RECONQUISTAR LAS PENSIONES PARA NUESTRO FUTURO
En lucha
rebelión08-01-2014
La
ministra de Trabajo Fátima Báñez dijo, el pasado 8 de noviembre, que la
última reforma de las pensiones es una “conquista social de este
gobierno”. Dejando de lado el cinismo de la ministra y el insulto que
supone su afirmación, puede ser de interés reflexionar sobre las pensiones desde el punto de vista de las conquistas sociales.
Todas las
sociedades necesitan sistemas para garantizar recursos a las personas
mayores. Y en el capitalismo, sin las pensiones públicas, las
condiciones de vida cuando nos retiramos serían mucho peor. Y así lo
demuestran las amplias poblaciones que no están cubiertas por este
derecho. Ahora bien, nuestro sistema de pensiones, basado en el modelo
contributivo, está muy limitado para funcionar únicamente como ahorro
colectivo, y no como mecanismo de mejora del reparto de la renta para
que la gente mayor tenga acceso a los frutos de la riqueza. Esto último
es lo que realmente sería necesario para asegurar ciertos niveles de
bienestar entre la gente mayor ante los ataques del capitalismo.
Esto
no significa que el sistema de pensiones no sirva para nada. Tiene
muchas cosas positivas que se deben defender. En primer lugar, que es un
ahorro que queda en el ámbito público y no en el privado, donde se ha
convertido en un ámbito de generación de beneficios muy suculentos para
el capital financiero. Es un ahorro colectivo, que contiene ciertos
elementos de solidaridad. El sistema contributivo también fuerza a los
empresarios a satisfacer las cotizaciones sociales, es decir, un salario
suficiente para ahorrar para la jubilación. El capital está arrasando
con todo lo que condicionaba la evolución de los salarios (convenios,
contratos, prestaciones de desempleo, etc.) y las contribuciones a la
Seguridad Social también están en su punto de mira.
Miserias del capitalismo
El
sistema contributivo de pensiones lo que no hace es protegernos contra
las catástrofes sociales que provoca el funcionamiento fundamental del
capitalismo: la concentración de la riqueza, la precarización del
trabajo, la exclusión de las personas que no participan del trabajo
asalariado, como las mujeres que se quedan en los hogares encargándose
de los cuidados, entre otras cuestiones. Los beneficios del capital y
las grandes fortunas no contribuyen a financiar las pensiones. Y la
situación laboral a medio y largo plazo
será dramática: altas tasas de paro permanente, acentuación de la
precariedad laboral y bajada estructural de salarios. En estas dinámicas
devastadoras ¿qué pensiones nos esperan en el futuro? Hay que hacer
cambios en este sistema de pensiones, no sólo para cubrir las
necesidades de gasto que genera el envejecimiento demográfico, sino las
miserias que genera el capitalismo.
Defender las pensiones es defender el pan de la población más vulnerable, y nuestro pan del futuro. Pero no lo hacemos porque el sistema público de
pensiones es viable dentro de una sociedad profundamente injusta y
explotadora. Lo hacemos para resistir. Detrás de los agentes que han
estado implicados en las diversas reformas de las pensiones (patronales,
CCOO, UGT, PP, PSOE, CiU, etc.) y los supuestos “expertos” que las
diseñan, están las entidades financieras y aseguradoras que presionan
para recortar las pensiones y fomentar que la población contrate planes
de pensiones. En muchos casos la conexión es clara, porque son estas
entidades privadas las que financian los estudios que difunden la
falacia de que no habrá pensiones públicas en el futuro. El trasfondo de
todo ello es un sistema de relaciones de poder que para mantenerse,
necesita ser más salvaje y depredador. El capital productivo no quiere
hacerse cargo del mantenimiento de la fuerza laboral cuando no es
activa, y el capital financiero quiere despojarnos de un ahorro
colectivo con el que hacer negocio. Y resistir es básico si no queremos
vernos abocadas a un empobrecimiento masivo y una sociedad mucho más
polarizada.
Elena Idoiate (@e_idoiate) es miembro del Seminario de Economía Crítica Taifa
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