La sociedad
civil y el apoyo a la Monarquía
Quizás muchos monárquicos caen en la trampa de
creer que la Monarquía tiene un problema y no sólo el Rey emérito
Carlos Navarro Antolín
Diario de
Sevilla
07 Agosto,
2020
Son innumerables las peticiones de
audiencia para ir al Palacio de la Zarzuela, como lo son las entidades de muy
diverso tipo que presumen con orgullo del título de real o lo tienen solicitado
y pendiente de concesión. La Monarquía está tradicionalmente asociada al
prestigio, la distinción y la ejemplaridad, aunque la Historia enseñe que de
ninguno de los pecados que se atribuyen a la condición humana están exentos los
reyes. Ninguno. El catedrático Pérez Royo enseña en su manual sobre Derecho
Constitucional que la Monarquía es una institución anacrónica y, por supuesto,
no sujeta a los criterios esenciales de la democracia, pero que los españoles
aceptamos y adaptamos (Monarquía parlamentaria) en la Constitución de 1978. El
propio Felipe VI apostó también por su actualización cuando se casó con una
periodista y no con cualquiera de las princesas europeas entonces solteras. Fue
una apuesta arriesgada que de momento no le ha salido mal. Ahora que don Felipe vive su particular 23-F se echan en falta todos
los juancarlistas y todos esos empresarios que lograron grandes contratos
por el mundo a costa del considerado mejor embajador de España: don Juan
Carlos. ¿Y qué me dicen de tantísimas sociedades, clubes y entidades que
proclaman la realeza en sus títulos? ¿Dónde están las cientos de hermandades de
España que son reales, algunas hasta imperiales? ¿Dónde los clubes de tiro, de
campo, sociedades deportivas en general, entidades en defensa del
automovilista, corporaciones nobiliarias, etcétera? En tiempos de crisis es
cuando se necesita el afecto público. ¿Acaso no son los días en que Felipe VI
necesitaría testimonios de adhesión a la institución? Don Juan Carlos no es ya
el jefe del Estado. Hace seis años que abdicó. Quien se la juega es su hijo.
Quizás el padre debió abandonar el Palacio de la Zarzuela hace tiempo para
poner tierra de por medio, como hizo Benedicto XVI cuando se marchó de las
dependencias papales para no hacer sombra a Francisco, como hacen la mayoría de
los obispos dimisionarios cuando llega el nuevo prelado. No se olvide que el
Rey emérito se ha visto obligado a efectuar una doble salida: de su casa y de
la nación. Su abuelo se fue por Cartagena, su padre sufrió el exilio de Estoril
y dicen que él ha salido de España por el norte de Portugal. De momento las
muestras de apoyo son escasas, tímidas, propias de una sociedad cobardona que tal vez está cayendo en la trampa de confundir
el caso de la falsa princesa despechada y el policía corrupto encarcelado con
el debate sobre la Monarquía. O puede que el silencio se deba a que España en
agosto cierra por vacaciones. Será eso.
***
El regocijo
de la España del niñateo
La Corona no logrará la tranquilidad con el exilio
del emérito. Don Felipe está ante su particular 23-F
Carlos Navarro Antolín
Diario de Sevilla
05 Agosto,
2020
Las ratas están felices en la cubierta
del barco en ausencia del patrón. En España los roedores están empadronados y
hasta cobran sueldos públicos. Los sembradores del odio viven su momento. Están
muy organizados. Tienen su partido político, su estética, sus medios de
comunicación, su jerga, etcétera. La derecha débil y fragmentada les ha dejado
el camino expedito. Se regocijan estos días como si hubieran conseguido una victoria.
Están haciendo su agosto. Son siempre los mismos con los mismos temas:
Monarquía, toros, Iglesia, caza... Aburren con su odio de catálogo, sus
prejuicios, sus complejazos. Suelen tener una característica común: manejan el
don de la palabra, el arte de la oratoria, como buenos fascistas. Tienen argumentos
para justificar lo injustificable y una capacidad de manipulación digna de
estudio. Necesitan siempre el fuego vivo, el volcán en erupción, la polémica
encendida. La ministra de Igualdad, Irene Montero, la de la tartita el día de
su cumpleaños, dice que la actitud del Rey emérito es "indigna". Esta
cenicienta del odio, esta aspirante a princesa del 15-M, esta aficionada a
confundir la deseada igualdad con la perversa ideología de género, encarna a la
perfección hasta qué punto se ha degradado la vida pública. ¡Y pensar que había
quienes despreciaban a Corcuera porque era un electricista que llegó a
ministro! Muy bajo caería España si se deja arrebatar la Monarquía por la
presión de una bancada azul a la que han llegado los niñatos. La indigna es una
ministra que carece de sentido institucional y hasta de mínimas normas de
educación. Hasta el sindicalista Cándido Méndez, poco sospechoso de defender
posiciones conservadoras, censuró las palabras de Montero al afirmar que cuando
se está en un Gobierno hay que ser más prudente. El emérito, llegado el caso,
tendrá que responder ante el juez de todo lo que tenga que responder. Pero hay
que estar muy alertas de que los profesionales del bochinche, los pirómanos de
la opinión pública y del Congreso de los Diputados, los cultivadores de la
crispación, no aprovechen para convencer a los incautos de que el problema es
la Monarquía como institución. El actual Rey, quién se lo iba a decir, se
encuentra ya ante su particular 23-F por la vía de su padre. Nuestros
precedentes de República son para salir corriendo. El abuelo se fue para que no
se derramara una gota más de sangre de ningún español. Y llegaron el caos y la
Guerra Civil. Don Juan Carlos se ha ido para garantizar sosiego al hijo. Pero
este Gobierno no quiere esa calma anhelada. Ni la Corona logrará la
tranquilidad con esta suerte de exilio. La España del niñateo está en la
bancada azul, Señor.
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