(Aznar mostrando sus verdaderas esencias de hombre de Estado, en estado ebrio y tocándole el culo a una botella antes de hacer el ridículo publicamente)
Así, sí. Viendo al sujeto Aznar enredado con una botella y sujetándola por el culo ya es otra cosa. Las cosas empiezan a cuadrar.
La primera cosa en cuadrar es la de que Aznar, como las avispas en mi pueblo, tenga la gracia en el culo, y por tanto, cuando cuenta un chiste “monorísico” (que solo se ríe él) se ve bien a las claras que la risilla penosa que le sale de autocomplacencia le llega de la parte de atrás del cuerpo, de donde acaba la espalda.
Aznar se emborracha, enchispa, enmierda o se encogorza como cualquier mortal vulgar y borracho, que eso es Aznar, un hombre vulgar y cortito de estatura como chulipesco Sarkozy, y quizás por esta razón, por la de su vulgaridad acompañado por una buena botella, donde no alcance con conocimiento llegue con chulería barata, prepotente y cínica.
La borrachera en sí misma no es mala. El vino en sí no es malo. Por no ir más lejos, Cristo mismo, que pudo haberse hecho la sangre de aceite mineral para motores de gas-oil se la hizo vino.
Lo malo de la borrachera es bañar las neuronas en vino, que claro, eso ya es pasarse tres pueblos, y si a esa pasada se le añade algo bastante de vulgaris-vulgarote y al llegar a casa te encuentras con que tu querida y concejala esposa se llama Botella (con B mayúscula para no confundir, por favor), caso de Aznar, sale lo que salen: sandeces y tonterías televisadas.
Si Aznar se emborrachara y le diera la tabarra a su señora Botella en casa, allá que te va. Pero no es el caso. Si lo fuera estaríamos hablando de borruchuzus-común-comune. Pero es que Aznar se emborracha y se pone en la televisión a decir que el gobierno no es quien para aconsejarle la conducción prudente, respetando las señales en las carreteras, que el gobierno no es quien para decirle a Aznar: Aznar, hijo, si te quieres emborrachar emborráchate, por mi como si te la machacas, pero si te emborrachas, primero paga lo que te bebes, cara, que eres un cara, que tiene mucha jeta, macho, y que conduzca otro en tu lugar, y claro, que el conduzca no esté borracho como tú.
A lo que las neuronas que se bañaban en alcohol, asomando la cabecita por encima del mismo y por boca de Aznar, con la monogracia repulsiva que les caracteriza respondieron: Yo conduzco como me da la gana.
Si emborracharse no es malo y cualquier lo hace. Así lo reconoció el propio Alfonso Guerra, pero como este dijo: primero el discurso y después la acometida al barril del vino, que así la gente no se entera de la monumentalidad de la cogorza. No al revés, como lo hizo Aznar: primero la borrachera y después las tontadas desengarzadas, cada una por su sitio.
Y para concluir, por favor lo pido, que no caiga esto en manos de la treintena de estudiantes de Oviedo que le decían verdades como puños al señor Aznar, porque la podemos liar, porque a lo que ya le decían ellos: “Aznar, fascista, tú eres el terrorista” y “Criminal de guerra”, le podrían añadir: “Apa, apa, apa, Aznar se enzurrapa”, que los estudiantes son muy dados a sacarle punta a cualquier cosa, y sobre todo, cuando tienen razón.
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