Los países en desarrollo destinan más dinero a sus acreedores que lo que reciben en préstamos
Las cifras de la deuda 2015
Rebelión
elsalmoncontracorriente.es
07.05.2015
La nueva publicación del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM), Las cifras de la deuda 2015, ahora disponible en español, francés e inglés, constituye un documento de especial relevancia para cualquier persona que quiere investigar o simplemente tener a su alcance herramientas para combatir las desigualdades, consecuencias de un sistema capitalista devastador basado en el endeudamiento.
Tal y como establece el manifiesto político de la red internacional del CADTM, «tanto en el Norte como en el Sur del planeta, la deuda constituye un mecanismo de transferencia de riquezas creadas por los trabajadores y trabajadoras y los pequeños productores y productoras a favor de los capitalistas. El endeudamiento es utilizado por los prestamistas como un instrumento de dominación política y económica». [1] Ahí se pueden observar desigualdades enormes recordando el famoso lema “somos el 99%” del movimiento Occupy Wall Street, de la ’clase pueblo’ en contra de la clase capitalista, el poderoso 1% restante. Así, la publicación recopila muchísimos datos como el que nos dice que “En 2013, el 0,7 % de la población mundial acaparaba el 41 % de la riqueza mundial mientras que el 68,7 % de la población tenía une riqueza conjunta de apenas el 3 % del total mundial.” [2]
En la misma línea, aprendemos que “en el continente africano, el 0,01% de la población se reserva el 60% del PIB africano”. ¡Una desigualdad tan explosiva solo puede provenir de una explotación brutal! Como mencionan los autores, los planes de ajuste estructural y otros planes de austeridad ligados a préstamos, “constituyen una máquina de guerra que tiene por objetivo destruir todos los mecanismos de solidaridad colectiva y someter todas las esferas de la vida humana a la lógica mercantil.” Estos mecanismos de endeudamiento obedecen a intereses imperialistas y son utilizados para someter y vigilar a los gobiernos y sus pueblos.
Como en las ediciones anteriores [3], el CADTM persigue el doble objetivo de proponer, por una parte, un análisis crítico y riguroso y, por otra, una denuncia de los fines y resultados nefastos del “sistema deuda” en todos los países. La lectura del documento, enriquecido con numerosas tablas y gráficos, nos lleva a entender cómo los ricos acreedores acaparan las riquezas producidas en detrimento de la mayoría de la población, nos permite desmontar el discurso dominante y luchar para acabar con el lastre de la deuda. Pues, contrariamente al discurso mediático y las afirmaciones de los dirigentes europeos, el actual incremento de la deuda pública en Europa fue posterior al sobreendeudamiento privado: Ha sido primero una crisis de la deuda privada que luego se transformó en crisis de deuda pública vía la socialización de pérdidas.
Las cifras de la deuda 2015 describe una breve historia de la crisis de la deuda (aumento de la deuda pública desde finales de los años 1960 hasta la crisis de la deuda y cesación de pagos en 1982) y los dos factores principales que llevaron a los pueblos de los PED a la trampa de la deuda: aumento de intereses y bajada de precios de materias primas. Dos tendencias que todo indica que podrían volver a repetirse. Se subraya también el rol y nefasto impacto que tienen los organismos financieros multilaterales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial o el Club de París) y los grandes grupos financieros internacionales sobre el desarrollo de los países, comprometiendo la soberanía y la democracia. La regla ’un dólar, un voto’, que persiste tanto en el FMI como en el Banco mundial desde su creación, pone en evidencia la supremacía de la potencia de los EEUU en aquellas instituciones, otorgándole el mayor derecho de voto al país norteamericano, lo que impide cualquier cambio que contravenga a sus intereses. También, en otra sección, se apunta al fracaso de la iniciativa de PPME (Países Pobres Muy Endeudados) lanzada en 1996 por el Banco Mundial y el FMI que concierne a tan sólo un 11% de la población total de los Países en Desarrollo (PED) y que no consiguió aliviar los desembolsos de estos países hacia sus acreedores.
El informe también aborda diversos aspectos estructurales o coyunturales. Temas cruciales como la salida al escenario mundial de China como país acreedor, las crisis alimentaria y climática, los fondos buitre, el carácter regresivo de la fiscalidad y, como consecuencia, la falta de recaudación tributaria de los ingresos y rentas altas, las desigualdades salariales de género y otros factores que no hacen más que desembocar en una mala repartición de la riqueza, profundizando las desigualdades generadoras de endeudamiento, la extrema pobreza y el hambre para millones de personas.
Si nos centramos en los recursos destinados al reembolso de la deuda, observamos una hemorragia sangrante de capitales hacia los acreedores. A menudo, una parte importante de este reembolso cabe bajo la definición de deuda odiosa y, según el derecho internacional, no debería ser reembolsada por haber sido contraída en ausencia de consentimiento de la población, en ausencia de beneficio para ella y en conocimiento por parte de los acreedores. A pesar de que muchos países siguen reembolsando esas deudas odiosas (y piden nuevos préstamos para eso, o sea se endeudan para reembolsar antiguas deudas), la foto a nivel global nos enseña una barbaridad poco difundida en manuales escolares o en medios que se autoproclaman “de información”: Los denominados países en desarrollo (PED) destinan más dinero a sus acreedores ubicados en “países desarrollados” - o mejor dicho industrializados - que lo que reciben en préstamos o donaciones, y no la inversa como en principio cabría esperar. En concreto, entre 1985 y 2012, las Administraciones Públicas de los PED transfirieron a los países industrializados del norte, el equivalente a 2,5 veces el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra mundial. Se trata de una transferencia neta de recursos negativa, ya que el deudor ha transferido una cantidad de dinero mayor a sus acreedores que la recibida como nuevos créditos. Este concepto es clave a la hora de contestar ¿Quién debe a quién?
Así, durante el periodo 1985 – 2000, las administraciones públicas de los países de África del norte, de África subsahariana y de Oriente Medio reembolsaron 61.000 millones de dólares más de lo que habían recibido durante ese mismo periodo. Los montos totales de la deuda externa de estos países en su conjunto se multiplicaron por 73 entre 1970 y 2012 mientras pagaron 145 veces la cantidad inicial que se debía en 1970. Se trata de una hemorragia sangrante. El CADTM nos advierte que esas transferencias deberían resultar aún más negativas si tomamos en cuenta en el análisis lo que podríamos añadir como la fuga de capitales, el coste de la fuga de cerebros, un cálculo del saqueo de los recursos naturales, etc.
Por otra parte, aberraciones reveladas en este precioso documento, como el hecho de que, para el año 2012, los PED reembolsaron a los acreedores 182.000 millones de dólares, mucho más que los 133.000 millones de dólares que “recibieron” como Ayuda oficial al desarrollo (AOD), permite relativizar el discurso paternalista occidental. Así, por ejemplo, la ayuda para el desarrollo para Oriente Medio en 2012 fue a parar casi en su totalidad al pago del servicio de la deuda externa. En 2012, la repatriación de los beneficios de las empresas en África, el continente más empobrecido del planeta, representó el 5% de su PIB contra el 1% de la Ayuda pública al desarrollo. Además, cabe distinguir entre ayuda real y ayuda fantasma, sabiendo que una gran parte de dicha “ayuda” esta compuesta de alivio de deuda y, como simple ejercicio contable, nunca llega a los países empobrecidos, supuestos destinatarios.
Al respecto de los países de Europa, se menciona a los bancos rescatados con ayudas públicas, sus beneficios privados y el enorme aumento de sus activos que pone en riesgo la estabilidad de las economías europeas. En España vemos cómo la parte del gasto público dedicado al pago de los intereses de la deuda casi se duplicó, pasando de 3,9% en 2008 al 6,4% en 2012, mientras el presupuesto afectado a educación y sanidad disminuyó (entre 2009 y 2011) un 13% y un 11% respectivamente. En Grecia, para “honrar” el pago de la deuda, la masa salarial del sector público pasó de 24.500 millones de euros a 15.800 millones entre 2009 y 2013 con cerca de 277.000 empleos menos. La prohibición a los bancos centrales de actuar como prestamistas ante los Estados (artículo 21.1 del estatuto del BCE) no hace más que encarecer la financiación por parte de dichos Estados. Así lo menciona el estudio citando a Olivier Bonfond: “...si Bélgica hubiera podido tener prestamos al 1% del Banco Central, la deuda pública habría pasado del 135% del PIB en 1992 al 34% del PIB en 2012 (…) Bélgica habría ahorrado 248.000 millones de euros entre 1992 y 2012.”
En fin, la moratoria, la auditoría ciudadana de la deuda y la anulación de la parte definida como ilegítima son expuestas como respuestas posibles y necesarias a la crisis que padecemos. La auditoría ciudadana debe poner en evidencia las sumas dedicadas al pago de una deuda en muchos casos odiosa, ilegal, insostenible o ilegítima, en detrimento de los derechos y necesidades fundamentales de la población. Se pone el ejemplo del informe del Colectivo para una auditoría ciudadana de la deuda pública francesa (CAC) que llegó a la conclusión de que el 59% de la deuda francesa resulta ilegítima por provenir principalmente de regalos fiscales y de unos tipos de interés excesivos.
Estos procesos de auditorías pueden ayudar a los países endeudados a tomar una decisión unilateral y soberana, dado que tienen poco control sobre su deuda, ya que a menudo, ésta se expresa en otras monedas o está sujeta a la legislación de otros países (cuyas jurisdicciones son, con frecuencia, más favorables a los acreedores). El CADTM lo reivindica como una respuesta necesaria a la hora de retomar la soberanía perdida, permitiría a los pueblos decidir sobre la utilización de sus recursos provenientes de su trabajo y reconquistar un poder popular en el sentido verdaderamente democrático.
Pero el CADTM no quiere pararse aquí y plantea la lucha contra el “sistema deuda” en el marco de una resistencia por un mundo liberado de todas formas de opresión y explotación. “Atacar a los fundamentos del poder de las finanzas significa el desmantelamiento de esos mecanismos y, por lo tanto, la anulación de la deuda pública”, interpela François Chesnais (Tobin or not Tobin, L’Esprit Frappeur, Paris, 1998) en una cita, pues aquí, la lectura de este documento constituye un avance de comprensión y conciencia del problema que padecen los pueblos, siendo un primer paso hacia la acción.
Se puede descargar o leer el documento integro aquí: http://cadtm.org/Las-Cifras- de-la-Deuda-2015
Fuente original: http://www. elsalmoncontracorriente.es/? Las-Cifras-de-la-deuda-2015
Tal y como establece el manifiesto político de la red internacional del CADTM, «tanto en el Norte como en el Sur del planeta, la deuda constituye un mecanismo de transferencia de riquezas creadas por los trabajadores y trabajadoras y los pequeños productores y productoras a favor de los capitalistas. El endeudamiento es utilizado por los prestamistas como un instrumento de dominación política y económica». [1] Ahí se pueden observar desigualdades enormes recordando el famoso lema “somos el 99%” del movimiento Occupy Wall Street, de la ’clase pueblo’ en contra de la clase capitalista, el poderoso 1% restante. Así, la publicación recopila muchísimos datos como el que nos dice que “En 2013, el 0,7 % de la población mundial acaparaba el 41 % de la riqueza mundial mientras que el 68,7 % de la población tenía une riqueza conjunta de apenas el 3 % del total mundial.” [2]
En la misma línea, aprendemos que “en el continente africano, el 0,01% de la población se reserva el 60% del PIB africano”. ¡Una desigualdad tan explosiva solo puede provenir de una explotación brutal! Como mencionan los autores, los planes de ajuste estructural y otros planes de austeridad ligados a préstamos, “constituyen una máquina de guerra que tiene por objetivo destruir todos los mecanismos de solidaridad colectiva y someter todas las esferas de la vida humana a la lógica mercantil.” Estos mecanismos de endeudamiento obedecen a intereses imperialistas y son utilizados para someter y vigilar a los gobiernos y sus pueblos.
Como en las ediciones anteriores [3], el CADTM persigue el doble objetivo de proponer, por una parte, un análisis crítico y riguroso y, por otra, una denuncia de los fines y resultados nefastos del “sistema deuda” en todos los países. La lectura del documento, enriquecido con numerosas tablas y gráficos, nos lleva a entender cómo los ricos acreedores acaparan las riquezas producidas en detrimento de la mayoría de la población, nos permite desmontar el discurso dominante y luchar para acabar con el lastre de la deuda. Pues, contrariamente al discurso mediático y las afirmaciones de los dirigentes europeos, el actual incremento de la deuda pública en Europa fue posterior al sobreendeudamiento privado: Ha sido primero una crisis de la deuda privada que luego se transformó en crisis de deuda pública vía la socialización de pérdidas.
Las cifras de la deuda 2015 describe una breve historia de la crisis de la deuda (aumento de la deuda pública desde finales de los años 1960 hasta la crisis de la deuda y cesación de pagos en 1982) y los dos factores principales que llevaron a los pueblos de los PED a la trampa de la deuda: aumento de intereses y bajada de precios de materias primas. Dos tendencias que todo indica que podrían volver a repetirse. Se subraya también el rol y nefasto impacto que tienen los organismos financieros multilaterales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial o el Club de París) y los grandes grupos financieros internacionales sobre el desarrollo de los países, comprometiendo la soberanía y la democracia. La regla ’un dólar, un voto’, que persiste tanto en el FMI como en el Banco mundial desde su creación, pone en evidencia la supremacía de la potencia de los EEUU en aquellas instituciones, otorgándole el mayor derecho de voto al país norteamericano, lo que impide cualquier cambio que contravenga a sus intereses. También, en otra sección, se apunta al fracaso de la iniciativa de PPME (Países Pobres Muy Endeudados) lanzada en 1996 por el Banco Mundial y el FMI que concierne a tan sólo un 11% de la población total de los Países en Desarrollo (PED) y que no consiguió aliviar los desembolsos de estos países hacia sus acreedores.
El informe también aborda diversos aspectos estructurales o coyunturales. Temas cruciales como la salida al escenario mundial de China como país acreedor, las crisis alimentaria y climática, los fondos buitre, el carácter regresivo de la fiscalidad y, como consecuencia, la falta de recaudación tributaria de los ingresos y rentas altas, las desigualdades salariales de género y otros factores que no hacen más que desembocar en una mala repartición de la riqueza, profundizando las desigualdades generadoras de endeudamiento, la extrema pobreza y el hambre para millones de personas.
Si nos centramos en los recursos destinados al reembolso de la deuda, observamos una hemorragia sangrante de capitales hacia los acreedores. A menudo, una parte importante de este reembolso cabe bajo la definición de deuda odiosa y, según el derecho internacional, no debería ser reembolsada por haber sido contraída en ausencia de consentimiento de la población, en ausencia de beneficio para ella y en conocimiento por parte de los acreedores. A pesar de que muchos países siguen reembolsando esas deudas odiosas (y piden nuevos préstamos para eso, o sea se endeudan para reembolsar antiguas deudas), la foto a nivel global nos enseña una barbaridad poco difundida en manuales escolares o en medios que se autoproclaman “de información”: Los denominados países en desarrollo (PED) destinan más dinero a sus acreedores ubicados en “países desarrollados” - o mejor dicho industrializados - que lo que reciben en préstamos o donaciones, y no la inversa como en principio cabría esperar. En concreto, entre 1985 y 2012, las Administraciones Públicas de los PED transfirieron a los países industrializados del norte, el equivalente a 2,5 veces el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra mundial. Se trata de una transferencia neta de recursos negativa, ya que el deudor ha transferido una cantidad de dinero mayor a sus acreedores que la recibida como nuevos créditos. Este concepto es clave a la hora de contestar ¿Quién debe a quién?
Así, durante el periodo 1985 – 2000, las administraciones públicas de los países de África del norte, de África subsahariana y de Oriente Medio reembolsaron 61.000 millones de dólares más de lo que habían recibido durante ese mismo periodo. Los montos totales de la deuda externa de estos países en su conjunto se multiplicaron por 73 entre 1970 y 2012 mientras pagaron 145 veces la cantidad inicial que se debía en 1970. Se trata de una hemorragia sangrante. El CADTM nos advierte que esas transferencias deberían resultar aún más negativas si tomamos en cuenta en el análisis lo que podríamos añadir como la fuga de capitales, el coste de la fuga de cerebros, un cálculo del saqueo de los recursos naturales, etc.
Por otra parte, aberraciones reveladas en este precioso documento, como el hecho de que, para el año 2012, los PED reembolsaron a los acreedores 182.000 millones de dólares, mucho más que los 133.000 millones de dólares que “recibieron” como Ayuda oficial al desarrollo (AOD), permite relativizar el discurso paternalista occidental. Así, por ejemplo, la ayuda para el desarrollo para Oriente Medio en 2012 fue a parar casi en su totalidad al pago del servicio de la deuda externa. En 2012, la repatriación de los beneficios de las empresas en África, el continente más empobrecido del planeta, representó el 5% de su PIB contra el 1% de la Ayuda pública al desarrollo. Además, cabe distinguir entre ayuda real y ayuda fantasma, sabiendo que una gran parte de dicha “ayuda” esta compuesta de alivio de deuda y, como simple ejercicio contable, nunca llega a los países empobrecidos, supuestos destinatarios.
Al respecto de los países de Europa, se menciona a los bancos rescatados con ayudas públicas, sus beneficios privados y el enorme aumento de sus activos que pone en riesgo la estabilidad de las economías europeas. En España vemos cómo la parte del gasto público dedicado al pago de los intereses de la deuda casi se duplicó, pasando de 3,9% en 2008 al 6,4% en 2012, mientras el presupuesto afectado a educación y sanidad disminuyó (entre 2009 y 2011) un 13% y un 11% respectivamente. En Grecia, para “honrar” el pago de la deuda, la masa salarial del sector público pasó de 24.500 millones de euros a 15.800 millones entre 2009 y 2013 con cerca de 277.000 empleos menos. La prohibición a los bancos centrales de actuar como prestamistas ante los Estados (artículo 21.1 del estatuto del BCE) no hace más que encarecer la financiación por parte de dichos Estados. Así lo menciona el estudio citando a Olivier Bonfond: “...si Bélgica hubiera podido tener prestamos al 1% del Banco Central, la deuda pública habría pasado del 135% del PIB en 1992 al 34% del PIB en 2012 (…) Bélgica habría ahorrado 248.000 millones de euros entre 1992 y 2012.”
En fin, la moratoria, la auditoría ciudadana de la deuda y la anulación de la parte definida como ilegítima son expuestas como respuestas posibles y necesarias a la crisis que padecemos. La auditoría ciudadana debe poner en evidencia las sumas dedicadas al pago de una deuda en muchos casos odiosa, ilegal, insostenible o ilegítima, en detrimento de los derechos y necesidades fundamentales de la población. Se pone el ejemplo del informe del Colectivo para una auditoría ciudadana de la deuda pública francesa (CAC) que llegó a la conclusión de que el 59% de la deuda francesa resulta ilegítima por provenir principalmente de regalos fiscales y de unos tipos de interés excesivos.
Estos procesos de auditorías pueden ayudar a los países endeudados a tomar una decisión unilateral y soberana, dado que tienen poco control sobre su deuda, ya que a menudo, ésta se expresa en otras monedas o está sujeta a la legislación de otros países (cuyas jurisdicciones son, con frecuencia, más favorables a los acreedores). El CADTM lo reivindica como una respuesta necesaria a la hora de retomar la soberanía perdida, permitiría a los pueblos decidir sobre la utilización de sus recursos provenientes de su trabajo y reconquistar un poder popular en el sentido verdaderamente democrático.
Pero el CADTM no quiere pararse aquí y plantea la lucha contra el “sistema deuda” en el marco de una resistencia por un mundo liberado de todas formas de opresión y explotación. “Atacar a los fundamentos del poder de las finanzas significa el desmantelamiento de esos mecanismos y, por lo tanto, la anulación de la deuda pública”, interpela François Chesnais (Tobin or not Tobin, L’Esprit Frappeur, Paris, 1998) en una cita, pues aquí, la lectura de este documento constituye un avance de comprensión y conciencia del problema que padecen los pueblos, siendo un primer paso hacia la acción.
Se puede descargar o leer el documento integro aquí: http://cadtm.org/Las-Cifras-
Fuente original: http://www.
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