Afganistán: un país de 38 millones de habitantes, cuya mitad de la población es menor de 14 años. Para algunos se trata de la peor debacle en la historia de Estados Unidos. Se va la OTAN de Afganistán: el Grupo de Shanghái ocupará su lugar.
¿A quién conviene una guerra civil y la balcanización
de Afganistán?
El Viejo Topo
6 septiembre, 2021
En Afganistán,
antes y después de la toma de Kabul, se muere más por los atentados que por la
pandemia del Covid-19 –en forma insólita, es de los países menos golpeados, con
sólo 7 mil 101 muertes (¡mega sic!) y 153 mil casos, en un país de 38 millones
de habitantes, cuya mitad de la población es menor de 14 años: quizá ése haya
sido uno de sus factores protectores (https://bit.ly/3zr4MMB).
El abominable
atentado a la entrada del aeropuerto de Kabul, controlado por el ejército de
Estados Unidos, cobró 175 decesos afganos y 13 muertos estadunidenses que han
puesto contra la pared a Biden, y que fue adjudicado por ISIS-Khorasan,
grupúsculo que proviene de una genealogía yihadista de hace 40 años y de la
metamorfosis caleidoscópica de los muyahidines y su engendro de Al-Qaeda.
El brasileño
Pepe Escobar (PE) diseca estupendamente la anatomía de ISIS-Khorasan,
que tiene como objetivo demostrar a los afganos y al mundo foráneo que los
talibanes no pueden garantizar la seguridad a la capital (https://bit.ly/3yofMcb).
Mas allá del
caleidoscopio transgeneracional del Islam político y sus pletóricos
titiriteros geopolíticos, el líder del Hezbolá chiíta libanés Hassan Nasrala,
de estrechos vínculos con la teocracia persa, dos días antes de la
conmemoración del Ashura –que rememora el martirologio del Imam Hussein, nieto
del profeta Mahoma– comentó que Afganistán es la peor debacle en la
historia de Estados Unidos cuando Biden anhela una guerra
civil (https://bit.ly/3BiWJ4Y). Nasrala fulmina
que Estados Unidos entregó Afganistán en una charola de plata a los
talibanes.
Según PE, Amaq
Media –agencia oficial de ISIS (https://bit.ly/2WsjioG)– fustigó a los
talibanes de estar asociados (sic) con el ejército de Estados Unidos
para la evacuación de sus espías.
Según un
reporte de Naciones Unidas, apuntado por PE, ISIS-K tendría un máximo de 2 mil
200 combatientes yihadistas atomizados en pequeñas células y cuya
mayoría absoluta no está constituida por afganos, sino que provienen
del yihadismo global –a mi juicio, manejado tras bambalinas por
fuerzas oscuras del globalismo neoliberal imperialista– y a lo que hace alusión
en su portada The Economist (https://econ.st/3zmgiJ0), lo cual presagia
mayor terrorismo multiforme, policéntrico, desestabilizador y sembrador de caos
en Asia Central y, en especial, en los 91 km de frontera de Afganistán con
China y en sus 921 km con Irán, no se diga en sus tres fronteras norteñas con
Tayikistán (mil 357 km), Uzbekistán (144 km) y Turkmenistán (804 km).
Por
cierto, The Economist desplegó a su ejército de
plañideras profesionales: desde Kissinger, pasando por Fukuyama, hasta Niall
Ferguson para lamentarse del desastre anglosajón en Afganistán.
PE informa
que Moscú y Teherán han imputado sin tapujos al eje Estados Unidos-Gran
Bretaña de ser los principales facilitadores (¡mega sic!) del traslado de los
yihadistas globalistas desde Idlib (Nota: norte de Siria, frontera con Turquía)
hasta la región oriental de Afganistán.
El analista francés
Thierry Meyssan, de Réseau Voltaire (https://bit.ly/3mIrCeT),
juzga que el caos continuará durante bastante tiempo en Afganistán,
donde Estados Unidos se comportará como chantajista (sic).
Alastair
Crooke, anterior diplomático británico y asesor del español Javier Solana en la
cancillería de la Unión Europea, comenta que el Apocalipsis (sic)
estratégico en Afganistán constituye un giro sísmico (sic) que tomará
años en desarrollarse, cuando China se encuentra más que determinada a
configurar la región, y que fue conseguido sin ninguna batalla y en unos
cuantos días, lo cual es casi sin precedente (https://bit.ly/3ypoXsZ).
El temerario
atentado terrorista de ISIS-K ocurrió un día después de la llamada telefónica
del zar Vlady Putin y el mandarín Xi Jinping con el fin de movilizar las
capacidades del grupo de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés) que
celebrará su cumbre el 16 y 17 de septiembre en Dushanbe (Turkmenistán) y a la
que fue integrada Irán cuatro días antes de la caída de Kabul (https://bit.ly/3jnzS1R).
Se va la OTAN
de Afganistán y el Grupo de Shanghái ocupa(rá) su lugar.
Artículo publicado originalmente en La Jornada.
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