(1)
Desconocer la ley de la relatividad no anula ni su existencia ni sus efectos. Ni por cambiar el nombre de los elementos que la componen cambia la naturaleza de la ley. Tal ocurre con el modo de producción capitalista, que no importa en absoluto desconocer sus leyes y su dinámica interna de funcionamiento para que su esencia (acrecentar sus capitales) desaparezca ni que sus efectos (explotación de muchos a manos de pocos) dejen de existir.
Da exactamente igual como quiera que denominemos al capitalismo y absolutamente igual como lo pintemos para hacerlo aparecer (con rostro humano le llaman algunos) de una u otra manera, porque su esencia y objeto principal de acrecentar los capitales mediante la explotación de la inmensa mayoría de la sociedad a manos de una exigua minoría de capitalistas, no tiene que ver nada con las palabras ni con estados de ánimo personales.
El modo de producción capitalista, el capitalismo, al que algunos llaman liberalismo o neoliberalismo, y otros con algunas variantes “socialdemocracia,” funciona atendiendo a unas leyes internas propias y objetivas, y es a estas leyes de funcionamiento objetivas del capitalismo a las que hay que acudir para entender su funcionamiento y en consecuencia poder entender esto que denominan crisis y la salida de la misma, que irremisiblemente pasa por la superación de las relaciones de producción inherentes al capitalismo, y no por su afianzamiento y agudización como pretenden y a donde están encaminadas todas las acciones emprendidas por los diferentes gobiernos e instituciones, incluidas las políticas, desde eso que llaman la “recuperación” de la banca, que en realidad no es sino aportaciones de dineros públicos que hacen los gobiernos (dineros de los trabajadores) a un negocio privado que ni los propios especialistas en ese negocio, los banqueros, pueden hacerlo ya rentable, según sus necesidades e intereses; las denominadas “privatizaciones”, que en realidad no son otra cosa que las propias fuentes de ingresos de que dispone el Estado (Endesa, Telefónica, RENFE, Correos, Banco de Crédito a la Construcción, Banco hipotecario de España, Banco Exterior de España, Instituto de Crédito Oficial, Banco Industrial; Aeropuertos, Lotería Nacional, etc.) ponerlas a disposición de los mismos banqueros que ya no pueden hacer rentable el negocio bancario siguiendo las pautas tradicionales, o los denominados recortes sociales con la anuencia, cuando no acuerdo expreso, con los denominados grandes sindicatos en España: UGT y CC.OO, que en definitiva no es otra cosa que incrementar y agudizar la explotación de las clases trabajadoras, o lo que es lo mismo, volver a dar más dinero a los bancos de los servicios que el Estado quita a los trabajadores a través del gobierno (servicios que han sido pagado previamente por los propios trabajadores), por ejemplo, “liberalizando” los fondos de pensiones.
Con posicionamientos ideológicos únicamente se puede ocultar y deformar al realidad, pero no explicarla, porque la ideología, cualquier ideología, la de izquierdas y la de derechas, en el sentido que es una percepción de la realidad en función de la “historia” e intereses personales propios, tiende precisamente a deformar la realidad en función de la experiencia e intereses personales, por tanto, ni el capitalismo ni cualquier otro acontecimiento puede ser explicado objetivamente en función de posturas ideológicas. Y si el capitalismo no puede ser explicado de esta manera subjetiva mucho menos puede ser hallada la “solución” para salir de la crisis reconocida oficialmente por todas las instancias oficiales a partir de 2.008.
Da exactamente igual como quiera que denominemos al capitalismo y absolutamente igual como lo pintemos para hacerlo aparecer (con rostro humano le llaman algunos) de una u otra manera, porque su esencia y objeto principal de acrecentar los capitales mediante la explotación de la inmensa mayoría de la sociedad a manos de una exigua minoría de capitalistas, no tiene que ver nada con las palabras ni con estados de ánimo personales.
El modo de producción capitalista, el capitalismo, al que algunos llaman liberalismo o neoliberalismo, y otros con algunas variantes “socialdemocracia,” funciona atendiendo a unas leyes internas propias y objetivas, y es a estas leyes de funcionamiento objetivas del capitalismo a las que hay que acudir para entender su funcionamiento y en consecuencia poder entender esto que denominan crisis y la salida de la misma, que irremisiblemente pasa por la superación de las relaciones de producción inherentes al capitalismo, y no por su afianzamiento y agudización como pretenden y a donde están encaminadas todas las acciones emprendidas por los diferentes gobiernos e instituciones, incluidas las políticas, desde eso que llaman la “recuperación” de la banca, que en realidad no es sino aportaciones de dineros públicos que hacen los gobiernos (dineros de los trabajadores) a un negocio privado que ni los propios especialistas en ese negocio, los banqueros, pueden hacerlo ya rentable, según sus necesidades e intereses; las denominadas “privatizaciones”, que en realidad no son otra cosa que las propias fuentes de ingresos de que dispone el Estado (Endesa, Telefónica, RENFE, Correos, Banco de Crédito a la Construcción, Banco hipotecario de España, Banco Exterior de España, Instituto de Crédito Oficial, Banco Industrial; Aeropuertos, Lotería Nacional, etc.) ponerlas a disposición de los mismos banqueros que ya no pueden hacer rentable el negocio bancario siguiendo las pautas tradicionales, o los denominados recortes sociales con la anuencia, cuando no acuerdo expreso, con los denominados grandes sindicatos en España: UGT y CC.OO, que en definitiva no es otra cosa que incrementar y agudizar la explotación de las clases trabajadoras, o lo que es lo mismo, volver a dar más dinero a los bancos de los servicios que el Estado quita a los trabajadores a través del gobierno (servicios que han sido pagado previamente por los propios trabajadores), por ejemplo, “liberalizando” los fondos de pensiones.
Con posicionamientos ideológicos únicamente se puede ocultar y deformar al realidad, pero no explicarla, porque la ideología, cualquier ideología, la de izquierdas y la de derechas, en el sentido que es una percepción de la realidad en función de la “historia” e intereses personales propios, tiende precisamente a deformar la realidad en función de la experiencia e intereses personales, por tanto, ni el capitalismo ni cualquier otro acontecimiento puede ser explicado objetivamente en función de posturas ideológicas. Y si el capitalismo no puede ser explicado de esta manera subjetiva mucho menos puede ser hallada la “solución” para salir de la crisis reconocida oficialmente por todas las instancias oficiales a partir de 2.008.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario