Somos los
contemporáneos de una gran evolución social que toma día a día proporciones más
vastas. Un movimiento, una agitación de espíritus se manifiestan en todas las
clases de la sociedad con una intensidad cada vez mayor. Todos se dan cuenta de
que la tierra se hunde bajo sus pies. Ha surgido una masa de cuestiones sobre
la solución de las cuales se discute en los dos sentidos. Una de las más
importantes que se plantea es la que llamamos la cuestión de la mujer.
¿Qué lugar debe
tomar la mujer en nuestro organismo social, cómo puede desarrollar todas sus
fuerzas y todas sus aptitudes a fin de convertirse en miembro completo de la
sociedad humana, teniendo los derechos de todos, pudiendo dar la medida
completa de su actividad? En nuestra opinión, esta cuestión se confunde con la
de saber cual será la organización que deberá recibir la sociedad humana para
sustituir a la opresión, a la explotación, a la necesidad y la miseria bajo sus
mil formas, una humanidad libre, una sociedad en plena salud tanto desde el
punto de vista físico como desde el punto de vista social. La cuestión de la
mujer no es por lo tanto para nosotros más que uno de los aspectos de la
cuestión social general, que ocupa en este momento a todas las inteligencias,
que pone todos los espíritus en movimiento. No puede, en consecuencia,
encontrar su solución definitiva más que en la supresión de las contradicciones
sociales y en la desaparición de los males que de ellas resultan.
Auguste Bebel : La Mujer y el Socialismo
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