Parecía imposible. Pero pasó.
DIARIO OCTUBRE / noviembre 17, 2019
Darío Herchhoren .— En este
«corsi y recorsi» de que hablaba Gramsci la realidad de Latinoamérica hay que mirarla
como un todo para poder entender por qué ocurren las cosas que ocurren. Parecía
que Evo Morales era o iba a ser eterno, pero cayó ante la coyunda fascista que
recorre el continente con los Bolsonaro, los Iván Duque y los Piñera. Como en
un contrapunto; a cada triunfo popular se corresponde con una respuesta del
fascismo. Ante el triunfo popular en Argentina, un golpe contra el pueblo
boliviano, ante la liberación de Lula, el aumento de la represión
en Chile.
Parece que la consigna es ahogar al futuro gobierno
popular en Argentina y ello surge fácilmente de mirar un mapa. En efecto,
Argentina tiene a su lado a un gobierno fascista en Chile, al noreste a Brasil,
en manos de otro fascista como Bolsonaro, y ahora tendrá al noroeste, a otro
gobierno fascista en Bolivia. Solo falta que en Uruguay gane las elecciones la
derecha en la segunda vuelta.
Todos estos datos indican que Evo Morales, no calculó
bien sus fuerzas, y pensó que las urnas le iban a dar no solo el gobierno sino
el poder. Y resultó que las urnas se le están convirtiendo en urnas funerarias,
que serán llenadas con los cadáveres de todos aquellos que se opongan en
Bolivia a lo que se viene ahora. Seguramente se desatará una gran represión a
cargo del ejército, habrá un baño de sangre, y el pueblo humilde de Bolivia que
fue favorecido por los gobiernos de Evo Morales perderá todo lo conquistado.
Será un calco de lo ocurrido en Chile luego del golpe de Pinochet.
Quiero recordar que la historia reciente de Bolivia
pasó por un episodio similar pero al revés. En efecto, en 1952, el Movimiento
Nacionalista Revolucionario a cuyo frente estaban Victor Paz Estenssoro, un
abogado que se acercó a los mineros y Juan Lechín, líder sindical de la
Central Obrera Boliviana (COB), consiguieron con la ayuda de Perón acabar con
el gobierno de la «rosca del estaño», y una de las primeras medidas que tomaron
fue la creación de milicias populares encuadradas militarmente y bien armadas,
y la disolución del ejército, que siempre había sido el sostén de los gobiernos
de la rosca.
El poder de la oligarquía fue minimizado por el
gobierno de Evo, que confió en que las elecciones eran el camino para lograr
cambiar la historia de Bolivia, y en un principio, y durante todos estos años
los hechos parecían darle la razón. Pero hay algo perverso en la oligarquía y
es que se llena la boca de democracia en cuanto le sirva a ella, y es
enormemente cruel y despiadada cuando se trata de cuidar y conservar sus
intereses. ¿Cómo es posible que un líder experimentado como Evo confíe en una
misión de la OEA, cuando sabe que la OEA es solo el brazo del imperio? La
ingenuidad en política se paga a un precio muy alto y este error le costará al
pueblo boliviano luto y sangre. Ahora es cuestión de salvarle la vida a Evo,
cuya casa, por cierto muy humilde ha sido saqueda esta madrugada, y la casa de
su hermana ha sido incendiada.
El odio al indio de la oligarquía cruceña y su
negativa absoluta a acatar los resultados de las elecciones, salvo cuando les
favorecen, han hecho su labor. Ahora toca organizar la resistencia. Costará
mucho y muchos militantes serán salvajemente torturados y muertos. Una larga
noche espera a los bolivianos.
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