Las
aguas se tornan rojas en la región de los Grandes Lagos de África. Ante la aparente
indiferencia del mundo. Parecería que solo hay, en estos momentos, una guerra
que importe, la de Ucrania.
Una guerra que no podemos seguir ignorando
A
principios de noviembre, los ministros de Asuntos Exteriores de la República
Democrática del Congo (RDC) y Ruanda (Christophe Lutundula Apala Pen’Apala y
Vicent Biruta, respectivamente), se reunieron en
Luanda (Angola) para buscar una solución política al conflicto del este de la
RDC. Acordaron aplicar la “hoja de ruta
de la paz” definida en una reunión celebrada
en julio. El presidente de Angola, João Lourenço, se movió entre
los de Ruanda, Paul Kagame, y el de la RDC, Félix Antoine Tshisekedi, en su rol
de “mediador en
la crisis” por la Unión Africana.
Mientras
tanto, los rebeldes del M23 (respaldados por Ruanda) expandieron sus
ataques en la RDC. Como represalia, la RDC expulsó al
embajador ruandés Vincent Karega. El M23, con ayuda de tropas ruandesas, se tomó Kiwanja
y Rutshuru, dos ciudades de Kivu Norte, de la RDC. Ruanda argumenta que
fue la RDC quien violó los acuerdos que llevaron a la reincorporación de los
combatientes.
En
agosto, un informe filtrado de las Naciones Unidas demostró que
Ruanda había apoyado al M23. Para Ruanda fue difícil negarlo, especialmente
después de que Robert Wood, embajador estadounidense, dijera ante
el Consejo de Seguridad de la ONU que su Gobierno pide “a los actores estatales
que dejen de apoyar a estos grupos, incluida la ayuda de las Fuerzas de Defensa
ruandesas al M23”. El M23 es un actor
reciente en las guerras de las provincias orientales de la RDC,
que empezaron a principios de la década de 1990. Un informe de
la ONU de agosto de 2010 detalla varios cientos de incidentes violentos que
ocurrieron en la RDC entre marzo de 1993 y junio de 2003, con “la muerte de
cientos de miles, sino millones, de personas”. Una estimación basada
en estudios realizados en 2000 y 2004, sugiere que más de 3 millones de
personas han muerto en el conflicto desde 1998.
En
junio, la RDC permitió a
la Comunidad de África Oriental enviar tropas a sus regiones orientales,
siempre que el ejército ruandés no participara. Así, las tropas de Burundi y Kenia llegaron
al este del Congo. Esto causó alarma. Carina Tertsakian, de la Iniciativa de
Derechos Humanos de Burundi, declaró a Associated
Press: “No es sorprendente que Burundi sea el primer país en
ofrecer tropas. Burundi es parte directa del conflicto, no puede considerarse
un actor neutral. Por tanto, parece poco probable que su despliegue ponga fin a
la inseguridad en la zona”.
El
ex candidato presidencial de la RDC, Martin Fayulu, declaró a Deutsche
Welle que le angustia la falta de atención internacional a
este conflicto. “Ucrania está teniendo un problema”, dijo, y la amplia
cobertura mediática movió la atención del mundo hacia ello. “Tenemos un
problema en el Congo, pero nadie condena a Ruanda. ¿Por qué?”. Tal vez esté relacionado
con el cobalto,
el cobre, el litio y los árboles de la selva tropical, recursos que siguen
siendo explotados por el resto del mundo a pesar de la carnicería que aflige a
los Grandes Lagos de África desde hace treinta años.
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