Rebelión
14.01.2016
Desde hace más de 10 años, y cada vez con más
intensidad, China sufre los ataques del Movimiento Islámico del Turkestán
Oriental (MITO), vinculado a al-Qaeda global y cuyo centro de operaciones es la
provincia de Xinjiang, ex Turkestán Oriental, una región autónoma a 4.000
kilómetros de Beijing. A pesar de ser la provincia más extensa de China,
1.600.000 kilómetros cuadrados de superficie, casi la mitad de la Argentina,
con “solo” 20 millones de habitantes, que para cánones chinos, es considerada
muy poco poblada.
El
MITO, organización calificada por los Estados Unidos en 2002 como terrorista,
pretende la escisión de Xinjiang para fundar un Estado Islámico. En 2003 con la
incorporación de una parte del Movimiento Islámico de Uzbekistán, se enmascaran
en el Partido Islámico del Turkestán, para operar con más independencia frente
a las autoridades. En 2007, fue descubierto un campo de entrenamiento, junto a
una fábrica de armas y explosivos en el Pamir chino.
En
2008, coincidiendo con los Juegos Olímpicos, una cadena de atentados causó en
Xinjiang una treintena de muertos, entre ellos 16 policías en ciudad de
Kashgar. En julio de 2009, se producen los hechos más sangrientos de los
últimos veinte años una oleada de violencia, enmascarada en reclamos de la etnia
uigur, la originaria de la región, estallan en Urumqi, capital de Xinjiang, lo
que produjo un número nunca determinado de muertos, aunque según la fuente
calculan entre 150 y 800.
Miembros
de MITO han participado en la guerra de Siria de donde retornaron en 2013 y
desde entonces sus operaciones se han hecho más letales y arriesgada llegando a
atentar en octubre de 2013 a la entrada a la Ciudad Prohibida en pleno centro
de Beijing, donde 5 personas murieron y 40 resultaron heridas, tras la
explosión de un coche bomba que se estrelló contra una valla bajo el retrato de
Mao Zedong que preside la legendaria entrada. El autobomba estaba ocupado por
tres personas de la etnia uigur.
A
lo largo de todo 2015, los ataques de todo tipo se han repetido llegando a
atacar a cuchilladas a simples ciudadanos que esperaban en el andén de una
estación.
Un
policía chino.
Una
vez más China debe enfrentar una invasión de las muchas que sufrió en su
historia, como todas las naciones que cuentan movimientos extremistas
musulmanes, saben que a medida que en Siria, se continúe profundizando la
guerra contra Estados Islámico y el Frente al-Nusra, (al-Qaeda sirio) sus
miembros comenzaran un inevitable repliegue hacia frente menos activos y donde
las condiciones no sean tan adversas como parece ser hoy Siria, desde que Moscú
tomó la decisión de socorrer y sostener al presidente Bashar al-Assad.
China
conociendo muy bien las consecuencias de tener un movimiento integrista en su
territorio está generando una batería de anticuerpos para combatirlos no solo
dentro de sus fronteras sino también en países que soliciten su colaboración,
como bien podría ser el caso Siria.
Beijing
ha acompañado discretamente la intervención Rusa en Siria, hasta ahora solo se
puede confirmar la presencia del portaaviones Liaoning con mil infantes de
marina y un crucero lanzamisiles en la base naval siria de Tartus, primer
acción fuera de sus fronteras en los últimos 70 años .
Se
ha mencionado en estos últimos sesenta días del envió de grupos comandos
tácticos chino a territorio sirio, para enfrentar directamente a las tropas de
Estados Islámico y otros grupos menos que desde 2011 intenta derrocar al
presidente Bashar al-Assad.
Aunque
la información no está confirmada, podría llegar a confirmarse si se entiende
dentro del nuevo plan antiterrorista.
El
paquete de lucha contra el extremismo y las mafias que operan en el país cuenta
con una nueva ley, como especial énfasis en la coordinación nacional e
inter-gubernamental de operaciones de contraterrorismo y una mayor vigilancia
electrónica, por lo que serán controlado ciertas comunicaciones por celulares y
el acceso a Internet, estas mediadas ya habían sido puestas en funcionamiento
en la provincia de Xinjiang y ahora se extiende al resto de la nación. Algunos
analistas señalan que las medidas aplicadas en Xinjiang, han generado más
inestabilidad en la región.
Por
ese motivo es que el gobierno chino ha decidido replantear su guerra contra el
extremismo islámico, y ha empezado una modernización de su armamento además de
generar nuevas estrategias.
Para
el manejo de las operaciones antiterroristas se ha buscado un hombre clave en
la seguridad interna, Liu Yuejin, exviceministro de Seguridad Pública y temible
director de la lucha contra el narcotráfico, un verdadero flagelo para China,
que Yuejin, ha conseguido meter en caja. Entre sus antecedentes cuenta con la
detención y exterminio del poderoso cartel de Naw Kham, que controló durante
años el Triángulo de Oro del opio ubicado entre Birmania, Tailandia y Laos. En
2011 el cartel de Kham asesinó a 13 marineros chinos en el delta del Mekong, lo
que llevó a Yuejin a la selva birmana, donde consiguió detener a Kham en una
compleja operación de largos meses. El jefe narco, finalmente fue condenado a
muerte en 2012 por un tribunal de la provincia de Yunnan.
Yuejin,
ahora tendrá a cargo las operaciones tanto contra el MITO como los
independentistas uigures. Liu que ha sido también subdirector de seguridad
pública de Tianjin, director de la Oficina de Asuntos Generales de la
Secretaría de Seguridad Pública y director de la Academia de la Policía Armada
del Pueblo Chino, se enfrenta sin ahora al gran reto de su exitosa carrera.
Guadi
Calvo. Escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en
África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook:
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ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
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