“Hace tiempo que, como a todos los que hoy se cuidan
de tomar al vida en serio, me venía preocupando lo que ha dado en llamarse cuestión social. Observaba la marcha del
socialismo, al cual apenas conocía más que por las exposiciones disparatadas y malévolas
que de él hacen los que lo combaten a la desesperada. Aun a través de ésas
calumniosas y estúpidas exposiciones, en que la ignorancia y la mala fe se
alimentan mutuamente en su contacto, aun a través de esas mentiras columbraba
el único ideal potente y vigoroso que puede unir y vivificar a los pueblos. Me
puse a estudiar la economía política del capitalismo y el socialismo científico
a la vez, y ha acabado por penetrarme la convicción de que el socialismo limpio
y puro, sin disfraz ni vacuna, el socialismo que inició Carlos Marx con al gloriosa
Internacional de trabajadores y al cual vienen a refluir corrientes de otras partes,
es el único ideal hoy vivo de veras, es
la religión de al humanidad.
La tarea de propagarlo en nuestra España es dura; el
capitalismo burgués, que empieza a ahogarse bajo su propio peso, aplastado
fatal y necesariamente por las leyes mismas de libertad que proclamaron sus
defensores, el capitalismo burgués se defiende a muerte, con proteccionismos,
con monopolios, con paz armada y ejércitos dispendiosísimos, con amenazas y propuestas
y mentiras, con falsa beneficencia y hasta a calumniando al socialismo algunas veces y forjando otras con
falsificaciones de él para engañar a incautos y engañarse así mismo Esta última
arma le dan algún resultado; hay muchos a quienes engaña con eso que laman
socialismo del Estado, socialismo de cátedra, etc.; no faltan quienes quieren
presentar a tal o cual poderoso como mesías de la clase trabajadora y se repite
a diario que el socialismo es la imposición, la muerte de la libertad y del
individuo, el estancamiento del progreso.
Es preciso hacer ver que los socialismos burgueses son
enemigos del verdadero socialismo o engañosos sofismas; es preciso de hacer
confusiones y disipar errores; es preciso repetir una y mil veces que la lucha
es entre lso que trabajan para que todos coman y vivan y alimenten su espíritu
y los vagos, más o menso encubiertos, que viven del trabajo ajeno…”
[Miguel de Unamuno. Un socialista más. Publicado en La
Lucha de Clases, Bilbao, 21 de Octubre, 1894. Discursos y artículos. Obras
Completas, tomo IX, pág. 477. ESCELICER,
S.A. Madrid, 1968]
* * *
El socialismo burgués o
conservador
DIARIO
OCTUBRE /noviembre 15, 2019
«Una parte
de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo
garantizar la perduración de la sociedad burguesa.
Se
encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios,
los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores
de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los
promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores
sociales de toda laya.
Pero,
además, de este socialismo burgués han salido verdaderos sistemas doctrinales.
Sirva de ejemplo la Filosofía de la miseria de Proudhon.
Los
burgueses socialistas considerarían ideales las condiciones de vida de la
sociedad moderna sin las luchas y los peligros que encierran. Su ideal es la
sociedad existente, depurada de los elementos que la corroen y revolucionan: la
burguesía sin el proletariado. Es natural que la burguesía se represente el
mundo en que gobierna como el mejor de los mundos posibles. El socialismo
burgués eleva esta idea consoladora a sistema o semisistema. Y al invitar al
proletariado a que lo realice, tomando posesión de la nueva Jerusalén, lo que
en realidad exige de él es que se avenga para siempre al actual sistema de
sociedad, pero desterrando la deplorable idea que de él se forma.
Una segunda
modalidad, aunque menos sistemática bastante más práctica, de socialismo,
pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario
haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios
políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales,
económicas, de su vida. Claro está que este socialismo se cuida de no incluir
entre los cambios que afectan a las «condiciones materiales de vida» la
abolición del régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la
vía revolucionaria; sus aspiraciones se contraen a esas reformas
administrativas que son conciliables con el actual régimen de producción y que,
por tanto, no tocan para nada a las relaciones entre el capital y el trabajo
asalariado, sirviendo sólo –en el mejor de los casos– para abaratar a la
burguesía las costas de su reinado y sanearle el presupuesto.
Este
socialismo burgués a que nos referimos, sólo encuentra expresión adecuada allí
donde se convierte en mera figura retórica.
¡Pedimos el
librecambio en interés de la clase obrera! ¡En interés de la clase obrera
pedimos aranceles protectores! ¡Pedimos prisiones celulares en interés de la
clase trabajadora! Hemos dado, por fin, con la suprema y única seria aspiración
del socialismo burgués.
Todo el
socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los
burgueses lo son y deben seguir siéndolo… en interés de la clase trabajadora».
Anotaciones
de Bitácora (M-L):
Un tiempo
antes, Engels describiría esta tendencia, como una ideología basada en gente
que:
«Consta
de partidarios de la sociedad actual, a los que los males necesariamente
provocados por ésta inspiran temores en cuanto a la existencia de la misma.
Ellos quieren, por consiguiente, conservar la sociedad actual, pero suprimir
los males ligados a ella. A tal objeto, unos proponen medidas de simple
beneficencia; otros, grandiosos planes de reformas que, so pretexto de
reorganización de la sociedad, se plantean el mantenimiento de las bases de la
sociedad actual y, con ello, la propia sociedad actual. Los comunistas deberán
igualmente combatir con energía contra estos socialistas burgueses, puesto que
éstos trabajan para los enemigos de los comunistas y defienden la sociedad que
los comunistas quieren destruir». (Fridrich Engels; Principios del
comunismo, 1847)
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