Coronavirus, miedo permanente, naturaleza
terrorista y virus malvados
La supuesta epidemia de coronavirus ha
generado un clima de miedo permanente que está deteriorando la salud mental de
los ciudadanos, criminalizando el contacto físico entre las personas y
sembrándola desconfianza entre vecinos y miembros de la sociedad.
Aunque pueda parecer que lo peor ha pasado, si confiamos en las
opiniones de las personas más cualificadas, la situación no es nada
tranquilizadora. “El coronavirus ha llegado para quedarse”, “la
estrategia de este asesino es permanecer oculto para infectar el mayor número
de personas posible”, “los rebrotes continúan” “esto es una guerra contra un
enemigo muy peligroso”. Incluso Bill Gates (sí, Bill Gates), que parece que
sabe muy bien de lo que habla, porque hace cinco años predijo la aparición
de “un brote supercontagioso y mortal de la gripe”, nos avisa de
que el virus “volverá en grandes números en octubre”.
Entonces, ¿qué significa esto? ¿Una vuelta al confinamiento? ¿Una nueva
mortandad? Lo que sí está claro es que se ha generado un clima de miedo
permanente que está deteriorando la salud mental de los ciudadanos,
criminalizando el contacto físico entre las personas y sembrándola desconfianza
entre vecinos y miembros de la sociedad. Un cambio en la forma de relacionarse,
de vivir, hasta de pensar, condicionado por el terror a los virus ocultos en la
Naturaleza. Porque como proclamó una autoridad médica en un medio de
comunicación: “la mayor terrorista es la Naturaleza”.
Y, naturalmente, nos dan motivos para creer en ello. Según una noticia
recogida en los medios de comunicación (30-6-2020):” Investigadores
de China advierten sobre un nuevo virus de la gripe con riesgo de pandemia
humana encontrado en cerdos. Los científicos han encontrado una
nueva cepa de la gripe aviar en cerdos chinos, un virus que podría saltar a los
humanos”. Según un estudio publicado en Proceedings of the National
Academy of Sciences (PNAS), «Posee todas las características esenciales de
estar altamente adaptado para infectar a los humanos«. Parece que
los perversos virus no nos van a dar un respiro. Pero, veamos de que virus se
trata (Me van a disculpar por una cita tan larga, pero nos aporta unas
informaciones y unos argumentos científicos de los que no se puede prescindir,
porque son lo que en terminología académica de alto nivel se denomina “canela
fina”):“El nuevo estudio se centra en un virus de la gripe
denominado G4, que desciende genéticamente de la cepa H1N1, una vieja
conocida que ya provocó una pandemia en 2009, causando la muerte de entre
150.000 y 500.000 personas en todo el mundo. La nueva cepa de gripe es similar
a la gripe porcina de hace 11 años, pero con algunos cambios. Según el
informe, tiene además una combinación única de tres linajes: uno similar a las
cepas encontradas en aves europeas y asiáticas, la cepa H1N1 que causó la
pandemia de 2009 y una H1N1 norteamericana que tiene genes de los virus de
la gripe aviar, humana y porcina. La variante G4
es especialmente preocupante porque su núcleo es un virus de influenza
aviar, al que los humanos no tienen inmunidad, con
fragmentos de cepas de mamíferos mezclados en humanos», ha explicado en la
revista científica Science Edward Holmes, un biólogo de la Universidad de
Sidney que estudia los patógenos”.
Si el SARS CoV2 era sospechoso (más bien imputado), este se puede
calificar de procesado y declarado culpable de manipulación tecnológica y
social, porque su descripción es prácticamente la narración de cómo se fabrican
en laboratorio los virus “quimera”. Pero ¿de qué nos quieren convencer? ¿De qué
mentes brillantes salen estas “explicaciones científicas”? ¿Cómo se pueden
ensamblar espontáneamente en la Naturaleza fragmentos de virus de aves, cerdos,
humanos y “de otros mamíferos”? Aquí les voy a ahorrar un comentario
humorístico porque el tema es lo suficientemente indignante como para bromear.
¿De qué hablan cuando especulan con “descendencia genética” y “linajes” de
virus? ¿De reproducción sexual o asexual de los virus? Resulta, (al menos a mí
me resulta) incomprensible que científicos que saben qué son y cómo son los
virus utilicen estos argumentos. Si intentamos buscar una posible explicación,
tal vez sea que no se puede esperar que alguien comprenda algo cuando su sueldo
depende de que no lo comprenda. Hay otra alternativa, pero es mucho peor: Que
lo comprendan. Que sepan lo que están haciendo. Ellos sabrán los motivos.
Naturaleza terrorista y virus malvados
Pero ¿qué es un virus? Veamos, por ejemplo, la definición del National
Human Genome Research Institute: Un virus es una partícula de código
genético, ADN o ARN, encapsulada en una vesícula de proteínas. Los virus no se
pueden replicar por sí solos. Necesitan infectar células y usar los componentes
de la célula huésped para hacer copias de sí mismos. La definición
tiene dos partes, que es lo habitual: los datos, es decir, lo que es un virus,
una partícula de material genético encapsulado en una vesícula de proteína
(aunque también puede contener lípidos), y que no se pueden replicar por sí
solos. Es decir, en estado libre son absolutamente inertes. Y una
interpretación, que nos informa de que “necesitan infectar células y usar los
componentes de la célula” para hacer copias de sí mismos. La atribución de una
“necesidad” a una partícula inerte se enmarca en el esquema mental de las
delirantes afirmaciones que no nos cansamos de oír a los expertos en los medios
de comunicación sobre las estrategias, la maldad, las intenciones de los
perversos virus. Pero veamos cómo los virus llevan a cabo todas esas maldades.
Resulta que, como es lógico, es la célula, la compleja maquinaria
celular, la que utiliza los componentes de los virus. Esto puede parecer una
herejía para los defensores de la idea de los virus como malvados estrategas,
pero ¿se han parado a pensar por qué unas células determinadas tienen en su
membrana unas moléculas receptoras para atraer a unos virus determinados, con
unas moléculas concretas en su cápsida y que “se anclen” en ellas?
Para comprender los fenómenos biológicos es conveniente ponerlos en un
contexto evolutivo, es decir, intentar comprender por qué son así, por qué
están ahí. Pero antes, creo conveniente advertir a los científicos que hacen
estas interpretaciones de las estrategias, las intenciones y la maldad de los
virus, de que puede que se traten de la consecuencia de la concepción de la
Naturaleza que nos han inculcado en nuestra formación. Una visión sórdida
competitiva y egoísta de dos clérigos anglicanos (Malthus y Darwin) que la
inventaron hace más de doscientos años. La realidad es que los virus han estado
implicados en la evolución de la vida desde su mismo origen.
Pero es un tema largo y complejo de explicar, y no quisiera provocar
algún daño cerebral a mis colegas “más prestigiosos” de la Universidad
española, celosos defensores de la selección “natural”, en el caso de que lean
esto. Así que nos limitaremos, una vez más, a exponer los datos.
Como consecuencia de su papel determinante en la evolución de la vida,
los genomas de los seres vivos están constituidos en su mayor parte por virus
endógenos, es decir virus, fundamentalmente retrovirus, que han ido insertando
sus secuencias genéticas en los cromosomas y sus derivados, los elementos
móviles, secuencias repetidas, “elementos dispersos” cortos y largos, intrones…
Se ha comprobado que algunos virus endógenos (y también algunos elementos
móviles) pueden reconstruir su cápsida y salir de la célula ante algún tipo de
estrés ambiental. Pero veamos, y disculpen la repetición, pero parece
necesaria, cuál es la actividad de los virus endógenos en los genomas.
En los tejidos embrionarios se expresan (participan en el desarrollo)
una multitud de retrovirus endógenos. Como
se puede ver, se expresan en placenta, córtex adrenal, riñones, lengua,
corazón, hígado, y sistema nervioso central, esto último muy interesante, así
como en el resto de los tejidos. Pero veamos en tejidos adultos:
En individuos adultos normales los retrovirus endógenos se
expresan en todos los tejidos confirmando que son componentes
permanentes del transcriptoma humano. Así, por ejemplo, el
virus endógeno llamado virus ERV-3 codifica en su cápsida la sincitina, una
proteína implicada en la formación de la placenta. La neuramidasa, una proteína
implicada en el desarrollo y mantenimiento de la vaina de mielina, es
codificada en la cápsida del virus de la gripe. La glicosil-transferasa (el
glicoma es una parte fundamental del metabolismo celular) es codificada por
virus endógenos. Virus endógenos de la familia de los Baculovirus codifican ADN
ligasa, Ribonucleótidoreductasa 1 y 2, Transactivador global SNF2, Inhibidora
de la apoptosis p35, UDP-glucosiltransferasa, Helicasa, Ubicuitina,
Metiltransferasa. También están implicados en la regulación de muchos otros
genes. Es decir, son genes que participan en el funcionamiento de los tejidos.
Y si a esto le añadimos las actividades
de los virus en el colon y en la superficie de las mucosas,
resulta que los “malvados” virus son absolutamente esenciales para nuestra
existencia.
En definitiva, los virus son, en realidad, “paquetes de información
genética”. Se les podría definir como subrutinas de los procesos de la
vida.
Fabricando enemigos
Entonces, si los virus que tenemos en el organismo son necesarios para
que éste funcione y la inconcebible cantidad de virus que existen en aguas,
suelos y aire están cumpliendo una imprescindible función
ecológica,y no tienen actividad patógena ¿de dónde salen los virus
que están aterrorizando a la Humanidad?
Hagamos un sencillo ejercicio de deducción lógica: Si, para fabricar una
vacuna contra la gripe (que es una respuesta a un estado de estrés o
agotamiento físico o emocional, relacionada con un virus endógeno, que,
recordemos, puede saltar del genoma), cultivamos virus de la gripe humana en
huevos de gallina embrionizados, ¿se puede entender por qué existe una “cepa”
(sí, como en La Rioja) de “la gripe del pollo? Es decir, con mezcla de virus
humanos y de ave. Si recordamos esto:
Se puede entender, entonces, por qué si el Doctor Hillary Koprowsky
produjo una vacuna contra la polio, cultivando el virus (del que hablaremos) en
riñones de chimpancé y macaco, y vacunó a cientos de miles de niños en África
central, aparecieron dos “cepas” del virus del SIDA: la HIV1, híbrida de humano
y chimpancé y la HIV2, híbrida de humano y macaco.
Y, si tenemos en cuenta la forma tan burda con la que se fabricaron las
primeras vacunas víricas, nos podemos imaginar las consecuencias. Porque, ¿y si
los primeros virus identificados y asociados con enfermedades eran, con toda
probabilidad, virus endógenos emitidos por
el órgano o tejido enfermo? Es decir, consecuencia, no causa de la enfermedad.
Veamos de nuevo el caso del “virus de la polio”. La poliomielitis era
una enfermedad muy temida. A diferencia de otras enfermedades infecciosas
relacionadas con la suciedad y la miseria atacaba por igual a ricos y pobres.
En los años 50 se desencadenó una fea competición entre científicos en Estados
unidos por conseguir una vacuna que les diera fama y dinero. Por una parte,
JonasSalk, que desarrolló una vacuna inyectable de supuestos poliovirus también
supuestamente inactivados con formaldehído. Por otra parte, Albert Sabin
desarrolló una vacuna oral utilizando supuestos poliovirus atenuados del mismo
modo. También Hilary Koprowsky, el científico con más patentes de la historia,
se dedicó a fabricar otra en un laboratorio del Congo.
En abril de 1955, más de 200 000 niños en cinco estados del oeste y
medio oeste de EE. UU. Recibieron una vacuna contra la poliomielitis en la que
el proceso de inactivación del virus vivo resultó (lógicamente) ser defectuoso.
En un mes se tuvo que abandonar el primer programa de vacunación masiva.
Investigaciones posteriores revelaron que la vacuna, fabricada por la empresa
familiar con sede en California de Cutter Laboratories, había causado 40 000
casos de polio, dejando a 200 niños con diversos grados de parálisis y matando
a 10. La vacuna había sido elaborada cultivando el supuesto virus de la polio,
un virus obtenido de las heces de un niño sano (hoy se sabe que en las heces de
todos los individuos hay millones de virus) en cerebros de monos.
También se sabe que en los cerebros de mamíferos se expresan distintos virus
endógenos. ¿Fue así como se fabricó el virus que realmente producía polio? ¿Por
hibridación de un “virus entérico” con un virus endógeno del cerebro?
Pero lo más dramático de todo esto es que estudios rigurosamente documentados han puesto de
manifiesto que la polio, como otras enfermedades neurológicas, es producto de
una intoxicación por pesticidas, principalmente DDT, utilizados masivamente en
los cultivos, y que fue su prohibición y no la vacuna lo que terminó con la
epidemia.
Otro caso que comprendo que resulte difícil de asumir, es el de la
viruela, asociada claramente en su origen al hacinamiento y la miseria.
El virus de la viruela (producido por la viruela), conocido como Orthopox
variola, se ha venido cultivando pasando material de la viruela una y
otra vez entre animales y humanos. Algunos de los animales que se han utilizado
para transmitir el actual virus de la vacuna son los conejos, los ratones, las
cabras, los caballos, las ovejas y los humanos. Las actuales vacunas contra la
viruela no contienen virus de la viruela de las vacas o humana, sino un agente
híbrido humano/animal que nunca existió en la naturaleza hasta la
era de la vacunación.
Es decir, hemos (han) estado fabricando virus patógenos donde no los
había. Influidos por una fraudulenta concepción de la Naturaleza en la que
existe una guerra de todos contra todos, poblada de enemigos que acechan
esperando su oportunidad para destruirnos, y por la también fraudulenta “Teoría
microbiana de la enfermedad” de Pasteur, se han cometido errores que han
resultado un desastre para la Humanidad y para el medio ambiente.
Y así una y otra vez, sólo que cada día se fabrican los virus patógenos
de una forma más sofisticada. Pero ya no se puede creer que sea por accidente.
Por ejemplo, si el virus del Ébola es un virus endógeno de mamíferos, es decir,
que funciona en ellos como un gen más. ¿de dónde viene el virus que provoca
esas terribles fiebres hemorrágicas? Ya. De un murciélago “que mordió a un
niño”. Igual que el malvado coronavirus. “De la Naturaleza”. Es como una
pesadilla. Es La doctrina del shock llevada al extremo. Lo han
conseguido utilizando a los virus de laboratorio como herramienta de control
social.
No quisiera resultar grandilocuente o melodramático, ni presionar a
nadie para que participe en una batalla casi perdida de antemano, pero creo que
los biólogos, los que estudiamos, los que amamos la vida, tenemos la obligación
ética de denunciar estos hechos. Y de luchar por construir una Nueva Biología
que nos reconcilie con la Naturaleza. Antes de que sea demasiado tarde.
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