domingo, 3 de noviembre de 2019

EL SEÑOR PIKETTY DEMUESTRA LO QUE HACE MÁS DE SIGLO Y MEDIO DEMOSTRÓ MARX. LO QUE NO DEJA DE SER MÉRITO PARA EL SEÑOR PIKETTY QUE RECIBA DINEROTES Y PRESTIGIO POR DESCUBRIR LO QUE YA ESTABA DESCUBIERTO. Y CLARO, NI DE IZQUIERDAS NI DE DERECHAS, Y ASÍ NOS VA A LAS CLASES TRABAJADORAS. PERO TAMPOCO NOS TENEMOS QUE DESANIMAR, QUE COMO TODO LO QUE PUEDE EMPEORAR EMPEORA, EMPEORARÁN NUESTRAS CONDICIONES DE VIDA MIENTRAS ESTEMOS SENTADO DICIEDO: AQUÍ TE ESPERO COMIENDO UN HUEVO


A las cosas le podemos llamar como se nos pase por la pirula, pero el pan se va a seguir llamando pan y la mona se va a quedar siendo mona. Al capitalismo le podemos atribuir cuantas cosas queramos, y si queremos hasta nos podemos quedar sin respieración liándonos a desclificarlo en la posición de tumbados panza arriba, peor el capitlaismo (el modo de producción capitalista) es un modo de producción histórico que como todos los anteriores: nacieron, se desarrolalron y se extinguieron. ¿Hay alguna razón estratósferica-radiofónica del más allá o del más acá para que al capitalismo no le suceda el socialismo como modo de producción mas desarrollado y justo que el capitalismo (el del PSOE no, que estamos hablando enserio)?, cuando las condicones objetivas e históricas  para ello están onhetivamente dadas.

El capitalismo ni esta podrido ni va a dejar de esatrlo porque la noción de podredumbre no es aplicable al capitalismo. Podriadas están las instituciones que le han dado soporte material al sistema capitalista, desde la escuela que no enseña, sino que amaestra, hasta la universidad, la política, los partidos, los medios de comunicación principales, etc.
Para llegar a las conclusiones que llegó Marx acerca de al creación de las desigualdades que son inherentes al sistema capitalista no hace falta leerle. De hecho, el señor Piketty reconoce no haber leido a Marx. A este hay que leerle (cosa que no se hace en las universidades) para comprender la ciencia del materialismo histórico, establecida por Marx, y para entender la filosofia del materialismo dialéctico, abierta tambien por Marx, y leído a ESTE se entiende perfectamente que el pleno desarrollo del modo de producción capitalista lo logra en 2008, con su sorrespondiente crisis (DE LA QUE YA NO SE SALDRÁ DENTRO DE LOS PARAMETROS CAPITALISTAS) y a partir de ahí se ABRE LA NUEVA FORMA DE CAPITALISMO DE FASCISMO FINANCIERO durará hasta que el capitalismo sea sustituido por el socialismo en 10, 40, 70, 100, 150... años (este será el periodo de sufrimiento y miserias que nos espera y que provocarán lso capitalistas y sus capataces antes de perder el poder que no les corresponde, porque la riqueza la produce el trabajo y no el capital).

Ha sido pura coincidencia la aparición de esta reseña del señor Piketty que comento y la publicación de un artículo mío en la Revista El Pollo Urbano de Zaragoza (Reporducido hoy mismo en este mismo sitio) en el que se demuestra la inviabilidad material del capitalismo a partir de un determiando momento, concretamente, 2008, el capitalismo se convierte en materialemnete inviable, lo que por razones igualmente históricas ha de ser sustitido por el socialismo (Esto no tiene absolutamente nada que ver con el PSOE actual). La demostración del camino que conduce a esta conclusión, y que yo utilizo en mi artículo, no es invención mía, sino de Marx, y a esta conclusión  de mediados del siglo XIX es a la que llega el señor Piketty, eso sí, sin que el señor Piketty haya llegado a la mitad de la suela del zapato del descubrimiento de Marx, porque este no sólo describe el problema (que es lo unico que hace Piketty, descubcrir el problema), sino que señala el camino de su solución: el materialsimo dialéctico.

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comentarios sobre lo nuevo de Thomas Piketty
Algo huele a podrido en el capitalismo

Rebelión
La izquierda diario
02.11.2019

Con Capital e ideología, Thomas Piketty dobla la apuesta de su obra magna El capital en el siglo XXI, elaborando sobre las dinámicas políticas e ideológicas que produjeron en todo el planeta sociedades crecientemente desiguales.

  
Fotomontaje: Juan Atacho

En 2013, Thomas Piketty se convirtió en best seller con El capital en el siglo XXI , un libro de más de mil páginas que desmenuzaba la evolución de los patrimonios y de la desigualdad en las últimas dos décadas a nivel mundial. Pocas veces visto que un libro de economía se convirtiera en tamaño fenómeno editorial. El logro resultó doblemente llamativo porque se trataba además de un volumen bastante denso, a pesar de que el autor lo amenizara con abundantes citas de novelas de Jane Austen y Honoré de Balzac. Esto no solo por la cantidad de páginas, sino por la relativa aridez de la cuestión tratada. 

La tesis central del libro estaba construida a partir de la relación entre dos variables (el crecimiento de la economía versus la retribución al capital) y presentaba numerosas series sobre la participación relativa en la riqueza de las naciones de los distintos sectores de la población, incluyendo también el tratamiento de la distribución del ingreso, los efectos del desarrollo tecnológico esta última, propuestas de modificación progresiva de los impuestos, y un largo etcétera. Pero, de manera impensada, se transformó en un catalizador para poner sobre el tapete la cuestión más incomoda en la economía que seguía atravesando los efectos de la crisis que produjo el desplome de la burbuja inmobiliaria en EE. UU. y la quiebra de Lehman Brothers: el pronunciado aumento de la desigualdad en las últimas décadas . Piketty le puso nombre y apellido a un malestar que se venía incubando, desde antes de la crisis, ya que se trata de una tendencia que se viene ahondando desde los años ‘80. No es un tema del que nadie hubiera hablado. Por el contrario, numerosos marxistas y también economistas heterodoxos habían tratado el tema en profundidad. Pero esta vez era un economista salido del propio mainstream el que proveía “una explicación del agravamiento de la desigualdad desde el mainstream neoclásico”, como señalaba a propósito del libro el poskeynesiano Thomas Palley. El enfant terrible de la academia francesa volvía contra sí misma las herramientas conceptuales de la economía ortodoxa, para mostrar que contrariando el mundo idílico de la vulgata económica en el cual los individuos maximizadores producen equilibrios generales de óptimo bienestar, la acumulación de riqueza se profundizaba y con ella la desigualdad volvía a ser en el siglo XXI igual que en los años de la Europa de la Belle Époque , guiada por la persecución de los rendimientos patrimoniales y favorecida por la concentración del ingreso en los estratos más altos. 

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