El
alza de los tipos de interés y su repercusión en las hipotecas anuncia una
nueva ola de desahucios y agobios en las familias, ya golpeadas por el
imparable aumento de precio de los alimentos y la desvergüenza de los precios
de la energía.
¿Hacia una nueva crisis hipotecaria?
El Viejo Topo
22 febrero, 2023
Banco Central Europeo se pronuncia y todos temblamos. El oráculo predice, usando a Luis de Guindos e Isabel Shnabel como sus pitonisos. La ex empleada del Deutsche Bank y actual miembro del Comité ejecutivo del BCE reconocía lo que es evidente para cualquiera: “el endurecimiento de la política monetaria sin precedentes, destinado a controlar la inflación, ha tenido poco efecto”. La inflación en la zona Euro alcanzó el 8,5%[1], cuando el objetivo estipulado era del 2%.[2].
La directiva
del BCE se atrevió a realizar un vaticinio: “El crecimiento de los precios
que paga el consumidor aún tiene impulso, con un nivel de inflación subyacente
extraordinariamente alto”. Todo eso lo dijo tras la nueva subida de los
tipos de interés en un 0.25% que puso el precio del dinero en el 3%. La
consecuencia son las ya conocidas: más subidas de las hipotecas, mayor
endurecimiento de los préstamos, más paro y mayor contracción económica. Desde
su óptica neoliberal, el BCE carece de alternativas. Lo más grave es que ni
valoran otras propuestas. Dado el fracaso de la medida, lo razonable sería replantearse
el problema. Nada de eso, voces como esa y otras muchas en el seno de ese
organismo, apuestan por seguir incrementando el “precio” del dinero como única
estrategia de control de la inflación.
La política
monetaria es una de las claves en la redistribución de la riqueza. Se prima,
con la subida de los tipos, la economía de “casino” y la especulación
financiera, subir los tipos equivale a hacer más rentables los activos
financieros. En contraposición se perjudican las familias con deudas o las
empresas que han de devolver préstamos. La propuesta del BCE aumenta
enormemente la presión sobre los hogares que se hayan hipotecado mientras
contrae la actividad económica. La reducción de los salarios reales por efecto
de la inflación es una consecuencia directa. La “moderación salarial” que han
suscrito los sindicatos mayoritarios sólo ahonda el pozo de la pobreza. Miles
de trabajadores con contratos son hoy trabajadores pobres en una proporción que
no cesa de crecer.
Luis de
Guindos,[3] el vicepresidente del BCE apunta
también: “Pero ya estamos viendo sus efectos iníciales: los costes de
endeudamiento de los hogares [las hipotecas] y de las empresas están aumentando,
por ejemplo, y esto está debilitando la demanda de préstamos. A su vez, eso
ayuda a enfriar la economía y conduce a menores aumentos de precios”. Poco
importa que los datos no le den la razón (la inflación no ha bajado, aunque los
tipos hayan escalado). Luis de Guindos no descarta en absoluto nuevas subidas
después de marzo. Hemos de entender el contexto; los directivos del BCE
(comenzando por la cuestionada Christine Lagarde, seguida por Luis de Guindos)
están al servicio de los intereses de la oligarquía financiera que es la gran
beneficiaria de la crisis hipotecaria.
Los grandes
bancos españoles están obteniendo resultados absolutamente escandalosos gracias
en gran parte al incremento del precio del dinero y la ingeniería financiera
que conlleva. Luis de Guindos, recordando sus años como ministro de economía
del PP, pone el acento en dos variables que influyen según él en la inflación:
el crecimiento de los salarios es una, y la otra es el consumo de materias
primas por parte de China que encarece los precios.
Nuevamente los
datos lo desmienten. La contención de los salarios no se ha notado nada en el
IPC (ha seguido subiendo a pesar de la moderación salarial), lo único que ha
generado es un incremento enorme de los beneficios empresariales. Por otra
parte, el precio de las materias primas se mantiene en niveles “moderados”;
incluso las empresas chinas están comprando energía rusa a precios muy
competitivos. De Guindos debería buscarse otras excusas.
La OCDE
apuntaba en su informe de finales de enero que los españoles estamos sufriendo
la mayor pérdida de renta disponible[4] en la OCDE[5] desde la pandemia (un 8%). Los datos
incluyen el último trimestre del 2022. Los hogares de bajos ingresos son los
más afectados por la inflación, pero Luis de Guindos y su jefa Christine
Lagarde entonan los dogmas de la ortodoxia monetarista: “En una espiral
de salarios y precios nadie gana”. Y amenazan: “Si entramos en ese
bucle, el BCE tendrá que subir los tipos de interés más de lo que hubiera sido
necesario”.
El BCE aplica
un enorme rigor monetarista sin base científica ninguna. Es uno de estos dogmas
que sirven básicamente para confundir. Las instituciones del capitalismo
occidental están induciendo una recesión. No tienen la certeza que sirva para
reducir el proceso inflacionario. De hecho no les importa, la contracción
económica impone nuevos sacrificios sociales y una mayor extracción de rentas
hacia los que más tienen y ese es el objetivo. La cuestión es muy profunda.
Cuando Mario Draghi alcanzó la dirección del BCE, hizo imprimir enormes
cantidades de euros (expansión cuantitativa lo llamaban o QE[6]) para combatir el colapso financiero sin
tocar las estructuras de poder. Detrás de esta enorme emisión de papel no había
el necesario respaldo real con bienes o servicios. Era pura especulación
financiera y ahora comenzamos a sentir sus consecuencias. Es por ello que los
responsables del marasmo económico de la crisis del 2010 (Lagarde, de Guindos,
Draghi…) carecen de autoridad para ponerse al frente de las instituciones
económicas que deciden el destino de tanta gente.
De facto las
instituciones financieras europeas están controladas por el norte europeo, en
especial Alemania. Este país vive una enorme crisis de inflación. Es la
consecuencia del colapso energético producto de su enfrentamiento con Rusia. La
inflación en los países del norte se transforma en crisis de tipos de interés
en el resto de la eurozona. Alemania y los Países Bajos tienen una posición acreedora
neta (se les debe más de lo que deben) y además sus hipotecas lo son a tipos
fijos; por tanto están menos expuestas (un 18% de las familias están
hipotecadas frente a un 27% en España[7]). Los incrementos de los tipos benefician
a los acreedores, a los que se les debe dinero (bancos por ejemplo o países
como Alemania o Países Bajos) y perjudica a las familias hipotecadas o empresas
que necesitan préstamos (que se encarecen). Antes de julio del 2022 los bancos
alemanes pagaban al Banco Central por depositar sus reservas, ahora se espera
que la subida de tipos genere unos 20.000 millones de euros extras, es decir el
38% del total de beneficios extraordinarios que obtendrán los bancos europeos a
partir del tipo anterior del 2% respecto a la nueva subida.[8]
Las ganancias
de los grandes bancos españoles se han acercado a la cifra record de 20.800
millones de beneficio acumulado. Unos 7.500 generados únicamente en España. El
incremento de beneficios es simétrico a la subida de las hipotecas para miles
de familias con préstamos a tipo variable (unos 3.000 € al año más).
Es un debate
que se pretende hurtar a la ciudadanía. La discusión sobre si mi “chihuahua”
tiene menos derechos que tu perro de caza (ley de bienestar animal), las
ocurrencias de Ayuso sobre los toros, la ley “Sólo sí es sí”, los errores de la
ley Rhodes o la ley “Trans” se utilizan como cortinas de humo para no plantear
otros debates como la crisis hipotecaria. Las izquierdas evitan enfrentarse a
los poderosos y acaban enfrentándose entre ellos (ministras que no hablan más
que por la prensa, discusiones en directo con los medios como intermediarios).
Es un espectáculo bochornoso que debilita, cansa y hastía a los posibles
votantes. El gobierno PSOE-UP prefiere rehuir el debate sobre la limitación de
las subidas o la congelación de las hipotecas. Del momento inicial en que
parecía posible algún tipo de modificación progresista (eso planteaban desde
UP) se ha pasado a un posicionamiento mucho más duro. Mientras nos discutimos
con los dimes y diretes de una ley mal confeccionada como las de Irene Montero,
o Ione Belarra (ley Rhodes), los ministros, en este caso ministras, más
representativas de los intereses de los grandes bancos (Nadia Calviño y María
Jesús Montero) han cohesionado sus posturas en torno a su oposición a
introducir modificaciones sustanciales. Hace muy pocos días, en Euskadi, Nadia
Calviño afirmaba; “Valoramos todas las opciones, pero la labor del Gobierno
es optar por las medidas más oportunas en cada momento y en este momento
aquellas que pueden aliviar la situación de las familias sin poner en riesgo la
estabilidad financiera del país”. No hemos llegado a salir de la crisis del
ladrillo del 2008 cuando entramos, sin solución de continuidad, en la nueva
crisis hipotecaria.
Notas:
[1] En nuestro país un 5,8% en el
mes de enero del 2023.
[2] Esta cifra, auténtico “Totem”
de los economistas neoliberales; carece de base científica. Se adoptó como se
podía haber fijado el 3 o el 3,5%, no hay estudios econométricos que la
sostengan
[3] Fue aquel ministro del PP que
no dudó en engañar anunciando que el rescate de la banca no nos iba a costar ni
un euro.
[4] La renta disponible incluye:
salarios, pensiones, ganancias financieras o facturación de los
autónomos. Todo después de pagar impuestos..
[5] Componen la OCDE un total de
38 estados.
[6] Acrónimo en inglés de
quantitative easing.
[8] Según Uurintuya Batsaikhan,
economista de Positive Money Europe
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