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(Foto de un Congreso de UGT, en la que Rajoy y la señora Saéz Santamaría, pajarines jefes ellos del PP, no trabajadores de toda la vida, que piden más reforma laboral de la aprobada en el Congreso, parlamentan amigable y sindicalmente con Cándido Méndez, artista invitado y necesario para el tica taca de la reforma laboral que ahora dice criticar. Esta foto la tiene que explicar Cándido Méndez a los trabajadores, no sólo a los afiliados de UGT)
Plan tono feriante vendedor de crece pelos en película vieja del Oeste Americano, o sea, mitinero compañero del metal moderno, Cándido Méndez, versión y papel mandamás de UGT, se suelta el pelo ante los 15.000 sindicalistas concentrados en Madrid, para decirles que es reversible la reforma laboral recién aprobada en el Congreso a propuesta del gobierno Zapatero, y que ha sido aprobada por el Congreso, no es cuestión baladí.
Todos los que están en el Congreso formalmente representando al pueblo español y para defender los interese del mismo, excepto el parlamentario que haya dicho NO, han aprobado algo que va directa e inmediatamente contra los intereses del pueblo (cojones tiene la cosa, según la veo yo, que el guardia que está para protegerte sea el que primero te mete las manos en los bolsillos para robarte), por mandato y en beneficio de una exigua minoría contra los intereses de la sociedad entera, que actúa a la sombra, chantajeando y coaccionando anónimamente, como los auténticos delincuentes y criminales, a la que en la práctica y de forma efectiva sirve Zapatero y todas las estructuras del Estado, incluido Su Majestad el Rey.
Tan reversible es la reforma laboral contra la que aparentemente se convoca el símil de Huelga General convocada por las cúpulas dirigentes de UGT y CCOO, que no es más que una actuación política del gobierno y oposición, actuando como “artistas” invitados esas mismas cúpulas dirigentes sindicaloides de UGT y CCOO, para crear las nuevas condiciones socio-políticas que necesita el capitalismo para mantener artificialmente su tasa de beneficios, o lo que es lo mismo, incrementar y agudizar la explotación de los trabajadores.
De manera que la reversibilidad de la reforma laboral no lo es porque Cándido Méndez lo diga. Con esa afirmación, el Cándido no ha descubierto nada, y tampoco ha aportado nada a la conciencia sindical de los trabajadores.
La cuestión es en cómo se hace reversible un acto político (la reforma laboral) claramente contra los intereses de la inmensa mayoría de al sociedad, por cuanto viene a establecer unas condiciones de vida peores de las que hoy serían posibles tener (bienes materiales e inmateriales hay, y capacidad de producir más hay), al mismo tiempo que asegura que las condiciones de vida para mañana serán todavía peores que las de hoy.
La lógica no puede ser ni más elemental ni más evidente: a un acto político hay que contraponer otro acto político.
Y en este sentido, los trabajadores que somos la inmensa mayoría de la sociedad, no tenemos los instrumentos necesarios para contraponer al acto político de la reforma laboral del gobierno, injusto, y contrario a nuestros intereses, otro acto político justo y favorable a nuestros intereses, que son en definitiva los intereses de la sociedad.
Los trabajadores no tenemos ni un partido político ni un sindicato que defienda nuestros intereses, los intereses de la sociedad. Y por aquí tenemos que empezar, por crear nuestras organizaciones sociales y políticas, dejando a un lado al Candido y compaña que se enfarraguen en la palabrería de la reversibilidad de la reforma laboral o en el trepidante vuelo raso del culebrón pardo, porque no son palabras las que nos hacen falta, sino conceptos que nos ayuden a ver la realidad. HECHOS y no hojarasca palabrera es lo que necesitamos. Y los hechos no hay que empezar exigiéndolos a nadie. Los hechos empiezan por nosotros mismos, hablando con el compañero de trabajo, con el vecino, para entender aquello que no entendemos, que el Cándido, el Zapatero, el Rajoy, El Rey… juntos, no son ni más listos ni más trabajadores que ninguno de nosotros, ni tienen más cojones que nosotros. Todos ellos viven mejor que nosotros, tienen más medios, de momento. Pero nada más.
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