"BATALLA CAMPAL JUNTO A LA GIRALDA POR LA SEGREGACION DE ISLA MAYOR (*)
Juan Miguel Baquero, Isla Mayor Actualizado 23/10/2010 20:41
(Los vecinos de Isla Mayor protestan entre el tráfico de la avenida de la Constitución. - El Correo)
Una treintena de vecinos resultaron heridos en su enfrentamiento con la Policía por la segregación.
Hace 20 años nacía Fangoria, el nuevo grupo de Olvido Gara, Alaska, que ahora saca al mercado su recopilatorio tras dos décadas de música. Por Isla Mayor (que todavía llevaría una década más el nombre de Villafranco del Guadalquivir) ya habían sonado entonces los Pegamoides y también Dinarama, y por supuesto Kaka de Luxe, primera formación de la artista. En aquella España posmoderna no todos los conocían en el pueblo, un asentamiento ganado a la marisma en el que, por esas fechas, se batía el cobre el personal con la tierra, el agua y el sol, para sacar arroz y futuro de esta arriesgada ecuación, y de manera muy especial allá por 1990 por la independencia de sus núcleos urbanos, pertenecientes a La Puebla del Río.
Y es que Villafranco quería segregarse de La Puebla, lo que embarcó al pueblo en una lucha en la que los sonidos los pusieron los palos y las porras, los gritos y las proclamas reivindicativas, y los silencios y las conversaciones de las duermevelas del encierro en la Catedral de Sevilla. El proceso segregador fue lento y trabajoso, y un 24 de octubre de hace dos decenios se vivieron a la sombra de la Giralda los episodios más violentos, con un recuento final de heridos lindante con la treintena.
De las islas británicas procedían las influencias que marcaban el devenir musical de la naciente entonces Fangoria. De allí mismo, con acento inglés, arrancó la apuesta por la marisma sevillana del río Guadalquivir. Eran los finales de los años 20 del pasado siglo, y en una tierra que desde tiempos de Alfonso X el Sabio perteneció al municipio cigarrero se empezaban a levantar chozas de fango y paja de arroz. Gente de variopintas ubicaciones llegaban para labrarse un futuro. Isla Mayor comenzaba a construirse.
Se ganó poco a poco terreno al desconcierto natural y el ser humano, ya con las manos curtidas y el rostro cincelado por el aire y el sol del delta andaluz, ganó la batalla. 60 y tantos años después, la lucha por ser un pueblo independiente llegó a su punto álgido, al enfrentamiento directo, con las instituciones e incluso las fuerzas policiales.
Madres, niños, padres, abuelos... dormían en camas improvisadas en la Catedral hispalense. Las crónicas de hace justo 20 años hablaban de un enfrentamiento brutal entre manifestantes y agentes del orden público. Se trataba del segundo encierro, esta vez iniciado por los trabajadores municipales que llevaban meses sin cobrar sus nóminas, y secundado al final por miles de personas.
Las últimas elecciones locales habían deparado un escenario propicio para el golpe de efecto: existía la posibilidad de la moción de censura. Mientras, Junta y Diputación exigían crear una gestora como requisito indispensable para que Isla Mayor recibiese cualquier tipo de inyección económica.
La efeméride que trae estas líneas es en todo caso una batalla campal. A los pies de la Giralda, en mitad de Sevilla, pero plagada de exclamaciones, miedo y desconcierto. La presencia de isleños era multitudinaria, se pedían disculpas y comprensión en pancartas a la ciudad y la Avenida de la Constitución se veía marcada por intermitentes cortes de tráfico. La tensión crecía en el discurrir de la tarde, hasta que un potente petardo explosionó en los bajos de un furgón policial. Y comenzó la carga, que se saldó con una treintena de heridos, contusiones, fracturas y hematomas por doquier. Los titulares avanzaban el estado grave de un agente antidisturbios.
La lucha iba más allá de las más de 6.000 personas que vivían en la marisma, pues constituía el añejo pantanal, y lo sigue haciendo, un punto clave de la provincia en el que los intereses pululaban más en términos económicos y de reparto de términos que en el servicio y la asistencia que se pudiese dar a sus pobladores.
Ni que decir tiene que se logró la independencia, que todo aquel que pisó el barro obtuvo su recompensa. Otro capítulo merece que Isla Mayor sea una ínsula en la propia extensión de terreno que le da nombre. Quién cedió y quién ganó, en todo caso, con la definitiva partición. Como cantaba Kaka de Luxe hace tanto tiempo, con una Alaska juvenil, el sonido del pueblo era una "kakafonía de lujo", un reivindicar inaudito desde hace dos décadas. "Malos tiempos para la lírica", había reflejado otro grupo de la época, Golpes Bajos. "
(*) el CorreoWeb.es Diario digital de El Correo de Andalucía Miércoles 24 de noviembre
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