Radiografía de la campaña europea contra los
comunistas: características y objetivos
CANARIAS SEMANAL.OR. la primera a la izquierda
Domingo, 14 de Julio de 2019
La persecución anticomunista se ha intensificado en
países tales como Lituania
Estonia, Letonia, Rumanía, Hungría, Chequia Ucrania y Polonia. En algunos de ellos ya se han definido leyes que prohíben, cuando
menos, cualquier forma de organización, propaganda o actividad comunista. Otros
gobiernos aplican también normativas legales con el objetivo de impedir la
propaganda comunista, la exhibición de sus símbolos o la referencia a sus
valores ideológicos.
En el curso
del pasado mes de junio, las autoridades polacas procedieron a una modificación
del Código Penal por la que se pretende establecer una comparación entre el comunismo y el
fascismo nazi. A ello, sin duda, han contribuido las corrientes similares que
hoy toman asiento en el Parlamento
Europeo, así como determinados acuerdos tomados en su seno.
Tal es el caso, por ejemplo, de la institucionalización del llamado "Día europeo del recuerdo de las víctimas de
regímenes totalitarios".
Sin
embargo, la ofensiva anticomunista no se reduce solamente al marco de los
países citados anteriormente, sino que es, además, parte de una estrategia de
los sectores más reaccionarios de la UE. Con ella se pretende neutralizar cualquier tipo de
reacción popular contra las políticas ultraliberales que se están aplicando en
toda Europa, acabar con las mechas que en un momento dado puedan hacer prender el
incendio.
EL CASO DE POLONIA
En relación
con los rápidos avances del anticomunismo en la UE, el caso de Polonia es muy
peculiar. Los comunistas polacos han venido sufriendo durante años una
perseverante persecución judicial. Los miembros del KPP, - Partido Comunista Polaco- así como la dirección de su órgano periodístico "Brzask", fueron
perseguidos judicialmente con particular saña durante más de tres años. Se
pretendía con ello borrar de la memoria de la sociedad polaca cualquier atisbo
de ideas que expresaran valores ideológicos marxistas.
En esa misma línea, el pasado año, en el curso
de la celebración del bicentenario del nacimiento de Karl Marx, mientras se
celebraba una Conferencia al respecto en la Universidad de Szczecin, la policía entró a saco,
realizando una redada que acabó con la cancelación del propio acto.
Según ha dado a
conocer el propio KPP , miembro de la "Iniciativa
Comunista Europea", los cambios reaccionarios que se
están operando en la legislación polaca avanzan vertiginosamente.
El pasado 14 de mayo, un proyecto de ley de talante netamente anticomunista fue enviado por el gobierno al Parlamento. Al día siguiente, el Sejm (la cámara baja), inició el procedimiento legislativo y el 16 de mayo fue aprobado. Posteriormente, pasó a la Cámara alta, el Senado, que agregó 43 enmiendas adicionales. Ahora regresa al Sejm para ser votado.
El pasado 14 de mayo, un proyecto de ley de talante netamente anticomunista fue enviado por el gobierno al Parlamento. Al día siguiente, el Sejm (la cámara baja), inició el procedimiento legislativo y el 16 de mayo fue aprobado. Posteriormente, pasó a la Cámara alta, el Senado, que agregó 43 enmiendas adicionales. Ahora regresa al Sejm para ser votado.
La
modificación del artículo 256 prohíbe el comunismo y lo compara con el nazismo y el fascismo. Hace 10
años ya se produjo un intento de prohibir el uso de los símbolos comunistas
utilizando el mismo artículo, pero protestas que se produjeron dentro y fuera
del país pudieron impedirlo. En el 2011 esa tentativa fue anulada por el Tribunal Constitucional. Esta aberración comparativa se hace pese a que el papel de los comunistas
en la derrota del nazifacismo fue absolutamente determinante.
No debe
extrañarnos, pues, que los medios de comunicación afines a la extrema derecha
parafascista española - la COPE, La Razón,
Intereconomía, ABC y otros- pretendan hacer algo similar, borrando de un plumazo el papel
esencial que los comunistas jugaron en la desaparición de la dictadura de Franco, a la vez que
se atreven a llegar a sugerir la posibilidad de que legalmente se establezca
una agraviante comparación histórica con el régimen franquista.
Pese a haber
fracasado ante los tribunales, la campaña anticomunista del actual gobierno
reaccionario polaco, que cuenta con los apoyos de la oposición liberal al
servicio de la burguesía de ese país, pretende que sean las leyes las que
expresamente prohíban la ideología comunista, sus actividades, la exhibición de
sus símbolos o de cualquier otro tipo de material de contenido comunista. Con
el nuevo Código se pretende, igualmente, infundir el miedo incrementando las penas de 2 a 3 años de prisión.
Según
expresó elocuentemente Beata Karon, una líder comunista polaca:
"el objetivo de esta campaña anticomunista es prohibir la actividad revolucionaria porque ofrece una alternativa a los eslóganes vacíos del partido gobernante. El KPP es el único partido marxista claramente orientado a la defensa de los intereses de la clase trabajadora. Ésa es la razón por la que intentan desterrarlo. Esta campaña forma parte de un proyecto más grande para limitar la libertad. La legislación laboral polaca, por ejemplo, se ha modificado para hacer que las huelgas legales sean casi imposibles , a través de obstáculos burocráticos.
Además, la ley sobre
reuniones se volvió más restrictiva, lo que dificultó la organización de
protestas . [...] La mayoría de los polacos no son anticomunistas. Quienes
vivieron en la época del socialismo recuerdan los logros sociales, los mayores
niveles de vida y perspectivas para la clase trabajadora, sin desempleo y sin
preocupación por la vivienda. Ésa es la razón por la que la propaganda
anticomunista se dirige fundamentalmente hacia los jóvenes, a través de
escuelas y de los centros de propaganda como el llamado Instituto Nacional
de la Memoria "
¿A QUÉ RAZONES OBEDECEN ESTA
APARENTEMENTE EXTEMPORÁNEA CAMPAÑA CONTRA LOS COMUNISTAS?Lo que parece incuestionable es que las
actuales campañas contra los comunistas reflejan el dominio que estas
corrientes están teniendo en el marco de las instituciones de la UE. Obedecen al propósito de la gran patronal europea de impedir cualquier potencial contestación movilizadora que pueda
perturbar sus proyectos de multiplicar la precarización laboral de los asalariados europeos. Se juegan con ello nada menos que la posibilidad de que sus mercancías
puedan competir ventajosamente en los dinámicos mercados mundiales emergentes.
No es
casualidad, por supuesto, que estas campañas contra los comunistas coincidan
con los intentos de proceder a la distorsión y revisión de la historia reciente
del continente. Los fastos que rodearon la celebración del desembarco
estadounidense y británico en Normandía, en los que deliberadamente fue "olvidado" el papel
crucial jugado por el Ejército Rojo en la liberación europea, fueron tan solo una muestra del proyecto del revisionismo histórico que está hoy en boga. El cuestionamiento histórico que se está imponiendo
podría condensarse en frases tales como:
"Hitler, Mussolini y Franco estaban ciertamente equivocados, pero en
el fondo sus propósitos no eran tan malos".
El
establecimiento de una comparación entre el comunismo y el fascismo no puede ser
ni es, una mera casualidad, resultado de una interpretación aberrante,
restringida a los ámbitos del revanchismo de las actuales corrientes
parafascistas europeas. Se trata de un proyecto de mucha mayor envergadura. Con esa
comparación se intenta anular por la
izquierda cualquier respuesta coherente, organizativa y
movilizadora frente a la crisis en la que se encuentra atrapado el capitalismo
europeo. Objetivo para el cual no se requiere solamente neutralizar la
posibilidad de una más que hipotética resurrección de la resistencia comunista - de la que, por cierto,
tímidamente empiezan a producirse síntomas en unos pocos paises europeos - ,
sino también proceder a la distorsión de su historia y hacer posible que esta
llegue a provocar horror en las nuevas generaciones.
Mientras las clases trabajadoras no puedan encontrar respuestas prácticas a la
precariedad laboral y al paro en las organizaciones revolucionarias se verán
inevitablemente empujadas a encontrarlas en la demagogia y las propuestas del discurso ultraderechista de xenófobos y populistas. Lo que sucede en Francia,
Italia, Alemania, Hungria... son elocuentes muestras
de ello.
Pero esta última
hipótesis no le inquieta a la gran burguesía europea, pues se trata de
proyectos políticos fascistas que, por su misma naturaleza ideológica, son controlables y reconducibles por el poder. Los planteamientos tácticos de la ultraderecha se limitan a
aprovechar los efectos de las contradicciones sociales y económicas generadas
por el mismo sistema capitalista para luego, en última instancia, preservarlo y
fortalecerlo. La historia del Siglo XX nos ha enseñado que efectivamente es
así. Los expresivos precedentes de la Alemania nazi, la Italia
fascista o la España de Franco lo constatan fehacientemente.
Las fuerzas políticas, sociales y económicas afines al capital tienen
conciencia de que donde reside el peligro realmente es en la existencia de organizaciones
revolucionarias que puedan cuestionar las
bases del sistema capitalista y
descubrir ante los explotados cuáles son las raíces de su propia
explotación. Por eso, ante la certera perspectiva de una potencial agudización
futura de las contradicciones sociales y de clase, se han aprestado
diligentemente a prevenirlo curándose en
salud.
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