jueves, 7 de septiembre de 2023

Trastornos del nacionalismo Slavoj Žižek

 

En Israel el pacto social se está fracturando bajo el peso de la historia y desacuerdos sobre la identidad nacional. Estas condiciones se prestan a una retórica cada vez más absurda, que habla de los miedos y preocupaciones más profundos de la gente.


Trastornos del nacionalismo

 

Slavoj Žižek

El Viejo Topo

7 septiembre, 2023 

 


Cuando el contrato social de un país se resquebraja, las condiciones se vuelven propicias para que circulen rumores y absurdos. Incluso cuando estos son escandalosos y obviamente sin sentido, pueden dar expresión a los miedos y prejuicios más profundos de un pueblo.

Tal es el caso hoy en Rusia, donde Sergei Markov, antiguo asesor del Presidente Vladimir Putin, ha advertido de que Ucrania está creando «supersoldados homosexuales» para hacer la guerra contra su país: «Los teóricos militares y los historiadores saben cuál era el ejército más fuerte de Grecia, ¿recuerdan? Los espartanos. Estaban unidos por una hermandad homosexual. Eran todos homosexuales. Ésa era la política de sus dirigentes. Creo que están planeando lo mismo para las Fuerzas Armadas de Ucrania».

Por supuesto, esta mezcla de homofobia, historia falsa e ideas de supersoldados inspiradas en los cómics de Marvel indica que Markov no está interesado en fomentar el pensamiento crítico y el análisis razonado. No importa: por lo visto, esas declaraciones idiotas tienen eco al menos en algunos segmentos importantes de la sociedad rusa.

El mismo desvarío se aplica cada vez más a los recuerdos históricos rusos de los principales traumas y crímenes nacionales. En una ceremonia celebrada recientemente en Velikiye Luki, en la región rusa de Pskov, un sacerdote conocido como el «Padre Antonio» roció con agua bendita una estatua de Stalin de más de seis metros. Aunque «la Iglesia sufrió» durante el largo reinado de terror de Stalin, observó, los rusos de hoy deberían estar agradecidos por tener tantos «nuevos mártires y confesores rusos a los que ahora rezamos y que nos están ayudando en el resurgimiento de nuestra Madre Patria».

Un razonamiento tan perverso está a un paso de argumentar que los judíos deberían estar agradecidos a Hitler por abrir el camino al Estado de Israel. De hecho, precisamente eso ya ha ocurrido efectivamente. Según una investigación realizada en 2019 por el Canal 13 de noticias de Israel, los rabinos enseñan a los futuros oficiales del ejército israelí en la escuela de preparación militar Bnei David, financiada por el Estado, que:

«El Holocausto no consistió en matar a los judíos. Tonterías. Y que fuera sistemático e ideológico lo hace más moral que el asesinato al azar. Humanismo, cultura secular —eso es el Holocausto. El verdadero Holocausto es el pluralismo. La lógica nazi era internamente consistente. Hitler decía que un determinado grupo de la sociedad es la causa de todo el mal del mundo y que, por lo tanto, debe ser exterminado … Durante años, Dios ha estado gritando que la Diáspora ha terminado pero los judíos no obedecen. Ésa es su enfermedad que el Holocausto debe curar… Hitler era el más justo. Por supuesto que tenía razón en cada palabra que decía. Su ideología era correcta… El único error [de los nazis] fue quién estaba en cada bando».

La lección no acaba aquí. Los alumnos también aprenden que:

«Con la ayuda de Dios, volverá la esclavitud. Los no judíos querrán ser nuestros esclavos. Esta gente que nos rodea tiene problemas genéticos. Pregúntale a un árabe promedio qué quiere ser. Quiere estar bajo ocupación … No saben cómo dirigir un país ni nada … Sí, somos racistas. Creemos en el racismo. Las razas tienen características genéticas. Así que debemos pensar en cómo ayudarles».

Sin duda, esta retórica extrema sólo cuenta con el apoyo abierto de una minoría religiosa minúscula y fanática. Y, sin embargo, deja entrever la premisa subyacente a las políticas del actual gobierno de extrema derecha en Cisjordania. Comparar la situación de Israel y sus territorios ocupados con la Alemania nazi puede parecer una exageración ridícula, y si un no-judío hace esta comparación, se le tacha al instante de antisemita; pero si lo hacen destacadas figuras judías, hay que escucharlas. Cuando una sociedad se ha envuelto en capas de tendenciosa autojustificación, hace falta gente de dentro para retirar la mortaja.

Consideremos el caso de Amiram Levin, antiguo jefe del Mando Norte de las Fuerzas de Defensa de Israel. En declaraciones recientes a la radiotelevisión pública israelí sobre la situación en Cisjordania, afirma que «allí no ha habido democracia en 57 años, hay un apartheid total … las FDI, que se ven obligadas a ejercer la soberanía allí, se están pudriendo desde dentro. Se mantienen al margen, miran a los alborotadores colonos y están empezando a ser cómplices de crímenes de guerra».

Cuando se le pidió que diera más detalles, Levin invocó la Alemania nazi: «Es duro para nosotros decirlo, pero es la verdad. Paseen por Hebrón, miren las calles. Calles por las que ya no se permite pasar a los árabes, sólo a los judíos. Eso es exactamente lo que ocurrió allí, en ese país oscuro».

Que un general retirado de las Fuerzas de Defensa de Israel pueda llegar a semejante conclusión no sólo demuestra su extraordinaria postura ética, sino también lo mal que han ido las cosas allí. Pero mientras haya israelíes como Levin, hay esperanza, porque sólo con la solidaridad y el apoyo de gente como él tienen una oportunidad los palestinos de Cisjordania.

Hoy en día, tanto en Rusia como en Israel, el pacto social se está fracturando bajo el peso del colonialismo y los desacuerdos fundamentales sobre los principios fundacionales. Estas condiciones se prestan a formas de racionalización cada vez más absurdas y extremas. Pero que se pueda inventar una razón para hacer algo no significa que se deba hacer. Cuando las sociedades se fragmentan, resistirse a las razones equivocadas suele requerir más fuerza que seguir las razones correctas.

FuenteProject Syndicate.

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