Ustedes a lo que yo diga y no me rechisten, porque si no monto tenderete, y a mi eso no me gusta. Yo soy un hombre de arriba y de abajo, transversal y no transversal, ni de un lado ni de otro, incluso, ni monto ni desmonto. Vamos, que soy un prenda.
De modo que a lo que iba. Ustedes me van a votar a mi (no hace falta saber mi nombre. Ustedes pongan en el sobre del voto "para el que tenemos que votar", que la Junta Electoral ya me conoce). Programa? No me vengan mareando con esa pregunta. El programa es cosa mía, y lo haré, o no haré, que eso es asunto mío y de nadie más. ¿Usted quién se ha creido que es para preguntarme por el programa? Usted vóteme, que esa es su obligación. Y, dicho esto, para qué les quiro contar más. El candidato soy yo, no tengo por qué dar ni media explicación más. Yo me debo a la felicidad del pueblo, con su ecología verde que te quiero verde y nada más. Recuerde, en el sobre del voto: "para el que tenemos que votar"
* * *
Más País nos recuerda la necesidad de más Izquierda
Unida
- "Es la primera vez que un partido anuncia que se va a presentar en provincias donde no tiene militantes ni dirección política"
- "Como nadie sabe cuál es su programa electoral no podemos conocer cuál es su diferencia con Unidas Podemos o con el PSOE"
- IU está poniendo mucho más patrimonio en esta comunidad de vecinos, Unidas Podemos, y es de justicia que se le tenga más en consideración"
cuarto poder
sábado, 28 de septiembre de 2019
El portavoz de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, Íñigo Errejón, durante
la asamblea de Más País que le proclamó candidato a las elecciones generales
del 10-N . / Ballesteros (Efe)
Hubo un tiempo
en que creíamos que lo importante de una propuesta política era su programa. Es
decir, qué planteaban que harían cuando ese partido llegara al gobierno. El
sistema, lo cuento para millennials y quienes creen que la militancia
política nació el 15M del 2011, era el siguiente: un órgano dirigente del
partido preparaba un documento político y otro organizativo. Se debatía en las
organizaciones locales, se planteaban enmiendas, propuestas, resoluciones,
etc... Se elegían delegados y éstos se reunían un largo fin de semana
para votar y definir el documento definitivo con sus diagnósticos, propuestas y
alternativas. Ese era la base para elaborar un programa político, si
bien había otros encuentros de las bases, incluso con simpatizantes no
afiliados, para elaborar el programa.
Luego llegó la
nueva política, cuyo ejemplo más paradigmático es Iñigo Errejón. Antes de reunirse ni votar su militancia ya anunciaron que se iban a
presentar a las elecciones generales y teníamos la seguridad de quien era el
candidato. Y mientras tanto el partido no tenía nombre, ni programa electoral,
ni estatutos, ni sedes, ni militantes (el partido Más Madrid es otro), ni
programa. Era la primera vez que un partido anunciaba que se iba a presentar
en provincias donde ni tenía ni militantes ni dirección política. Pero no
importaba. En otras autonomías, los militantes de históricas organizaciones
votaban y decidían ir con ellos a las elecciones (en realidad con él, porque
era lo único que se sabía del partido, ni nombre ni otros candidatos). Lo hizo
Compromís en la Comunidad Valenciana, Equo en todo el país, algunos sectores de
Podemos (como el de Murcia) y otros de En Marea en Galicia.
Los medios
anunciaban encuestas con el número probable número de diputados. ¡Sin saber
dónde se presentaba! Y, antes de saber lo que ese partido votaría sobre
cualquier tema, porque no tenía programa, Errejón se explayaba en las
entrevistas sobre lo que votarían en un debate de investidura y le escribía
al presidente en funciones ofreciéndoles pactos futuribles.
El argumento de
Más País es que se presenta para movilizar a los abstencionistas decepcionados
por el resultado fallido de la negociación y que no se presentarán en las
provincias donde puedan restar. El razonamiento es insostenible. En primer
lugar porque si garantizas que vas a llegar a un acuerdo en una negociación
de investidura es que no vas a negociar nada porque la otra parte ya tiene
garantizado el acuerdo contigo. El otro razonamiento es todavía más
absurdo, vienen a decir que ellos saben en qué provincias los ciudadanos se van
a abstener molestos con los partidos que no llegaron a un acuerdo, entonces
ellos se presentan en esas provincias y consiguen el voto de esos ciudadanos.
Pero solo el de esos, porque su objetivo no es restar voto progresista.
Por eso mismo no se presentan en las provincias donde, afirman, pueden restar,
algo que también ellos tienen la clarividencia de saber dónde es. Para eso son
politólogos.
Mientras tanto,
como nadie sabe cuál es su programa electoral no podemos conocer cuál es su
diferencia con Unidas Podemos o con el PSOE, porque seguimos sin conocer su
programa. No sabemos qué piensan sobre el conflicto catalán (si creen que
hay presos políticos o políticos presos, si confían en una sentencia justa, si
creen que hay que hacer un referéndum de independencia), sobre los vientres de
alquiler o la prostitución (si regular o si prohibir), sus propuestas sobre
emigración en la Unión Europea o sobre mecanismos de actualización de las
pensiones.
La única
referencia que tenemos sobre su propuesta de relaciones con la Iglesia nos la
aporta Rita Maestre cuando se manifestó con el torso desnudo en la capilla de
la Complutense, pero como luego se disculpó ante el arzobispo ya no me ha quedado
claro lo que opina al respecto. En política internacional parece que consideran
que el presidente de Venezuela es Juan Guaidó, por
las declaraciones de su afín Manuela Carmena, pero no tenemos más datos. Muchos
menos podemos saber quién creen que es el presidente legítimo de Siria, cuáles
son las fronteras de Ucrania, y si piensan que debemos apoyar las sanciones a
Irán, enviar tropas a Afganistán o vender armas a Arabia Saudí. Tampoco sabemos
a qué miembros de la nueva Comisión Europea apoyan. Se presentaron en la
sede del sindicato de UGT y ni si molestaron en aclarar qué pensaban sobre la
reforma laboral, si proponen derogarla o solo algunos artículos.
Paradójicamente denuncian que otros se han sentado a negociar
sobre cargos y no sobre programa, pero el documento acordado entre Más País y Equo que estos
últimos sometieron a votación entre sus bases, recogía el pacto de que un candidato del partido ecologista ocuparía
el puesto dos o tres de la lista por Madrid que encabezará Íñigo Errejón. Un documento,
insisto, en el que no había programa electoral. No es que no haya acuerdo
programático es que ni por separado lo tiene Más País y ya están repartiéndose
escaños.
Hasta ahora habíamos descubierto que detrás de esta nueva
política nunca hubo organización, ahora hemos visto que es mucho
peor: no hay ni programa, ni lealtad. No hay más que ver cómo quienes hace
cuatro meses eran aliados de Unidas Podemos ahora abandonan el barco solo
porque pasó por delante algo que parece que se vende mejor. No hay mejor
programa porque no hay ninguno, no son más democráticos porque no eran ni
partido, no tienen mejores líderes porque no los han elegido, solo parece que
prometen más cargos y más votos, pero desconocemos en base a qué.
Y llegamos a lo que todo esto supone para Unidas Podemos y
para Izquierda Unida en especial. Lo que alguna vez suponía una capacidad,
inmerecida pero real, de conseguir cinco veces más votos que IU, hacía
estratégico plantear una confluencia para ser todos más fuertes y asegurarse
que el proyecto global fuera más de izquierda. Sin embargo, ya no estamos en el
mismo escenario. Ahora Izquierda Unida está poniendo mucho más patrimonio en
esta comunidad de vecinos, y es de justicia que se le tenga más en
consideración. Porque aporta más ideología y programa, más organización,
más historia decente y, por qué no decirlo, más cuadros que han demostrado más
lealtad y honestidad. Es hora de que su voz y su voto sea más fuerte. Si de
verdad seguimos creyendo en las ideas, en el programa, en la organización, en
la coherencia y en la democracia. Todo eso que nos hemos ido dejando en el
camino y que va siendo hora de recuperar.
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