(Plaz de Tiananmen, Pekín, con una superficie de mas de 40 hétareas de superficie)
Robert Weil, Rebelión.
Traducido para Rebelión por Sebastián Risau
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37814 1 of 14 26/9/2006 07:51
Yo comenté en ese momento que, para ser efectivos, tenían que encontrar una manera de salir de sus campus y conectarse con las clases trabajadoras, algo que el movimiento estudiantil de Tiananmen en 1989 no había conseguido hacer. En esa lucha, por más que al final muchos trabajadores de Beijing se les unieron (y que por su parte llevaron la peor parte de la violencia y represión asesinas que le pusieron fin), la brecha entre los estudiantes y las clases trabajadoras básicamente no pudo cerrarse.
Por ejemplo en Changchun, en el noreste, donde tuvo lugar una versión más pequeña del mismo movimiento, los trabajadores de la gran fábrica First Auto se negaron a unirse a los estudiantes universitarios que protestaban, una amarga experiencia que dejó a estos últimos expuestos a una represión muy dura, y los condujo a reevaluar su aislamiento de las clases trabajadoras. Al final, como ha ocurrido tan frecuentemente en la historia de China, fue básicamente un ejército compuesto en su mayoría de campesinos de las provincias más lejanas el que se envío para aplastar al movimiento de Tiananmen, luego de que los regimientos estacionados en Beijing se negaran a hacerlo. Pero las lecciones de esa época no fueron desaprovechadas por la actual generación de jóvenes de izquierda, y el cambio que se vio en el verano de 2004 no podría haber sido más dramático. Hoy, los estudiantes activistas están saliendo de los campus universitarios en grandes números para establecer contacto con las clases trabajadoras, estudiar sus condiciones, ofrecerles apoyo legal y material, y para informar en las universidades lo que está ocurriendo en las fábricas y en las granjas.
Un veterano de la Guardia Roja de la Revolución Cultural nos explicó cuan grande ha sido el cambio en la relación entre estudiantes y trabajadores. Ya en 2000 los estudiantes de un grupo de estudio marxista de la Universidad de Beijing (la más importante institución educativa del país) comenzaron visitar fábricas de esa ciudad. Desde el 2001 hasta ahora, grupos de estudiantes de la Universidad Qinghua lo han hecho cada año. En 2004 cerca de ochenta estudiantes llegaron a Zhengzhou desde otro importante campus universitario en Beijing. Las autoridades temen estos contactos cada vez más frecuentes, y están tratando de desalentarlos. Contrastando con los viajes gratis en tren y otros incentivos que se ofrecían a los estudiantes que querían desplazarse por el país durante la Revolución Cultural, el gobierno actual trata de detener este flujo, negándose incluso a venderles boletos a las delegaciones estudiantiles, o negándoles el derecho de bajarse en Zhengzhou. Pero aun así siguen llegando. Van a las fábricas, y algunos incluso han vivido en ellas durante los primeros momentos de la lucha en esa ciudad, para ayudar a detener el cierre de las fábricas. Después de haber comenzado en Zhengzhou, este movimiento se difundió hacia el noreste y hacia otras partes del país. También se extiende a las áreas rurales, donde los estudiantes van a las aldeas para llevar a cabo actividades similares, llevando materiales, estableciendo contactos, ofreciendo asistencia legal, y en general rompiendo el aislamiento que sienten muchos activistas campesinos. Actualmente se ha formado una organización llamada Hijos de los Campesinos (que a pesar de su nombre incluye también a muchas hijas ) en la Universidad de Beijing y muchas otras instituciones de educación superior, específicamente para este propósito. Un activista de la izquierda con quien nos encontramos en 1999, que en ese momento parecía virtualmente sólo en la investigación de las condiciones de la clase trabajadora, nos explicó que para 2004 los estudiantes estaban ya muy motivados, y ya no necesitaban el liderazgo de personas como él. Ahora son ellos quienes toman la iniciativa.
Este movimiento es a la vez conducido y facilitado por los cambios en la composición y las condiciones del propio cuerpo de estudiantes universitarios. Habiéndose triplicado el número de ingresantes desde 1999, un número cada vez mayor de estudiantes vienen de familias de las clases trabajadoras y para muchos de ellos es más difícil que nunca financiar su educación y conseguir un empleo después de graduarse. Esto resulta en una creciente base social común que contribuye a la empatía y la unidad entre muchos estudiantes universitarios y los obreros y campesinos. Las universidades chinas hoy en día han perdido un poco su carácter de feudo de los privilegiados y tienen un carácter más masivo que durante los primeros años de las reformas cuando, como reacción a la Revolución Cultural, Deng Xiaoping hacía hincapié en ser experto en vez de rojo , e impuso una vuelta a requisitos de entrada más restrictivos. Como consecuencia de esto, estudiantes de izquierda están ahora tratando de cerrar la brecha entre los intelectuales de la elite y aquellos que luchan en las fábricas y las granjas, quienes ahora suelen ser sus propios parientes o al menos miembros de su misma clase social. En algunos aspectos entonces, la situación actual de China se parece mucho a los primeros días de la Revolución Rusa, cuando Lenin llevó a los estudiantes marxistas a los barrios fabriles para conectarse con los obreros. Por supuesto, la diferencia crucial es que ahora no sólo muchos de los estudiantes vienen de familias de obreros y campesinos, sino también que los jóvenes chinos de izquierda, mientras buscan como establecer una nueva relación con las clases trabajadoras, pueden apoyarse en cincuenta años de experiencia revolucionaria socialista bajo el liderazgo de Mao. Los conceptos, políticas y relaciones de esa época no pueden, y no deberían, ser aplicados sin modificaciones a la situación actual, que es muy diferente. Pero siguen siendo un vasto reservorio de ideas y prácticas revolucionarias en los que la izquierda puede inspirarse al confrontar las condiciones de las clases trabajadoras frente a las reformas capitalistas y el estado actual de la mercantilización mundial. Rebelión.
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