sábado, 16 de noviembre de 2019

EL SOCIALISMO VISTO POR UNAMUNO Y EL MARXISMO



“Hace tiempo que, como a todos los que hoy se cuidan de tomar al vida en serio, me venía preocupando lo que ha dado en llamarse  cuestión social. Observaba la marcha del socialismo, al cual apenas conocía más que por las exposiciones disparatadas y malévolas que de él hacen los que lo combaten a la desesperada. Aun a través de ésas calumniosas y estúpidas exposiciones, en que la ignorancia y la mala fe se alimentan mutuamente en su contacto, aun a través de esas mentiras columbraba el único ideal potente y vigoroso que puede unir y vivificar a los pueblos. Me puse a estudiar la economía política del capitalismo y el socialismo científico a la vez, y ha acabado por penetrarme la convicción de que el socialismo limpio y puro, sin disfraz ni vacuna, el socialismo que inició Carlos Marx con al gloriosa Internacional de trabajadores y al cual vienen a refluir corrientes de otras partes, es el  único ideal hoy vivo de veras, es la religión de al humanidad.

La tarea de propagarlo en nuestra España es dura; el capitalismo burgués, que empieza a ahogarse bajo su propio peso, aplastado fatal y necesariamente por las leyes mismas de libertad que proclamaron sus defensores, el capitalismo burgués se defiende a muerte, con proteccionismos, con monopolios, con paz armada y ejércitos dispendiosísimos, con amenazas y propuestas y mentiras, con falsa beneficencia y hasta a calumniando al socialismo  algunas veces y forjando otras con falsificaciones de él para engañar a incautos y engañarse así mismo Esta última arma le dan algún resultado; hay muchos a quienes engaña con eso que laman socialismo del Estado, socialismo de cátedra, etc.; no faltan quienes quieren presentar a tal o cual poderoso como mesías de la clase trabajadora y se repite a diario que el socialismo es la imposición, la muerte de la libertad y del individuo, el estancamiento del progreso.

Es preciso hacer ver que los socialismos burgueses son enemigos del verdadero socialismo o engañosos sofismas; es preciso de hacer confusiones y disipar errores; es preciso repetir una y mil veces que la lucha es entre lso que trabajan para que todos coman y vivan y alimenten su espíritu y los vagos, más o menso encubiertos, que viven del trabajo ajeno…” 

[Miguel de Unamuno. Un socialista más. Publicado en La Lucha de Clases, Bilbao, 21 de Octubre, 1894. Discursos y artículos. Obras Completas, tomo IX,  pág. 477. ESCELICER, S.A. Madrid, 1968]
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El socialismo burgués o conservador



DIARIO OCTUBRE /noviembre 15, 2019

 «Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa.

Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya.

Pero, además, de este socialismo burgués han salido verdaderos sistemas doctrinales. Sirva de ejemplo la Filosofía de la miseria de Proudhon.

Los burgueses socialistas considerarían ideales las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas y los peligros que encierran. Su ideal es la sociedad existente, depurada de los elementos que la corroen y revolucionan: la burguesía sin el proletariado. Es natural que la burguesía se represente el mundo en que gobierna como el mejor de los mundos posibles. El socialismo burgués eleva esta idea consoladora a sistema o semisistema. Y al invitar al proletariado a que lo realice, tomando posesión de la nueva Jerusalén, lo que en realidad exige de él es que se avenga para siempre al actual sistema de sociedad, pero desterrando la deplorable idea que de él se forma.

Una segunda modalidad, aunque menos sistemática bastante más práctica, de socialismo, pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida. Claro está que este socialismo se cuida de no incluir entre los cambios que afectan a las «condiciones materiales de vida» la abolición del régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la vía revolucionaria; sus aspiraciones se contraen a esas reformas administrativas que son conciliables con el actual régimen de producción y que, por tanto, no tocan para nada a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo sólo –en el mejor de los casos– para abaratar a la burguesía las costas de su reinado y sanearle el presupuesto.

Este socialismo burgués a que nos referimos, sólo encuentra expresión adecuada allí donde se convierte en mera figura retórica.

¡Pedimos el librecambio en interés de la clase obrera! ¡En interés de la clase obrera pedimos aranceles protectores! ¡Pedimos prisiones celulares en interés de la clase trabajadora! Hemos dado, por fin, con la suprema y única seria aspiración del socialismo burgués.

Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo… en interés de la clase trabajadora».

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Un tiempo antes, Engels describiría esta tendencia, como una ideología basada en gente que:
«Consta de partidarios de la sociedad actual, a los que los males necesariamente provocados por ésta inspiran temores en cuanto a la existencia de la misma. Ellos quieren, por consiguiente, conservar la sociedad actual, pero suprimir los males ligados a ella. A tal objeto, unos proponen medidas de simple beneficencia; otros, grandiosos planes de reformas que, so pretexto de reorganización de la sociedad, se plantean el mantenimiento de las bases de la sociedad actual y, con ello, la propia sociedad actual. Los comunistas deberán igualmente combatir con energía contra estos socialistas burgueses, puesto que éstos trabajan para los enemigos de los comunistas y defienden la sociedad que los comunistas quieren destruir». (Fridrich Engels; Principios del comunismo, 1847)

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