Un terremoto político sacude Chile
Por Pablo
Torres
Rebelión
Fuentes: Izquierda Diario
25/05/2021
Las llamadas
“mega-elecciones” produjeron un terremoto político en Chile, y también
repercutieron en el conjunto América Latina.
Los resultados
Pese a la alta
abstención (votó un 43% del padrón electoral, con voto voluntario) la primera
cuestión clave es que se trató de la derrota electoral más grande de la
Derecha (Chile Vamos) y la ex Concertación (Unidad Constituyente) en los
últimos 30 años de “transición democrática”.
Chile Vamos,
coalición de Piñera (20,56%), obtuvo 37 constituyentes electos. Muy lejos de
sacar “un tercio” (52 constituyentes) que les aseguraba el “bloqueo” de todas
aquellas medidas que estuvieran en contra [1]. La derecha obtuvo su peor resultado
electoral desde 1964. La Concertación, que iba como “Lista del Apruebo”, quedó
en cuarto lugar (14,46%) obtuvo 25 constituyentes. La vieja Democracia
Cristiana obtuvo solo 2 escaños y quien mejor resistió la debacle fue el
Partido Socialista con 15 constituyentes (aunque 5 son “independientes” dentro
del pacto).
Las listas
“independientes” por un lado (con 48 escaños) y por el otro, la coalición
“Apruebo Digno” del Partido Comunista (PC) y Frente Amplio (FA), con 28
escaños, fueron los principales ganadores. Dentro de las listas independientes
y ubicadas en la izquierda, la principal irrupción la tuvo la “Lista del
Pueblo” que sacó 27 constituyentes. De listas de los “movimientos sociales” hay
7 escaños (entre ellas de la Coordinadora 8 marzo). “Independientes no
neutrales” mucho más ligados a sectores del viejo régimen, obtuvieron 11
escaños.
En el caso del
pacto entre el PC y el FA, bajo la lista “Apruebo Digno”, obtuvieron (18,74%),
superando a la vieja Concertación con 28 constituyentes, repartidos de la
siguiente forma: PC 7 escaños; Revolución Democrática (FA) 9; Convergencia Social
(FA) 6; Comunes (FA) 1; FRVS 4 y 1 Partido Igualdad. Además, el bloque del
“Apruebo Digno” ganó alcaldías en comunas claves de la región metropolitana y
del país [2].
Las elecciones
expresaron los alcances y límites de la rebelión popular. Por un lado, la
derrota de los partidos del viejo régimen y en particular de la derecha que no
logra conseguir el tercio para bloquear. Desde este punto de vista, la regla de
los “dos tercios” queda virtualmente en jaque, a menos que la propia mayoría
quiera rescatarla para los “consensos”. Esta sola cuestión pone de nervios a
importantes sectores de la clase capitalista nacional y del capital financiero
extranjero en el país. La caída del IPSA (bolsa local) y la corrida con la
moneda los primeros días de la semana, expresó la incertidumbre que volvió a
capear en el gran capital.
Desde ese punto
de vista, los resultados de la convención no han cerrado la etapa política
abierta el 18 de octubre en la rebelión, y continuará la crisis política
abierta, trasladándola, junto con el relativo “estado de movilización”, a las
alturas de la Convención constitucional, así como a las elecciones
parlamentarias y presidenciales de noviembre. Un clima de altas expectativas en
lo que pueda hacer la Convención se ha abierto, sumado al re-impulso de la
candidatura de Daniel Jadue del PC y de Gabriel Boric del FA, que competirán en
primarias los próximos meses para ver quien encabeza la candidatura de un
gobierno “popular” y de “transformaciones”.
Con la
situación de pandemia y crisis social las expectativas en la convención se han
profundizado, y la propia convención actuará como una caja de resonancia de las
contradicciones sociales. Genaro Arriagada, un viejo político burgués
demócrata-cristiano, ve con preocupación el escenario creado.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
El 18 de
octubre del 2019 la rebelión popular sacudió Chile desde sus cimientos. Fue un
cuestionamiento al Chile heredado de la dictadura militar, y uno de los
procesos de lucha de clases más profundos en la historia nacional. El punto más
alto de la rebelión fue el 12 de noviembre con la huelga general y la
movilización de calles que puso en jaque al Gobierno de Piñera. Frenéticamente,
después de varios días de negociaciones en los pasillos del parlamento, los
partidos del viejo régimen de la derecha y la Concertación, esta vez junto al
Frente Amplio, firmaron a las 2 de la madrugada del 15 de noviembre el
llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución que abrió
el actual proceso constituyente. A esto se le llamó “la cocina”. El Partido
Comunista no firmó el Acuerdo pero desde la CUT (principal central sindical del
país) desarrolló una tregua y desmovilización mientras pedían “negociaciones”
con el gobierno.
Este acuerdo de
salvataje a Piñera intentó impedir que el paro se desarrollara hacia la huelga
general y entrara la fuerza de la clase trabajadora para que cayera el gobierno
criminal, que a ese momento tenía en su haber más de 30 muertes, cientos de
personas con ojos mutilados, y miles de presos. Con ese acuerdo, que marcó un
“punto de inflexión”, se intentó canalizar el descontento “de las calles al
palacio” abriendo un proceso constituyente tutelado por el viejo régimen.
Además del poder de veto de los dos tercios, sus reglas plantean el respeto a
los tratados internacionales, la revisión de sus decisiones por la Corte
Suprema, y que no puede interferir con ninguna de las prerrogativas de las
instituciones existentes del viejo régimen, como el gobierno de Piñera, el
parlamento o el poder judicial. Vale decir, no es soberana.
Con la pandemia
se abrió una crisis social, y el descontento se ha agudizado contra el gobierno
de Piñera que está virtualmente liquidado, con menos del 10% de aprobación
popular, así como frente a los viejos partidos, y se ha agudizado el descrédito
de las viejas instituciones. Esta crisis ha empujado no obstante, a importantes
eventos en la lucha de clases, sobre todo frente al “retiro” de las pensiones
para enfrentar la crisis social [3].
Con la
situación de pandemia y crisis social las expectativas en la convención [4] se han profundizado, y la propia
convención actuará como una caja de resonancia de las contradicciones sociales.
Pero justamente
porque no se ha resuelto aún ninguna de las grandes demandas de octubre, es que
este episodio no cierra la etapa que se abrió en octubre. La salud precaria con
la pandemia ha estado al borde del colapso y en las poblaciones la gente se
muere esperando listas de atención; las pensiones de miseria encuentran el odio
nacional contra las AFP; más de un millón de empleos perdidos y cientos de
miles suspendidos. Las causas por las cuales millones salieron a las calles a
decir “no son 30 pesos son 30 años” siguen más vigentes que nunca.
La irrupción de la Lista del Pueblo y el Bloque Anti-neoliberal PC-FA
La principal
novedad fue la irrupción de los “independientes” y en particular de la “Lista
del Pueblo” que conquistó 27 escaños en la convención. Nacieron al calor del
proceso a la convención constitucional, formando “listas de independientes” que
una reforma constitucional les habilitó en estas elecciones. Usando un golpe
mediático con las franjas televisivas, el despliegue del apoyo de numerosos
rostros del mundo de la cultura y las artes, y lideradas sus listas por figuras
carismáticas como “Tía pikachu” [5] y conformada por sectores heterogéneos
surgidas de “plazas” y calles, en un sentido fueron quienes más capitalizaron
la ruptura con la vieja casta política de los partidos tradicionales y la
búsqueda de nuevos referentes independientes y “populares”.
Con un discurso
muy fuerte contra “los partidos” (en un momento de descrédito general), se
ubicaron a la izquierda del bloque PC-FA denunciando el acuerdo de paz del 15
de noviembre de 2019, y por la positiva su discurso estuvo centrado en la
recuperación de los derechos sociales con un programa moderado muy parecido al
PC-FA, hacia la conquista de un “Estado constitucional, ambiental, igualitario
y participativo” de convivencia entre “el Estado y el mercado” y que avance a
garantizar derechos sociales. Por ahora se trata de la emergencia de un nuevo
fenómeno político de base “popular” que estará presionado por izquierda y por
derecha.
¿Cuál será su
rol en la convención? Por ahora las apariciones de su vocero nacional plantean
que no negociarán con la derecha ni con el PC ni el FA, sino con “personas que
estén con las demandas del pueblo” y que no negociarán mientras sigan
existiendo presos políticos de la rebelión. Sin embargo, su constituyente más
votado también dijo que está a favor de “acuerdos mínimos” con todos los
sectores.
Gabriel Boric,
que representará al FA en estas primarias presidenciales enfrentando a Jadue
del PC (del cual saldrá un candidato presidencial común) es uno de los
principales artífices de la “cocina”, es decir, del Acuerdo por la Paz y la
Nueva Constitución del 15 de noviembre del 2019, que salvó a Piñera. Jadue es
alcalde de Recoleta, y el PC dirige la principal central sindical del país, la
CUT, que ha sido clave en establecer la tregua con el gobierno y
desmovilización.
Si bien este
bloque buscará hacer política, como ya lo han señalado, sobre la Lista del
Pueblo y los independientes, será para llevar todo a los brazos de la “unidad
de la izquierda y la oposición” para “derrotar a la derecha” y por un gobierno
“transformador” o “popular”. Este camino es con una alianza con sectores
social-neoliberales de la vieja concertación como el Partido Socialista, que
encabezó 3 de los 6 gobiernos de estos últimos 30 años. El propio PC ya fue
parte junto a la Concertación de la coalición llamada “Nueva Mayoría” en el
segundo gobierno de Bachelet, que incluso llegó a asesinar a un obrero minero
en una huelga del cobre. Todo su objetivo se trata de “desmontar el modelo”
hacia un Estado de derechos sociales y que democratice las instituciones, en
los marcos del capitalismo.
Si bien por
ahora, por razones secundarias, no se alcanzó un acuerdo con el PS para las
“primarias”, todo el objetivo del bloque PC-FA es gobernar junto a ellos, un
partido clave de la profundización de las herencias de la dictadura, con las
privatizaciones de recursos estratégicos, de la educación y la salud, con el
endeudamiento a los estudiantes con los bancos, con la represión y asesinatos
al pueblo mapuche, con la impunidad a los genocidas y un largo etcétera.
¡No puede sesionar la Convención si hay presos políticos de la rebelión!
Una de las
cuestiones de por qué no es un “triunfo histórico” es que aún quedan cientos de
presos políticos de la revuelta. Las y los protagonistas de la rebelión, de la
primera línea, luchadores en muchísimos casos bajo montajes de la policía y del
Estado siguen con cientos de compañeros en las cárceles del Estado, sin
mencionar los presos mapuches. Y esto mientras continúa la impunidad a los
represores, responsables políticos y materiales de muertes, mutilaciones,
torturas, abusos.
La Convención
Constitucional no puede sesionar mientras existan presos y procesados políticos
de la rebelión. La primera medida de la Convención cuando se reúna debe ser
declarar una amnistía general a todos ellos, excluyendo a los represores y
responsables políticos de la represión que deben pagar por sus crímenes.
La derecha y la
ex Concertación no tienen poder de veto como sí lo tienen al interior del
Parlamento. Pero tienen los poderes reales del Estado como Fiscalía, Poder
Judicial, Gobierno, Carabineros o PDI, que se opondrán a ello.
El PC-FA le pide a Piñera un indulto, como si este fuera a otorgarlo, y ni
siquiera convocan a las movilizaciones; un saludo a la bandera. La Lista del
Pueblo lo ha señalado como exigencia en la convención. Para que se conquiste se
debe impulsar desde ya la movilización y la organización de la clase
trabajadora y el pueblo, exigiendo esta lucha también a las organizaciones
sindicales como CUT (dirigida por el PC) y Unidad Social, portuarios,
sindicatos y organizaciones sociales, y preparar un paro nacional en esa
perspectiva, con miles en las calles, apenas inicie la convención. Esta no
puede sesionar con presos de la lucha.
Esta es una
primera batalla que se debe pelear en base a la movilización y constituyendo
comités y coordinadoras amplias por la libertad de los presos. Los ejemplos de
la Coordinadora Intersindical de Antofagasta o la Coordinadora Antirrepresiva
de Puente Alto, donde participamos desde el Partido de Trabajadores
Revolucionarios y también han participado candidatos de la Lista del Pueblo,
entre decenas de sindicatos, organizaciones políticas y sociales, pueden ser
una base para desarrollar nuevos comités y coordinadoras donde miles podamos
agruparnos para esta pelea. Es fundamental coordinar esta lucha.
¡La convención debe asumir todos los poderes! ¡Abajo las reglas del Acuerdo
por la Paz! ¡A desarrollar la movilización y auto-organización para terminar
con toda la herencia de la dictadura!
Pero hay que ir
más allá. Gabriel Boric del FA dijo que ahora ya no hay excusas para los
cambios porque no hay el tercio de la derecha. Recordemos que eso siempre fue
la clave del chantaje concertacionista, que como no había mayoría ni dos
tercios para cambios, no se podía hacer nada.
Si se suman los
resultados de las listas del PC y el FA (28), la Lista del Pueblo (27),
Movimientos Sociales e Independientes (8) se obtienen 63 escaños. Según varios
sectores si se suman los cupos de pueblos originarios, que según varios
analistas serían parte de este bloque, se podría alcanzar la mayoría simple de
la convención.
La pelea por la
amnistía a los presos por luchar y el juicio y castigo a los represores debe
ser parte de la lucha por la exigencia para que la Convención asuma todos los poderes
(ejecutivo, legislativo y judicial) mientras funciona, y que se rompa con todas
las reglas del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución. Por supuesto que
esto implicaría un choque con los poderes “constituidos” del viejo régimen. Por
ejemplo, con los presos políticos de la rebelión, porque implica cuestionar a
todo el poder judicial y estatal y su función de meter presos a los cabros que
luchan en las calles. Y así, con todas las demandas de octubre, como el juicio
y castigo frente a los represores, pensiones y No + AFP, Salud y Educación
pública gratuita, terminar con la precarización laboral, no pueden quedar bajo
las reglas de la cocina de los «Acuerdos de Paz». Y más allá, estableciendo
medidas que terminen con los grandes poderes de este país, como sería la
nacionalización de los grandes recursos naturales y estratégicos, sin
indemnización, y ponerlos al servicio del pueblo bajo la gestión de los
trabajadores y las comunidades.
De tomar
medidas de fondo, los “poderes reales” que siguen gobernando día a día van a
buscar resistirlas, como lo han hecho históricamente los grandes empresarios,
los medios de comunicación, los militares, etc. Por eso la única garantía para
llevarlas adelante y conquistar nuestras demandas es mediante la movilización y
auto-organización de la clase trabajadora y el pueblo, construyendo comités
como lo fue en Antofagasta durante la rebelión el Comité de Emergencia y
Resguardo, y expandiendo formas de coordinación entre trabajadores, jóvenes,
pobladores, mujeres.
Los compañeros
de la Lista del Pueblo plantean una perspectiva de transformar y democratizar
el propio Estado bajo el capitalismo, que en Chile lo corporizan las grandes
empresarios, las empresas imperialistas y las FFAA asesinas. Nosotros creemos
que solo con una transformación revolucionaria, anticapitalista, con un
gobierno de trabajadores, se podrán lograr nuestras demandas de fondo. Por esto
fuimos en listas separadas en las elecciones.
Pese a estas
diferencias, nos parece una tarea de primer orden impulsar estas coordinadoras,
que deben apuntar a transformarse en verdaderas instancias de coordinación
obrera y popular desde donde luchar por todas las demandas de la rebelión y
lograr imponer la huelga general a las direcciones sindicales.
Estas
organizaciones para la lucha tienen que unir a las organizaciones de la clase
trabajadora, sus bases, con las poblaciones y sus asambleas, funcionando de
forma democrática. Sin la fuerza organizada de la clase trabajadora, como la
que mostraron los portuarios en la última lucha por el 10% o como se tendió a
expresar en la huelga general del 2019, no tendremos la fuerza y el poder
necesarios como para quebrar el poder del Estado y la clase dominante, que
continuó ejerciéndolo desde la dictadura de Pinochet. Es la única base para
conquistar un gobierno de las y los trabajadores de ruptura con el capitalismo.
De avanzar la
clase obrera y el pueblo de forma independiente, enfrentará la resistencia del
gran capital, como ya mostró en otros eventos históricos; nada menos que en 1973.
Por eso debemos prepararnos desde ya formando comités y coordinadoras para
luchar por nuestras demandas, como la que intentamos hacer en la rebelión en
Antofagasta, que cumplió un papel fundamental en la ciudad minera durante la
rebelión de 2019. Que la situación profundice sus rasgos pre-revolucionarios
dependerá en gran parte de si las altas expectativas se traducirán en fenómenos
de lucha o procesos de organización con peso de la clase trabajadora. Eso es lo
que apostamos.
La pelea por un partido revolucionario de la clase trabajadora
Desde el
Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR) participamos en las elecciones
para defender las banderas de la rebelión de octubre y la necesidad de sacar a
este gobierno con la huelga general y planteando con claridad que la Convención
Constitucional fue pactada en la “cocina” del Acuerdo por la Paz y la Nueva
Constitución, desde la UDI al Frente Amplio, para salvar a Piñera, algo que no
hubiese sido posible si el Partido Comunista, desde la CUT, no le hubiese declarado
una tregua en las calles. Un programa totalmente independiente de los grandes
empresarios y sus partidos, para terminar de raíz con este régimen y toda la
herencia de la dictadura. Planteamos la necesidad de acabar con el saqueo de
estos 30 años, poner fin a las AFP, la educación y salud de mercado,
nacionalizar el cobre, el agua y el litio bajo gestión de los trabajadores.
Presentamos
listas en 8 distritos del país. Con 52.340 votos, presentándonos como partido
en la convención y sumando 87.083 votos con concejales y gobernador. En
Antofagasta, capital minera del país y uno de los centros de concentración de
la clase trabajadora chilena, Lester Calderón, como candidato a gobernador
regional, emergió como uno de los principales referentes políticos del
movimiento obrero en la región, con 21.387 votos (12,78%). A nivel de
convencionales constituyentes, nuestra lista encabezada por Daniel Vargas
obtuvo cerca de un 7% e incluso superó a varios partidos individualmente como
el PS y el PC. En las poblaciones obreras y combativas del norte de la ciudad
sacamos miles de votos. En la misma ciudad, Natalia Sánchez, organizadora de
las brigadas de salud en la rebelión y del Comité de Emergencia y Resguardo,
salió electa como concejal por la comuna de Antofagasta conquistando una banca
municipal. En la categoría de concejales, la lista del PTR obtuvo 13.356 votos
presentándose en solo 3 comunas del país: Antofagasta, Santiago y San Miguel.
Nuestra tarea es desarrollar una alternativa política independiente de los trabajadores
y construir un partido de combate para la revolución socialista.
Otras
organizaciones como el Movimiento Internacional de Trabajadores (sección
chilena de la LIT) se sumaron oportunistamente a la marea «independiente» y
«contra los partidos», entrando a la Lista del Pueblo con un programa sin
delimitación de clase, ni socialista, que a pesar de las importantes
expectativas que este atrae, no se diferencia del programa del PC-FA. Ir a la
elección con banderas claras y sin ocultar nuestra perspectiva de la
construcción de un partido revolucionario de la clase trabajadora es clave para
preparar las peleas que se vienen.
En un mes más,
la Constituyente debería abrirse. Tendrá un año para su redacción. Se abrirá
así un año de mucha disputa y agitación política. Se avecinan tiempos de duras
crisis y luchas. Se abre una etapa de experiencia de las masas y la clase
trabajadora con la propia Convención y el reformismo, dentro de la etapa
pre-revolucionaria abierta el 18 de octubre. Para ayudar a acelerar esa
experiencia hay que dirigir reclamos y exigir a la Convención todas nuestras
demandas que peleamos en octubre, impulsando la movilización, coordinación y
auto-organización, apuntando a la huelga general para sacar a Piñera y acabar
con todo este régimen podrido, y no “renovarlo” como pretende el reformismo.
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Un-terremoto-politico-sacude-Chile