GUERRA CONTRA SIRIA: “EL PLAN B” DE LA AGENDA OCULTA DE OBAMA
Nazanín Armanian
Sociología Crítica
2014/10/01
Los cazas de
EEUU están bombardeando Siria, matando a decenas de civiles, entre ellos niños.
Todo, sin la autorización de Damasco o de la ONU, pisoteando el derecho
internacional. Por ser quien es el verdugo y quienes son las víctimas, la CNN o
la BBC no han mostrado los vídeos ( si los hubo) de su muerte. Por la misma
razón tampoco habrá condenas ni movilizaciones contra el terrorismo de estado
practicado con total impunidad por EEUU y sus socios, que en las últimas
décadas han arrancado la vida a cientos de miles de iraquíes y afganos,
pakistaníes, yemeníes o sudaneses, por citar algunos pueblos. Israel también ha
aprovechado la situación, derribando un bombardero sirio que atacaba las
posiciones del Frente al-Nusra. ¿De qué lado esta Netanyahu? ¿Por qué la
‘comunidad internacional‘ no ha condenado esta agresión a un Estado soberano?
Estamos ante la
séptima agresión militar de Barak Obama a un país que además y
‘accidentalmente’ también es de mayoría musulmana. No es que el presidente
quisiera desmentir así las acusaciones del Tea Party sobre su afinidad
religiosa -si no atacaría Indonesia o Arabia Saudí-, sus motivos son otros:
Dominar Eurasia Heartland; controlar la totalidad del levante mediterráneo –que
fue también uno de los motivos para derrocar a Gaddafi; humillar a Rusia en su
zona de influencia; destruir el Ejército sirio, por sus vínculos con Rusia,
como ha hecho con las fuerzas armadas de Irak y Libia, y lo hará con la de
Ucrania; impedir la construcción del megagaseoducto Irán-Irak-Siria; triunfar
en el terreno bélico y controlar militarmente el mundo para compensar el
fracaso en lo económico; empujar el precio del petróleo al alza perjudicando a
China; anular aún más a la ONU y acorralar a Irán por los cuatro costados.
Con estos
objetivos, en 2007 EEUU puso en marcha el ‘Plan A’ contra Siria, que consistía
en:
* Realizar
operaciones encubiertas, financiar al ala derecha de la oposición con el fin de
derrocar a Asad; montar bandas criminales para provocar el terror entre la
población y generar el desgobierno.
*Crear y armar
a los grupos terroristas a los que llamaron “rebeldes”, los mismos que
arrancaban el corazón de los soldados sirios para comérselos, y a los que
pasaron a denominar “extremistas asesinos” cuando mataron a los periodistas
occidentales. Son la viva imagen de los escuadrones de muerte de Latinoamérica
en los ochenta, adiestrados por John Negroponte, quien en 2003 organizó en Irak
las “Fuerzas Especiales”.
* Convertir
Siria en una trampa para los países rivales de Israel en la zona.
*Realizar
atentados de bandera falsa, como el episodio de los gases químicos del 2013,
para culpar a Asad como ‘causa belli’ y lanzar una ataque militar contra
Damasco. Según 12 ex-agentes del Gobierno de EEUU el Ejecutivo de Asad no
estaba implicado. Además, el veto de Rusia a una intervención militar, así como
la ausencia de una alternativa capaz de gobernar el país (y a pesar de poder
acabar con Asad con uno de estos “asesinatos selectivos” -, la inutilidad de
las conferencias de Ginebra I y II, y el temor a una situación caótica en la
frontera de Israel, hicieron fracasar esta fase de la ‘Operación contra Siria’,
aunque sirvieron para militarizar la región y permitieron instalar misiles
Patriot en Turquía.
“Plan B” en
marcha
Consiste en:
* Trasladar el
“califato americano” del Estado Islámico (EI) de Siria a Irak, dejando que
ocupara tranquilamente unos 90.000 kilómetros cuadrados de ambos países,
aterrorizando a cerca de ocho millones de personas.
* Organizar una
campaña de propaganda sobre la crueldad del EI, como hizo con las lapidaciones
de los talibanes para justificar el ataque “liberador” a Afganistán, o la
matanza de bebés kuwaitíes por Saddam Husein en 1991. Por no hablar de la farsa
del envío de Ántrax a EEUU, y las tristemente famosas armas de destrucción
masiva inexistentes del 2003.
* Desempolvar
el acuerdo militar que trapicheó con Irak, y que le permite “reocupar” el país
cuando lo considere oportuno.
*Apartar de
forma fulminante a Nuri al Maliki, por su oposición al uso del territorio
iraquí paraa lanzar ataques contra Siria.
* Romper el
tabú de bombardear Siria, para lo que el año pasado Obama no pudo conseguir
apoyos, ni dentro ni fuera de su país. Ahora, en el medio del caos, si ‘de
repente’ alguien asesina a Bashar al Asad, ¿quién llorará por él? ¿Puede ser
esta la promesa de Obama al Rey Abdulá en su viaje a Arabia Saudí, a cambio de
que no sabotee el acuerdo nuclear con Irán? “Siria para tí e Irán para mí… que
por algo soy la superpotencia”. EEUU sabe que Damasco no puede derribar los
aviones que invaden su territorio. La zona bajo el control del EI, una vez
ocupada por los soldados dirigidos por EEUU, le servirá de base de operaciones
para actuar en toda Siria.
* Continuar con
el Proyecto del Gran Oriente Medio, cambiando fronteras y regímenes. Washington
enviará tropas a Irak, la mayororía árabes y pakistaníes, para que maten a los
árabes y pakistaníes del EI. Una vez borrado del mapa a Irak y Siria como
estados, serán tratados como “escenario de operaciones Ir-Sir”, para que rime
con Af-Pak, otros dos estados convertidos en “áreas” durante el capítulo
anterior del montaje de la lucha contra el terror.
* La masiva
expulsión de las minorías étnicas y religiosas de sus hogares que está llevando
a cabo el EI está en la línea del Plan Biden: ‘Divide, vencerás y gobernarás‘.
Rompen los estados grandes, agrupan a sus gentes en zonas determinadas para
levantar los mini estados que han diseñado. En Irak, con cerca del 30% de los
matrimonios mixtos, se repetiría el drama de Yugoslavia: decenas de miles de
personas se verían forzadas a matarse y separarse para que cada país agresor
tenga su parte del pastel. Cierto es que esto puede suceder en un caldo de cultivo
como el profundo descontento de las minorías de las sociedades de la región,
que sufren hondas desigualdades económicas, étnicas, sociales, políticas y
religiosas.
* Que de
repente aparezca en la prensa un grupo islamista llamado Jorasan, más peligroso
que Al Qaeda y el EI -asusten, asusten!- tiene mala pinta, y no sólo por la
capacidad de la CIA de fabricar en cadena grupos terroristas, sino porque
Jorasan -Tierra del Sol en persa- era el nombre de la región que incluía,
durante el imperio de Aqueménides, parte del Irán actual, y el resto de los
“stanes” de Asia Central, aunque hoy es la denominación de una provincia
situada en el noreste de Irán. ¿Significa que esta banda operará en Asia
Central e Irán?
EEUU, así
pretende reestructurar Irak a su gusto, dominar sus recursos, consolidar sus
posiciones en la región, y de paso chantajear a Rusia y China en otras zonas
del planeta.
¿Tercera Guerra mundial?
Algunas fuerzas
pacifistas están advirtiendo de una posible guerra mundial que incluiría el uso
de armas atómicas. Advertencias bienintencionadas, que sin embargo rebajan la
gravedad de las guerras locales. ¿Parece poco que cerca de 90 millones de
personas (solo en Afganistán, Irak, Siria y Gaza) hayan vivido los continuos
bombardeos de sus mundos en los últimos años?
Por otro lado,
no hay indicios de que los BRICS+Irán quieran ni puedan frenar dichas acciones
militares de la OTAN. Es más, sorprende que China y Rusia no hayan exigido una
reunión urgente del Consejo de Seguridad para discutir la agresión de EEUU e
Israel sobre Siria. A pesar de que ambos países fueron muy perjudicados con la
pérdida de influencia en Irak, Afganistán, Sudán, Malí, Libia o Ucrania, no
tuvieron una reacción bélica. De hecho, si hubieran tenido una capacidad
militar considerable, la OTAN no se hubiera atrevido a irrumpir en sus zonas de
influencia de esta manera.
Moscú, tras
perder a Ucrania, y la amenaza de desmantelar la Federación Rusa, no puede
involucrarse en Siria. Vladimir Putin, apretando la mano de Petró Poroshenko,
ha reconocido el resultado del golpe de estado fascista en Kiev, y con ello el
equilibrio de fuerzas: no se enfrentará a la OTAN. Lo mismo en el caso de Irán,
que con su pragmatismo ha demostrado que no es ningún suicida. Algunas
facciones (como la encabezada por el poderoso Hashemi Rafsenyani que acusó al
presidente sirio de haber soltado el gas químico contra su pueblo) pueden
utilizar a Bashar al Asad como una carta en sus negociaciones con Arabia Saudí
y EEUU.
Las élites de
dichos países no están en una lucha “de clases” con los dirigentes de la
Alianza Atlántica. Perecen al club de la burguesía global, unidos con los
mismos intereses y fuertes lazos económicos. Teherán, que inteligentemente ha
preferido paralizar su programa nuclear a cambio de no ser atacado, permitirá
dentro de poco las inversiones de las grandes compañías occidentales, chinas,
rusas y otras tantas, con total garantía de seguridad. Era lo que la capital
financiera mundial le exigía.
Por todo ello,
a ninguna de las partes le interesa una gran guerra que afecte al normal
funcionamiento del mercado. Otra cosa son las guerras locales y controlables de
las que vive el complejo Militar-Industrial de EEUU que recibe anualmente un
billón de dólares de presupuestos, mientras casi la mitad de la población vive
bajo el umbral de la pobreza.
Solo un
movimiento internacional por la paz puede frenar la destructiva fuerza de OTAN,
lograr que se disuelva.
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