La izquierda en la encrucijada
Reflexiones sobre el acuerdo PSOE-Unidas Podemos
16.11.2019
La derecha ya ha descargado toda su ira ante el preacuerdo para un gobierno de coalición que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firmaron en el comedor de gala del Congreso. Perplejos, los que se negaban a apoyar a Sánchez cuando este se lo pedía denodadamente, ahora braman indignados por su acuerdo con los “comunistas” de Unidas Podemos. La patronal, partidaria primero de un gobierno del PSOE con Ciudadanos, después de un acuerdo PSOE-PP con la fórmula que fuese posible, se encuentran ahora que sus representantes políticos naturales han “empujado” a Pedro a los brazos de Pablo. Dejemos a la derecha que ajuste sus cuentas.
El resultado electoral
del 10 de noviembre abocaba a Sánchez a un acuerdo con Podemos o a
repetir unas nuevas elecciones, lo que hubiera supuesto su suicidio
político y la puerta a una previsible victoria de la derecha. El
hundimiento de Ciudadanos, y sus peores resultados, han mandado al
traste sus planes iniciales.
La inmensa mayoría de los votantes
de Unidas Podemos y del PSOE ven con ilusión la posibilidad del
gobierno de coalición, que aún tiene que lograr apoyos suficientes para
formarse, aunque es probable que los consiga ante las alternativas que
existen.
Es fácil entender esas esperanzas, pero ni el ruido de
la caverna ni las comprensibles ilusiones deben impedirnos reflexionar
sobre lo que ha pasado estos meses, las alternativas que sí había a este
acuerdo, y los riesgos que conllevará para la clase trabajadora y ante
los que hay que prepararse. La militancia de IU debe reunirse, debatir y
tomar una decisión, como debería hacer toda la militancia de las
distintas organizaciones de UP.
El contenido del preacuerdo
El preacuerdo plantea generalidades cuya concreción puede tomar
derroteros muy distintos. Pero en algunas cosas sí que es concreto: “El
Gobierno impulsará políticas sociales y nuevos derechos con arreglo a los acuerdos de responsabilidad fiscal de España con Europa,
gracias a una reforma fiscal justa y progresiva que nos acerque a
Europa y en la que se eliminen privilegios fiscales” (el subrayado es
nuestro).
Los “acuerdos de responsabilidad fiscal de España con
Europa” fueron los que llevaron a la modificación del artículo 135 de
la Constitución, que dio amparo a los recortes sociales. La Comisión
Europea está pidiendo un nuevo recorte del gasto público de 15.000
millones de euros [1].
Una política que la dirección del
PSOE ya respalda plenamente desde la época de Rodríguez Zapatero,
pionero de los recortes. Nadia Calviño, anunciada vicepresidenta
económica, ex alto cargo de la Comisión Europea y ex candidata a
presidir el Fondo Monetario Internacional, va a ser la guardiana de la
ortodoxia económica y de la caja.
Nos basta recordar lo que
sucedió con el acuerdo de presupuestos. El PSOE incumplió buena parte
pero, aunque se hubiese llevado a cabo, suponía un incremento del gasto
público totalmente insuficiente para atender las necesidades. ¿Podrá más
UP ahora con 35 diputados que entonces con 71?
En la cuestión
catalana se suscribe que todo lo que se haga debe ser “siempre dentro de
la Constitución”, lo que implica la renuncia a defender el derecho de
autodeterminación, sin el cual, no se puede dar una salida al conflicto
político catalán.
Consecuencias de que UP esté en el gobierno
Si la izquierda transformadora no tiene mayoría suficiente para tomar
las riendas del gobierno, es preferible estar en la oposición por la
izquierda. En julio se debía haber votado SÍ a Sánchez en la investidura
y pasar a la oposición. Eso es lo que habría que hacer ahora. Que el
PSOE cumpla con sus compromisos de izquierdas va a depender más de la
movilización social que de la presencia de UP en el gobierno, al que se
le deberá “cohesión, lealtad y solidaridad gubernamental”, como se
recoge en el preacuerdo, algo que Sánchez se encargará de recordar
cuando haga falta.
Y ese es el quid de la cuestión: estar
dentro de un gobierno del Estado en minoría tenderá a atarnos las manos
para la movilización. Pablo Iglesias escribe a la militancia: “Vamos a
gobernar en minoría dentro de un Ejecutivo compartido con el PSOE, en el
que nos encontraremos muchos límites y contradicciones, y en el que
tendremos que ceder en muchas cosas” [2]. Es cuestión de tiempo
que a los dirigentes de UP se les presente el dilema: o con el pueblo o
con la “lealtad” debida al gobierno. Los dirigentes del PSOE lo
resolvieron hace años cuando optaron por la reconversión industrial,
aprobaron los contratos basura o las ETTS, recortes sociales, etcétera.
El respaldo entusiasta que Felipe González cosechó en 1982, con 202
diputados, una mayoría absoluta que nadie más ha logrado, se dilapidó en
los siguientes 14 años y preparó el terreno para la vuelta de la
derecha, como los recortes de Zapatero abrieron la puerta al regreso de
Rajoy.
No cabe duda de que los dirigentes de UP desean
honestamente llevar adelante políticas de izquierdas, pero la entrada en
los gobiernos, sin la fuerza suficiente para aplicar dichas políticas,
nos aboca al riesgo de acabar poniendo en práctica la política del “mal
menor”. ¿Se van a aceptar hacer recortes cuando Nadia Calviño exija
mantenerse “dentro de los acuerdos de responsabilidad fiscal de España
con Europa”? Por eso Pedro Sánchez no quería un acuerdo con UP.
La participación de IU en gobiernos conjuntos con el PNV en el País
Vasco o en Andalucía con el PSOE, tuvo sobre todo el efecto de
fortalecer al PSOE y al PNV mientras debilitaba a la izquierda.
Pero más cercana aún es la experiencia del Ayuntamiento de Madrid,
cuando el intento de emplear íntegramente los recursos municipales en
interés de la mayoría social le costó el cese al delegado de Hacienda de
IU, no por Cristóbal Montoro sino por la propia Manuela Carmena. Los
ministros y ministras de UP se enfrentarán al mismo problema y sólo
podrán mantenerse firmes en defensa de los intereses de las clase
trabajadora, además de por sus propias convicciones, si hay una fuerte
presión desde abajo que contrarreste la de la derecha.
Cuando
esos choques se den, entonces, como pasó en el grupo municipal de Ahora
Madrid, habrá una enorme presión para tapar las diferencias con el
argumento de no favorecer a la derecha, que atacará al gobierno con
todas sus fuerzas, que son muchas. El mayor riesgo de la participación
de UP en el ejecutivo de Sánchez es acabar justificando políticas de
recortes con el argumento de que la derecha aún sería peor. Si eso
sucediera dejaríamos huérfana de alternativa a la clase trabajadora y
estaríamos propiciando una victoria de la derecha, de Vox en particular,
en el futuro. Hay que trabajar para evitar eso a toda costa.
La entrada en el Ayuntamiento de Ahora Madrid, que tantas ilusiones
despertó, no fue capaz de llevar a cabo su programa porque renunció a la
movilización social y a enfrentarse al adversario. Debemos tener claro
que la dirección del PSOE no sólo no alentará la movilización social en
apoyo de un cambio, sino que se opondrá a ella. UP debe prepararse para
un escenario muy complicado, pues será atacada por la derecha y,
también, por la dirección del PSOE.
Cómo deberíamos actuar
Por todo lo expuesto debería haberse reconocido desde el principio que
UP no tiene suficiente fuerza para formar gobierno y que hay diferencias
de fondo con el PSOE, y que era mucho mejor darle la investidura
“gratis” y pasar a la oposición. Pero parece claro que la dirección de
Podemos no tiene intención de dar marcha atrás. Por eso IU, tras votar a
favor de la investidura de Sánchez, no debe entrar en el ejecutivo sino
poner todo el esfuerzo en construir organización, empezando por la
propia UP. Hay que evitar lo que ya hemos vivido tantas veces en el
pasado, volcar a todos los cuadros en la labor institucional,
abandonando la organización y movilización.
Es más, es vital
que las organizaciones que componen UP defiendan a toda costa la
libertad de crítica interna, pues va a ser la única forma de controlar
la participación en el gobierno, que debe valorarse periódicamente, y
contrapesar la presión institucional. Hemos de tomar precauciones contra
la tentación de los grupos institucionales de evitar la crítica interna
a su labor, que puede lleva a convertir en muy difícil la vida
cotidiana de la militancia, a la que se acaba despojando de cualquier
capacidad real de decisión en los temas importantes. Una organización
viva, con una militancia crítica y con poder real, es imprescindible.
Y el objetivo central de nuestra organización debe ser alentar la
movilización social, lo único que puede contrarrestar la enorme presión
que vendrá de las grandes empresas y de la derecha, la mejor forma de
empujar al gobierno a aplicar políticas de izquierdas o impedirle hacer
recortes. Hay que promover la unión de todos los conflictos actuales por
la educación, la sanidad, la dependencia, el transporte público, la
vivienda, las condiciones de trabajo, las pensiones, el medioambiente,
los derechos democráticos… en una sola gran movilización.
Una
gran lección de la experiencia en el Ayuntamiento de Madrid es que,
cuando gobiernan los nuestros, es precisamente cuando hay que
movilizarse más para vencer la resistencias a la aplicación de un
programa de izquierdas. Como ha popularizado la ejemplar lucha de los
pensionistas: “gobierne quien gobierno, las pensiones se defienden”. Ese
lema debe inspirarnos. Los ministros y ministras de UP deberán ser las
más interesadas en esa movilización, pues va a ser su mejor punto de
apoyo para defender el programa en el gobierno.
En la cuestión
catalana, podríamos darle la vuelta a los argumentos de la derecha, y de
la dirección del PSOE. Si se quiere respetar la opinión de quienes
viven y trabajan en Cataluña hay una opción dentro de la Constitución,
celebrar una consulta en base al artículo 92, comprometerse a respetar
lo que se decida y, en base al resultado, iniciar los cambios necesarios
en la carta constitucional para aplicar la voluntad del pueblo catalán.
Ahí está una opción “constitucional” para dar una salida al conflicto
político. Sin olvidar que, en este terreno, al final, lo determinante
también será la movilización, en Cataluña y en todo el Estado. Por eso
hay que unir la lucha por los derechos sociales y democráticos, incluido
el derecho de autodeterminación.
Construir una alternativa al capitalismo
Pero exige, además, cambiar el sistema económico de arriba abajo, y
debemos ser capaces de explicarlo. El programa de UP es básicamente un
programa de reformas cuya base es aumentar los impuestos a las rentas
más altas e incrementar el gasto social, y fortalecer los derechos
laborales y democráticos. Todo eso es imprescindible, pero para
funcionar debe ir unido a una transformación económica de fondo.
El gobierno recibirá una presión directa de la CEOE, con la que Sánchez ya había llegado a un acuerdo antes de las elecciones [3] . El programa de la patronal [4]
es seguir reduciendo el gasto público pero, a la vez, reduciendo los
impuestos y los costes sociales a las empresas, mantener las
contrarreformas laborales anteriores y retrasar más la edad de
jubilación, mantener la conciertos con empresas privadas en todos los
ámbitos, etcétera. Es la política que cabe esperar de quienes defienden
el capitalismo, y que supone un incremento de la explotación de la clase
trabajadora.
Hay que explicar que el capitalismo es el
problema. La ironía es que, por más que la izquierda se modere, se la
acusa de “comunismo radical” a la menor ocasión. No vamos a convencer a
los capitalistas de que nuestra propuesta es más razonable, hay que
cambiar el sistema.
La izquierda transformadora necesita
abordar seriamente la elaboración una alternativa de sociedad, no
quedarse en la mera gestión del sistema. Por mucho que tu subas los
impuestos a las grandes empresas y a las rentas más altas, las
decisiones de inversión están en sus manos. Desde el gobierno, y si hay
presión social, se podrán arrancar concesiones al principio, que serán
bienvenidas. Pero si la desaceleración se va transformando en recesión,
la inversión caerá y el paro aumentará, y será aún más difícil hacer
frente al pago de las pensiones y los servicios públicos.
La
deuda pública pesa como una espada de Damocles sobre cualquier gobierno,
con más fuerza en una nueva recesión. Es urgente su auditoría y
plantear una quita, como defendían los dirigentes de Podemos en 2014 [5] .
Pero eso tiene que ir unido a la nacionalización los sectores
estratégicos de la economía, para evitar estar en manos de los bancos y
las grandes empresas privadas. Sin olvidar que la estructura del Estado
está estrechamente vinculada a la económica, por infinidad de cauces. Un
cambio así sólo puede ser producto de una inmensa y profunda
movilización social. Ni siquiera basta con nacionalizar, sólo es la
primera condición, hace falta un control democrático de esos medios de
producción. La clase trabajadora debe tomar las riendas de la economía,
ser capaz de hacerla funcionar de forma muy distinta a cómo lo hace el
sistema, con criterios sociales y respetando los límites
medioambientales.
En América Latina hemos sido testigos de cómo
la izquierda conquistó los gobiernos en muchos países, impulsada por
una gran movilización social. Pero también hemos comprobado que, si no
se consigue cambiar el sistema, éste espera a que el desgaste que se
sufre les permita recuperar el gobierno e, incluso, no duda en organizar
golpes de estado como el de Bolivia. Y aún así, el pueblo vuelve a la
lucha, como vemos en Ecuador, Argentina, Chile y la propia Bolivia.
Tenemos que mucho que aprender de la experiencia latinoamericana. Y en
Europa hemos presenciado como, en Grecia, Syriza ha pasado de ser
considerado el enemigo por las instituciones europeas a un socio leal,
que administra los recortes.
Nos vamos a adentrar en una nueva
fase de la crisis económica con dramáticas consecuencias sociales. La
extensión de las tecnologías digitales, en manos capitalistas, son un
medio de intensificar la explotación a base de crear más paro y
precariedad [6] . Pero todo eso, también empujará a luchar y
buscar una salida, y posibilitará que una transformación socialista y
democrática de la sociedad puedan conquistar el apoyo de las masas. Un
proyecto capaz de ganar las elecciones con el respaldo movilizado y
consciente de la clase trabajadora. No es imposible. Si volviéramos a
índices de participación de la clase trabajadora como los que hubo en
1982, podríamos ganar a la derecha de calle.
Hay que empujar al
actual gobierno hacia la izquierda con la movilización, al tiempo que
preparamos una alternativa por la izquierda, capaz de conquistar la
mayoría aplastante de la sociedad. Para eso necesitamos una alternativa
al sistema. Los medios de producción y los conocimientos científicos
actuales, usados de forma muy distinta a cómo lo hace el capitalismo,
permitirían garantizar pan, techo, trabajo y dignidad a todo el mundo, y
luchar de forma real contra el cambio climático. Un programa y una
alternativa de sociedad, socialista y democrática, cambiaría
radicalmente el enfoque de la lucha cotidiana en todos los terrenos:
vecinal, sindical, social, democrático… Nos daría la fuerza de saber que
tenemos la capacidad real de construir una sociedad distinta.
Notas
[1]
“España deja por fin atrás una década de austeridad. Bruselas ha dado
este miércoles luz verde al informe que recomienda su salida del brazo
correctivo de la UE. Los países miembros ratificarán, con toda
probabilidad, la decisión la semana que viene. El comisario de Asuntos
Económicos, Pierre Moscovici, ha felicitado a España y la ha alentado a
seguir “por la vía de la seriedad presupuestaria”. Tras salir de ese
corsé, Bruselas exige a España un ajuste de 15.000 millones en dos años,
con cierta flexibilidad. Como ha avanzado este miércoles EL PAÍS, la
Comisión advierte de un “riesgo significativo de desviación” de los
objetivos para 2019 y 2020.
[4] https://www.ceoe.es/es/contenido/actualidad/noticias/ceoe-propone-una-nueva-agenda-de-reformas-tras-las-elecciones-para-afrontar-los-desafios-de-la-economia-espanola
[5] "No saldremos de esta crisis sin una quita" https://www.elmundo.es/economia/2014/09/06/540a1531268e3e96148b456f.html
[6]
El 36% de los puestos de trabajo en España son susceptibles de ser
automatizados (informe de CCOO Industria sobre la digitalización en la
Industria)
Jordi Escuer, miembro de la Coordinadora de IU Madrid
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