La
ola reaccionaria llega a España
Repaso histórico de la ultraderecha
española
hasta el auge de VOX
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Miguel Urbán Crespo
VIENTOSUR
07.01.2019
VOX una escisión exitosa del PP
A
pesar de su repentino éxito electoral y mediático, no se puede obviar que VOX
no es un partido nuevo: cuenta con cinco años de existencia y un historial de
fracasos electorales hasta su irrupción en el parlamento andaluz. VOX se funda
en diciembre del 2013 como una escisión del PP que acusa a Mariano Rajoy de
alejarse de los principios más conservadores del partido (es justamente en
estos tiempos cuando Aznar y la propia Esperanza Aguirre empiezan a manifestar
públicamente sus discrepancias con la dirección Popular). VOX fue liderada
inicialmente por los dos cargos públicos más conocidos del PP involucrados en
la ruptura, Aleix Vidal-Quadras, eurodiputado y expresidente del PP Catalán, y
Santiago Abascal, exdiputado del PP del País Vasco y expresidente de la
Fundación para la Defensa de la Nación Española [DENAES].
Si
bien podemos afirmar que VOX es la declinación española de un fenómeno
reaccionario y autoritario que se ha asentado globalmente, al mismo tiempo, no
es menos cierto que VOX tiene características peculiares que dependen de la
historia y el contexto político español. A diferencia de la mayoría de sus
homólogos europeos, VOX es una escisión de la derecha española y no un fenómeno
nuevo que nace a sus márgenes como es el Frente Nacional o la Liga Norte. Quizás
la primera escisión por la derecha del PP que ha tenido éxito, a diferencia de
otras como el PADE creado en 1997 y que apenas consiguió un puñado de
concejales en Madrid.
En
cierta medida, VOX representa tanto ese franquismo sociológico que durante
tantos años ha convivido en el seno del PP y que no tenía expresión política
propia desde la disolución de Fuerza Nueva, como a los sectores más
neoconservadores agrupados hasta ahora en una especie de Teaparty a
la española, que ha pasado de hacer lobby al PP a encontrar un espacio político
propio con VOX. Entre ellos encontraríamos el universo mediático y de agitación
articulado en torno al Grupo Intereconomía y a Libertad Digital, el think-tank neocon
Grupo de Estudios Estratégicos (Gees); y webs y/o plataformas de agitación como
Hazte Oír.
Las
reminiscencias históricas de la ultraderecha española ligan a VOX con un
confesionalismo que se acerca más a la extrema derecha del Este de Europa, como
los polacos de Ley y Justicia, que al Frente Nacional de Le Pen. La cuestión de
la unidad nacional y la lucha contra el separatismo, con Cataluña como tema
central, recuerda muy bien al falangismo joseantoniano.Como eje
central tenía la “unidad de destino en lo universal”, que más tarde quedó
sentenciado en los Principios del Movimiento Nacional 5/ como: "La
unidad de la Patria es uno de los pilares de la nueva España, para lo cual el
ejército la garantizará frente a cualquier agresión externa o interna". De
ahí parte el tema clave de la recentralización (fin de las autonomías, cierre
del Senado, etc.), con la idea de España como un Estado uninacional y la
negación de cualquier nacionalismo que no sea el español. Una idea fuerza que
se entrelaza en su discurso con la lucha contra la corrupción, el clientelismo
y el despilfarro que supone el Estado de las autonomías. Desde
el punto de vista social, el discurso de VOX es claramente neoliberal,
desmarcándose al menos en parte de otras ultraderechas que añaden, aunque sea
sobre todo retórica, un discurso proteccionista (Trump) o estatista (Salvini) e
incluso de cierto “chovinismo del Estado de bienestar” (Le Pen). De esta forma,
podemos decir que Abascal es mucho más Bolsonaro que Le Pen.
En
los últimos tiempos, VOX está demostrado ser un alumno aventajado del
neoconservadurismo norteamericano que en su momento abanderaron en España tanto
Aznar como Aguirre, no teniendo miedo a cargar contra los sentidos comunes
conquistados por las fuerzas progresistas. Un buen ejemplo de ello es su
cruzada contra el movimiento feminista en temas como el aborto, cuestionando la
violencia machista y sobre todo contra lo que catalogan bajo el concepto
de ideología de género. Esto es un claro guiño a los sectores más ultras,
de la jerarquía católica, HazteOír y/o el Foro Español de la Familia entre
otros, popularizando un concepto -el de ideología de género- que en
otros países, fundamentalmente Polonia, está sirviendo como activador y
aglutinador político de la ultraderecha.
En
ese mirar hacia las experiencias del otro lado del atlántico, también ha
adoptado elementos o eslóganes del trumpismo, como la consigna
“Hacer España grande otra vez”. Así como en la lógica de buscar un leitmotiv político
en la construcción de un muro fronterizo a Ceuta y Melilla, que intenta
problematizar con las políticas migratorias del gobierno y el aumento de las
llegadas de migrantes en los últimos años. Prácticamente la totalidad de las
organizaciones del heterogéneo ambiente político de la ultraderecha apuntan a
las y los inmigrantes, preferentemente pobres y no occidentales,
como chivo expiatorio de una supuesta degradación socioeconómica y cultural.
Pero los muros de hoy ya no cumplen tanto una función de control fronterizo,
sino que se han convertido, sobre todo, en un elemento fundamental de
propaganda política. Levantar un muro o una valla es una medida rápida y de
impacto sobre la opinión pública que configura una especie de populismo
de las vallas. ¿Qué mejor manera de visualizar la seguridad ante
las invasiones de migrantes que con una valla fronteriza?
De
esta forma, la migración se aborda desde la perspectiva de la inseguridad
ciudadana. Esto constituye uno de los elementos más comunes de estigmatización
de la población migrante, de la pobreza y de las personas pobres en general, a
través de una asimilación machacona entre delincuencia, inseguridad e
inmigración. Se conecta con el imaginario que construyen las políticas de
austeridad que, más allá de los recortes y privatizaciones que conllevan, son
la "imposición para un 80% de la población europea de un férreo imaginario
de la escasez”. Un no hay suficiente para todos generalizado
que fomenta mecanismos de exclusión, que Habermas definía como característicos
de un “chovinismo del bienestar” y que concentran la tensión latente entre el
estatuto de ciudadanía y la identidad nacional. De esta forma, se consigue que
el malestar social y la polarización política provocadas por las políticas de
escasez se canalicen a través de su eslabón más débil: el migrante, el
extranjero o simplemente el otro. De este modo se exime así a las
élites políticas y económicas, responsables reales del expolio. Porque si no
hay para todos, entonces sobra gente, es decir no cabemos todos.
Y así, se difumina la delgada línea que conecta el imaginario de la austeridad
con el de la exclusión, sobre el que se construye la potencialidad de la
consigna primero los españoles.
Todas
estas características, nos llevan a decir que VOX se ubica a caballo entre el
pasado y el presente, con posicionamientos que le homologan a la nueva extrema
derecha europea mientras que preserva rasgos propios que lo vincularían con una
cierta reactualización de la ultraderecha hispana del tardofranquismo y la
transición. Quizás sea la consigna de la reconquista de España la
que sintetiza mejor esa idea de pasado y presente. Por un lado, conecta con los
movimientos de la ultraderecha actual, con la lógica de choque de
civilizaciones y el peligro de la migración. Y por otro lado, con la idea nostálgica
de la cruzada para recuperar España de manos de los rojos mediante
el levantamiento militar del dieciocho de julio de 1936.
¿Por qué ahora la irrupción de VOX?
1)
La crisis de un PP, acorralado por la corrupción, como el único partido de la
derecha española ha propiciado una inusual competencia electoral que ha
favorecido la dispersión del voto entre varias opciones diluyendo la idea
fuerza del voto útil. Idea que hasta el momento había servido de cortafuegos
para la emergencia de otras opciones conservadoras.
2)
Una competencia entre las derechas que ha propiciado una radicalización de las
propuestas del PP y Ciudadanos en temas tan importantes como la migración o la
cuestión del conflicto político catalán, que ha contribuido a la normalización
de VOX. Ambos partidos se han negado a catalogar a VOX como un partido de
ultraderecha a lo largo de la campaña andaluza y con el que actualmente se
plantean pactar para formar gobierno, ante el asombro de sus familias políticas
europeas. El PSOE, por su parte, ha recurrido a VOX para deslegitimar a sus
rivales, PP y C’s. De este modo, la formación ultraderechista ha cobrado una
inesperada centralidad durante la campaña electoral.
3)
La propia ola mundial de ascenso de los nuevos populismos xenófobos y punitivos
ha otorgado más audiencia e interés mediático a temas nuevos en la agenda del
debate político español, como la denuncia de las supuestas amenazas del islam
en España. VOX, en su acto en Vistalegre, incluso reivindicó la España de
Lepanto, ya que salvó “a la civilización occidental frente a la barbarie”.
4)
El marco atrapalotodo del conflicto territorial catalán. El hecho de ejercer la
acusación popular del proceso secesionista en el Tribunal Supremo les ha
otorgado una importante visibilidad, erigiéndose en una alternativa
antiseparatista dura. Se trata de una carrera donde los conjuntos
de las opciones de la derecha compiten por convertirse en el auténtico y
genuino defensor de la unidad de España.
5)
La controversia generada por la exhumación del cadáver de Franco del valle de
Cuelgamuros ha generado una importante removilización de sectores franquistas
que todavía perduran en España. Ello ha puesto en primer plano a la ley
de la memoria histórica, ante la que VOX ha levantado claramente la bandera
de oposición.
6)
Las políticas austeritarias en el marco de una crisis sistémica que vivimos
desde hace más de una década han generado una quiebra de la cohesión social,
que se traduce en desempleo, inseguridad económica y descontento. Una situación
especialmente grave en Andalucía, la comunidad con mayor población de España,
que ha sufrido más que el resto la crisis: renta per cápita aún menor, más
parados, mayor riesgo de exclusión, más pobreza energética y mayor desigualdad.
Esta polarización de rentas que ha vaciado los bolsillos de las clases
populares y medias, produce a su vez polarización política, un fenómeno que
impacta directamente sobre la estabilidad del sistema de partidos.
¿Quién vota a VOX?
Los
estudios postelectorales en Andalucía, demuestran que el voto de VOX procede
mayoritariamente de las filas populares y, en menor medida, de Ciudadanos. Más
de la mitad de los votantes del partido ultraderechista apoyó al PP en 2015
(54,4%); y otro 23,9% se había decantado por las siglas que encabeza Albert
Rivera. Las fugas por la izquierda han sido, en cambio, insignificantes. De
hecho, los datos demuestran que VOX ha entrado con fuerza en aquellos lugares
donde el PP se impuso en 2016 en las últimas elecciones generales. Donde los
populares consiguieron más del 50% de votos, el partido a su derecha ha rondado
un 20%.
A
partir de los mapas y los datos electorales, se observa que VOX tiene más
fuerza en el ámbito urbano que en las zonas rurales y del interior. Así mismo,
los gráficos señalan una tendencia a que, en municipios con una renta media más
alta, el voto a VOX es mayor que en los municipios con rentas más bajas.
Todos
estos datos supondrían que el fenómeno VOX no tiene paralelismos por el
momento, al menos en la procedencia del voto, con lo que ocurre con otras
fuerzas de extrema derecha en Europa, donde sí hay una transferencia del
electorado entre bloques y fundamentalmente desde la abstención.
¿Y ahora qué hacemos?
Existe
la tentación de intentar frenar el avance del neofascismo cerrando filas acríticamente
con los partidos del extremo centro (PSOE, Cs y PP), lo que puede contribuir a
dos procesos muy peligrosos. Primero, a seguir alimentando las supuestas
bondades democráticas y progresistas de quienes han puesto todo de su parte
para que hoy estemos así, reforzando de ese modo la trampa binaria que nos
obliga a elegir entre populismo xenófobo o un neoliberalismo que se presenta
como progresista en el reflejo del espejo de la bestia
autoritaria. En segundo lugar, abrazarse al extremo centro sin contrapesos le
deja en bandeja a VOX el monopolio del voto protesta anti-establishment y
la etiqueta tan útil de outsider de un sistema que genera
malestares crecientes.
¿Puede cierta orfandad por la izquierda traducirse en
un desplazamiento de votantes a la extrema derecha?
No
de forma matemática; más bien se puede traducir en lo que ya ocurrió ese
domingo y que se está destacando poco: en un aumento creciente de la abstención
de izquierdas. Analicemos por qué VOX (o Cs) ilusionan a parte del electorado
conservador (el que ya votaba a otros partidos de derechas y el que se
abstenía), en qué medida recogen sus aspiraciones y miedos, y hasta qué punto
son percibidos como herramientas de protesta electoral desde la derecha. Y
hagamos lo mismo para intentar entender por qué ocurre lo contrario hoy con las
nuevas formaciones de izquierdas, tan en las antípodas de lo que ocurría hace
solo un par de años. O, para ser más justos, qué hemos hecho para dejar ser esa
herramienta de federación del descontento y de la impugnación, de la protesta
contra el establishment, de la ilusión de las y los de abajo, y cómo podemos
volver a serlo.
Más
allá de las causas múltiples y de las consecuencias y lecciones variadas, en la
foto electoral que nos arroja el 2D, Andalucía, y con ella de España, se
parecen hoy un poco más a Europa: bipartidismo quebrado, extremo centro
neoliberal en recomposición, su pata social-liberal hundiéndose, extrema
derecha en ascenso, una izquierda impotente y parlamentos resultantes
fragmentados. La tendencia viene de lejos en el tiempo y en el espacio. Hoy en
España estamos un poco más cerca de ella, el reto es como revertir esta ola
reaccionaria global y volver a decantar la iniciativa política hacia los
intereses del campo popular.
Miguel Urbán es
eurodiputado de Podemos y miembro del Consejo Asesor de viento sur.
Este
artículo ha sido publicado originalmente en inglés en la revista Jacobin.
2/ Aniversario
de la muerte del dictador Francisco Franco y fecha señalada para la nostalgia
franquista en España
3/ Duque,
A.: «Franquismo sociológico», Libertad Digital, 18 de marzo de
2005, disponible en <https://www.libertaddigital.com/opinion/aquilino-duque/franquismo-sociologico-23835/>. [Consulta: 3 de mayo de 2018].
5/ La
Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) es una de las siete Leyes
Fundamentales del régimen de Franco. Establecía, como su nombre indica, los
principios en los cuales estaba basado el régimen, los ideales de Patria,
familia y religión,
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