Andalucía: un ejemplo de la actuación bancaria chantajista y especuladora
(II)
A lo que no pasa de ser un aseguramiento de cobro durante tres años por parte del banco o inmobiliaria, mediante la garantía o aval de una institución pública a cambio de mantener durante ese tiempo en la vivienda a la familia que iba a desahuciar, sin que pierda y sin que se toque ni de pasada la propiedad de la vivienda, el gobierno andaluz, ha tenido la infeliz idea de llamarle “expropiación de uso temporal de la vivienda”.
Sin duda se debe ello a que la noción de la política que tiene el gobierno andaluz no socialista (hay que volver a matizar el no socialismo del gobierno andaluz) sea más la del gesto hacia el exterior que la necesidad de transformar la sociedad, que es la esencia del socialismo: buscar y hacer realidad que para vivir nadie explote a nadie, ni política, ni ideológica, ni económicamente.
Siguiendo esta filosofía (que por cierto, ni es nueva ni exclusiva del gobierno andaluz) de llamar a una cosa por nombre distinto al que le corresponde, yo haré gala de mi planteamiento vital de hombre de la izquierda radical (ser “radical” es serlo “de raíz”, no es ser violento ni un come–niños–crudos, porque a los niños, si antes de comértelos los cueces o los asas ya no eres un radical de izquierdas, sino uno de izquierdas común “consensuativo”, que consensúas, porque al niño, lógicamente, si antes de comértelo le preguntas: ¿asado o cocido?, le quitas toda la gracia a la cosa), quitándome la careta de ovejita traviesuela, soplagaitas y melenuda que llevo, mostraré mi más perversa faz lanzándome sin más y con los pies por delante, en plancha, cabeza bajo el sobaco, a la expropiación internacional, y así, tal cual lo están leyendo, de sopetón, al barman de la esquina donde suelo tomarme el cafecito mañanero, plan “expropiador” gobierno andaluz, le diré: ¡que te vengo a expropiar! No se me asuste, póngame el cafecito y ahí tiene el euro que cuesta el café que me pone y que yo le expropio (¡con dos cojones!), incluida la expropiación necesaria y temporal aneja a la primera de la tacita, el plato, cucharilla, azúcar y cacho de barra ocupada, al igual que el espacio de local que necesariamente he de ocupar para que la expropiación dicha pueda ser hecha por entero. Y que muy buenos días tenga usted, señor barman, que mañana será otro día y volveré a practicarle una nueva expropiación, que es que le estoy cogiendo el gustillo a esto de expropiar.
Como digo, expropiación repetitiva que realizaré a partir de ahora, tipo gobierno andaluz: pago que fija el barman por el uso que hago del bien que consumo, café en mi caso, vivienda en el caso del gobierno andaluz,
Si la mujer del César no fuera una puta (que lo es), no tendría necesidad de hacer ningún esfuerzo par aparentar decencia. Si el gobierno andaluz de Griñán fuera un gobierno socialista, no tendría –pobrecito mío– ninguna necesidad de lanzar cantos de sirenas para aparentar que lo es, recurriendo al titular de la “expropiación”. Y es que, si nos dejamos de tontadas y nos atenemos a la chicha del asunto, el Decreto sobre la Función Social de la Vivienda (cosa que por cierto ya está recogida en la Constitución), la cosa no va mucho más allá de que algunas personas de las que podrían ser desahuciadas no lo sean al menos durante tres años, con la correspondiente garantía pública al banco de que cobrará su correspondiente alquiler, de cobertura para los daños que pudiera sufrir el inmueble y, sobre todo, que es la esencia de la expropiación, que no se toca ni una coma de la titularidad de dicho inmueble a favor del banco o de la entidad financiera en cuestión.
O sea, señora cesarina o esposa del César, que es usted más puta que las gallinas de Catalina, que ponían los huevos fritos. Así que no me venga poniendo la cabeza como un bombo acerca de su aparente decencia, que a mí me da igual el César y su mujer.
Por cierto, que al César no hay que darle nada, lo que hay que hacer es cesar de darle cosas al César, porque todo lo que se le ha venido dando hasta hoy no era otra cosa que lo propio ganado con trabajo propio en cuyo trabajo el César no participó jamás, que es “mu” cuco este César.
Que lo que yo digo es que el gobierno de Andalucía no expropia nada a nadie con su Decreto sobre la Función Social de la Vivienda.
La función social de la vivienda no son ni palabras ni decretos, sino hechos. Y a estos hay que atenerse. Como el caso que sigue para que la especulación con un bien de uso como es la vivienda no se pueda especular.
(continuará…)
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