Los aterradores planes del Club de los 300 según un Ex espía del MI6
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by CienciayEspiritu
01.05.2.013
Cazadebunkers.com (comment-reply@wordpress.com)
Muchos de estos objetivos, los cuales enumeré por primera vez en 1969, se han alcanzado ya o están en avanzada vías de ejecución.
Si tenemos en cuenta los ilimitados caudales que tienen a su disposición, así como cientos de gabinetes de estrategia y 5000 ingenieros sociales, y siendo un hecho que tienen en sus manos los medios de difusión, la banca y la mayor parte de los gobiernos, se comprende que nos las estamos viendo con un problema de proporciones gigantescas, al cual ninguna nación está en condiciones de hacer frente en este momento.
Como he afirmado con tanta frecuencia, se nos ha hecho creer que el problema al que me refiero tiene su origen en Moscú. Nos han lavado el cerebro para que creamos que el comunismo es la mayor amenaza que enfrentamos los norteamericanos. No hay tal. El mayor peligro radica en la multitud de quintacolumnistas infiltrados entre nosotros. Nuestra Constitución nos advierte que vigilemos al enemigo interno. Esos enemigos sirven al Club de los 300, y ocupan posiciones clave en nuestra jerarquía gubernamental.
Debilitamiento de los EE.UU
El Club de Roma tiene la seguridad de haber debilitado a los Estados Unidos, según órdenes del Club de los 300. Tras años de librar una guerra contra los habitantes de esta nación, ¿quién puede poner en duda que ha cumplido en efecto su misión? Basta echar un vistazo a nuestro alrededor para ver hasta qué punto se ha arruinado la moral: droga, pornografía, rock, libertinaje sexual, el núcleo familiar prácticamente desmoronado, lesbianismo, homosexualidad y por último él espelúznese asesinato de millones de niños inocentes a manos de su propia madre. ¿Acaso ha existido alguna vez en la historia crimen tan infame como el aborto generalizado?
Dada la ruina espiritual y moral de los EE.UU., con nuestra industria destrozada, 30 millones de desempleados, las grandes ciudades transformadas en horrendos antros donde se cometen los crímenes más inimaginables, con un índice de asesinatos que casi triplica el de otros países, 4 millones de personas sin hogar y la corrupción en las esferas del gobierno alcanzado proporciones endémicas, ¿quién va a negar que los Estado Unidos están a punto de desplomarse roídos por la carcoma, para caer en las garras acechantes del Gobierno Internacional de la Nueva Era?
El Club de Roma ha logrado su objetivo de dividir las confesiones cristianas. Ha reunido un ejercito de carismáticos, fundamentalistas y evangélicos.
Durante la Guerra del Golfo me llovieron cartas que preguntaban cómo me podía oponer a “una guerra cristianan justa contra Irak”. ¿Cómo podía yo dudar que el respaldo de los cristianos fundamentalistas a la guerra (del Club de los 300) contra ese país oriental no estaba acorde con los principios de la Biblia? A fin de cuentas, ¿no había rezado Billy Graham con el presidente Bush justo antes de dar inicio a las primeras andanadas? ¿Acaso no predice la Escritura “guerras y rumores de guerra?”
Esas cartas dejaron entrever la eficiencia con que ha desempeñado su labor el Instituto Tavistock. Los fundamentalistas cristianos son burdas marionetas del Club de Roma y de que sus opiniones y creencias no son propias: las formularon para ellos los cientos de gabinetes de estrategia del Club de los 300 que se hallan repartidos por la geografía de los EE.UU. Es decir, que como cualquier otro sector de la población estadounidense, los cristianos fundamentalistas y evangélicos han sido objeto de un concienzudo lavado de cerebro.
Es posible que a algunos les cueste aceptar la idea de una conspiración a escala internacional porque muchos autores han obtenido lucro a costa de ella. Otros dudan que se puedan promover con éxito unas actividades de semejante alcance. Observando el enorme aparato burocrático de nuestra nación, preguntan: ”¿Cómo quieren que creamos que unos señores particulares tengan más poder que el Gobierno?”. Esto se debe a que no comprenden que el Gobierno es parte de la maquinaria de la conspiración. Los que eso afirman piden pruebas fehacientes, y no es tan fácil hallar tales pruebas.
Otros dicen: “¿y qué? ¿Qué me importa a mí que haya una conspiración? Si yo ni me molesto en votar”. Esa era precisamente la forma en que se preveía que reaccionara el grueso de la población estadounidense. El pueblo de nuestro país está sumido en el desaliento y la confusión, fruto de la guerra que se libra contra nosotros desde hace años. Hay muchas más probabilidades de que un pueblo desmoralizado y despistado acoja con los brazos abiertos la llegada de una gran figura que prometa resolver todo problema y garantice una sociedad ordenada en la que no exista el desempleo y con las disputas internas reducidas al mínimo. A ese dictador – eso será ni más ni menos – lo recibirán calurosamente.
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