viernes, 31 de mayo de 2024

MISILAZO AL PORTAVIONES FAVORITO DE EEUU | RUSIA APUNTA NUCLEARMENTE A U...

Entrevista con Ilan Pappé

 

Amy Goddman entrevistó a Ilan Pappé para Democracy Now! tras la llegada de este a EEUU, donde fue interrogado durante dos horas en el aeropuerto debido a sus opiniones sobre el sionismo y lo que está ocurriendo en Gaza. Aquí se recogen sus declaraciones.


Entrevista con Ilan Pappé


Ilan Pappe

El Viejo Topo

31 mayo, 2024 



Hablamos con el célebre historiador israelí Ilan Pappé sobre su reciente viaje a Estados Unidos, cuando fue interrogado durante dos horas por agentes federales a su llegada al aeropuerto de Detroit acerca de sus opiniones políticas sobre Gaza, Hamás e Israel, además de exigirle saber a quién conocía en las comunidades musulmana, árabe y palestina de Estados Unidos. A Pappé sólo se le permitió entrar en el país después de que los agentes copiaran el contenido de su teléfono. «Se negaron a decirme por qué me detuvieron», afirma Pappé, autor de La limpieza étnica de Palestina, qjuien habla también de la Nakba, del creciente apoyo a los derechos de los palestinos y de por qué cree inminente «el colapso del proyecto sionista».

Transcripción

AMY GOODMAN: Soy Amy Goodman, con Juan González, en nuestra conversación con el renombrado historiador israelí Ilan Pappé, profesor de historia y director del Centro Europeo de Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter. Se une a nosotros desde Doha, Qatar. Y hay un largo retraso cuando responde a una pregunta:

—Quiero preguntarle, profesor Pappé, sobre el viaje que hizo recientemente a Estados Unidos. Cuando llegó al aeropuerto de Detroit, fue interrogado durante dos horas por agentes federales sobre Gaza, Hamás y otras cuestiones; los agentes estadounidenses sólo le permitieron entrar en el país después de copiar el contenido de su teléfono. ¿Puede explicarnos lo que ocurrió?

ILAN PAPPÉ: Sí, lo haré, Amy, pero si se me permite, y creo que conecta con nuestra conversación anterior, sólo quiero decir que aquí hay algo más grande que la mera cuestión de la CPI y de que Israel la acate o no. Creo que es el momento de la verdad para los tribunales internacionales, como la CPI y la CIJ, porque se enfrentarían a gobiernos que probablemente no aplicarían las sentencias, porque Israel sigue teniendo aliados muy fuertes. Y creo que el resto del mundo, especialmente el Sur Global, observaría si los términos «universal» e «internacional» significan realmente algo. Por tanto, creo que Palestina es sólo un caso de muchos en los que ahora tenemos una verdadera lucha por definir, de nuevo, qué es universal, qué son los valores universales y qué es la justicia internacional. Y creo que por eso es un momento histórico tan importante.

Ahora, volviendo a mi calvario, que no fue tan grande, pero que creo que es parte de un cuadro más amplio, llegué a Detroit después de ocho horas de vuelo desde Londres y fui llevado inmediatamente a una sala lateral por dos agentes federales. Y tenían dos grupos de preguntas para mí. Una era sobre mis opiniones, mis opiniones sobre Hamás, mis opiniones sobre lo que está ocurriendo en Gaza. ¿Clasifico lo ocurrido en Gaza como genocidio? Querían saber mi reacción al lema «Palestina debe ser libre del río al mar». Se negaron a decirme por qué me detuvieron, por qué tenía que responder a estas preguntas. Y luego otra serie de preguntas tenían que ver con a quién conozco entre la comunidad musulmana estadounidense, la comunidad árabe estadounidense y la comunidad palestina en Estados Unidos. Y a continuación me quitaron el teléfono durante un largo periodo de tiempo, copiaron todo lo que había en él y me hicieron esperar otro rato para hablar por teléfono antes de dejarme entrar en el país.

Amy Goodman: ¿Puedo preguntarle exactamente, profesor Pappé, qué les respondió cuando le preguntaron sobre si se estaba cometiendo genocidio en Gaza, etc.?

Ilan Pappé: Sí. Bueno, a las preguntas de «¿Defino a Hamás como una organización terrorista?» a eso, me negué a responder. Y les sugerí que fueran a escuchar mis charlas en la zona de Michigan, donde trataré esta cuestión. En cuanto a la cuestión del genocidio, dije lacónicamente que sí, que enmarco las acciones israelíes en Gaza como genocidio. Pero, de nuevo, sugerí que si quieren un análisis más detallado de por qué lo enmarco así, son bienvenidos tanto a leer mis artículos como a venir a las conferencias en la zona de Michigan.

En cuanto a la pregunta: «¿Cómo respondo al lema “Palestina debería ser libre desde el río hasta el mar”?». Dije que en cualquier lugar donde haya un río y haya un mar y gente viviendo entre ellos, deberían ser libres, lo que fue un momento un poco irónico o cómico, cuando uno de ellos intentó demostrarme sus conocimientos geográficos, y dijo: «Entonces, ¿qué pasa con Arabia Saudí?». Así que corregí mi frase y dije: «Bueno, en cualquier lugar donde haya países entre dos fuentes de agua, la gente debería ser libre», lo que pareció satisfacerles en ese momento concreto.

Tengo que decir que fueron educados. No quiero describirlo como un calvario. Fueron educados. Pero lo que realmente me molesta es: ¿Por qué tienen derecho a preguntarme y cuál es el verdadero trasfondo de todo este asunto? Y tengo mi propia interpretación de ello, aunque no tengo todos los hechos ante mí.

Juan González: Y, profesor, usted ha estado hablando ante grandes multitudes de jóvenes en todo el mundo y en muchas de las protestas, estudiantes que protestan por el apoyo de Estados Unidos a la guerra contra Gaza. Uno de sus libros,“La limpieza étnica de Palestina”, ha sido muy leído en los últimos meses. ¿Podría hablarnos de él? La Nakba o limpieza de Palestina no ocurrió sólo en 1948, sino que ha habido un proceso de limpieza étnica que se remonta incluso al periodo del Mandato Británico, cuando los británicos reprimieron la revuelta árabe de 1936 contra el dominio británico.

Ilan Pappé: Sí, efectivamente. La Nakba es un término un poco engañoso, porque significa, en árabe, una «catástrofe». Pero en realidad lo que sufrieron los palestinos no fue una catástrofe real, sino una limpieza étnica, que es una política clara motivada por una ideología clara. Y esa política formaba parte, parte integral, del programa sionista para Palestina desde la misma creación del movimiento a finales del siglo XIX. Por supuesto, muy al principio, no tenían la capacidad de limpiar étnicamente a los palestinos de su tierra natal. Pero ya a mediados de la década de 1920, cuando la comunidad sionista en Palestina era todavía muy pequeña, fue capaz, mediante la compra de tierras, en las que había muchos pueblos palestinos, de convencer al poder británico de que desalojara 13 pueblos palestinos, y eso fue entre 1925 y 1926. Y entonces, lentamente, este proceso de compra de tierras y desalojo de la gente que vivía ahí durante cientos de años llevó al movimiento sionista a un momento en el que compró al menos el 6% de la tierra de Palestina, lo que, por supuesto, no era suficiente. Y entonces fueron a la gran limpieza étnica de 1948.

Pero como sabemos, no se detuvo en 1948. Israel siguió expulsando pueblos palestinos entre el 48 y el 67 entre la minoría palestina en Israel, que supuestamente eran ciudadanos de Israel. Israel expulsó a 300.000 palestinos durante la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967. Y desde junio de 1967 hasta hoy, unos 600.000 palestinos, de un modo u otro, fueron dislocados y desarraigados por Israel. Y, por supuesto, ahora tenemos una magnitud de limpieza étnica que incluso supera la magnitud de la limpieza étnica de 1948. Por lo tanto, no hay un solo momento en la historia de los palestinos en Palestina, desde la llegada del sionismo a Palestina, en el que los palestinos no estén potencialmente en peligro de perder su hogar, sus campos, sus negocios y su patria.

Amy Goodman: Por último, Ilan Pappé, como usted había expresado, en los últimos meses han sido asesinados más palestinos que en ningún otro momento de los últimos 76 años. Más palestinos se han visto obligados a desplazarse, han sido desplazados, más de lo que sucedió en la Nakba en el momento de la fundación de Israel. ¿Qué le da esperanza? Usted es un historiador israelí, estimado en todo el mundo. Tiene menos de un minuto.

Ilan Pappé: Sí. Yo diría que lo que me da esperanza es que creo que al proyecto sionista en Israel y Palestina, tal como lo vemos hoy, no le queda mucho tiempo de vida, de existencia. Creo que estamos viendo procesos, procesos importantes, que están llevando al colapso del proyecto sionista. Ojalá que el movimiento nacional palestino y todos los demás implicados en Israel y Palestina sean capaces de sustituir este Estado de apartheid, este régimen opresor, por otro democrático para todos los que viven entre el río y el mar y para todos los palestinos que fueron expulsados de allí desde 1948 hasta hoy. Creo que este proceso histórico ha comenzado. Por desgracia, llevará tiempo, y los próximos uno o dos años son muy precarios y muy peligrosos. Pero a largo plazo, tengo muchas esperanzas de que habrá un tipo de vida diferente tanto para los judíos como para los árabes entre el río y el mar, en una Palestina democrática y libre.

https://www.youtube.com/watch?

 

Artículo seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador López Arnal

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¡Detrás del Volga no hay nada! Patriotismo e internacionalismo en Stalingrado

 

¡Detrás del Volga no hay nada! Patriotismo e internacionalismo en Stalingrado

 


DIARIO OCTUBRE / mayo 31, 2024

 



Fermin Santxez Agurruza (Unidad y Lucha).— El 22 de junio de 1941, el III Reich nazi y sus aliados fascistas (Rumanía, Hungría, Italia, Finlandia, Eslovaquia y Croacia, —sin olvidar la inestimable kollaboration de Francia, España, Noruega, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Grecia, Bulgaria, Chequia, Suecia y otros estados menores—) comenzaron la invasión de la URSS. La gigantesca ofensiva en un frente de casi tres mil kilómetros hizo contener la respiración a miles y miles de obreros y campesinos de todo el mundo. La destrucción de la URSS hubiera supuesto un cataclismo terrorífico para toda la Humanidad Trabajadora, como lo fue en su día la derrota de la Comuna de París, en 1871. El exterminio de toda una generación de revolucionarios y posiblemente la total destrucción del Movimiento Comunista.

Mientras tanto, la oligarquía imperialista británica y el resto de burguesías liberales se frotaban las manos. Habían conseguido desviar el golpe de las potencias fascistas hacia la destrucción de la URSS, su máximo objetivo desde octubre de 1917. Habían ganado tiempo para la entrada en la guerra de la fuerza ascendente en el seno del Capitalismo, los Estados Unidos de América. Se trataba ahora de que los fascistas, lacayos rebeldes, insumisos y respondones del Imperialismo, su padre fundador, culminaran el trabajo que no se pudo terminar en los años de la «guerra civil rusa», en realidad la intervención imperialista contrarrevolucionaria de más de una docena de estados capitalistas en los años 1917-1923. Este era el objetivo para el cual fueron creados los movimientos fascistas: exterminar a los bolcheviques y hacer desaparecer la Dictadura del Proletariado de la faz de la Tierra. Y simultáneamente, el objetivo de los ingleses era que los nazifascistas se debilitaran al extremo en esa lucha titánica contra la URSS. El Imperio Británico se encargaría luego de recoger los fragmentos dispersos de los contendientes y de que todo volviera al «buen orden anglosajón» en el planeta que gobernaban en solitario desde 1815: «Rule, Britannia!»

¿Cómo se llegó a esta situación? Esto es lo que vamos a ver a continuación.

1.- 1911-1941: 30 años vertiginosos.

Todo iba de maravilla en el mejor de los mundos cuando el 18 de septiembre de 1911 fue ejecutado en Kiev Piotr Stolypin, primer ministro del zar y represor implacable del movimiento revolucionario ruso. Para dar una idea de su celo exterminador, durante los años 1906-1911, en el Imperio Ruso a la horca se le llamó en aquella época «la corbata de Stolypin». Eran los temblores tectónicos que anunciaban la acumulación de contradicciones antagónicas en el seno del sistema capitalista mundial. En 1905 había estallado la Primera Revolución Rusa, a causa de la derrota del Imperio del Zar en la guerra con Japón. La lucha de clases en Rusia no desapareció a pesar de la terrible represión desatada, al contrario, se agudizó bajo la dirección del Partido Bolchevique, cuyo líder y máximo estratega era Lenin. Se preparaban las revoluciones de febrero y octubre de 1917…

Ese mismo año de 1911 fue testigo de la crisis de Agadir, el incidente que enfrentó a Francia con el II Reich del káiser Guillermo II. Crisis cuyos antecedentes se remontaban a 1905, cuando Guillermo II visitó Tánger y defendió los intereses alemanes en Marruecos, en detrimento de Francia y España, potencias colonizadoras. La unificación de Alemania, proclamada en Versalles en 1871, cambió la geopolítica de Europa. El Imperio Británico dejó de aislar y enfrentarse a Francia, y se puso manos a la obra para derrotar a su nuevo competidor, el II Reich Alemán.

La doctrina geopolítica del Reino Unido siempre ha sido que en Europa continental jamás debe existir una potencia que pueda cuestionar el dominio británico del mundo. Esta estrategia de hegemonía mundial condena a los Pueblos de Europa a constantes guerras que desgasten a los estados que puedan amenazar el poder anglosajón. Tras vencer al Imperio Español con la firma de la paz de Westfalia en 1648, Inglaterra se sumergió en una larga lucha para derrotar a Francia, la nueva potencia continental, hasta que lo consiguió de forma definitiva en 1815, en la batalla de Waterloo. Durante casi cien años, el Imperio Británico dominó en solitario el mundo. Para mantener y conservar esa hegemonía se desencadenó en gran medida la I Guerra Mundial.

Todo se torció cuando en octubre del 1917 los bolcheviques tomaron el poder en Rusia y desbancaron a los lacayos de los aliados que querían proseguir la guerra en beneficio de Francia e Inglaterra. Ahora el tablero geopolítico había cambiado una vez más radicalmente, pues una nueva potencia había surgido: la Rusia Soviética. A lograr su destrucción se aplicaron a partir de entonces todos los estados capitalistas, incluída la vencida Alemania. «El orden reina en Berlín».

El Imperialismo sacó las lecciones pertinentes de su fracaso en la guerra civil rusa y de su intervención militar en ella: el costo humano y económico de aplastar a la Unión Soviética era enormemente elevado, y sólo una sociedad industrial extremadamente fanatizada y militarizada podría lograrlo. No era posible conseguirlo con regímenes de democracia parlamentaria liberal, monarquías constitucionales o repúblicas burguesas. Había que crear algo radicalmente nuevo y eficaz. Un régimen capaz de atacar al coloso soviético y destruirlo al coste que fuese necesario.

Ese monstruo ya había nacido en 1922 en Italia, de la mano de Benito Mussolini, y se había mostrado muy eficaz en la derrota de la Revolución Socialista en Europa Occidental. El fascismo italiano fue calurosamente acogido entre las élites del Imperio Británico, con Winston Churchill a la cabeza. Recordemos que en 1919, siendo secretario de estado para la Guerra y Aire, este paladín de la democracia liberal declaró: «Hay que ahogar en sangre al bebé bolchevique en su misma cuna.»

Esta es la gran partida de ajedrez que explica en parte el surgimiento del nazismo y sobre todo el ascenso y triunfo de Hitler. Por fin el Imperialismo tenía un instrumento (que ellos entonces creían fácil de manipular) para destruir de una vez por todas a la Unión Soviética y el Movimiento Comunista. Es esta estrategia la que explica la total pasividad de las potencias imperialistas frente al ascenso y la agresividad del III Reich y su complicidad mal disimulada con Hitler. El objetivo era evidente para todos en aquella época: la Alemania nazi era el puño de hierro que el Imperialismo necesitaba para aplastar a sangre y fuego al Comunismo y muy especialmente a la Unión Soviética. Es por eso que Stalin declaró, en 1931: «Estamos 50 o 100 años detrás de los países avanzados. Debemos acortar esa distancia en 10 años. O lo hacemos, o ellos nos aplastarán.»

Esta es la clave que nos permite comprender los vertiginosos acontecimientos de los años 1931 – 1941. El Imperialismo buscaba a todo precio que el III Reich cumpliese la misión para que la que fue creado: la destrucción de la Unión Soviética. Para evitar su exterminio, ésta tuvo que colectivizar su agricultura e industrializarse a marchas forzadas, de una forma implacable, pues lo que estaba en juego era el destino de centenares de millones de ciudadanos soviéticos, y de toda la Humanidad Trabajadora. No había ningún margen para el error, era una lucha a muerte contra reloj.

Así podemos comprender por qué el Imperialismo negoció con las potencias fascistas el destino de Checoslovaquia (que ni tan siquiera estuvo presente en Munich en 1938) o por qué se abandonó a su suerte a la II República Española, permitiendo la participación militar masiva de Alemania e Italia a favor de Franco, mientras se defendía la «no intervención» de las potencias liberales. Esto también explica el Pacto Ribbentrop-Molotov de agosto de 1939, en un intento por parte de la Unión Soviética de ganar tiempo para preparar la guerra y desviar hacia el oeste el primer zarpazo del III Reich. Y también el tan cacareado y misterioso «milagro de Dunkerke»…

2.- 1942: la URSS al borde del exterminio.

Esto es lo que estaba en juego en junio de 1941: la posiblidad de destruir a la Unión Soviética en una sola campaña de guerra relámpago «blitzkrieg», alcanzando la línea Arkangelsk – Astrakan y provocado el colapso de la Dictadura del Proletariado. Pero la Unión Soviética, bajo la dirección del Partido Comunista Bolchevique y de su secretario general, Stalin, no sólo resistió la embestida de la mayor máquina militar de guerra de todos los tiempos, sino que fue capaz de contraatacar en el frente de Moscú, en diciembre de 1941, y hacer retroceder a las hordas nazifascistas. El III Reich había fracasado en su ofensiva, y quizás había perdido la guerra.

Esta hazaña heroica fue realizada a un costo humano terrible, varios millones de muertos civiles y militares, y trajo como consecuencia la decisión nazi de exterminar a todos los judíos de Europa, no sólo a los judíos soviéticos, cuyo genocidio ya había comenzado en junio de 1941.

La Conferencia de Wansee se celebró el 20 de enero de 1942. La Solución Final de la Cuestón Judía era la venganza nazi ante el fracaso de la guerra relámpago en la URSS y fue anunciada por Hitler en un discurso ante el Reichstag el 30 de enero de 1939 cuando dijo:

Muchas veces en mi vida he sido profeta y la mayoría de las veces he sido ridiculizado. En el momento de mi lucha por el poder, fue en primer lugar el pueblo judío el que sólo recibió con risas mis profecías de que algún día asumiría la dirección del Estado y de todo el pueblo de Alemania y luego, entre otras cosas, también llevar el problema judío a su solución. Creo que esta risa hueca de los judíos en Alemania ya se les ha quedado atascada en la garganta. Hoy quiero volver a ser profeta: si la judería financiera internacional dentro y fuera de Europa logran hundir a las naciones una vez más en un mundo de guerra, el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza judía en Europa.

Hitler volvió a aludir a su «profecía» el 8 de noviembre de 1942, en la reunión anual de viejos camaradas nazis en la cervecería Löwenbräukeller de Munich, y en el mismo discurso anunció la victoria nazi en Stalingrado. Pero esto no era verdad, el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos seguía resistiendo heroicamente metro a metro en las ruinas de la ciudad del Volga.

Pero no sólo se trataba de la «aniquilación de la raza judía», el plan nazi de conquista del «espacio vital» en el este de Europa también incluía el exterminio por hambre de los eslavos en aquellos territorios. Se trataba de asesinar unos 30 millones de ciudadanos de la Unión Soviética. Este aspecto de la planificación estratégica del III Reich es menos conocido, por razones políticas obvias y de grandísima actualidad, por lo que voy a dar un poco más de información al respecto.

El Plan Hambre, en Alemán, «Hungerplan» fue un plan económico genocida de la Alemania nazi ideado en 1941 para ser aplicado en la Unión Soviética tras su invasión y ocupación. Preveía que la Wehrmacht se alimentara sobre el terreno y que la producción soviética se destinara a abastecer Alemania, a costa de la población civil y de los prisioneros de guerra soviéticos a los que se dejaría morir de hambre. Se calculaba que morirían treinta millones de personas, haciendo así posible la aplicación del Plan General del Este que preveía constituir un Gran Imperio Alemán que llegaría hasta los montes Urales. El colonialismo genocida aplicado en la misma Europa.

La historia de la II Guerra Mundial ha sido reescrita según los intereses del Imperialismo, por lo que no hay que sorprenderse si estos datos históricos plenamente documentados nos son desconocidos. Esta ignorancia ha sido socialmente construida por los aparatos culturales imperialistas y es funcional a sus intereses. Pero en aquellos terribles años, todo el mundo en la URSS era consciente de lo que estaba en juego, y en primer lugar, el Partido Comunista Bolchevique. Lo habían anunciado diez años antes. Y se habían preparado a conciencia.

La Unión Soviética había resistido el primer zarpazo de la bestia nazi, pero en el verano de 1942 la pregunta era si podría soportar el segundo. Cuando el 28 de junio de 1942 comenzó la «Operación Azul», la dirección político-militar de la URSS, con Stalin a la cabeza, comprende que el objetivo esta vez no es Kiev, Leningrado o Moscú, sino los pozos de petróleo del Cáucaso y la mayor arteria fluvial de la Unión Soviética: el Volga. El 23 de agosto de 1942, la Wehrmacht llegó al gran río, y a una ciudad: Stalingrado. Comenzaba la batalla que iba a decidir el destino de la guerra, y de todo el planeta. Si el III Reich conquistaba el Cáucaso, lograba tres objetivos a la vez: conseguir su petróleo y sus otras materias primas, cortar la vía terrestre de suministros de los Aliados vía Irán, y estrangular a la URSS impidiendo el enorme tráfico fluvial a través del Volga.

3.- ¡Detrás del Volga no hay nada!

No es el objetivo de este escrito describir en detalle la batalla de Stalingrado, sino ofrecer una reflexión y un análisis sobre la manera en que el Partido Comunista Bolchevique de la URSS articuló el patriotismo, el internacionalismo y la defensa de la Revolución Socialista en un esfuerzo total de guerra, que llevó a la victoria al Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, desde Stalingrado a Berlín. La síntesis entre la defensa de la patria socialista y el internacionalismo proletario.

Algunos marxistas perezosos, que no estudian ni leen a Marx y alimentan su marxismo de citas cortas y descontextualizadas, nos han repetido durante décadas que los obreros no tienen patria. «¡Lo dice el Manifiesto Comunista!». Estos marxistas se «olvidan» de leer el texto de Marx y Engels en su totalidad:

Se acusa también a los comunistas de querer abolir la patria, la nacionalidad. Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Pero, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el Poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués. (…) En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será abolida la explotación de una nación por otra. Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí.

Esta es la gran lección de la Gran Guerra Patria que desarrolló la URSS entre 1941 y 1945: el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos y todos los Pueblos Soviéticos estaban defendiendo con uñas y dientes su Patria Socialista frente a un enemigo bestial y genocida que no sólo quería destruir el Socialismo y la Dictadura del Proletariado, sino también aniquilar y exterminar las naciones de la URSS, especialmente las eslavas. El patriotismo socialista y revolucionario se fundía con el internacionalismo proletario, pues en las calles de Stalingrado se estaba jugando el destino de toda la Humanidad Trabajadora. Es éste el sentido profundo del título de este escrito: «¡Detrás del Volga no hay nada!», expresión de la absoluta determinación de los combatientes del Ejército Rojo de no ceder ni un milímetro más de tierra soviética al enemigo fascista, de no rendirse, de no retroceder, de dar hasta la última gota de su sangre en defensa de la Madre Patria.

4.- El roble de Rubén.

Un ejemplo luminoso de esa síntesis revolucionaria entre internacionalismo proletario y patriotismo revolucionario es la vida de mi compatriota vasco, Rubén Ruiz Ibárruri, nacido en Somorrostro, Bizkaia, el 9 de enero de 1920 y muerto en combate en Stalingrado el 3 de septiembre de 1942. Rubén es mucho más que simplemente «el hijo de la Pasionaria». Es un militante comunista que nos mostró el camino a todos los revolucionarios del mundo. Luchando en defensa de la Patria Soviética, estaba luchando por su Patria Vasca, y por la libertad del resto de los Pueblos de lo que entonces se llamaba España y actualmente llamamos, con mayor precisión terminológica, Estado Español. Pues España es una de las varias naciones que componen este estado plurinacional.

De esto eran muy conscientes los revolucionarios españoles ya en la década de los años 30, cuando se lanzó la consigna de Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas. Y ésta no era sólo una consigna de la III Internacional y del Partido Comunista de España, el derecho de las naciones oprimidas por el Estado Español a acceder a la independencia mediante el ejercicio del derecho de autodeterminación era defendido también por el ala revolucionaria del PSOE, liderada por Largo Caballero, e incluso en otros sectores del Frente Popular. Esto ha sido ocultado por el nacionalismo españolista, que siempre ha negado la existencia de otras naciones que no sean la suya.

Traigo aquí las palabras de José Díaz, secretario general del PCE en su discurso del 9 de febrero de 1936:

Queremos que las nacionalidades de nuestro país, —Cataluña, Euzkadi, Galicia— puedan disponer libremente de sus destinos. ¿Por qué no? Y que tengan relaciones cordiales con toda la España popular. Si ellos quieren librarse del yugo del imperialismo español, representado por el Poder central, tendrán nuestra ayuda. Un pueblo que oprima a otros pueblos no se puede considerar libre. Y nosotros queremos una España libre.

Como dijo el comunista vasco Jesús Larrañaga, respondiendo a la frase del fascista Calvo Sotelo: «Una España roja es una España rota». Una España que acepta fraternalmente la existencia de otras naciones hermanas.

En Stalingrado, el comunista internacionalista Rubén Ruiz Ibárruri estaba luchando en defensa de la Unión Soviética, de la Madre Patria socialista, y al mismo tiempo luchaba por la República Socialista Vasca, y las Repúblicas Socialistas Catalana, Gallega y Española. Por la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas. No había contradicción entre patriotismo revolucionario e internacionalismo proletario, por que «al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí.»

Es por eso que algún día, cuando Stalingrado vuelva llamarse por su glorioso nombre, como Leningrado por el suyo, los comunistas revolucionarios vascos plantaremos un retoño del árbol de Gernika a lado de la lápida erigida allí en honor de Rubén Ruiz Ibárruri. El roble de Rubén, símbolo de la unidad indisoluble de la independencia y el socialismo para nuestro país y para todos los países del mundo. Pues la independencia socialista de las naciones es su unión fraternal y solidaria.

5.- De Stalingrado a Gaza, 1943-2023.

Han pasado 80 años de la victoria en Stalingrado, y su luz nos sigue iluminando en todas nuestras luchas. En estos cruciales momentos de la Historia de la Humanidad, cuando el choque frontal entre el Imperialismo anglo-yanki-sionista y el Frente Multipolar se agudiza y estalla en los campos de batalla de Ucrania y Palestina, debemos retomar la consigna del Ejército Rojo: «Detrás del Volga no hay nada». No podemos ceder ni un milímetro frente al Imperialismo, y debemos tomar ejemplo del coraje de los combatientes palestinos en la defensa de su patria dividida y colonizada. Y aprender de la firmeza de los patriotas rusos y ucranianos que luchan hombro con hombro contra el régimen neonazi de Kiev impuesto por la OTAN. Y de todos los Pueblos que luchan por su Liberación, que para nosotros se llama Socialismo, pues no puede haber una patria verdaderamente libre mientras en su seno existan clases sociales y explotación capitalista. La Liberación Nacional y la Liberación Social son dos aspectos del mismo proceso revolucionario global, cuyo último objetivo es el Comunismo.

Todos sabemos que será un largo camino, pero contaremos siempre con la brújula inmortal que nos legaron los combatientes de Stalingrado.

¡DETRÁS DEL VOLGA NO HAY NADA! 

FUENTE: unidadylucha.es

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TENSIÓN NUCLEAR EN UCRANIA: RUSIA VA A POR ODESA Y LA OTAN ENLOQUECE

jueves, 30 de mayo de 2024

ULTIMÁTUM NUCLEAR A LA OTAN: RUSIA SÓLO TIENE UNA OPCIÓN EN UCRANIA

La IA, arma de guerra

 

En la guerra de Ucrania, Silicon Valley ha cobrado un gran protagonismo. Tampoco los rusos se han quedado cortos en la utilización de la IA con fines de combate. La guerra en el espacio se perfila como una nueva etapa en la escalada tecnológico-militar.


La IA, arma de guerra

 

EL VIEJO TOPO / 30 mayo, 2024



por Luca Pisapia

Ucrania, laboratorio de inteligencia artificial en conflictos

La guerra de Ucrania ha sido descrita como un laboratorio para el desarrollo de la inteligencia artificial en los conflictos. Para este y para los venideros. Desde los primeros días de la invasión rusa quedó claro que esta guerra estaba marcada por el uso masivo de IA, desplegada por ambos bandos. Especialmente en armas letales. Pero no sólo.

Hay otra dimensión del conflicto, quizá menos evidente pero igualmente decisiva, que tiene que ver con la inteligencia artificial y las plataformas tecnológicas que la desarrollan y/o utilizan. Se trata de la propaganda.

Sun Tzu ya nos dijo hace un par de milenios que la mejor guerra ganada es la que no se libra con armas. Y hoy Ucrania nos dice que tanto las armas letales como las retóricas se gestionan mediante la acumulación de big data.

El Ministerio de Transformación Digital

Pero vayamos por orden. Y empecemos por un personaje. Se llama Mychajlo Fedorov, acaba de cumplir 33 años y es ministro de Transformación Digital y viceprimer ministro del Gobierno de Denys Šmyhal.

Parafraseando a Jean Baudrillard, y con el debido respeto al más de medio millón de personas ­–o más– que han muerto en este conflicto, si leemos esta guerra como una gran batalla posmoderna Mychajlo Fedorov es sin duda una de las estrellas de este espectáculo.

Experto en marketing digital, primero construyó la candidatura presidencial de Volodymyr Zelensky e inició la transición tecnológica del país. Después, una vez estallado el conflicto, se encargó de gestionar los dos aspectos que siempre han marcado la suerte de la guerra: las armas y la propaganda.

En ambos casos, lo ha hecho aprovechando el big data, el corazón palpitante de la inteligencia artificial. Y en ambos casos se ha servido del poder comercial y tecnológico de la Big Tech de Silicon Valley: el tercer actor en liza en este conflicto.

Drones: hacia la automatización de las armas letales

El 29 de marzo de 2022, apenas un mes después de la invasión, la revista Fortune ya publicaba un artículo sobre el uso de la IA en los conflictos. «El mercado global de armas letales controladas por inteligencia artificial vale ahora unos 12.000 millones de dólares, pero se calcula que su valor podría superar los 30.000 millones a finales de la década«, escribía con preocupación Jeremy Kahn.

«Desgraciadamente, no tenemos ni idea de si esta evolución tendrá un límite y, lo que es más importante, de cuál será«, se hizo eco Verity Coyle, asesora principal de Amnistía Internacional.

Mientras tanto, en el lado ucraniano se enfrentaban los drones Bayraktar TB2, desarrollados por la multinacional turca Baykar Technologies. Y del lado ruso, los drones «suicidas» Shahed-136, construidos por la Iran Aircraft Manufacturing Industries Corporation.

En realidad, ninguno de los dos drones estaba totalmente automatizado y guiado «sólo» por la IA. Y, de hecho, los Bayraktar TB2 tenían casi más una función propagandística de recopilación de imágenes y filmación de vídeos que ser una fuerza letal para destruir tanques rusos.

Pero ya estaba claro desde el principio que sería un conflicto marcado por el desarrollo tecnológico. Por el big data y la inteligencia artificial. La automatización total no estaba lejos.

El 10 de enero de 2023, ni siquiera un año después de la invasión, Mychajlo Fedorov anunció en un tuit que todos los esfuerzos de la industria bélica se destinarían a construir armas y drones que funcionaran «sin el humano«.

Y unas semanas más tarde, fue de nuevo Mychajlo Fedorov quien anunció que Estados Unidos iba a enviar el interceptor Fortem DroneHunter F700. Drones totalmente automatizados guiados por inteligencia artificial capaces de localizar, reconocer, identificar y luego aniquilar drones enemigos. Todo ello sin la menor intervención humana.

La suerte estaba echada. El destino del campo de batalla ya no lo decidirían los tradicionales comerciantes de armas, sino las Big Tech de Silicon Valley encargadas de la recopilación de datos y el desarrollo de la inteligencia artificial.

El deus ex machina de la guerra: Palantir Technologies

Pasan dos semanas más y en febrero de 2023 se celebran las conferencias Reiam en el Foro Mundial de La Haya (Países Bajos). Un evento que pretende conectar los mundos de la inteligencia artificial y el sector estratégico militar.

Alex Karp, Director General de Palantir Technologies, intervino en la conferencia y anunció triunfante: «Somos responsables de la mayoría de los ataques que se producen en suelo ucraniano.

Silicon Valley anuncia que el conflicto en suelo ucraniano es «lo suyo». En menos de un año, el gran protagonista de la guerra en Ucrania pasa a ser Palantir Technologies. Una multinacional de recopilación, uso y desarrollo de big data fundada en Palo Alto en 2003 por Peter Thiel, el multimillonario trumpiano fundador de PayPal.

Cuando estalló el escándalo de Cambridge Analytica en 2016, se descubrió, o se redescubrió, que la recopilación de datos es un arma política capaz de decidir el destino de las naciones.

SCL Group, propietaria de Cambridge Analytica y cerrada en 2018 tras el escándalo de su filial, ha sido contratista del Pentágono, la OTAN y la inteligencia militar británica, entre otros. Y siempre ha presumido de haber influido en elecciones, golpes de Estado y guerras a través de sus sistemas de análisis de comportamiento y recopilación de datos.

De la vigilancia policial predictiva a la detección de drones enemigos

Palantir Technologies tiene los mismos clientes militares y de inteligencia que SCL Group desde principios de los años noventa. La CIA, el Pentágono, varios servicios de inteligencia, la Defensa estadounidense, británica e israelí. Puede que no haya decidido las elecciones en Nigeria o Filipinas como SLC. O al menos no presume de ello.

Pero lo cierto es que participó junto al ejército estadounidense en las invasiones de Irak y Afganistán.

Y dentro del país lleva a cabo guerras de baja intensidad, como operaciones policiales predictivas para las fuerzas de seguridad de Nueva Orleans. O para las patrullas fronterizas durante la administración Trump.

Todo ello siempre mediante la recopilación, catalogación y desarrollo de big data: el corazón negro de la inteligencia artificial. Entre los servicios que Palantir ofrece al ejército ucraniano, a menudo de forma gratuita, se encuentra el sistema Skykit AI, que ofrece la posibilidad de analizar los movimientos por satélite de los drones enemigos y los feeds de las redes sociales. Siempre el doble rasero: armas letales e información.

Todo lo que la IA puede hacer en la guerra

En un reportaje en profundidad de Time publicado en febrero de 2024, se relata cómo Alex Karp, el CEO de Palantir Technologies que se había jactado de ser el protagonista de la guerra, ya se había reunido con el ministro de Transformación Digital Fedorov pocos meses después de la invasión. El periodista remonta la estrecha colaboración entre la multinacional de Silicon Valley y el Gobierno ucraniano a los primeros días del conflicto.

Desde entonces, las conversaciones entre ambos han sido prácticamente diarias.

El artículo de Time explica con todo detalle el papel de Palantir Technologies y otras start-ups tecnológicas en el conflicto. Y profundiza en todos los posibles usos de la inteligencia artificial en el campo bélico: vigilancia, análisis de satélites, descifrado de códigos, interferencias de radio, reconocimiento facial, análisis predictivo, ciberataques, propaganda en redes sociales y armas letales de destrucción.

Y también recoger pruebas de los crímenes de guerra del adversario, limpiar campos de minas, organizar la logística de los desplazados, analizar y optimizar la burocracia y las decisiones internas, políticas y militares.

Y lo que es más importante, según afirman varias fuentes a Time, el software de IA de Palantir Technologies presenta a los mandos militares las mejores opciones para llevar a cabo la guerra cuando el propio software no toma las decisiones.

La nueva industria armamentística: las grandes tecnologías

Pero no sólo está Palantir Technologies. Del lado ucraniano en el conflicto están todos los gigantes de Silicon Valley que prestan ayuda tecnológica al gobierno de Volodymyr Zelensky en forma de software, nubes, programas informáticos de protección y ataque, defensa y ataque.

En el conflicto ucraniano, Estados Unidos no sólo suministró las armas, sino que también desplegó a los peces gordos Microsoft, Amazon, Google y Starlink.

Por no hablar de la polémica Clearview AI -también financiada por Peter Thiel-, la aplicación más ambigua de la inteligencia artificial para el reconocimiento facial.

He aquí la nueva industria armamentística del futuro: la Big Tech de Silicon Valley. «Podemos definir a las multinacionales implicadas en el desarrollo de la IA como los nuevos traficantes de armas«, afirma sin ambages a Time el experto en seguridad Jacob Helberg.

Así es como el laboratorio de guerra ucraniano se convierte en crucial para narrar la doble vía de las aplicaciones de la inteligencia artificial a la guerra. Y cómo se convierte en decisivo para narrar la guerra que viene.

Las guerras del futuro. Guerras explícitas, en las que morirán decenas o cientos de miles de hombres, mujeres y niños inocentes, como siempre. Y guerras subterráneas, libradas mediante análisis de comportamiento, predicciones y condicionamientos.

Siempre a través de la recopilación y el uso de big data: el corazón negro de la IA.

Fuente: Contrapiano.org

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Lavrov: Estados Unidos necesita la OTAN para mantener a Europa en un estado de dependencia

 

Lavrov: Estados Unidos necesita la OTAN para mantener a Europa en un estado de dependencia

 


DIARIO OCTUBRE / mayo 30, 2024

 


El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, consideró hoy que Estados Unidos necesita a la OTAN para mantener a Europa en un estado de dependencia.

 

Durante una reunión celebrada hoy con los jefes de las misiones diplomáticas extranjeras acreditadas en Moscú, Lavrov afirmó que la razón para mantener la OTAN es el firme deseo de Estados Unidos de preservar la alianza como herramienta para controlar Europa, incluida Alemania, donde todavía hay docenas de bases militares estadounidenses para que los alemanes se vean obligados a obedecer las órdenes de Washington”.

Según el jefe de la diplomacia rusa, esto también se hace para que los alemanes guarden silencio cuando Estados Unidos haga volar las líneas Nord Stream para eliminar a su competidor en el mercado energético europeo, y también sigan dispuestos a pagar el caro precio del gas licuado estadounidense.

Por otro lado, Lavrov no descartó que Estados Unidos pida a varios países de la región Asia-Pacífico que desplieguen misiles estadounidenses de medio y corto alcance en sus territorios, como hizo en Filipinas.

FUENTE: SANA

 

miércoles, 29 de mayo de 2024

ALERTA MÁXIMA: LA OTAN NO SE ESPERABA ESE ATAQUE DE RUSIA EN UCRANIA: CI...

Nemo y Eurovisión

 

¿Para qué tener identidad si puede uno/a/e dejarse arrastrar en el río de la inacabable fluidez de la nada? Eurovisión ha coronado esa Nada que desafía a la naturaleza, a la genética, a la carne y al espíritu para flotar en el éter de la indefinición.


Nemo y Eurovisión

 

 

29 mayo, 2024 Andrea Zhok

 


La libertad como ausencia de identidad

 

Sé que en el mundo suceden cosas infinitamente más importantes y graves, pero me permito una reflexión dominguera.

Me enteré de que había un concurso de canto llamado «Eurovisión». No voy a reprender a los espectadores, porque, por las imágenes que he visto circular, quienes lo han visto ya han sido bastante castigados, y no hay por qué enojarse.

Sin embargo, también descubro que habría ganado un tal Nemo, que se deja fotografiar vestido de muñeco y juega todas sus cartas de talento para el canto en otra apasionante «provocación» de ser fluido (tan fluido que incluso se me durmió el brazo mientras escribía).

Ahora bien, el señor/señora/ente sudoroso (no diré mucho, marcad la casilla correspondiente) parece alguien con las ideas realmente claras. Y no estoy bromeando ahora.

De hecho, un entrevistado dice: «El darme cuenta de mi identidad me hizo libre».

¿Y cuál es esta identidad?

Él mismo lo dice, por supuesto: Nemo = Nadie (en latín).

El nombre fue elegido específicamente porque la única identidad que nos hace libres aquí es la ausencia de identidad.

Y esto es filosóficamente de gran interés, porque hace explícito de la manera más clara un punto importante, que va más allá de la estúpida vulgaridad de Eurovisión.

La libertad que se asume como la única verdadera libertad residual de esta «cultura generacional» es la libertad negativa, es decir, la libertad como posibilidad de escapar de cualquier presión externa.

E incluso el «ser alguien» en sí mismo se percibe como una forma de presión externa.

Por tanto, la única libertad alcanzable es la de no ser nadie.

Todo esto puede parecer muy sugerente, new age, pero en realidad es una manifestación ejemplar de degeneración motivacional (o si queremos, de nihilismo militante). De hecho, ser alguien, poseer (y cultivar) una identidad personal es la condición previa de toda responsabilidad, de toda integridad personal, de toda veracidad, de toda voluntad y proyecto, y también de toda forma de confiabilidad interpersonal.

Pero todo esto, todos estos rasgos éticos que han estado en el corazón de las virtudes personales en la variada historia de la humanidad, hoy son percibidos por esta cultura generacional como un peso insostenible, una carga.

La modernidad neoliberal ha ganado así juegos, sets y partidos.

Quedan por ahí identidades vacías, líquidas, maleables, que en los pocos casos «ganadores» son Nemos de carreras, mientras que en el mar de perdedores son ruedas intercambiables que el sistema puede colocar donde quiera, durante el tiempo que quiera, sin encontrar ninguna resistencia, a la espera de que sean sustituidos definitivamente por un autómata, que ahora sin embargo corre el riesgo de demostrar mayor carácter.

Fuente: sinistra.ch

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Hablemos claro: la izquierda también es responsable del ascenso de la extrema derecha

 

Hablemos

Hablemos claro: la izquierda también es responsable del ascenso de la extrema derecha

 


JUAN TORRES LOPEZ

Blog: GANAS DE ESCRIBIR

28 Mayo 2023

 

Escribió Walter Benjamín que lo hecho nunca está definitivamente hecho y que, por tanto, lo peor puede volver. Desde hace tiempo, comprobamos que es así: los partidos de una extrema derecha que creíamos desparecida, o al menos reducida a la mínima expresión desde hace décadas, vuelven a tener influencia política decisiva, e incluso gobiernan en algunos países de gran relevancia.

En las próximas elecciones europeas veremos, sin duda, que su representación parlamentaria se multiplica y, lo que es peor, que se convertirán en socios para nada vergonzantes de las fuerzas de derecha más centristas que dirigen los destinos de la Unión Europea.

Cuando todo eso se produce, las izquierdas se empeñan en erigirse en defensoras de la democracia y en baluartes frente al extremismo de la derecha neofascista. Un intento que se revela vano cuando no cambian la estrategia que precisamente ha llevado a que sus antiguos electores se conviertan en la base social y electoral de la extrema derecha.

Esta, en sus diferentes variedades, está llevando a cabo en todos los países donde se expande políticas privatizadoras, recortes sociales y favores indisimulados a las grandes empresas, a la banca y fondos de inversión. Pero con los únicos votos de los propietarios de estos últimos no podría nunca tener el éxito electoral que tiene.

Milei, Trump, Meloni, Orbán, Le Pen, Abascal, Ayuso… están instigados y financiados por el poder económico y financiero, pero su apoyo social proviene de millones de personas desposeídas, de clases trabajadoras explotadas, desahuciadas y excluidas, de trabajadores autónomos precarizados y de miles de propietarios de micro empresas o de pequeños y medianos negocios cada vez más ahogados a base de impuestos que las grandes empresas no pagan o por la morosidad de estas últimas (en España les deben más de 80.000 millones de euros), o de clases medias que ven que sus hijos no pueden salir del hogar familiar porque no pueden tener vivienda y que viven en la inseguridad e incertidumbre permanentes. Y, sobre todo, que están hartas de cómo se ha venido gobernando antes, de la corrupción y, como he dicho, de la desposesión que sufren.

Ese es el drama. Pero un drama que se produce porque han sido partidos socialistas los que han puesto en marcha en Europa las políticas que han producido esos efectos. En concreto, los Tratados pro-mercado y las de estabilidad y austeridad. Y porque los que se sitúan a su izquierda, en lugar de dar prioridad a las reivindicaciones socioeconómicas centrales que tienen que ver con esa desposesión, han fragmentado su discurso y se dedican a defender reivindicaciones particularistas con las que es imposible conseguir amplios apoyos sociales. En mi reciente libro Para que haya futuro he contabilizado 16 corrientes de izquierdas, 21 feministas y 27 ecologistas, aunque es posible que estén mal contadas y que aún haya más de cada una. Por supuesto, sin unirse ni apenas colaborar entre sí y, a veces, incluso fuertemente enfrentadas. ¿Cómo se van a poder sentir protegidas así las clases desposeídas que necesitan seguridad, ayuda y comprensión? ¿Cómo van a confiar y encontrar la voz y el poder que buscan en quienes no se entienden ni aclaran entre sí y andan siempre a la greña?

Las izquierdas han renunciado a defender los valores universales que son los únicos que permiten aglutinar en torno a ellos a las amplias mayorías sociales que es imprescindible tener para evitar la desposesión generalizada. Y el resultado es que la derecha y ahora la extrema derecha inteligentemente los asumen como suyos. Es verdad que no mencionan que para ponerlos en práctica y disfrutarlos es preciso actuar sobre los derechos de propiedad, que ocultan las causas reales que producen la desposesión y que mienten sobre ellas, por ejemplo, haciendo creer que no hay vivienda por culpa de los okupas o que hay paro e inseguridad ciudadana por los inmigrantes. Pero, como no hay reclamo alternativo sobre ellos, su mera enunciación basta para que la gente crea que la extrema derecha es la que puede defender la libertad, la seguridad, la soberanía, los intereses nacionales, el empleo o la integridad del territorio. Y, al paso que vamos, incluso otros derechos como el acceso a la vivienda, la propia democracia, los derechos humanos o la paz. Tiempo al tiempo.

¿Cómo se va a evitar que las clases desposeídas voten a la extrema derecha si esta defiende los valores con los que se identifica el sentir común de tanta gente, mientras que las izquierdas no hacen autocrítica de sus políticas equivocadas, o se empeñan en darle prioridad a valores o reivindicaciones que tan sólo pueden defender grupos muy reducidos o de interés, por muy legítimo que sea, muy minoritario?

¿A quién le puede extrañar que la extrema derecha se haga con la bandera de la libertad, de la seguridad o la soberanía nacional mientras las izquierdas no disimulan su complicidad con los grandes poderes, se hacen militaristas y se dedican a plantear la tauromaquia como gran problema político o a hacer creer que en la especie humana no hay diferentes sexos masculino y femenino, según los casos y por poner algún ejemplo concreto? O mientras que no terminan de pelearse entre ellas y elevan a la categoría de arte el maltrato hacia quienes tratan de poner en marcha sus propios proyectos políticos.

¿Cómo se va a poder evitar que la gente desposeída se eche en brazos de la extrema derecha si los partidos de izquierdas se han convertido en organizaciones cesaristas en donde la militancia apenas participa, ni decide, ni tiene protagonismo diario, o cuyos dirigentes y cargos públicos no son referentes ejemplares para la gente corriente, sino privilegiados que no muestran más interés ni estrategia que mantener sus prebendas?

En pocas palabras: la izquierda ha dejado desamparada a su base social.

Como explico en mi libro, las izquierdas no sólo han renunciado a soñar, para diseñar horizontes y proyectos que sean atractivos a la gente que sufre; ni ponen en práctica experiencias que permitan demostrar que otro mundo es posible. Más grave aún es que, a fuerza de haber estado expuestas al neoliberalismo, han terminado siendo insensibles a sus males y los reproducen en su seno.

Cuesta decirlo, pero las izquierdas que ahora se nos ofrecen como salvadoras frente al ascenso de la extrema derecha no van a poder evitar su creciente protagonismo porque, como he dicho, en gran medida han sido sus torpezas y renuncias las que han permitido que esos nuevos partidos totalitarios se ganen el apoyo de su antigua base social.

Es imprescindible darle la vuelta a todo esto que está pasando entre quienes se autodefinen como motores del progreso y la transformación social. Afortunadamente, hay otras formas de hacer política y de hacer sociedad y ya las ponen en marcha muchas personas y colectivos sociales en todo el mundo. Lo urgente es apoyarlas, difundirlas y, sobre todo, practicarlas.

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