Los grandes medios de comunicación, meros
turiferarios de los grandes poderes económicos
Rebelión /España
| 11/07/2022 |
La mayoría de los medios,
incluso algunos de los ubicados en el ámbito socialdemócrata, consideraron poco
importantes, e incluso, irrelevantes para nuestra democracia algunos problemas
en estos últimos años. Paso a citarlos y describirlos brevemente.
La corrupción
política interminable del PP y cuyo máximo dirigente
actual aduce que eso es cosa del pasado; las cloacas
del Estado con un Villarejo que en sede parlamentaria
alardeaba de patriotismo y que a cualquier persona de bien le tiene que generar
hastío cada vez que irrumpe en los medios; la actuación de una policía
patriótica para perseguir a partidos políticos, encabezada
por un ministro que condecoraba a vírgenes; los comportamientos vergonzosos de
algunos personajes de la familia real, y que a
pesar de los cuales algunos afamados y condecorados “periodistas” se
vanaglorian por hacerse una foto en Abu Dabi, cabe pensar para enseñársela a
sus nietos; la esclerosis de una justicia militante,
profundamente conservadora y endogámica, que ha proporcionado dossiers a
determinados medios y que ha perseguido a determinados dirigentes políticos de
una manera encarnizada y cruel; el avance irrefrenable de una extrema
derecha xenófoba, homófoba y negadora de la violencia de
género, que rompe muchos de los consensos alcanzados en nuestra democracia, y
que ha sido acogida y ensalzada mediáticamente con auténtico frenesí; el
mantenimiento del voto rogado, que
imposibilita a muchos españoles en el extranjero poder votar, circunstancia que
debería avergonzar a una democracia normal; los terribles niveles de desigualdad –afectando
fundamentalmente a los jóvenes, mujeres e inmigrantes–; las políticas
austericidas contra nuestro Estado de bienestar; los desahucios
a muchas familias en un país con un exceso de viviendas;
la ausencia
de competencia en un mercado de la comunicación audiovisual –ahí
es culpable el gobierno de Rodríguez Zapatero, que
permitió su concentración en dos únicos grupos de televisión, ambos en manos
extranjeras, algo inconcebible en una democracia europea de nuestro entorno–.
La atención mediática, casi con exclusividad, la ocuparon el independentismo y
Podemos. Y continúa.
La irrupción de ambos, del independentismo y Podemos,
se consideró no un síntoma de la crisis de nuestra democracia, sino un ataque. Una
democracia plena debería haber encontrado los instrumentos para encauzarlos
políticamente. Y trabajaron muy bien los medios, ya que evitaron un gobierno de
coalición PSOE-Podemos tras las elecciones de 2015 de 20-D, ya que los
resultados electorales eran muy semejantes a los de 10-N de 2019. Y luego se
llevaron por delante a Pedro Sánchez, tal como manifestó este
ante Jordi Evole. Y en la cuestión territorial despreciaron la
vía política para defender la represión y el código penal.
Había que ser implacables con los líderes independentistas. Todo este sesgo
mediático tiene un porqué.
Madrid, epicentro hegemónico
Madrid es el epicentro
hegemónico de las comunicaciones en España y, por lo tanto, el principal centro
emisor de mensajes de todo tipo: políticos, económicos, culturales, deportivos…
Ha sido siempre así, pero los especialistas en medios de comunicación subrayan
que esta
concentración ha ido en aumento. Dos grupos de televisión,
Atresmedia y Mediaset, absorben el 83% del mercado publicitario de la televisión
generalista. Algo semejante ocurre con las cadenas de radio, ya que las cuatro
primeras en audiencia –la SER, COPE, Onda Cero y RNE– dominan el mercado de las
ondas en España, excepto en Cataluña. Y ya conocemos en manos de qué grupos
empresariales están estos medios. Y en los programas de Ángels
Barceló, Carlos Alsina y
Carlos Herrera para valorar la situación
política de España recurren siempre a El Mundo, El
País, ABC o La
Razón, en alguna ocasión a La Vanguardia o El
Periódico. ¿Los medios de provincias no existen? Los que escribimos
en y desde las provincias, somos analfabetos.
Esta enorme concentración
mediática en Madrid supone una sobrerrepresentación de la capital respecto a la
periferia y un grave daño a la pluralidad informativa,
que necesita una democracia. De hecho, del equilibrio y la variedad de voces
que se expresen en los medios de comunicación depende, también, la calidad de
una democracia ¿Ha habido pluralidad informativa en relación al Procés y
a Podemos, y sobre el gobierno de coalición? En absoluto. Es una información
parcial y sesgada, al estar en manos de Ana Rosa Quintana, Susana
Griso, Carlos Herrera, Francisco
Marhuenda, Vicente Vallés, Pablo
Motos y Antonio García Ferreras…
Sería muy distinto el panorama informativo si se hubiera evitado el oligopolio
de las licencias privadas de televisión, pero también con canales de ámbito
estatal instalados en Valencia, Barcelona, Sevilla, Zaragoza… No se puede
entender el problema territorial de España, exclusivamente desde el kilómetro
Cero, de la Puerta del Sol.
Por lo expuesto se
comprende que la gran mayoría de los medios capitalinos y muchos autonómicos
estén trabajando a conciencia para la llegada de las derechas a la Moncloa. Vox
ya está blanqueado y Feijoo es un nuevo
Churchill,
a pesar de que todo su mensaje político se reduce a “rebaja
de impuestos” y “estamos al borde una gravísima crisis
económica”. De no producirse un cambio político imprevisible, a
golpe de editoriales, tertulias, artículos y encuestas lo van a meter en
procesión en una peana en volandas a La Moncloa, sin haber hecho propuesta
alguna. Mediaset ya le ha hecho una entrevista «humana» en casa de Bertín
Osborne, Atresmedia le rinde pleitesía en sus informativos con
Vallés -la actuación manipuladora de este caballero, no quiero honrarle con el
título de periodista, es para estudiar en las Facultades de Ciencias de la
Información- y demás palmeros; la Triple Alianza de ABC, La
Razón y El Mundo se rompen en
empalagosos halagos en sus editoriales y en sus columnistas, mientras arremeten
sin cuartel y siembran una fuerte animadversión contra el gobierno de coalición
-y sobre todo las ministras de Unidas Podemos como Irene Montero e Jone
Belarra, sobre la persecución a ambas por los grandes medios hablaré más tarde-
que, con sus aciertos y errores, está tratando de mejorar la vida de una
buena parte de la sociedad con los ERTE, la subida del Salario Mínimo
Interprofesional, Ingreso Mínimo Vital, revalorización con el IPC de las
pensiones, la Reforma Laboral, las medidas para rebajar el precio de la
energía, etc.
Mas, a pesar del
crecimiento económico y el descenso del paro en mayo en casi 100.000, con más
de 20 millones de afiliaciones y un récord en los contratos indefinidos de
730.427 –¿Sr. Vallés esto no es noticia? ¿Sr. Feijóo, de verdad, le alegran
estos datos? ¡Ah! Claro, están maquillados– hay un problema económico de la
inflación en toda la UE con pérdida de poder adquisitivo y subida de las
hipotecas, que exige medidas más contundentes de intervención, para repartir
con más justicia los costes de esta situación. Para tal objetivo se
aprobó el Real Decreto-ley 11/2022, de 25 de junio, por el que se adoptan y se
prorrogan determinadas medidas para responder a las consecuencias económicas y
sociales de la guerra en Ucrania, para hacer frente a situaciones de
vulnerabilidad social y económica y para la recuperación económica y social de
la isla de La Palma. Decreto que será insuficiente, por lo que cabe
esperar nuevos Decretos. No obstante, como decía recientemente, Enric Juliana,
este sí que es periodista, hay que gente que está rezando para que en otoño
llegue una recesión devastadora. Esos rezos obviamente serán profundamente
patrióticos.
Tal como he expuesto, la
libre circulación de ideas y opiniones se ve amenazada por los grandes medios
de comunicación cada vez más concentrados y vinculados con los
poderes financieros y empresariales, que, al alcanzar tanto
poder, pueden contrariar o delimitar la soberanía expresada por la sociedad en
las urnas y poner en peligro la democracia, de ahí que el profesor Luigi
Ferrajoli, les denomine poderes salvajes. Las
empresas de comunicación son poderes de hecho, influyentes sobre los asuntos
públicos y con agendas que no responden necesariamente a los intereses de la
sociedad. Según Sánchez Noriega “tienen
capacidad en el espacio político para boicotear leyes o difundir determinadas
demandas y, a la vez, una gran resistencia a las imposiciones del poder
político”.
Los medios al ser tan
poderosos pueden encumbrar a personas ineptas, como Isabel
Díaz Ayuso. Y todavía soy moderado dedicándole el calificativo
de ineptitud. Para valorar mi afirmación recomiendo mi artículo publicado en
este medio el 2 de mayo de 2021, La
libertad para Ayuso: Puedes cambiar de pareja y no encontrarla nunca más, que
escribí motivado por una entrevista que le hizo Carlos Alsina en Onda Cero. De
verdad, es que no sabe lo que dice. Debería sentirse avergonzada una sociedad
tan preparada y culta como es la madrileña que esta señora esté al frente de su
comunidad.
Y en contraposición los
medios pueden destruir a determinados personajes como Pablo Iglesias. Los
audios recientes publicados en El País y La
Ser entre Villarejo y Dolores de Cospedal son suficientemente
explícitos. Lo que se hizo mediáticamente en perfecta confabulación desde las
cloacas del Estado, determinados jueces y policías, con Iglesias lo valoré en
el artículo en este mismo medio Sobre
la renuncia a la vicepresidencia del gobierno de España de Pablo Iglesias el
pasado 17 de marzo de 2021.
Y no ha cambiado nada
mediáticamente. Tras triturar políticamente a Iglesias, ahora lo intentan con
las ministras de Unidas Podemos, Irene Montero e Ione Belarra.
El reciente tratamiento mediático sobre unas declaraciones de Irene Montero en
torno a lo ocurrido en la valla de Melilla; y el viaje oficial a los Estados
Unidos por temas relacionados con su Ministerio de Igualdad, parece un
auténtico esperpento, además de ser un insulto al código
deontológico del periodismo. Es una muestra del nivel de
abyección y de degradación al que pueden llegar algunos, que alardean de ser
periodistas. Prepárate Yolanda, que tú
serás la próxima.
Reinaldo Spitaletta
Termino con unos
fragmentos de un artículo del periodista colombiano Reinaldo
Spitaletta -¡qué periodismo más comprometido y arriesgado
existe en Sudamérica!- Periodismo prostituido. Muchos
periodistas sudamericanos su compromiso lo pagan con su vida. Este artículo de Spitaletta debería
estudiarse en todas las Escuelas de Periodismo y estar enmarcado en las
redacciones de todos los periódicos. Dice así:
”
La tía Betsabé (protagonista de mi novela El último puerto de la
tía Verania),
que era una señora de mucha guasa, advertía sobre tres oficios que la mayoría
de gente creía que eran muy fáciles de ejercer. Los denominaba las tres “pes”:
periodista, panadero y puta. Hoy quiero referirme al primero de ellos…
El
periodismo nació en la modernidad en medio de la lucha entre las viejas y
las nuevas ideas; la Ilustración le dio un carácter de servicio a los más
desprotegidos, de servir de vocero de los oprimidos y olvidados de la historia.
De ser un vehículo para la defensa de aquello que apenas surgía como una novedad
revolucionaria, los derechos del hombre y del ciudadano.
Se
iba aclarando que el periodismo se destinaba para narrar las desgracias del
hombre, de los explotados, de los humillados y ofendidos. La prensa (aparte de
tener la posibilidad en el capitalismo de ser una empresa comercial, con
plusvalías y ánimos de lucro) se erigía como el “cuarto poder”, fiscalizador de
los otros poderes y portador de cultura, transmisor de lo más avanzado y
también de lo más vergonzoso del hombre. Cabían en sus trabajos desde las ideas
de progreso y los descubrimientos científicos hasta las bajezas de un político
y las desventuras de las víctimas de la guerra.
El
periodista era parte de los ilustrados. Y el periódico estaba para ser vocero
de las luchas contra las injusticias y los atropellos. Ejemplos históricos como
Yo acuso de Emile Zola hasta los reportajes de denuncia de
Apten Sinclair, o los de Reed sobre trabajadores norteamericanos, sin contar
sus narraciones sobre las revoluciones de México y Rusia, pasando por sus
informes sobre la guerra en Europa oriental.
Abundan,
ni más faltaba, los grandes periodistas de todos los tiempos. Lo que se quiere
decir es que, tras desaparecer el “cuarto poder”, absorbido por los otros, y
puesto en general el periodismo al servicio de los poderosos, con lo cual la
esencia del periodismo se vulneró, para ser solo propaganda, el asunto ha
venido de mal en peor. Noticiarios y periódicos de baja estofa, que es más lo
que ocultan que lo que revelan. Embriagados con la promoción de la estupidez y
la banalidad. Y periodistas sometidos a destacar lo bobería por encima de la
inteligencia. Medios que son un atentado contra la razón y el buen gusto. Con
reporteros que no salen a las calles, ni son capaces de mostrar los entresijos
de la ciudad, las causas de la violencia, las brechas sociales, las infamias
del sistema de salud, las injusticias cotidianas. Nada. Solo bazofia y
superficialidad. El periodismo, en general, ha perdido su esencia combativa, su
capacidad crítica y de poner en calzas prietas al poder. Y se ha
mudado a la otra posición, la de servir de mampara de los desafueros oficiales.
No revela; tapa. No cuestiona; bate incienso. Se ha prostituido, aunque, como
decía la tía, tampoco es fácil el ejercicio de vender la carnita…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario