Sudamérica en Washington? ¿O es que algún
gobernante acaricia la ilusión de resolver esta crisis en la Cumbre de las
Américas que debería tener lugar en Panamá entre el 8 y el 10 de Abril del
corriente año, cuando para ese entonces tal vez Estados Unidos haya bloqueado
los puertos venezolanos, establecido una zona de exclusión aérea o desatado una
ola de atentados terroristas en Venezuela, apelando a los métodos utilizados
antes en países como Cuba, Chile, Nicaragua y Granada, para citar sino algunos
pocos casos que se nos vienen de inmediato a la memoria? Insistimos en eso que
“debería tener lugar en Panamá” porque, de persistir esta amenaza o en caso de
concretarse un ataque en contra de Venezuela no tendría ningún sentido que
nuestros presidentes acudieran a esa cita para brindar por la paz y la
seguridad de las Américas mientras el emperador está empeñado en destruir a un
pueblo hermano.
Retomando
el hilo de nuestra argumentación recordemos que si en 2008 y en 2010 las
intentonas golpistas en contra de Evo Morales y Rafael Correa fueron
desbaratadas se debió a que ante tales amenazas los presidentes sudamericanos
fueron convocados y se reunieron en cuestión de horas en Santiago y Buenos
Aires, declarando que no admitirían ni convalidarían gobierno alguno surgido de
un proceso de desestabilización, tipo “golpe blando”, al margen de la normativa
legal y constitucional vigentes en Bolivia y Ecuador. Pero ahora, cuando la
región se enfrenta a un ultimátum norteamericano –pues no de otra cosa se trata
la orden ejecutiva de Obama- la respuesta de la mayoría de los gobiernos del
área ha sido vacilante y dilatoria. Cabe preguntarse por las razones de esta
conducta suicida. Algunos aducirán que dado que no parece haber consenso dentro
de la UNASUR es mejor esperar. ¿Esperar qué cosa? ¿Que el imperio haga su
próxima movida en el ajedrez geopolítico regional, que seguramente no será
solamente verbal, luego de lo cual podría ver la luz un acuerdo para lamentar
los daños causados y las vidas perdidas por la prepotencia imperial? ¿O es que
piensan que en este fatídico ajedrez de la guerra los poderes reales de Estados
Unidos, esos que nadie elige ni que a nadie rinden cuenta, no han pensado ya
las sucesivas movidas que harán en el tablero regional?
En
términos políticos la pasividad de la UNASUR significa que los “caballos de
Troya” que medran en este organismo para neutralizar su accionar se saldrán con
la suya, imponiendo gracias a la regla de la unanimidad y su capacidad de veto
la indiferencia o el mutismo ante la más seria amenaza proferida por la Casa
Blanca en contra de un país de América Latina y el Caribe en décadas. De ser
así los “proxis” de Estados Unidos dentro de la UNASUR le ocasionarían una
parálisis que progresivamente la conduciría a su inexorable defunción
institucional. Si ese llegase a ser el curso de acción los gobiernos que dicen
ser solidarios con Venezuela se enfrentarían a dos alternativas: quedarse en el
Lecho de Procusto tendido por los peones del imperio en la región y, de ese
modo, legitimar con el silencio de la UNASUR la embestida de la Casa Blanca; o
dar un paso al frente sin más demoras, para no convalidar con el quietismo de la
organización la agresión norteamericana que, huelga decirlo, no es sólo contra
el gobierno bolivariano. Que nadie se engañe: el derrocamiento de Nicolás
Maduro se enmarca en un plan mucho más general con el que Washington intentará
redibujar el mapa sociopolítico de América Latina y el Caribe. La agresión a
Venezuela desencadenaría un “efecto dominó” que, más pronto que tarde,
arrasaría con todos los gobiernos de izquierda y progresistas de la región. Si
no se lograra un consenso en la UNASUR para repudiar y rechazar los designios
de la Casa Blanca entonces la crisis iluminará con potentes luces la escena
política regional y permitirá discernir cuáles son los gobiernos que de verdad
apoyan al proceso bolivariano en Venezuela -y, por extensión, a las luchas
emancipatorias de toda Nuestra América- y cuáles lo hacen de la boca para
afuera, mientras el imperio no emita una orden en contrario. Los primeros
salvarán su honor como patriotas latinoamericanos; los otros, por su
indiferencia, silencio o cobardía, se hundirán para siempre en la deshonra. En
pocos días sabremos quienes están en uno u otro lado.
Atilio
A. Boron. Investigador
Superior del Conicet y Director del PLED Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales.
Su
blog personal es: www.atilioboron.com.ar
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