viernes, 7 de agosto de 2020

Tiene todo el derecho el señor Carlos Navarro Antolín a expresar desde las hojas del Diario de Sevilla cuanto le llegue en ganas a favor de la monarquía, cosa que a otros se nos niega, contra la monarquía, incluso desde Facebook. Tal que gato panza arriba defiende la corrupción monárquica haciendo un llamamiento para su apoyo, al parecer a todos los "desagradecidos" empresarios y otras entidades deportivas y culturales que no han salido como locos y a partirse el pecho para defender al supuesto delincuente, hasta hoy en paradero desconocido, Juan Carlos I, ex Rey de España. Defender lo que uno crea es lícito. Descalificar, insultar, calumniar y criminalizar a quienes opinen lo contrario, aunque propio del simple mental y del unilateral, esto es del fascista, es cosa distinta. Reconoce Carlos Navarro que a pesar de las virtuosas cualidades con las que aparece la monarquía en toda tierra de garbanzos, la historia lo que viene a demostrar es todo lo contrario: es su esencia corrupta, a pesar de lo cual él proclama y llama a la defensa a ultranza de la monarquía, con lo que demuestra su esencia monárquica, fascista y cinismo. Da la impresión leyendo sus artículos, que para escribir se sienta ante el espejo metiéndose el bolígrafo hasta el mango en la boca para hurgarse la campanilla hasta vomitar, y que los vómitos que ve reflejados en el espejo, que no son sino sus propios vómitos, para a continuación limitarse a traspasarlos al papel como cosa natural que nos atribuye a los no monárquicos. Y es que la monarquía con amigos como el señor Carlos Navarro Antolín no le hacen falta los no monárquicos para ser sustituida por la República. Se cae sola.



La sociedad civil y el apoyo a la Monarquía

Quizás muchos monárquicos caen en la trampa de creer que la Monarquía tiene un problema y no sólo el Rey emérito

Carlos Navarro Antolín
Diario de Sevilla
07 Agosto, 2020

Son innumerables las peticiones de audiencia para ir al Palacio de la Zarzuela, como lo son las entidades de muy diverso tipo que presumen con orgullo del título de real o lo tienen solicitado y pendiente de concesión. La Monarquía está tradicionalmente asociada al prestigio, la distinción y la ejemplaridad, aunque la Historia enseñe que de ninguno de los pecados que se atribuyen a la condición humana están exentos los reyes. Ninguno. El catedrático Pérez Royo enseña en su manual sobre Derecho Constitucional que la Monarquía es una institución anacrónica y, por supuesto, no sujeta a los criterios esenciales de la democracia, pero que los españoles aceptamos y adaptamos (Monarquía parlamentaria) en la Constitución de 1978. El propio Felipe VI apostó también por su actualización cuando se casó con una periodista y no con cualquiera de las princesas europeas entonces solteras. Fue una apuesta arriesgada que de momento no le ha salido mal. Ahora que don Felipe vive su particular 23-F se echan en falta todos los juancarlistas y todos esos empresarios que lograron grandes contratos por el mundo a costa del considerado mejor embajador de España: don Juan Carlos. ¿Y qué me dicen de tantísimas sociedades, clubes y entidades que proclaman la realeza en sus títulos? ¿Dónde están las cientos de hermandades de España que son reales, algunas hasta imperiales? ¿Dónde los clubes de tiro, de campo, sociedades deportivas en general, entidades en defensa del automovilista, corporaciones nobiliarias, etcétera? En tiempos de crisis es cuando se necesita el afecto público. ¿Acaso no son los días en que Felipe VI necesitaría testimonios de adhesión a la institución? Don Juan Carlos no es ya el jefe del Estado. Hace seis años que abdicó. Quien se la juega es su hijo. Quizás el padre debió abandonar el Palacio de la Zarzuela hace tiempo para poner tierra de por medio, como hizo Benedicto XVI cuando se marchó de las dependencias papales para no hacer sombra a Francisco, como hacen la mayoría de los obispos dimisionarios cuando llega el nuevo prelado. No se olvide que el Rey emérito se ha visto obligado a efectuar una doble salida: de su casa y de la nación. Su abuelo se fue por Cartagena, su padre sufrió el exilio de Estoril y dicen que él ha salido de España por el norte de Portugal. De momento las muestras de apoyo son escasas, tímidas, propias de una sociedad cobardona que tal vez está cayendo en la trampa de confundir el caso de la falsa princesa despechada y el policía corrupto encarcelado con el debate sobre la Monarquía. O puede que el silencio se deba a que España en agosto cierra por vacaciones. Será eso.
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El regocijo de la España del niñateo
La Corona no logrará la tranquilidad con el exilio del emérito. Don Felipe está ante su particular 23-F

Carlos Navarro Antolín
Diario de Sevilla
05 Agosto, 2020 

Las ratas están felices en la cubierta del barco en ausencia del patrón. En España los roedores están empadronados y hasta cobran sueldos públicos. Los sembradores del odio viven su momento. Están muy organizados. Tienen su partido político, su estética, sus medios de comunicación, su jerga, etcétera. La derecha débil y fragmentada les ha dejado el camino expedito. Se regocijan estos días como si hubieran conseguido una victoria. Están haciendo su agosto. Son siempre los mismos con los mismos temas: Monarquía, toros, Iglesia, caza... Aburren con su odio de catálogo, sus prejuicios, sus complejazos. Suelen tener una característica común: manejan el don de la palabra, el arte de la oratoria, como buenos fascistas. Tienen argumentos para justificar lo injustificable y una capacidad de manipulación digna de estudio. Necesitan siempre el fuego vivo, el volcán en erupción, la polémica encendida. La ministra de Igualdad, Irene Montero, la de la tartita el día de su cumpleaños, dice que la actitud del Rey emérito es "indigna". Esta cenicienta del odio, esta aspirante a princesa del 15-M, esta aficionada a confundir la deseada igualdad con la perversa ideología de género, encarna a la perfección hasta qué punto se ha degradado la vida pública. ¡Y pensar que había quienes despreciaban a Corcuera porque era un electricista que llegó a ministro! Muy bajo caería España si se deja arrebatar la Monarquía por la presión de una bancada azul a la que han llegado los niñatos. La indigna es una ministra que carece de sentido institucional y hasta de mínimas normas de educación. Hasta el sindicalista Cándido Méndez, poco sospechoso de defender posiciones conservadoras, censuró las palabras de Montero al afirmar que cuando se está en un Gobierno hay que ser más prudente. El emérito, llegado el caso, tendrá que responder ante el juez de todo lo que tenga que responder. Pero hay que estar muy alertas de que los profesionales del bochinche, los pirómanos de la opinión pública y del Congreso de los Diputados, los cultivadores de la crispación, no aprovechen para convencer a los incautos de que el problema es la Monarquía como institución. El actual Rey, quién se lo iba a decir, se encuentra ya ante su particular 23-F por la vía de su padre. Nuestros precedentes de República son para salir corriendo. El abuelo se fue para que no se derramara una gota más de sangre de ningún español. Y llegaron el caos y la Guerra Civil. Don Juan Carlos se ha ido para garantizar sosiego al hijo. Pero este Gobierno no quiere esa calma anhelada. Ni la Corona logrará la tranquilidad con esta suerte de exilio. La España del niñateo está en la bancada azul, Señor.


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