La sequía
española es la gran oportunidad de los hijos de puta
DIARIO DE OCTUBRE / mayo 6, 2023
En agosto de 2005, el huracán Katrina desoló el
interior de Estados Unidos provocando más de 1300 víctimas y una migración de
centenares de miles de personas. El llamado «tercer mundo» ingresó en los
Estados Unidos, y para el diario Wall Street Journal, esto era una «ventana de
oportunidades» para reformar drásticamente el sistema de protección social en
las zonas afectadas, donde empresas de primera línea podrían hacer grandes
negocios con la gestión de determinados servicios públicos.
La
sequía que padece la geografía española (inducida o no) recorre los mismos
derroteros que aquella funesta experiencia, y los fondos Next Generation de la
Unión Europea son el instrumento para que un bien esencial para el desarrollo
humano sea convertido, bajo el paraguas de la eficiencia y la sostenibilidad,
en un bien de pago. De hecho, el plan de recuperación español auspiciado por la
UE aboga precisamente por una «digitalización» del ciclo del agua, similar al
que ya ha sido incorporado en el negocio de la electricidad.
Entendido
el negocio del agua como la suma de productos, canales de distribución,
concesiones y puntos de venta, empresas españolas como Sacyr, con su proyecto
SOS Agua, se han erigido en «facilitadoras» del acceso a este recurso.
La
Comisión Europea impulsó en el año 2003 la creación de Water Europe, un grupo
de presión encargado de asesorar a los Estados miembros y a sus
administraciones en lo que ellos llaman «agua inteligente» y que tienen cuatro
objetivos: reducir un 50% las fuentes de extracción de agua; agregarle valor
como commodity; añadir competitividad al mercado del agua europeo y «garantizar
a largo plazo la estabilidad y la sostenibilidad de los acuíferos y las
diferentes fuentes de obtención de agua».
Es
decir, el patrón es convertir el agua en un bien escaso que motive la
incautación de regadíos, la distribución de contadores, el abono de precios
libres en función de la oferta y la demanda, así como el necesario cambio
cultural español en torno a este recurso, hasta ahora más o menos convencido de
la generosidad en su acceso.
Para
ello apuestan por «soluciones digitales y modelos de buen gobierno corporativo
y de negocio que contribuyan a resolver, con objetivos sostenibles, el desafío
de unas sociedades inteligentes en las que los recursos del agua estén
plenamente garantizados y su demanda, satisfecha”, afirman en su web.
Water
Europe es el ejemplo más claro de eso que se viene a llamar «colaboración
público privada», es decir, un grupo de empresas líderes que promueven a una
serie de «especialistas» distribuidos en organismos, confederaciones
hidrográficas y administraciones públicas y que no se sabe nunca para quién
trabajan. Corporaciones punteras como Suez, Veolia, Acciona o Coca-Cola son las
empresas que están detrás de este lobby.
El
paulatino acceso de «empresas gestoras» en las concesiones de agua potable a
partir del año 2000 se ha ido naturalizando, y la evolución del sector (que es
normalmente el anticipo de las regulaciones por venir) augura un próspero
negocio en la «gestión eficiente».
Durante
los gobiernos de Jose Luís Rodríguez Zapatero se introdujeron en España
profundos cambios en la antigua Ley de Aguas, limitando los derechos e
introduciendo el mercado del agua, así como se introdujo el llamado «Plan
Hidrológico Nacional» y la Directiva Marco Europea, que fue una silenciosa pero
contundente privatización de los recursos hídricos.
El
concepto de esta reforma era que recaudando por consumo de agua se
repercutirían los ingresos en la mejora de la infraestructura, evitando así los
efectos de sequías prolongadas. Y podría pensarse que el objetivo fracasó, pero
no es así.
En
efecto, se han reducido notablemente las fuentes de extracción y la sequía,
entendida ya no como anomalía del clima, sino como concepto político, se ha
instalado en la población española, y la idea del «racionamiento», la «gestión
eficiente» (de pago) y los «límites de acceso» están cada vez más asumidos.
Franklin
Roosvelt definió al dictador nicaragüense Anastasio Somoza como «nuestro hijo
de puta, trabaja para nosotros». Quienes diseñaron esta política hídrica son
los hijos de puta que están haciendo cola en los despachos oficiales para
llevarse alguna concesión hídrica o de infraestructura, y que seguramente
fueron los que colocaron a otros como ellos a cargo de esos despachos.
Los
efectos de esa sequía políticamente inducida los estamos viendo en el precio de
los alimentos y en todo aquello que repercute en el bienestar general, que ya
no es general, sino de pago. Y animamos a los lectores a que busquen en sus
municipios quienes serán los encargados de «gestionar» el racionamiento hídrico
previsto para este verano.
FUENTE: mpr21.info
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