PCE(m-l): Comunicado sobre la convocatoria de nuevas
elecciones
El régimen
vuelve a mostrar que es incompatible con las aspiraciones de las clases
populares
De nuevo,
elecciones. Tras casi cinco meses de espectáculo, brindis al sol, exabruptos y
juegos de trileros, se les dice a los pueblos de España que reconsideren su
voto y vuelvan a creer en el sistema si quieren resolver unos problemas a cuyas
soluciones, por cierto, se les dedica mucho menos espacio que a las ocurrencias
de los «líderes políticos» en las redes sociales.
En marzo,
nuestro Comité Central, además de comprometerse pidiendo el voto contra la
derecha, en lugar de la abstención, para parar al fascismo, advertía que las
elecciones no iban a rectificar la tendencia de agresiones a los trabajadores,
ya que no era de esperar que el PSOE las revirtiera y, en especial, porque la
izquierda se presentaba a ellas «dividida y sin una alternativa global al
régimen». A lo sumo, se trataba de ganar tiempo, a condición de que el
pueblo trabajador lo aprovechara para organizarse en la defensa de sus
intereses. Ni el voto, decíamos, es lo determinante en esta pelea, ni el
parlamentarismo burgués es el espacio que lleve a la victoria de nuestra clase.
Como nuestro
Secretariado recordaba tras las elecciones, «las cuestiones trascendentales
que impone el régimen monárquico como límite de la vida política y de cuya
superación depende la posibilidad de encarar el desarrollo de una política
social y de progreso, no se van a resolver […] accediendo a unas instituciones
cuya acción cada vez está más limitada por las normas generales del régimen».
Como señalamos
entonces, la victoria en abril fue de nuestra clase y de los pueblos de España,
que mostraron su disposición a combatir al fascismo. Es evidente, sin embargo,
que la comprensión de lo que deben ser los instrumentos para llevar a cabo esta
lucha se ve lastrada por décadas de propaganda, claudicaciones y política
pequeñoburguesa en la izquierda, que han promovido la ilusión parlamentaria y
la dispersión de las fuerzas populares.
El doble
varapalo de una investidura fallida y el fracaso de las “negociaciones” para
formar un gobierno PSOE-UP han puesto al desnudo, ante millones de personas,
las incapacidades del régimen monárquico para dar respuesta a los problemas del
proletariado y la mayoría trabajadora del país. Sin embargo, en las condiciones
subjetivas a las que ha conducido la hegemonía del revisionismo y el reformismo
pequeñoburgués en la izquierda, las consecuencias van mucho más allá de la
incapacidad de los líderes “progresistas” y anuncian una situación muy
peligrosa: con la frustración y la desmoralización generadas por la fallida
formación de gobierno, el PSOE y su política al servicio de la oligarquía están
abriendo, como advertíamos en abril, las puertas a la bestia fascista. De
hecho, durante estos meses ha sido del todo evidente que, fiel a la
naturaleza de clase de su partido, Sánchez buscaba ante todo la tolerancia del
PP y Ciudadanos, y no un pacto a su izquierda, con el fin prioritario de lograr
la aprobación del gran capital para su gobierno a base de seguir con su
política ambigua ante los mensajes ultrarreaccionarios de Casado y Rivera.
Ahora, medios
de intoxicación y opinadores de todo pelaje se llevan las manos a la cabeza y
se hacen cruces por el egocentrismo de “la clase política” y su falta de
atención al “interés común”. De esta manera, no hacen más que proseguir su
esfuerzo por acrecentar la desafección de los trabajadores hacia toda
política y convencerlos de que no hay alternativa a lo existente, en particular
por la izquierda, a la que se trata de desmoralizar de una vez por todas, como
ya indicábamos tras la investidura fallida. Con todo ello, sin duda va calando
el convencimiento, entre las masas más atrasadas, de que es necesario “hablar
menos” y actuar con mayor “energía” para dar respuestas a los muy graves
problemas que enfrentan millones de personas, por no hablar de los que se
avecinan en un futuro próximo.
Las opciones
que nos presentan tampoco son muy halagüeñas: con una izquierda hastiada y
asqueada de sus “representantes”, todo parece indicar que los resultados de las
nuevas elecciones bascularán entre una derecha, si no recompuesta, sí aún más
envalentonada y radicalizada, y un PSOE decidido a aplicar el programa de
recorte de derechos y agresiones que la oligarquía necesita para afrontar la
crisis que se avecina y las rivalidades intercapitalistas.
No obstante, el
futuro no puede ser de pasividad y desencanto, sino de organización y firmeza.
Los malabarismos de socioliberales y “ciudadanistas” han sumido en el
desconcierto y el desencanto a muchos, es cierto; pero no son menos los que
expresan su hartazgo de un régimen en el que no es posible desarrollar
políticas en beneficio de los sectores populares. También crece el número de
militantes y cuadros que advierten la necesidad de avanzar hacia la unidad
popular en torno a programas de progreso.
Por todo ello,
se hace más urgente y necesario que nunca, como ya señalamos en abril, «avanzar
en la acumulación de fuerzas, en la movilización y la articulación organizativa
de los más amplios sectores de la clase obrera y clases populares, en la unidad
de la izquierda y en la unidad popular con objetivos rupturistas y
republicanos». Esta debe ser la consigna, que presida, con mayor ahínco si
cabe, nuestra acción política hacia las organizaciones de la izquierda y en
nuestra relación cotidiana con las masas. Esa es la respuesta que debemos dar
los comunistas hoy para hacer frente de forma eficaz a la reacción, al fascismo
y al régimen que les da cobijo.
¡NI UN VOTO A
LA DERECHA!
¡CONTRA LA
REACCIÓN Y EL FASCISMO, UNIDAD Y FIRMEZA!
¡POR LA UNIDAD
POPULAR!
¡POR LA
REPÚBLICA POPULAR Y FEDERATIVA!
Secretariado
del Comité Central del PCE (m-l)
18 de
septiembre de 2019
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