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El Catedrático de Políticas Públicas, Vicenç Navarro, acaba de publicar un artículo: “Los costes políticos de la transición”[1] en el que hace un ligero, pero significativo, análisis del sistema democrático legal español, cuya lectura y compresión debería constituir la primera obligación democrática de cada español con derecho a voto.
Bien leído y comprendido el mencionado artículo la conclusión a la que se llega es lógica y elemental: en España tendremos democracia cuando la tengamos, eso de un voto por persona con igual peso en la decisión.
“El PSOE y el PP tuvieron 11 y 10 veces más votos (en las recientes elecciones generales del pasado 9 de marzo) que IU-ICV, y en cambio obtuvieron 84 y 76 veces más diputados que este último partido.”
El Catedrático de Políticas Públicas, Vicenç Navarro, acaba de publicar un artículo: “Los costes políticos de la transición”[1] en el que hace un ligero, pero significativo, análisis del sistema democrático legal español, cuya lectura y compresión debería constituir la primera obligación democrática de cada español con derecho a voto.
Bien leído y comprendido el mencionado artículo la conclusión a la que se llega es lógica y elemental: en España tendremos democracia cuando la tengamos, eso de un voto por persona con igual peso en la decisión.
“El PSOE y el PP tuvieron 11 y 10 veces más votos (en las recientes elecciones generales del pasado 9 de marzo) que IU-ICV, y en cambio obtuvieron 84 y 76 veces más diputados que este último partido.”
En las ultima selecciones generales del pasado 9 de marzo, el PSOE recibió 9.595.625 votos; el PP 8.760.630 votos e IU 846.491 votos, y los diputados para cada uno de esos mismos partidos que resultaron elegidos fueron; 167, 155 y 2, respectivamente.
Dividiendo numero de votos por diputados elegidos, resulta que al PSOE le sale cada diputado por 57.458 votos, al PP por 56.520 votos y a IU-ICV por 423.245 votos.
De estos datos se deduce clara y rotundamente la desproporcionada representación política que tenemos los ciudadanos españoles en el Congreso de los Diputados, y que no se corresponde con la realidad política del País, con lo que, al menos y de entrada, se puede poner en cuestión la afirmación de que “los políticos nos representan”. Habría que añadir en todo caso, que sí, nos representan, pero a unos más que a otros, y evidentemente, no proporcionalmente, lo que parece poco democrático.
El sistema electoral español no garantiza, pues, la representación política de los españoles en función y e proporción a las distintas tendencias políticas reales existentes, y esto no es un defecto baladí del sistema electoral, sino un mal perfectamente calculado y estructurado desde el mismo nacimiento de la “democracia” que sustituye al Régimen del General Franco.
La transición política del Régimen de Franco al actual sistema “democrático” “se hizo en condiciones de gran poder de las derechas y de gran debilidad de las izquierdas, lo cual significó que el diseño del sistema electoral beneficie sustancialmente a las derechas.”[2]
*
[1] El Periódico, hoja 8, 01/04/08, Barcelona.
[2] Obra citada.
El sistema electoral español no garantiza, pues, la representación política de los españoles en función y e proporción a las distintas tendencias políticas reales existentes, y esto no es un defecto baladí del sistema electoral, sino un mal perfectamente calculado y estructurado desde el mismo nacimiento de la “democracia” que sustituye al Régimen del General Franco.
La transición política del Régimen de Franco al actual sistema “democrático” “se hizo en condiciones de gran poder de las derechas y de gran debilidad de las izquierdas, lo cual significó que el diseño del sistema electoral beneficie sustancialmente a las derechas.”[2]
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[1] El Periódico, hoja 8, 01/04/08, Barcelona.
[2] Obra citada.
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