¿ES POSIBLE OTRA EUROPA?
Vicenç Navarro
Sistema Digital
Rebelión
06-01-2014
Para las fuerzas progresistas de España,
Europa siempre fue el punto de referencia en su lucha constante para
alcanzar la democracia y el bienestar social. Ello ocurrió también en
otros países del sur de Europa (tales como Grecia y Portugal) que
vivieron largos periodos de su historia sometidos a dictaduras
ultraconservadoras y que siempre soñaron convertirse en países europeos,
integrándose en la comunidad de naciones, más tarde convirtiéndose en
componentes de la Unión Europea. En realidad su deseo era pasar a ser
miembros del núcleo central (del core, como se llama en inglés) de la
UE, unidos por el uso de la misma moneda, el euro.
Este deseo de llegar a ser Europa
explica la persistencia en permanecer en ella, aun cuando ello les
suponga unos enormes costes tanto en su escasamente subdesarrollado
Estado del Bienestar como en sus instituciones democráticas. Nunca antes
durante el periodo democrático estos países habían sido sometidos a
políticas tan dañinas de austeridad del gasto público (incluyendo de
gasto público social) y de deterioro de sus mercados de trabajo como
ahora, políticas públicas, todas ellas, que se han impuesto en cada uno
de estos países sin que hubiera ningún mandato popular. Estas políticas,
impuestas por los partidos gobernantes en los países miembros de la
Unión Europea, no estaban en los programas electorales de estos partidos
en el momento de ser elegidos para gobernar. En todos ellos, la
diferencia entre lo prometido y lo realizado es casi de 180º. El caso
del Gobierno Rajoy en España es un ejemplo de lo ocurrido en estos
países.
Y estas políticas han sido impuestas no
solo por los gobiernos de estos países, sino también y muy en especial
por las instituciones gobernantes de la Unión Europea, y muy en
particular por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, con el
beneplácito del Consejo Europeo. De esta manera, y como consecuencia de
estos hechos, el sueño europeo se ha convertido en la pesadilla europea.
¿Por qué el sueño se convirtió en pesadilla?
En mis trabajos (ver la sección
“Economía política” de mi blog www.vnavarro.org) he hablado extensamente
de que el establecimiento de la UE y del euro fue hecho por fuerzas
conservadoras y liberales, en plena euforia neoliberal, hegemonizado por
el capital financiero alemán, que tuvo un peso decisivo en el diseño
del euro y de su gobierno. Que este diseño haya tenido un impacto muy
negativo en los Estados del Bienestar y en los mercados laborales no se
debe a que sus diseñadores estuvieran equivocados. En realidad, fue un
diseño altamente exitoso y que tenía como objetivo precisamente cargarse
los Estados del Bienestar de los países miembros, y debilitar al mundo
del trabajo. Y así lo dijeron en más de una ocasión. Mario Draghi,
Presidente del Banco Central Europeo, lo puso muy claro hace solo unos
dos años, cuando en una entrevista al The Wall Street Journal (la voz
del capital financiero estadounidense, y uno de los periódicos más
reaccionarios de EEUU) reconoció que la Europa social había terminado y
no era sostenible. Y durante todos estos años que ha existido el euro,
los Estados del Bienestar y la calidad de vida de las clases populares
han ido descendiendo. La evidencia es abrumadora de que ello es así. Y
la gran pérdida de apoyo popular de la socialdemocracia en Europa se ha
producido precisamente porque se la ha visto como cómplice de este
proyecto. Desde Blair a Schröder, pasando por Jospin y Zapatero, todos
estos gobiernos liderados por ellos han visto reducciones de los Estados
del Bienestar y el deterioro de sus mercados de trabajo, como resultado
de la imposición de políticas neoliberales.
¿Cuál es la respuesta hoy de la socialdemocracia?
Los partidos de la socialdemocracia,
agrupados en el grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y
Demócratas, han indicado que, en preparación de la próxima contienda
electoral europea, quieren dar un giro significativo a la construcción
de la Unión Europea, incluyendo la de la Eurozona, yendo hacia una
Europa federal, es decir, unos Estados Unidos de Europa que recuperen
las identidades sociales y democráticas europeas que las fuerzas
conservadores y liberales han violado y debilitado enormemente. Su
énfasis en la esfera política es un cambio estratégico importante. Aun
cuando es un giro claramente oportunista, tiene el mérito de romper con
el determinismo económico y financiero que predomina en los círculos
financieros, económicos, políticos y mediáticos europeos, que
constantemente y repetidamente atribuyen las políticas públicas
responsables del deterioro social y democrático europeo a necesidades
financieras y económicas (teóricamente para salvar el euro, que, por
cierto, nunca estuvo en peligro de desaparecer), ocultando las causas
políticas de este desastre. Es bueno, pues, que el debate se centre en
la responsabilidad que la política ha tenido en el establecimiento de
aquellas políticas públicas, rompiendo así con aquel nefasto eslogan de
que “no hay alternativas”. La evidencia ha mostrado que sí que habían
alternativas (como Juan Torres, Alberto Garzón y yo documentamos en
nuestro libro Hay alternativas).
Es positivo, pues, que se denuncien los
partidos políticos que están hoy dominando la gobernanza de las
instituciones europeas. Y entre ellos merecen especial mención los
partidos pertenecientes a la familia política conservadora (el Partido
Popular Europeo), a la cual pertenecen los partidos democratacristianos
de la Sra. Merkel en Alemania, del Sr. Rajoy en España y del Sr. Duran
en Catalunya. Todos estos partidos comparten los mismos valores y la
misma promoción de las políticas de austeridad causantes también del
deterioro del mercado laboral. Estos partidos han estado gobernando con
la ayuda inestimable de los partidos del Partido de la Alianza de los
Demócratas y Liberales por Europa, que constituyen la rama más dura y
neoliberal de las alianzas gubernamentales con los partidos
cristianodemócratas, tal como demuestra uno de ellos, Convergencia
Democrática de Catalunya, CDC, dirigida por el Sr. Mas. Estos partidos
liberales son los partidos correligionarios del partido liberal que
gobernó en coalición con el de la Sra. Merkel durante el periodo
2009-2013.
Son estos partidos los que tienen la
mayor responsabilidad en el ataque a la Europa social y sería un error
de las izquierdas no denunciarlos y responsabilizarlos de la crisis
actual. Los gobiernos Rajoy y Mas son responsables de la crisis actual
en la Unión Europea, por mucho que continúen repitiendo que no había
otra alternativa.
El problema de la limitada credibilidad de la socialdemocracia
El problema mayor de la socialdemocracia
en la UE es que su denuncia de los partidos cristianodemócratas y
liberales pierde credibilidad, pues fueron políticos y gobiernos
socialdemócratas los que iniciaron estas políticas, acentuando también
en sus políticas el mensaje de que no había alternativas, cuando en
realidad sí que las había. Y ahí está el meollo del problema. La
socialdemocracia está ahora haciendo propuestas de políticas públicas
que fueron ignoradas y continúan siendo ignoradas cuando estos
personajes y/o partidos han gobernado. No se puede olvidar que el
comisario encargado de la política económica y monetaria de de la UE era
un “socialista”, Pedro Solbes, que se convirtió en el máximo guardián
de la ortodoxia neoliberal durante su mandato en la Comisión. E incluso
hoy otro “socialista”, Joaquín Almunia, es otro de los mayores
guardianes de la ortodoxia neoliberal en contra del intervencionismo del
Estado, favoreciendo la privatización de lo público en la línea más
dogmática del credo neoliberal. Y ningún partido socialdemócrata ha
criticado a estos personajes. Hoy la Comisión Europea, aun cuando está
dominada por políticos conservadores y liberales, tiene también
socialdemócratas que siguen las mismas directrices, sin que se vea la
más mínima distinción. En realidad, la misma observación podría
aplicarse a los políticos pertenecientes a las familias verdes. La gran
mayoría de partidos verdes pertenecientes al Partido Verde Europeo no
han hecho nada diferente.
¿Es posible otra alternativa?
Pero supongamos que el señor Martin
Schulz, candidato de la socialdemocracia europea, ganara las elecciones
para ser Presidente de la Comisión Europea (lo cual, sin lugar a dudas,
significaría un considerable avance sobre el liberal José Manuel Durão
Barroso). Así y todo, sería más que dudoso que pudiera cambiar la
Comisión, pues los miembros de este órgano son propuestos por los
gobiernos de la UE, la mayoría de los cuales son de derechas.
Pero la cosa es incluso peor, pues aun
suponiendo que la Comisión fuera de izquierdas, es poco lo que podría
hacer, pues tiene que aplicar el Tratado de Lisboa, que es la Biblia
neoliberal que marca la pauta y que no puede cambiarse. Y ahí está el
meollo de la cuestión que explica mi sorpresa de que haya hoy partidos
de izquierda que todavía crean que el sistema de gobierno y los tratados
que rigen la UE permitirían alcanzar un sistema federal, de carácter
social y democrático. Y estoy pensando cuando digo esto en los partidos a
la izquierda de la socialdemocracia. Creerse, como Syriza en Grecia
cree, que podemos cambiar la Unión Europea me parece una enorme
ingenuidad. Es lo que en inglés se llama “wishful thinking”. Las
coordenadas del poder están muy bien diseñadas. Los diseñadores de la UE
y de su moneda lo hicieron pero que muy bien. Y es imposible cambiar
este sistema que está desmontando la Europa social. De ahí que las
izquierdas estén perdiendo mucho tiempo. Hoy, la situación es
intolerable. Las agencias más creíbles pronostican que España no habrá
eliminado el desempleo creado tras el estallido de la crisis hasta
dentro de veinte años (repito, veinte años). Continuar las políticas
actuales es un suicidio para las clases populares.
Las izquierdas deberían plantearse
salirse del euro, como medida de presión para cambiar las políticas de
austeridad, y salirse del euro en caso de que estas políticas
continuaran haciéndose. El que no lo hagan es porque todavía están
estancadas en aquella imagen de la Europa social y democrática que
siempre soñaron (pero que hoy está desapareciendo muy rápidamente). Así
de claro.
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