Italia
La izquierda clasista entre las sardinas romanas
Francesco Locantore
Vientosur
09.01.2020
La del 14 de
diciembre fue una gran manifestación, como no se había visto desde hace muchos
años en la izquierda, una manifestación de gente que llenó la plaza de San Juan
con decenas de miles de personas (más de cien mil según los organizadores)
animada por sentimientos antifascistas y antirracistas. Muchos y muchos
trabajadores nativos y migrantes, y jóvenes, se reunieron desde la madrugada
con las coloridas sardinas para recuperar la histórica plaza de la izquierda,
después de la manifestación del 19 de octubre de la derecha reaccionaria.
La composición
social de la plaza era variada, estaban presentes varias generaciones: jóvenes
estudiantes, precarios, migrantes y trabajadores y trabajadoras, pero también
pensionistas. Es difícil decir qué sectores sociales fueron predominantes. En
la plaza se expresaron diversas sensibilidades sobre los temas de antirracismo
y hospitalidad o el antifascismo -la metedura de pata de uno de los
organizadores romanos sobre la posible presencia de Casa Pound elevó los
niveles de vigilancia sobre este tema- pero también sobre las cuestiones
planteadas por los movimientos que se han manifestado en este periodo contra el
calentamiento global y la violencia contra las mujeres. Los pasajes más
aplaudidos durante los discursos desde el escenario se referían a la recepción
y la solidaridad. El ex médico de Lampedusa, Pietro Bartolo, ahora electo al
Parlamento Europeo en las listas del PD, habló sobre este tema y llegó a pedir
la derogación de los decretos de seguridad; en el mismo sentido habló Giorgia
Linardi de la ONG Sea Watch, que estaba en el barco capitaneado por Carola
Rakete. También fue muy aplaudida la intervención de Luce Visco, representante
del Arcosgay de Nibras, una niña musulmana de origen palestino, y de la
presidenta de ANPI, Carla Nespoli.
En Roma, como
en las otras plazas de la sardina, existía ante todo la preocupación,
afortunadamente presente en amplios sectores de las masas, por el crecimiento
de un sentido común racista y violento con los más débiles, que se extendía en
la sociedad y era montado y alimentado por la derecha reaccionaria, con Salvini
y Meloni a la cabeza. Ciertamente el nivel de politización de este movimiento
es muy bajo, y deliberadamente los organizadores tratan de mantenerlo en un
nivel genérico y superficial de crítica de los tonos de odio e inhumanidad de
la derecha reaccionaria contra los migrantes, de defensa del orden
constitucional democrático, sin proporcionar oportunidades de discusión y
profundización de una plataforma de reivindicación que podría poner en
problemas al gobierno Conte bis, que en la mayoría de los temas está en una
línea de continuidad de las políticas del primer gobierno Conte apoyado por la
Liga de Salvini y el propio Movimiento 5 Estrellas. El Partido Demócrata espera
sacar nueva vida de estas manifestaciones y por lo tanto no podía aceptar una
radicalización de las consignas, o una profundización de la crítica de las
razones materiales por las que la ira social provocada por las políticas
neoliberales y de austeridad perpetradas por el propio PD fue anteriormente
cabalgada por la derecha. El grupo de organizadores en Bolonia parece
decididamente moverse en coherencia con esta necesidad. Por eso los grupos de Facebook
de las sardinas que han surgido en estas semanas están estrictamente
controlados, cada post debe ser aprobado por los moderadores, y aquellos que
intentan estimular la reflexión sobre los contenidos de la movilización o
proponer puntos concretos de la plataforma son acusados de ser divisores,
cuando no son completamente censurados. La llamada asamblea de las sardinas
del 15 de diciembre se resolvió en una reunión entre algunos administradores
seleccionados de las páginas de Facebook, que simplemente tomaron nota
del documento ya preparado por el grupo restringido de organizadores en
Bolonia.
Pero las
movilizaciones son la mejor escuela en la que, potencialmente, se forma y
radicaliza la conciencia de clase y en las calles es difícil impedir las
demandas más radicales de crítica no sólo a la derecha, sino también a las
políticas de la derecha que llevan a cabo el centro-izquierda y el actual
gobierno. Por ello, consideramos positiva la presencia en la manifestación de
Roma de sectores políticos más radicales con referencias de clase, o que, en
todo caso, han llevado a las calles consignas y reivindicaciones precisas que
implican responsabilidades no sólo de la derecha reaccionaria. Cerca de la
estatua de San Francisco estaban las sardinas anticapitalistas de la Sinistra
Anticapitalista, las sardinas rojas de Rifondazione, los migrantes de las
sardinas negras organizados con el Potere al popolo, la coordinación para la
retirada de los proyectos que impulsan autonomías diferenciadas [proyectos que
introducirían diferenciaciones en servicios como sanidad y educación con
repercusiones negativas en las regiones más pobres del sur. ndt] y otros
diversos grupos de la izquierda radical romana. El bloque de la izquierda
radical entró en la plaza con las sardinas negras a la cabeza, entre los
aplausos de los demás manifestantes, encontrando un consenso en sus consignas: ius
soli [derecho vinculado al territorio donde se encuentran las personas y no
al origen de ellas. ndt]; abolición de las leyes de seguridad; denuncia
de la labor del Ministerio del Interior de Minniti y Lamorgese, coherente con
la de Salvini; no a la guerra, a la venta de armas, al tratado con Libia;
crítica a las políticas neoliberales, derogación de la ley de empleo; oposición
a la autonomía diferenciada, propugnada entre otros por el candidato Bonaccini
del PD de Emilia Romagna, el mismo Bonaccini que es apoyado plenamente por los
cuatro promotores del movimiento de las sardinas de Emilia Romagna, que postula
como candidato a un patrón culpable de haber despedido a decenas de
trabajadores con un mensaje telefónico (y que realmente sería la alternativa de
la derecha).
Al final de la
manifestación, cuando Mattia Santori leyó sus seis puntos que deberían dar
algún contenido proactivo a este movimiento, terminando con la propuesta de repensar
los decretos de seguridad, una gran parte de la plaza se levantó al grito de derogación,
tanto que él mismo tuvo que corregirse y expresarse a favor de la abrogación.
La reunión de las cumbres del día siguiente tuvo que tomar nota de que
en este punto no sería posible macerar el pescado en el barril y tuvo
que escribir que el movimiento pide la derogación de los decretos de seguridad.
No es que esto cambie las intenciones del pequeño grupo de organizadores, que
simplemente buscan un buen resultado para el centro-izquierda en las elecciones
regionales de Emilia Romagna. Los otros cinco puntos no dicen casi nada, pero
apuntan a una concepción de la democracia muy atrasada y de estilo liberal, en
muchos sentidos cercana a la defendida por el M5S.
Tras la
intervención de Santori, las sardinas negras pidieron hablar por el micrófono y
los organizadores, visiblemente molestos por la presencia de sectores radicales
de izquierda, trataron de negar esta petición, apoyada también por los demás
manifestantes que estaban cerca del escenario en ese momento. Al final,
tuvieron que ceder y la intervención de su portavoz (que fue interrumpida en un
momento dado por los organizadores que volvieron a poner la música a todo
volumen) fue una de las más aplaudidas del día, expresando claramente las
reivindicaciones antirracistas -en primer lugar una ley sobre el ius soli-
y contra la guerra denunciando las políticas realizadas no sólo por el primer
gobierno de Conte con Salvini dentro, sino por el PD primero con Minniti y con
el actual gobierno, que permite, entre otras cosas, la venta de armas a Turquía
en la guerra contra los kurdos sirios en Kobane.
No sabemos qué
perspectivas tendrá el movimiento de la sardina, hasta la fecha se anuncian
algunas campañas y trabajos locales en los territorios, pero ninguna otra
manifestación (y mucho menos una asamblea democrática del movimiento).
Probablemente mucho dependerá del resultado de las elecciones regionales de
finales de enero, después de las cuales el fenómeno podría desinflarse, y
seguramente sucederá si los organizadores deciden hacer explícita la referencia
política al PD y a la mayoría del actual gobierno. El hecho es que grandes
sectores de las masas han vivido estas semanas de manifestaciones como no lo
habían visto en mucho tiempo, y esto podría devolver la confianza en las
movilizaciones a sectores más conscientes de clase.
En este punto
no podemos evitar una evaluación más completa del equipo directivo que ha
lanzado y está gestionando las movilizaciones, empezando por la forma en que se
organizan [para saber más: ne avevamo già scritto. ndt]. El
verticalismo extremo no es un elemento accidental, sino que responde a una
lógica y una elección precisas: la de impedir que los lugares públicos,
abiertos y democráticos de discusión y debate favorezcan la confrontación entre
ideas y posiciones políticas diferentes, que también corresponden a intereses
sociales distintos. La ausencia de democracia interna obstaculiza el
crecimiento colectivo, frena el desarrollo de la conciencia de clase y ciega
las opciones autocráticas de aquellos que temen perder el control de la
orientación política impresa en las movilizaciones.
El papel de la
izquierda de clase, presente y visible en muchas de las plazas sardineras (a
pesar de la actitud despectiva de algunos partidos, el PCP de Rizzo a la
cabeza, que no pierden ninguna oportunidad de denigrar los movimientos que no
están dirigidos por ellos mismos), debe ser en esta etapa precisamente
profundizar y radicalizar las demandas llevadas a esas plazas, alentar la
continuación de la lucha no sólo contra la derecha sino contra los elementos
políticos y sociales que han determinado el crecimiento del nacionalismo y el
racismo. Hay que rechazar las políticas liberales y de austeridad de los gobiernos
apoyados por el PD desde 2011 (el presupuesto equilibrado y las políticas
económicas restrictivas, la reforma de Fornero, la Ley de Empleo, la buena
escuela), así como la derogación de las peores medidas del gobierno de Conte, a
partir de las leyes de seguridad, sin olvidar el decreto Minniti-Orlando. Es
necesario romper desde un punto de vista internacionalista y de clase el marco
de las políticas de austeridad preconizado por las instituciones europeas, que
está provocando el resurgimiento de los nacionalismos. Por otro lado, es
necesario que se reanude la acción sindical combativa en el lugar de trabajo
para resistir la guerra que se está llevando a cabo unilateralmente en materia
de salarios y derechos y para recuperar terreno también gracias a la solidaridad
que se debe construir entre trabajadores nativos e inmigrantes en estos
conflictos, tomando como ejemplo las luchas en el sector de la logística en los
últimos años.
Por todo ello,
el éxito de las iniciativas lanzadas por la Asamblea Nacional de la Izquierda
Opositora de Izquierda para el mes de enero y la construcción de coordinaciones
locales que den una masa de choque y credibilidad adecuada para enfrentar al panzer
dominante, un arraigo territorial a estas iniciativas, y que logren involucrar
en la movilización también a algunos sectores más conscientes y avanzados que
han salido a las calles con el movimiento de las sardinas.
31/12/2019
Traducción: viento
sur
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