¿Quiénes se
benefician de la crisis en Ucrania?
DIARIO
OCTUBRE / febrero 26, 2022
New Haven, Estados Unidos (Prensa Latina).— En el
conflicto de Ucrania se conjugan factores como la pretensión de debilitamiento
o destrucción de Rusia por parte de potencias occidentales encabezadas por
Estados Unidos, que quieren mantener un imposible mundo unipolar, la extensión
de la OTAN hasta los confines del este de Europa, y también elementos de tipo
económico y ganancial.
Por José R. Oro, ingeniero cubano residente en EEUU, colaborador de
Prensa Latina
Dentro
del campo de la rapiña económica, dos componentes importantes son el continuar
dedicando inmensas cuantías de dinero al Complejo Militar Industrial; y el otro
que se vuelve cada día más evidente en las incesantes amenazas de la
administración de Joe Biden a Rusia, el deseo de los productores de energía
estadounidenses de invadir los mercados europeos con gas natural de fracking.
Los
medios canallas saturan al mundo de especulaciones sobre la intención rusa de
anexar Ucrania y especulan de la forma más ridícula sobre el supuesto deseo de
Moscú de congelar Europa cortando el suministro de gas, pero muy pocos
reporteros en los medios corporativos preguntan quién se beneficiará económicamente
del enfrentamiento en el este de Europa.
Porque
la respuesta a esta pregunta revela claramente que la fuente del conflicto no
es Rusia.
Al
ensamblar algunas piezas del rompecabezas, comienzan a surgir algunos ganadores
claros en la crisis de Ucrania, haya un conflicto limitado u “operación
especial” como hasta ahora o una guerra real a gran escala: las corporaciones
multinacionales de gas y petróleo.
Y
parecería que esta industria encontró al vocero más poderoso del mundo para
representar sus intereses: el gobierno de los Estados Unidos y el seráfico
presidente Biden, cuyo hijo Hunter Biden y Burisma Holdings (el mayor productor
ucraniano de gas), son como decimos en Cuba “uña y carne”.
Chevron,
ExxonMobil, Shell y varias más, junto a cientos de contratistas de perforación
y suplidores de equipos que trabajan con ellos, quieren aumentar enormemente
las exportaciones a una Europa sedienta de gas, pero Rusia y su empresa estatal
Gazprom se interponen en el camino.
Actualmente,
el gas natural ruso representa más del 30 por ciento de todas las importaciones
a la Unión Europea. Las principales potencias de la UE, Alemania y Francia,
obtienen el 40 por ciento de su gas de Rusia, mientras que otros países, como
la República Checa y Rumanía, utilizan únicamente el de la nación euroasiática.
Para
desalojar a la competencia y hacerse con una mayor o total cuota de mercado,
las multinacionales necesitan frenar el abastecimiento de gas procedente del
este.
El
mercado ¿libre?
Los
precios del mercado mundial del petróleo y del gas natural se dispararon en los
últimos meses y sobre todo recientes días, impulsados por varios factores:
demanda récord en Europa y Asia a medida que la industria manufacturera se va
recuperando un poco de la pandemia, oferta limitada, ya que algunas de estas
instalaciones solo comienzan a volver a funcionar.
Reservas
de los productos almacenados bastante agotadas debido a un largo y frío
invierno de 2020 y ahora 2021-22, y el alejamiento de países como China y
Alemania de los combustibles fósiles más sucios como el carbón y la siempre
impopular energía nuclear.
Los
productores de Estados Unidos quieren participar y controlar esa bonanza,
especialmente en Europa, donde los precios del gas se quintuplicaron en 2021 y
ahora con las acciones militares en Ucrania van a ir por los techos.
Estados
Unidos es el mayor productor de gas del mundo y extrae más del suelo cada día.
Ese ha sido el caso desde 2005, cuando la producción, que había sido nivelada
durante décadas, se incrementó notablemente.
Producción anual de gas en los Estados Unidos, en
miles de millones de pies cúbicos por día
Rebosantes
de gas, las corporaciones estadounidenses en nuestros días miran cada vez más a
Europa como un cliente, y el gobierno de los Estados Unidos actuó con tanto
entusiasmo como maldad como un activo vendedor de ellas.
Gracias
a un acuerdo de 2018 concluido entre el gobierno de Trump y la UE, las ventas
de gas de Estados Unidos a Europa aumentaron constantemente, del 16 por ciento
en 2019 al 28 por ciento a finales de 2021.
Sin
embargo, hay un problema que podría limitar el crecimiento: el gas natural
estadounidense es caro, bastante más que el de Rusia. El fracking hidráulico
aumenta sustancialmente los costos de producción.
Además,
para poder exportarlo a clientes internacionales, el gas estadounidense debe
licuarse y cargarse/descargarse en buques cisterna en costosas terminales
especializadas.
Convertir
el gas de esquisto fracturado en gas natural licuado (GNL) puede más que
duplicar el costo para las empresas estadounidenses, lo que las coloca en
desventaja frente al gas ruso barato que viaja a través de gasoductos.
El
proyecto de gasoducto internacional, conocido como Nord Stream 2, es
particularmente amenazante para las ventas de estas multinacionales. Construido
conjuntamente por Alemania y Rusia bajo el mar Báltico, proporcionaría un
acceso fácil y asequible al gas para la UE. Para Rusia, es un medio garantizado
de acceder a sus mayores compradores. Tanto para la UE como para Rusia, Nord
Stream 2 significa proveer y recibir ingentes cantidades de gas a bajo costo.
Una vez que esté operativo, transportará más del doble de la cantidad de gas
ruso que actualmente fluye hacia Europa. Por eso había que parar a esta inmensa
obra de ingeniería a como diera lugar. Guerra para los imperialistas es siempre
la primera opción.
Una
crisis conveniente para el gran capital
Qué
conveniente entonces que las tensiones entre Estados Unidos y su aliado
ucraniano por un lado y Rusia por el otro se intensificaran justo cuando se
estaban dando los toques finales al Nord Stream 2 a finales de 2021.
Con
sus propios ingresos por oleoductos en problemas, el gobierno de Ucrania
presionó a Washington durante todo el verano del año pasado para imponer
sanciones a Nord Stream 2 y las empresas alemanas y rusas detrás de él.
El
Congreso de los Estados Unidos, dominado por los demócratas, se alineó con los
gobernantes de Ucrania, introduciendo las sanciones deseadas en el proyecto de
ley de gastos de defensa (presupuesto militar).
El
presidente Biden, sabiendo que sus aliados europeos se oponían firmemente a
cualquier cosa que amenazara sus suministros de energía y que la
infraestructura simplemente no estaba en su lugar a ambos lados del Atlántico
para llenar el vacío dejado por una caída repentina en el suministro de gas
ruso, dijo que no aprobaría las sanciones contra Nord Stream 2. Pero una cosa
es decir y otra, hacer.
Tanto
los legisladores republicanos como los demócratas en el Congreso retrocedieron,
y presentaron las sanciones como una forma de “disuadir la agresión rusa contra
Ucrania ”.
El
ultraconservador senador cubanoamericano Ted Cruz, de Texas, quien representa
al principal estado productor de gas por fracking en los Estados Unidos y es el
primer beneficiario de donaciones para su campaña electoral de esa industria,
ha sido uno de los defensores más fuertes de las sanciones contra Rusia.
Las
interminables advertencias de una invasión rusa «inminente» y el envío de
tropas y armas de la OTAN a Europa del Este dieron finalmente el “resultado
apetecido” por Estados Unidos y la OTAN.
Con
la seguridad energética de Europa puesta en peligro por la acción militar rusa,
¿quién está lista para prestar ayuda? Nada menos que la industria del gas
estadounidense, por supuesto.
¿Estratagema
de ganancias?
Entonces,
¿es todo el asunto de Ucrania simplemente un plan para proteger y aumentar las
ganancias de los productores de gas natural de Estados Unidos?
La
crisis no fue provocada únicamente por las ventas de gas. Eso sería una
simplificación excesiva de una situación muy compleja con raíces históricas que
se remontan mucho antes de que comenzara el auge del fracking en los Estados
Unidos.
Estados
Unidos y la OTAN están involucrados en una campaña contra Rusia desde la década
de 1940. La OTAN se fundó como una alianza militar para atacar a la Unión
Soviética, un instrumento para promover los intereses imperiales de Washington
en Europa y contener el crecimiento del socialismo en el continente.
Cuando
cayó la URSS y la causa anticomunista perdió su razón de ser, Occidente
aprovechó la debilidad de Rusia para desplegar su poderío armado hasta las
fronteras de ese país. A medida que se reconstruía, la nueva lógica se
convirtió en la “contención” de una Rusia supuestamente agresiva.
El
esfuerzo por poner a Ucrania, la segunda en importancia entre 15 repúblicas de
la antigua URSS, bajo el control militar de los Estados Unidos, e instalar
misiles nucleares a cinco-seis minutos de vuelo de Moscú, sigue siendo el
centro de la crisis en Europa del Este.
Las
demandas claves e irrenunciables de seguridad de Rusia aún giran en torno a ese
tema. Que Ucrania se convierta en una nación nuclear es también inaceptable por
completo.
Pero
los deseos de la poderosa industria del petróleo y el gas en los Estados Unidos
agregaron un factor de gran complicación a la ecuación. Hay una conveniente
confluencia de objetivos geopolíticos imperialistas e intereses económicos
capitalistas en acción.
Y
salvo un Armagedón nuclear total entre Estados Unidos y Rusia, algunas personas
saldrán victoriosas pase lo que pase. No olvidemos el nombre de Hunter Biden, y
tampoco el de otros “pejes” como Rudy Giuliani et al.
La
apuesta de los gigantes del gas de Estados Unidos es que Europa occidental se
una de inmediato a Washington para sancionar de la forma más severa a Rusia, y
que Alemania desconecte “para siempre” el Nord Stream 2.
De
la noche a la mañana, las ventas de gas en Estados Unidos tendrían que aumentar
para que Europa no se congele. Incluso más barcos estadounidenses zarparían
hacia puertos europeos transportando GNL y regresarían cargados de ganancias.
Para los productores norteamericanos de gas y petróleo, la situación es
beneficiosa siempre que haya guerra.
FUENTE: prensa-latina.cu
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