La política dominante está absolutamente desconectada de la realidad. ¿Qué políticas públicas se deberían impulsar para la transformación social global en la era pos-pandémica? ¿La pandemia anuncia el fin del neoliberalismo?
¿La pandemia significa el fin del neoliberalismo?
Yanis
Varoufakis
El Viejo Topo
29.05.2021
©SR.
GARCÍA
La pandemia ha
sido más larga de lo que debería. Ustedes organizan un webinar internacional, a
propósito de las políticas públicas para la transformación social global en la
era post-pandémica, lo cual es materia muy urgente y de actualidad. Tenemos la
necesidad de discutir esto y llegar a respuestas prácticas y de hecho, viables,
porque hemos estamos viviendo demasiado en el ámbito de la retórica, retórica
en ambos sentidos del espectro político. Si observamos la política dominante,
está absolutamente desconectada de la realidad. Uno de los temas de la
conferencia, que ha torturado muchas mentes, por ejemplo, es la cuestión: ¿La
pandemia anuncia el fin del neoliberalismo? Déjenme partir de ahí.
¿Qué diablos es
el neoliberalismo? Preguntarse esto no es nuevo… y es particularmente liberal.
Además, y mucho más preocupante, si nos fijamos en la economía, la política y
la filosofía detrás del neoliberalismo encontramos tanta conexión con la
realidad de los últimos 30 años, como la tuvo Karl Marx con la Unión Soviética.
En otras palabras, cero, nada. Sin conexión. Seamos sinceros: Si Karl Marx
estuviera vivo en la Unión Soviética en la década de 1970, habría terminado en
un gulag. Del mismo modo, la filosofía, economía y política
neoliberales no tienen absolutamente nada que ver con el período histórico que
vivimos.
Tomemos algunos
de los principios básicos del neoliberalismo: el Estado debe debilitarse,
desaparecer y dejar su lugar al mercado; por otro lado, la competencia siempre
es preferible a la acumulación/concentración, pues se trata de maximizar las
ganancias. Por lo tanto, cualquier táctica, decisión que mejore la rentabilidad
está al final “al servicio del interés público”, aunque nadie esté tratando de
servir al interés público. Todos estos son principios del neoliberalismo. Sin
embargo, miremos dónde estamos y adónde hemos estado desde hace mucho, mucho
tiempo. Un ejemplo sería decirles cuándo mi mundo cambió; sigue cambiando todo
el tiempo, pero especialmente en los últimos meses. Recuerdo que me desperté el
12 de agosto, hace dos meses, hace tres meses y me dije: ¿Qué? ¿Qué es [mi
mundo]? Y darme cuenta con ello que el mundo se ha vuelto loco, porque
permítanme recordarles lo que fue el 12 de agosto de 2020, desde una
perspectiva británica, pero también reflejado en los Estados Unidos y el resto
del mercado.
UNA HISTORIA PERSONAL DE UN PROCESO GLOBAL
El 12 de
agosto, a las 9:05 de la mañana, salió en Londres la noticia en el Financial
Times, The Telegraph, The Guardian, y la BBC,
que la economía británica se hundió como un globo de plomo durante los primeros
siete meses de 2020; el PIB cayó alrededor del 21 o 22 por ciento. Alucinante.
Una vez más, son las 9:05, luego las 9:11, es una coincidencia con el otro 11
de septiembre, pero son las nueve y once minutos. La bolsa de valores británica
se disparó en más de un 2 por ciento. Pensé «sé lo que está pasando aquí»,
tenemos el peor colapso del capitalismo en la historia de los últimos 300 años.
Y los mercados se están volviendo locos. Están subiendo. No tiene lógica,
¿verdad? Y sin embargo lo hacen. ¿Por qué las cifras aciertan? Porque si eres
un financiero, estás sentado detrás de tu pantalla, está bien. Estás aquí a las
9:05 con la terrible noticia de que la economía se estancó. Y te estás
preparando como empresario. Está bien. Quiero decir, instintivamente vas a
vender para presionar el botón de vender. Pero luego tienes dudas…
Sí, pensé
entonces que la economía del mundo se va a poner en “forma de pera” por no
decir que se irá directamente al inodoro. Hay personas muy cercanas a mí en la
ciudad de Londres, en el Banco de Inglaterra, que entraron en pánico. ¿Pero qué
van a hacer los capitales? Van a poner en marcha las imprentas y producir mucho
más dinero público a través de la flexibilización cuantitativa, lo que ha
estado sucediendo desde 2008 en Occidente e incluso antes de eso en Japón
después de la recesión de la década de 1990. Así que financieramente la lógica
es que entonces se va a imprimir mucho dinero. ¿Qué van a hacer con este
dinero? Se lo van a dar a los banqueros. Barclays, HSBC, Goldman Sachs,
Deutsche Bank, Société Générale, Santander.
¿Y qué harán
los bancos con eso? Habrá que prestar ese dinero a alguien. ¿A quién se lo van
a prestar? No lo van a prestar a las pequeñas empresas, por supuesto. No le van
a prestar dinero a la gente pequeña porque saben que la gente de las pequeñas
empresas es insignificante. Entonces, lo que van a hacer es levantar el
teléfono y llamar a Apple, a la gente de Amazon, a Exxon Mobil.
No importa lo
que pase con el precio del petróleo. Estas son grandes corporaciones. Los
banqueros les dirán a los directores ejecutivos: “Tengo algunos miles de
millones aquí, dinero gratis, ya sabes, tasa de interés cero, si lo negociamos,
una tasa de interés del uno por ciento”. Entonces ellos seguramente pensarán:
“Ahora mismo, no quiero invertir este dinero porque ya estoy sentado sobre un
montón de dinero en efectivo”.
Recordemos que
estas empresas desde hace 12 años han acumulado mucho efectivo. Han estado
ahorrando dinero porque tienen miedo de invertirlo, porque temen que la gente
pequeña no tenga el dinero para comprar sus productos. No obstante dicen que sí
al dinero gratis: “Está bien, lo tomaré”. Ya tienen ahorros, corporaciones
dedicadas al ahorro. Corporaciones con ahorros para darnos cuenta de que hay
algo profundamente mal en el capitalismo: las corporaciones no deberían
ahorrar, son los hogares los que deberían ahorrar. Hablamos de corporaciones
para pedir prestado. Correcto. Aún así, las corporaciones con cadenas
montañosas de ahorros están entrando en un territorio difícil. Las empresas ya
no requieren miles de millones para invertir porque tienen miedo de hacerlo.
Pese a ello,
¿qué van a hacer estos consorcios? Pues van a tomar ese dinero de los bancos e
ir a la ciudad de Londres y comprar de nuevo sus propias acciones y tal vez las
acciones de alguien más como ellos. Entonces, de repente, dicen que otro
financiero presionó el botón de venta: “Estoy notando estas cosas. Hoy es un
buen día porque la economía se va por el retrete. Voy a ganar mucho dinero
comprando cosas antes que ellos.”
De tal forma
llega la desconexión entre los mercados y el capitalismo. No es que no vivamos
en el mundo neoliberal. El capitalismo sigue ahí. Pasando de crisis en crisis
pero acumulando valor por igual. Quizás sea un valor falso, un valor ficticio.
¿Y qué? Hablamos de que los capitalistas son entes ficticios una vez que se
realizan en los mercados monetarios. Entonces, tenemos esta gran desconexión.
Ahora, veamos, tomémoslo un poco con calma y vayamos al comienzo de esta
historia. O al comienzo de esta historia en particular para mí.
EL ORIGEN DEL SISTEMA BRETTON WOODS
Todo cambia
alrededor de 1971 porque aquí es donde colapsó el sistema de Bretton Woods. El
sistema de Bretton Woods fue un sistema muy interesante. Un sistema extraño si
lo pensamos.
Después de la
conferencia de Bretton Woods en 1944 en New Hampshire en el Hotel Mount
Washington, el capitalismo se convirtió en una especie de plan central. Tenías
la moneda común (el dólar esencialmente), que teóricamente estaba vinculado al
oro, pero eso era irrelevante. Era una economía global dolarizada.
Entonces, el dólar fue el ancla. Todos los tipos de cambio fueron fijos. Sólo
cambiaron mediante negociación a través del Fondo Monetario Internacional
(FMI). Ese era el punto clave del FMI. Puede que haya tenido alguna devaluación
o revalorización ocasional, pero fue ocasional y fue parte de algún proceso
político. Mientras tanto, había más o menos libre comercio. Increíblemente, los
controles del capital impedían que los banqueros hicieran cosas, que tomaran
dinero de un territorio y lo llevasen a otro, que invirtieran o apostaran el
dinero de otras personas. Los bancos se habían transformado efectivamente en
servicio público en esa época.
Usaron una
especie de «Plan vainilla» financieramente y luego acudieron a intermediarios.
Su papel en la economía era muy pequeño. Por eso los verdaderos dueños del
universo entre 1950 y 1970, cuando los banqueros no eran los industriales,
fueron Boeing, General Dynamics, Exxon, British Petroleum y Daimler; por tanto,
no los banqueros. Esa fue la era dorada del capitalismo. Tuvimos la mayor
disminución de la desigualdad porque había pleno empleo, desempleo mínimo,
inflación mínima, estabilidad y alto crecimiento en el espectro de los países
que estaban conectados a través del sistema de Bretton Woods (miembros del FMI,
del Banco Mundial (BM), los miembros de la OCDE y así sucesivamente). Ese
sistema, sin embargo, fue fundado en un supuesto que suponía que Estados Unidos
seguía y seguiría como un país con superávit.
Por supuesto,
después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos fue el único país con
superávit, realmente la única nación acreedora, el único país que exportó mucho
más, que es importante, y el único país que no quebró. A mediados de la década
de 1960, esto cambió a causa de los dos pilares del sistema de Bretton Woods
que los políticos estadounidenses habían apoyado con fuerza: Alemania y Japón.
Los antiguos enemigos, los derrotados, se habían puesto al día en términos de
productividad de sus fábricas y su sector manufacturero. Y en cuanto a su capacidad
exportadora, se convirtieron en exportadores netos. Agreguemos a eso la Guerra
de Vietnam, que le costó “un brazo y una pierna” literal pero también
metafóricamente a Washington, D. C. Sumemos el intento de Lyndon B. Johnson de
ensanchar la guerra de Vietnam mediante la creación de la “Gran Sociedad” y la
lucha contra la pobreza en los Estados Unidos, que fue un programa muy costoso.
Lo que tenemos hoy es una transformación de Estados Unidos de un país con
superávit a un país con déficit porque todo el sistema, el sistema Bretton
Woods, se basaba en los superávits de Estados Unidos, el país estaba circulando
y reciclando capitales entre Europa y Japón.
Una vez que se
acabaron tales excedentes, el sistema no pudo competir. Es por eso que el
presidente Richard Nixon, el 15 de agosto de 1971, hizo estallar ese sistema
cuando su administración sustentó: “El dólar es nuestra moneda, pero ese es
problema de cada quien”. Eso dijo a los europeos su Secretario del Tesoro.
Entramos
después de eso en una segunda fase de la economía capitalista de la Posguerra.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha atravesado lo que estaba entonces
experimentando el presidente Nixon, un déficit masivo. Con una diferencia, pues
mi nuevo amigo AMLO se frenó inmediatamente. López Obrador ve por el Estado.
Estados Unidos no lo hizo, ellos pisaron el acelerador y dijeron: “Está bien,
lo conseguimos, tenemos un país deficitario. Bien, ahora vamos a tener un
déficit enorme”. Hay que admirar la audacia de los yankees, pues su déficit comercial
se volvió gigantesco. Estados Unidos conservó su hegemonía, la hegemonía que
antes tenía sobre la base de los excedentes y ahora retuvo esa hegemonía y de
hecho la amplió sobre la base de su déficit, porque su déficit se convirtió en
una fuerza estabilizadora en todo el mundo.
Las
exportaciones netas de Alemania fueron sostenidas por la economía
estadounidense, es decir, por el déficit estadounidense. Las exportaciones
netas de Japón, igual. El déficit de Estados Unidos operaba como una aspiradora
que succiona todo hacia su territorio. ¿Petrodólares, riqueza saudita? Eso fue
resultado del déficit estadounidense. Hicieron que ese déficit se convirtiera
en la base económica de Occidente y el privilegio desbocado del dólar se lo
aseguró. ¿Qué consiguieron? Ganancias de las industrias alemanas, de los
industriales japoneses, de los jeques de Arabia Saudita, de los empresarios que
vienen de China…esas fueron sus ganancias, en realidad. No totalmente, pero
alrededor del 70 por ciento de esa ganancia se recicló en Estados Unidos, a
través de Wall Street. Ahora, para que Wall Street lo recicle, tuvieron que
liberarse de las restricciones del sistema de Bretton Woods, de las
restricciones de su propio “New Deal». Todas esas restricciones impuestas para
los banqueros, de Roosevelt en adelante.
Wall Street iba
a jugar este papel de reciclaje y también a través del financiamiento, creando
capital ficticio. Actuaron sobre una base de derivados estructurados para dar
una tasa más alta como «tasa de rendimiento» a los inversores alemanes, los
japoneses, los industriales japoneses, los industriales chinos para que este
notable circuito de reciclaje dinámico se pudiera cerrar fácilmente. Esto es el
neoliberalismo: La ideología necesaria para quitar los grilletes, cadenas y
restricciones del banco, de los banqueros. Pero es sólo un subterfugio. Es sólo
una ideología con retórica vacía.
El propósito
luego fue tener algún tipo de tratados políticos, teóricos y filosóficos detrás
de la necesidad de que los banqueros se salieran con la suya. Entonces se creó
este papel en el juego para cerrar el círculo entre el déficit comercial de
Estados Unidos y la producción industrial, que estaba destinada a las
exportaciones netas de Alemania, Japón y China así como a la necesidad de financiar
a través de su propio mundo económico. Por un lado, el déficit estadounidense
(comercial, en cuenta corriente,) pero también estaba el propio gobierno
estadounidense. Estas cosas iban de la mano. Por eso no le prestaron mucha
atención al neoliberalismo.
“NO CREO EN EL NEOLIBERALISMO”
No creo en el
neoliberalismo, he dicho antes. Es como tratar de explicar lo que ha pasado en
la Unión Soviética con Das Capital de Marx. Es irrelevante.
Quiero decir, hablamos de ideología estatal en la Unión Soviética. Estaba ahí
para justificar lo que sea que estuvieran haciendo en la práctica, lo cual no
tenía nada que ver con Marx. Del mismo modo, en Hayek nada tiene que ver con el
neoliberalismo de la llamada era neoliberal de la década de 1970 con la
actualidad. Ahora, olvidémonos de él y de los neoliberales porque es
simplemente un camuflaje, un camuflaje ideológico, que no tiene nada que ver
con la realidad económica. La realidad económica fue este ciclo de reciclaje
que acabo de describir. Ahora, el problema con esto es que el nodo era doble.
En primer lugar, trabajar plenamente y bien; lo que se necesitaba junto con la
liberación de limitaciones a los banqueros, era la miseria, la miseria
constante de la clase trabajadora estadounidense. ¿Por qué? Pues era fundamental
para esta nueva época que el capital extranjero, ya seas un mexicano ultra
rico, un alemán o un japonés, chino, griego… no importa si eres rico, empezaste
a serlo: se implementó cualquier incentivo para enviar tu dinero a Wall Street.
Para que la
tasa de ganancia sea más alta, debe tenerse una tasa de salario que esté
bajando. No es una casualidad que si nos fijamos en la media de los ingresos
por hora promedio en los Estados Unidos, hoy son más bajos que en 1974.
Entonces la clase trabajadora estadounidense sufrió efectivamente una gran
discontinuidad con el “sueño americano”, que significa todo tipo de cosas para
las personas. Pero una dimensión importante de esto fue que entre los años 1930
y 1970, las familias de la clase trabajadora en Estados Unidos tenían motivos
para esperar que sus hijos estuvieran mejor que ellos. Y ese fue el caso
sistemáticamente entre los años treinta y los setenta. Cualquiera con un
trabajo dejaría a sus hijos un nivel de vida más alto que el que tenían, incluso
en la Gran Depresión. Porque a pesar de que en la Gran Depresión los salarios
cayeron, también los precios cayeron, incluso más rápido. Si se lograba tener
un trabajo durante la Gran Depresión, el poder adquisitivo aumentaba. Ese no
fue el caso después de 1975.
Ahora, ¿por qué
digo esto? Porque es importante comprender la dimensión política de cada
período. Si quieres entender por qué Donald Trump existe hoy, para explicar
tanta fuerza, tanto apoyo político aprovechándose de la ira de la clase
trabajadora blanca estadounidense, hay que entender que esto es algo que
comienza en la década de 1970: la disminución de las perspectivas de la clase
trabajadora blanca en los Estados Unidos. Ahora bien, ¿por qué no fue evidente
la ira en las décadas de 1980, 1990, 2000? La razón de esto es porque hubo un
segundo conflicto social que alrededor de 1980 reemplazó al primero, el primero
fue el “sueño americano”. El salario [en 1980] iba a ser más alto el próximo
año y así con la próxima generación. Pero la segunda entrada de juegos de
conflicto social se fue todo sobre la vivienda. Vivienda y finanzas. Se hizo
creer a la clase trabajadora estadounidense que estaba bien si su salario no
aumentaba. Porque había dos formas en las que era posible mejorar su situación:
tu esposa empezará a trabajar, así que habrá dos salarios; les irá mejor como
familia y, lo que es más importante, su casa va a valer cinco veces más cuando
seas viejo.
Se impulsaron
nuevos instrumentos financieros. ¿Quieres tener una segunda hipoteca? Puedes
comenzar a retirar parte del capital para comprar un automóvil. Puedes comprar
unas vacaciones. Tu nivel de vida puede seguir aumentando aunque tu salario no
lo haga. Sí, esa fue la promesa del financiamiento capitalista. Entonces,
tenías financiamiento de la casa familiar y de las pensiones. Sobre la base de
este financiamiento, los bancos (ahora libres) fueron directamente hacia los
pobladores. Es a lo que Warren Buffett se refirió como “armas de destrucción
financiera masiva”, a los llamados directores ejecutivos banqueros y sus
castillos de papel. Esas casas de papel, mejor dicho, se estaban construyendo
sobre la base de tal proceso.
Esa transición
se estaba produciendo durante la cual, por un lado, Estados Unidos se hundía
cada vez más en un déficit mientras se volvía cada vez más fuerte como país,
tanto militar como políticamente y en términos de discurso. Estados Unidos y la
clase trabajadora estadounidense se endeudaban exponencialmente y al mismo
tiempo perdían una parte tras otra de sus ingresos reales. Todo el mundo,
Europa y Asia, para ser precisos, dependemos cada vez más de los déficits de
Estados Unidos y de los llamados “Estados del Muro” para completar este ciclo
donde los excedentes alemanes, japoneses y chinos se convirtieron en capital financiero.
Y al final, tanto parte del gobierno federal como del déficit por cuenta
corriente lo financia Estados Unidos.
Esta es la
nueva era. Cuando la gente habla de la era neoliberal, eso es lo que quiere
decir. Pero no hay nada de liberal en eso. Se basa cada vez más en multas sobre
la deuda y el Estado. Eso no es algo que los liberales defienden, ellos iban
hacia una era nueva y mejor. Ahora, cuando construyes castillos de naipes, en
algún momento viene el colapso, ¿ese colapso no trae un choque? ¿Y entonces qué
pasó? Entonces entró Obama y se llevó a la misma gente que desató. Los
financieros Larry Summers y Tim Geithner, le devolvieron el control del Tesoro
y la Reserva Federal. ¿Qué hicieron ellos? De doce a quince billones de dólares
para reflotar las finanzas; el sector financiero mediante el proceso al que me
refería antes, de la flexibilización cuantitativa. Este proceso hizo lo
contrario de lo que hizo el sistema de Bretton Woods. Se disparó la
desigualdad. Creó un enorme desequilibrio entre liquidez e inversión. Nunca
antes en la historia del capitalismo se habían tenido estas enormes montañas de
dinero. En comparación con pequeñas cantidades de inversión, ¿qué sucede cuando
los ahorros superan con creces la inversión? Las tasas de interés descienden
por debajo de cero y hay fuerzas deflacionarias. ¿Y quién se beneficia
políticamente de las fuerzas deflacionarias? Es el fascista quien triunfa. Al
igual que en la década de 1920, es una repetición de eso. Nada nuevo. Nada
nuevo aquí. Esa fue la situación entre 2009 y 2020.
ECONOMÍA MUNDIAL Y COVID-19: TRES PROPUESTAS
Luego tenemos
la Covid-19. Cuando el sector empresarial ya está zombificado, y se
depende al 100 por ciento de sus rentas económicas, ni siquiera de las
ganancias de los bancos centrales. Hay bajos niveles de inversión, de salarios
y de empleos. Al otro lado del mar, en China es diferente, pero no es
suficiente para marcar la diferencia en todo el mundo y coordinar los ingresos
en el mundo, lo cual es inhóspito en la historia de la humanidad.
¿Qué hacen las
autoridades? Más de lo mismo, exactamente lo mismo. ¿Y esto qué es? Imprimir
más dinero, dárselo a los financieros para que se lo den a las grandes
corporaciones. No apoyar a la gente pequeña, a las pequeñas empresas y a los
hogares. Reemplazaron parte de los salarios, pero solo una parte de los
salarios, y eso aumenta la desigualdad notablemente, no solo la desigualdad de
ingresos y riqueza, sino la desigualdad del miedo. Jeff Bezos te dio 80 mil
millones en dos meses, Warren Buffet salió el otro día admitiendo que acaba de
tener una ganancia inesperada de 30 mil millones. Warren Buffet y Jeff Bezos
son grandes innovadores en su propio campo. Pero no ganaron 80 MMD y 30 MMD,
respectivamente, porque son muy inteligentes. Su riqueza genera riqueza
mientras duermen, no están haciendo nada para que crezca. Es lo que pasa cuando
tienes este proceso que describí aquel 12 de agosto en la ciudad de Londres. El
Estado imprime dinero que crea riqueza en papel para los ricos y precariedad
para todos los demás. Esa es la situación. ¿Entonces qué hacemos al respecto?
Esa es la pregunta.
Un tiempo
durante la cuarentena medité sobre ello. Es muy interesante discutir a
propósito de esto. La primera idea es sacar al intermediario del cuadro, al
intermediario que son los bancos comerciales. Recordé cómo analicé lo que
sucede cuando el Banco Central quiere imprimir dinero para sacar a flote los
distintos barcos que se han hundido. Les dan dinero a HSBC, Deutsche Bank,
Citibank, Citigroup, Bank of America, y luego, con suerte, esos bancos van a
prestar el dinero a la gente. Ahora, tenemos que sacarlos del juego, porque
cada vez que pones un banco comercial entre el Banco Central y las empresas o
las personas, pierdes energía y suceden cosas terribles.
Hay dos formas
de impulsar la inversión directa, una es similar a lo que hicieron los
estadounidenses cuando intervinieron con el Plan Marshall en Europa y se creó
la Organización de Cooperación Económica Europea, que luego se convirtió en la
OCDE. Das dinero que se ha recaudado a través de instrumentos financieros
públicos para invertir directamente en cosas que la sociedad necesita. A
finales de 1940 y 1950, lo que la sociedad europea necesitaba era
reconstrucción. Ahora, lo que se necesita es energía verde. Empleos de energía
verde de buena calidad, transición verde, tecnologías, etc.; sea en México,
Grecia y Alemania o en todas partes.
Así que se
propugna otro Proyecto Manhattan, donde se convoca a científicos, técnicos,
ingenieros y en sí, a empresas que puedan realizar estos proyectos. Además
construyes una unión entre países en Centroamérica (como ocurrió en Grecia al
otro lado del Mediterráneo con la Unión Europea) para crear lazos de energías
sostenibles. Se necesita mucho dinero para hacerlo, pero es un dinero que
genera energía limpia y trabajos de alta calidad, no trabajos precarios. ¿Y
cómo haces eso? A tu manera. Entonces, creas el equivalente de la OEEC (luego
OCDE) que podría ser un banco de inversión pública que emitió sus propios
bonos. El Banco Central anuncia que esos bonos se compran en mercados
secundarios si es necesario. Si se hace ese anuncio, se hará todo lo necesario
para comprarlos. Porque entonces, hay tanta liquidez en el sector financiero
que la gente con eso los venderá como pan caliente y luego, de repente, un gran
fondo va directamente a inversiones, ¿verdad? Esta es la idea número uno.
La idea número
dos es hacer dinero para ponerlo en la cuenta bancaria de todos (“dinero de
helicóptero”). El gobierno de Hong Kong lo hizo en marzo de 2020. Dieron de
doce a 1250 dólares estadounidenses. El gobierno australiano hizo esto en 2009.
Es por eso que Australia fue el único país que nunca pasó por una recesión
después de 2008. Esta es la idea número dos. Estoy en contra de la renta básica
universal que juega a la contra de las personas. Financiar mediante impuestos
es divisivo, pues los trabajadores dicen ante ello: «Espera un segundo, me vas
a cobrar impuestos para dar dinero a los ricos o al vagabundo que se sienta en
casa viendo la televisión». Entonces eso es contraproducente y no lo
necesitamos porque la mayor parte del dinero en estos días está siendo acuñado
por los bancos. Bueno, pues dale ese dinero a la gente que se queda lejos de
las imprentas del Banco Central. Esa es la segunda propuesta.
La tercera idea
es volver a Bretton Woods y hacer algo que no hicieron. Conectar con la
realidad actual. La idea de que Alemania se proclame líder de una posible
“Unión Internacional de Compensación”, me ha hecho trabajar bastante. Hice una
propuesta muy concreta de que esto debería estar en la Unidad Nacional de
Contabilidad Digital, es lo que llamo COSMOS. Puedes llamarlo como quieras.
Puedes llamarlo Tequila. Estará bien para mí. Y ya saben, el comercio mundial y
las transferencias de capital mundiales deberían denominarse en esta moneda
común. Esta moneda común no debe imprimirse. La gente no debería tener dinero
en el bolsillo.
El comercio
entre nuestros países y bloques económicos debe estar denominado en esta moneda
internacional, esta sería la moneda nacional. Estas unidades deben tener un
tipo de cambio de libre flotación con nuestras monedas. Entonces, no habría
tipos de cambio fijos. Tipos de cambio flotantes, ¿qué cambiará eso? Hasta
ahora nada. Pero imagínese si tuviéramos un acuerdo en el que todos los
déficits comerciales que superen el 2% del PIB se graven con impuestos.
Entonces, algunas unidades de COSMOS se retienen de la cuenta que tienen todos
estos países o bloques económicos con el FMI, que podrían estar manejando este
negocio en comercio internacional y transferencias de capital en proporción o
simétricamente tanto a déficits como a superávits. Entonces, si tiene un gran
superávit como el de Alemania o China, no creo que allí lo tengan más. Si se
aplicara un impuesto, mantendría algunas de estas unidades de COSMOS en fondos
de capital global.
Y de manera
similar, cuando hay un aumento de capital, cuando el dinero llega demasiado
rápido a México o se va demasiado rápido, como si tuvieras un recargo de Uber.
Bueno, ¿qué hay de tener un recargo cada vez que hay un aumento de capital de
una jurisdicción a otra? Una parte se retiene en el fondo de renta variable, en
el fondo de renta variable global. Y luego este dinero se puede utilizar para
invertir en el mundo en desarrollo en empleos verdes y de buena calidad.
Entonces, estas son tres ideas que van más allá de la retórica, políticas que
pueden marcar la diferencia. Lo cual se puede sustentar en diferentes
perspectivas políticas, geográficas e ideológicas. No olvidemos, para negociar,
que la idea del “dinero de helicóptero” viene de la derecha. Pero, por
supuesto, tiene sus orígenes en Thomas Paine, quien fue un partidario muy
progresista de la Revolución Francesa. Creo que es posible. La dificultad será
lograr que los políticos y el proceso político sigan esa discusión. Hoy, cuando
el proceso político es completamente usurpado por las grandes empresas, por las
grandes finanzas y por las grandes tecnologías.
Síntesis de la
conferencia de Yanis Varoufakis el 11 de noviembre de 2020 en el ciclo de
conferencias «Políticas públicas para la transformación social global en la era
pos-pandémica” organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre
Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS)
Publicado en Revista Tlatelolco.
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