jueves, 10 de enero de 2019

VOX: CUANDO LLEGÓ LA EXTREMA DERECHA, ALETARGADA ALETARGADITA CONTINUABA LA IZQUIERDA



La ola reaccionaria llega a España

Repaso histórico de la ultraderecha española
 hasta el auge de VOX


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Miguel Urbán Crespo
VIENTOSUR
07.01.2019

VOX una escisión exitosa del PP

A pesar de su repentino éxito electoral y mediático, no se puede obviar que VOX no es un partido nuevo: cuenta con cinco años de existencia y un historial de fracasos electorales hasta su irrupción en el parlamento andaluz. VOX se funda en diciembre del 2013 como una escisión del PP que acusa a Mariano Rajoy de alejarse de los principios más conservadores del partido (es justamente en estos tiempos cuando Aznar y la propia Esperanza Aguirre empiezan a manifestar públicamente sus discrepancias con la dirección Popular). VOX fue liderada inicialmente por los dos cargos públicos más conocidos del PP involucrados en la ruptura, Aleix Vidal-Quadras, eurodiputado y expresidente del PP Catalán, y Santiago Abascal, exdiputado del PP del País Vasco y expresidente de la Fundación para la Defensa de la Nación Española [DENAES].

Si bien podemos afirmar que VOX es la declinación española de un fenómeno reaccionario y autoritario que se ha asentado globalmente, al mismo tiempo, no es menos cierto que VOX tiene características peculiares que dependen de la historia y el contexto político español. A diferencia de la mayoría de sus homólogos europeos, VOX es una escisión de la derecha española y no un fenómeno nuevo que nace a sus márgenes como es el Frente Nacional o la Liga Norte. Quizás la primera escisión por la derecha del PP que ha tenido éxito, a diferencia de otras como el PADE creado en 1997 y que apenas consiguió un puñado de concejales en Madrid.

En cierta medida, VOX representa tanto ese franquismo sociológico que durante tantos años ha convivido en el seno del PP y que no tenía expresión política propia desde la disolución de Fuerza Nueva, como a los sectores más neoconservadores agrupados hasta ahora en una especie de Teaparty a la española, que ha pasado de hacer lobby al PP a encontrar un espacio político propio con VOX. Entre ellos encontraríamos el universo mediático y de agitación articulado en torno al Grupo Intereconomía y a Libertad Digital, el think-tank neocon Grupo de Estudios Estratégicos (Gees); y webs y/o plataformas de agitación como Hazte Oír.

Las reminiscencias históricas de la ultraderecha española ligan a VOX con un confesionalismo que se acerca más a la extrema derecha del Este de Europa, como los polacos de Ley y Justicia, que al Frente Nacional de Le Pen. La cuestión de la unidad nacional y la lucha contra el separatismo, con Cataluña como tema central, recuerda muy bien al falangismo joseantoniano.Como eje central tenía la “unidad de destino en lo universal”, que más tarde quedó sentenciado en los Principios del Movimiento Nacional 5/ como"La unidad de la Patria es uno de los pilares de la nueva España, para lo cual el ejército la garantizará frente a cualquier agresión externa o interna". De ahí parte el tema clave de la recentralización (fin de las autonomías, cierre del Senado, etc.), con la idea de España como un Estado uninacional y la negación de cualquier nacionalismo que no sea el español. Una idea fuerza que se entrelaza en su discurso con la lucha contra la corrupción, el clientelismo y el despilfarro que supone el Estado de las autonomías. Desde el punto de vista social, el discurso de VOX es claramente neoliberal, desmarcándose al menos en parte de otras ultraderechas que añaden, aunque sea sobre todo retórica, un discurso proteccionista (Trump) o estatista (Salvini) e incluso de cierto “chovinismo del Estado de bienestar” (Le Pen). De esta forma, podemos decir que Abascal es mucho más Bolsonaro que Le Pen.

En los últimos tiempos, VOX está demostrado ser un alumno aventajado del neoconservadurismo norteamericano que en su momento abanderaron en España tanto Aznar como Aguirre, no teniendo miedo a cargar contra los sentidos comunes conquistados por las fuerzas progresistas. Un buen ejemplo de ello es su cruzada contra el movimiento feminista en temas como el aborto, cuestionando la violencia machista y sobre todo contra lo que catalogan bajo el concepto de ideología de género. Esto es un claro guiño a los sectores más ultras, de la jerarquía católica, HazteOír y/o el Foro Español de la Familia entre otros, popularizando un concepto -el de ideología de género- que en otros países, fundamentalmente Polonia, está sirviendo como activador y aglutinador político de la ultraderecha.

En ese mirar hacia las experiencias del otro lado del atlántico, también ha adoptado elementos o eslóganes del trumpismo, como la consigna “Hacer España grande otra vez”. Así como en la lógica de buscar un leitmotiv político en la construcción de un muro fronterizo a Ceuta y Melilla, que intenta problematizar con las políticas migratorias del gobierno y el aumento de las llegadas de migrantes en los últimos años. Prácticamente la totalidad de las organizaciones del heterogéneo ambiente político de la ultraderecha apuntan a las y los inmigrantes, preferentemente pobres y no occidentales, como chivo expiatorio de una supuesta degradación socioeconómica y cultural. Pero los muros de hoy ya no cumplen tanto una función de control fronterizo, sino que se han convertido, sobre todo, en un elemento fundamental de propaganda política. Levantar un muro o una valla es una medida rápida y de impacto sobre la opinión pública que configura una especie de populismo de las vallas. ¿Qué mejor manera de visualizar la seguridad ante las invasiones de migrantes que con una valla fronteriza?

De esta forma, la migración se aborda desde la perspectiva de la inseguridad ciudadana. Esto constituye uno de los elementos más comunes de estigmatización de la población migrante, de la pobreza y de las personas pobres en general, a través de una asimilación machacona entre delincuencia, inseguridad e inmigración. Se conecta con el imaginario que construyen las políticas de austeridad que, más allá de los recortes y privatizaciones que conllevan, son la "imposición para un 80% de la población europea de un férreo imaginario de la escasez”. Un no hay suficiente para todos generalizado que fomenta mecanismos de exclusión, que Habermas definía como característicos de un “chovinismo del bienestar” y que concentran la tensión latente entre el estatuto de ciudadanía y la identidad nacional. De esta forma, se consigue que el malestar social y la polarización política provocadas por las políticas de escasez se canalicen a través de su eslabón más débil: el migrante, el extranjero o simplemente el otro. De este modo se exime así a las élites políticas y económicas, responsables reales del expolio. Porque si no hay para todos, entonces sobra gente, es decir no cabemos todos. Y así, se difumina la delgada línea que conecta el imaginario de la austeridad con el de la exclusión, sobre el que se construye la potencialidad de la consigna primero los españoles.

Todas estas características, nos llevan a decir que VOX se ubica a caballo entre el pasado y el presente, con posicionamientos que le homologan a la nueva extrema derecha europea mientras que preserva rasgos propios que lo vincularían con una cierta reactualización de la ultraderecha hispana del tardofranquismo y la transición. Quizás sea la consigna de la reconquista de España la que sintetiza mejor esa idea de pasado y presente. Por un lado, conecta con los movimientos de la ultraderecha actual, con la lógica de choque de civilizaciones y el peligro de la migración. Y por otro lado, con la idea nostálgica de la cruzada para recuperar España de manos de los rojos mediante el levantamiento militar del dieciocho de julio de 1936.

¿Por qué ahora la irrupción de VOX?

1) La crisis de un PP, acorralado por la corrupción, como el único partido de la derecha española ha propiciado una inusual competencia electoral que ha favorecido la dispersión del voto entre varias opciones diluyendo la idea fuerza del voto útil. Idea que hasta el momento había servido de cortafuegos para la emergencia de otras opciones conservadoras.
2) Una competencia entre las derechas que ha propiciado una radicalización de las propuestas del PP y Ciudadanos en temas tan importantes como la migración o la cuestión del conflicto político catalán, que ha contribuido a la normalización de VOX. Ambos partidos se han negado a catalogar a VOX como un partido de ultraderecha a lo largo de la campaña andaluza y con el que actualmente se plantean pactar para formar gobierno, ante el asombro de sus familias políticas europeas. El PSOE, por su parte, ha recurrido a VOX para deslegitimar a sus rivales, PP y C’s. De este modo, la formación ultraderechista ha cobrado una inesperada centralidad durante la campaña electoral.

3) La propia ola mundial de ascenso de los nuevos populismos xenófobos y punitivos ha otorgado más audiencia e interés mediático a temas nuevos en la agenda del debate político español, como la denuncia de las supuestas amenazas del islam en España. VOX, en su acto en Vistalegre, incluso reivindicó la España de Lepanto, ya que salvó “a la civilización occidental frente a la barbarie”.

4) El marco atrapalotodo del conflicto territorial catalán. El hecho de ejercer la acusación popular del proceso secesionista en el Tribunal Supremo les ha otorgado una importante visibilidad, erigiéndose en una alternativa antiseparatista dura. Se trata de una carrera donde los conjuntos de las opciones de la derecha compiten por convertirse en el auténtico y genuino defensor de la unidad de España.

5) La controversia generada por la exhumación del cadáver de Franco del valle de Cuelgamuros ha generado una importante removilización de sectores franquistas que todavía perduran en España. Ello ha puesto en primer plano a la ley de la memoria histórica, ante la que VOX ha levantado claramente la bandera de oposición.

6) Las políticas austeritarias en el marco de una crisis sistémica que vivimos desde hace más de una década han generado una quiebra de la cohesión social, que se traduce en desempleo, inseguridad económica y descontento. Una situación especialmente grave en Andalucía, la comunidad con mayor población de España, que ha sufrido más que el resto la crisis: renta per cápita aún menor, más parados, mayor riesgo de exclusión, más pobreza energética y mayor desigualdad. Esta polarización de rentas que ha vaciado los bolsillos de las clases populares y medias, produce a su vez polarización política, un fenómeno que impacta directamente sobre la estabilidad del sistema de partidos.

¿Quién vota a VOX?

Los estudios postelectorales en Andalucía, demuestran que el voto de VOX procede mayoritariamente de las filas populares y, en menor medida, de Ciudadanos. Más de la mitad de los votantes del partido ultraderechista apoyó al PP en 2015 (54,4%); y otro 23,9% se había decantado por las siglas que encabeza Albert Rivera. Las fugas por la izquierda han sido, en cambio, insignificantes. De hecho, los datos demuestran que VOX ha entrado con fuerza en aquellos lugares donde el PP se impuso en 2016 en las últimas elecciones generales. Donde los populares consiguieron más del 50% de votos, el partido a su derecha ha rondado un 20%.

A partir de los mapas y los datos electorales, se observa que VOX tiene más fuerza en el ámbito urbano que en las zonas rurales y del interior. Así mismo, los gráficos señalan una tendencia a que, en municipios con una renta media más alta, el voto a VOX es mayor que en los municipios con rentas más bajas.

Todos estos datos supondrían que el fenómeno VOX no tiene paralelismos por el momento, al menos en la procedencia del voto, con lo que ocurre con otras fuerzas de extrema derecha en Europa, donde sí hay una transferencia del electorado entre bloques y fundamentalmente desde la abstención.

¿Y ahora qué hacemos?

Existe la tentación de intentar frenar el avance del neofascismo cerrando filas acríticamente con los partidos del extremo centro (PSOE, Cs y PP), lo que puede contribuir a dos procesos muy peligrosos. Primero, a seguir alimentando las supuestas bondades democráticas y progresistas de quienes han puesto todo de su parte para que hoy estemos así, reforzando de ese modo la trampa binaria que nos obliga a elegir entre populismo xenófobo o un neoliberalismo que se presenta como progresista en el reflejo del espejo de la bestia autoritaria. En segundo lugar, abrazarse al extremo centro sin contrapesos le deja en bandeja a VOX el monopolio del voto protesta anti-establishment y la etiqueta tan útil de outsider de un sistema que genera malestares crecientes.

¿Puede cierta orfandad por la izquierda traducirse en un desplazamiento de votantes a la extrema derecha?

No de forma matemática; más bien se puede traducir en lo que ya ocurrió ese domingo y que se está destacando poco: en un aumento creciente de la abstención de izquierdas. Analicemos por qué VOX (o Cs) ilusionan a parte del electorado conservador (el que ya votaba a otros partidos de derechas y el que se abstenía), en qué medida recogen sus aspiraciones y miedos, y hasta qué punto son percibidos como herramientas de protesta electoral desde la derecha. Y hagamos lo mismo para intentar entender por qué ocurre lo contrario hoy con las nuevas formaciones de izquierdas, tan en las antípodas de lo que ocurría hace solo un par de años. O, para ser más justos, qué hemos hecho para dejar ser esa herramienta de federación del descontento y de la impugnación, de la protesta contra el establishment, de la ilusión de las y los de abajo, y cómo podemos volver a serlo.

Más allá de las causas múltiples y de las consecuencias y lecciones variadas, en la foto electoral que nos arroja el 2D, Andalucía, y con ella de España, se parecen hoy un poco más a Europa: bipartidismo quebrado, extremo centro neoliberal en recomposición, su pata social-liberal hundiéndose, extrema derecha en ascenso, una izquierda impotente y parlamentos resultantes fragmentados. La tendencia viene de lejos en el tiempo y en el espacio. Hoy en España estamos un poco más cerca de ella, el reto es como revertir esta ola reaccionaria global y volver a decantar la iniciativa política hacia los intereses del campo popular.

Miguel Urbán es eurodiputado de Podemos y miembro del Consejo Asesor de viento sur.
Este artículo ha sido publicado originalmente en inglés en la revista Jacobin.

1/ Rodríguez 1998, pág. 166.
2/ Aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco y fecha señalada para la nostalgia franquista en España
3/ Duque, A.: «Franquismo sociológico», Libertad Digital, 18 de marzo de 2005, disponible en <https://www.libertaddigital.com/opinion/aquilino-duque/franquismo-sociologico-23835/>. [Consulta: 3 de mayo de 2018].
4/ El Valle de Cuelgamuros, conocido como Valle de los Caídos por su denominación franquista.
5/ La Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) es una de las siete Leyes Fundamentales del régimen de Franco. Establecía, como su nombre indica, los principios en los cuales estaba basado el régimen, los ideales de Patria, familia y religión,

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