¿QUÉ ES EL CAPITALISMO?
El capitalismo no es, pues, una creación divina ni se ha generado espontáneamente por las fuerzas de la naturaleza, sino que es producto del desarrollo de la historia que promueven determinados grupos de personas en función de sus propios intereses. Tampoco su funcionamiento obedece a leyes provenientes del más allá, sino que responde a normas internas relacionadas con su propia lógica.
En la historia encontramos diferentes modos de producción: la barbarie, el salvajismo, la esclavitud, la servidumbre y el capitalismo. Cada uno de estos modos de producción se han ido sustituyendo unos a otros, y la razón última que explica esos cambios habidos en los modos de producción a lo largo de la historia, es la no correspondencia entre las estructuras económicas y las estructuras políticas.
En la historia encontramos diferentes modos de producción: la barbarie, el salvajismo, la esclavitud, la servidumbre y el capitalismo. Cada uno de estos modos de producción se han ido sustituyendo unos a otros, y la razón última que explica esos cambios habidos en los modos de producción a lo largo de la historia, es la no correspondencia entre las estructuras económicas y las estructuras políticas.
La especialización y la división social del trabajo han sido dos elementos fundamentales utilizados por el capitalismo para obtener la mayor explotación económica posible. Estos dos elementos que han sido los motores básicos que ha utilizado el capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas han determinado de una forma objetiva que la producción se haya hecho de forma socializada, en el sentido de que cualquier objeto producido hoy constituye la suma de muchas partes de trabajo de muchos trabajadores, y a veces de trabajadores de distintos puntos del globo terráqueo.
Pero en cambio no ocurre lo mismo con las decisiones políticas que promueven y dirigen esa producción social, que como consecuencia de la creciente acumulación y concentración de capitales está cada vez en menos manos, produciéndose una evidente contradicción entre los que con su trabajo producen toda la riqueza existente (que son cada vez más, aunque ganan menos), y los que deciden qué producir, dónde, cuándo y cómo (que son cada vez menos, aunque más ricos). Una contradicción que es irresoluble.
A la demostración aritmética que se ha visto en los artículos anteriores, donde manifiestamente se ve la imposibilidad material de que el capitalismo llegado a un determinado nivel de desarrollo (ya alcanzado) no pueda seguir funcionando, se une la contradicción política real y objetiva de que a partir de ese mismo nivel de desarrollo se hace absolutamente antidemocrático.
Estas dos razones (sin entrar en consideraciones morales y de justicia, que también las hay) son suficientes para demostrar que cualquier intento de solución a la crisis que no pase por buscar la alternativa para sustituir al modo de producción capitalista, no hará sino empeorar paulatinamente las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la sociedad para que unos cuantos sigan haciéndose más ricos y detenten más poder.
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