viernes, 31 de mayo de 2024
Entrevista con Ilan Pappé
Amy Goddman entrevistó a
Ilan Pappé para Democracy Now! tras la llegada de este a EEUU, donde fue
interrogado durante dos horas en el aeropuerto debido a sus opiniones sobre el
sionismo y lo que está ocurriendo en Gaza. Aquí se recogen sus declaraciones.
Entrevista con Ilan Pappé
El Viejo Topo
31 mayo, 2024
Hablamos con el
célebre historiador israelí Ilan Pappé sobre su reciente viaje a Estados
Unidos, cuando fue interrogado durante dos horas por agentes federales a su
llegada al aeropuerto de Detroit acerca de sus opiniones políticas sobre Gaza,
Hamás e Israel, además de exigirle saber a quién conocía en las comunidades
musulmana, árabe y palestina de Estados Unidos. A Pappé sólo se le permitió
entrar en el país después de que los agentes copiaran el contenido de su
teléfono. «Se negaron a decirme por qué me detuvieron», afirma Pappé, autor
de La limpieza étnica de Palestina, qjuien habla también de la
Nakba, del creciente apoyo a los derechos de los palestinos y de por qué cree
inminente «el colapso del proyecto sionista».
Transcripción
AMY GOODMAN: Soy Amy Goodman, con Juan González, en nuestra conversación con el
renombrado historiador israelí Ilan Pappé, profesor de historia y director del
Centro Europeo de Estudios Palestinos de la Universidad de Exeter. Se une a
nosotros desde Doha, Qatar. Y hay un largo retraso cuando responde a una
pregunta:
—Quiero
preguntarle, profesor Pappé, sobre el viaje que hizo recientemente a Estados
Unidos. Cuando llegó al aeropuerto de Detroit, fue interrogado durante dos
horas por agentes federales sobre Gaza, Hamás y otras cuestiones; los agentes
estadounidenses sólo le permitieron entrar en el país después de copiar el
contenido de su teléfono. ¿Puede explicarnos lo que ocurrió?
ILAN
PAPPÉ: Sí, lo haré, Amy, pero si se me permite, y creo que
conecta con nuestra conversación anterior, sólo quiero decir que aquí hay algo
más grande que la mera cuestión de la CPI y de que Israel la acate o no. Creo
que es el momento de la verdad para los tribunales internacionales, como la CPI
y la CIJ, porque se enfrentarían a gobiernos que probablemente no aplicarían
las sentencias, porque Israel sigue teniendo aliados muy fuertes. Y creo que el
resto del mundo, especialmente el Sur Global, observaría si los términos
«universal» e «internacional» significan realmente algo. Por tanto, creo que
Palestina es sólo un caso de muchos en los que ahora tenemos una verdadera
lucha por definir, de nuevo, qué es universal, qué son los valores universales y
qué es la justicia internacional. Y creo que por eso es un momento histórico
tan importante.
Ahora,
volviendo a mi calvario, que no fue tan grande, pero que creo que es parte de
un cuadro más amplio, llegué a Detroit después de ocho horas de vuelo desde Londres
y fui llevado inmediatamente a una sala lateral por dos agentes federales. Y
tenían dos grupos de preguntas para mí. Una era sobre mis opiniones, mis
opiniones sobre Hamás, mis opiniones sobre lo que está ocurriendo en Gaza.
¿Clasifico lo ocurrido en Gaza como genocidio? Querían saber mi reacción al
lema «Palestina debe ser libre del río al mar». Se negaron a decirme por qué me
detuvieron, por qué tenía que responder a estas preguntas. Y luego otra serie
de preguntas tenían que ver con a quién conozco entre la comunidad musulmana
estadounidense, la comunidad árabe estadounidense y la comunidad palestina en
Estados Unidos. Y a continuación me quitaron el teléfono durante un largo
periodo de tiempo, copiaron todo lo que había en él y me hicieron esperar otro
rato para hablar por teléfono antes de dejarme entrar en el país.
Amy
Goodman: ¿Puedo preguntarle exactamente, profesor Pappé, qué
les respondió cuando le preguntaron sobre si se estaba cometiendo genocidio en
Gaza, etc.?
Ilan
Pappé: Sí. Bueno, a las preguntas de «¿Defino a Hamás como
una organización terrorista?» a eso, me negué a responder. Y les sugerí que
fueran a escuchar mis charlas en la zona de Michigan, donde trataré esta
cuestión. En cuanto a la cuestión del genocidio, dije lacónicamente que sí, que
enmarco las acciones israelíes en Gaza como genocidio. Pero, de nuevo, sugerí
que si quieren un análisis más detallado de por qué lo enmarco así, son
bienvenidos tanto a leer mis artículos como a venir a las conferencias en la
zona de Michigan.
En cuanto a la
pregunta: «¿Cómo respondo al lema “Palestina debería ser libre desde el río
hasta el mar”?». Dije que en cualquier lugar donde haya un río y haya un mar y
gente viviendo entre ellos, deberían ser libres, lo que fue un momento un poco
irónico o cómico, cuando uno de ellos intentó demostrarme sus conocimientos
geográficos, y dijo: «Entonces, ¿qué pasa con Arabia Saudí?». Así que corregí
mi frase y dije: «Bueno, en cualquier lugar donde haya países entre dos fuentes
de agua, la gente debería ser libre», lo que pareció satisfacerles en ese
momento concreto.
Tengo que decir
que fueron educados. No quiero describirlo como un calvario. Fueron educados.
Pero lo que realmente me molesta es: ¿Por qué tienen derecho a preguntarme y
cuál es el verdadero trasfondo de todo este asunto? Y tengo mi propia
interpretación de ello, aunque no tengo todos los hechos ante mí.
Juan
González: Y, profesor, usted ha estado hablando ante grandes
multitudes de jóvenes en todo el mundo y en muchas de las protestas, estudiantes
que protestan por el apoyo de Estados Unidos a la guerra contra Gaza. Uno de
sus libros,“La limpieza étnica de Palestina”, ha sido muy leído en los últimos
meses. ¿Podría hablarnos de él? La Nakba o limpieza de Palestina no ocurrió
sólo en 1948, sino que ha habido un proceso de limpieza étnica que se remonta
incluso al periodo del Mandato Británico, cuando los británicos reprimieron la
revuelta árabe de 1936 contra el dominio británico.
Ilan
Pappé: Sí, efectivamente. La Nakba es un término un poco
engañoso, porque significa, en árabe, una «catástrofe». Pero en realidad lo que
sufrieron los palestinos no fue una catástrofe real, sino una limpieza étnica,
que es una política clara motivada por una ideología clara. Y esa política
formaba parte, parte integral, del programa sionista para Palestina desde la
misma creación del movimiento a finales del siglo XIX. Por supuesto, muy al
principio, no tenían la capacidad de limpiar étnicamente a los palestinos de su
tierra natal. Pero ya a mediados de la década de 1920, cuando la comunidad
sionista en Palestina era todavía muy pequeña, fue capaz, mediante la compra de
tierras, en las que había muchos pueblos palestinos, de convencer al poder
británico de que desalojara 13 pueblos palestinos, y eso fue entre 1925 y 1926.
Y entonces, lentamente, este proceso de compra de tierras y desalojo de la
gente que vivía ahí durante cientos de años llevó al movimiento sionista a un
momento en el que compró al menos el 6% de la tierra de Palestina, lo que, por
supuesto, no era suficiente. Y entonces fueron a la gran limpieza étnica de
1948.
Pero como
sabemos, no se detuvo en 1948. Israel siguió expulsando pueblos palestinos
entre el 48 y el 67 entre la minoría palestina en Israel, que supuestamente
eran ciudadanos de Israel. Israel expulsó a 300.000 palestinos durante la
Guerra de los Seis Días, en junio de 1967. Y desde junio de 1967 hasta hoy,
unos 600.000 palestinos, de un modo u otro, fueron dislocados y desarraigados
por Israel. Y, por supuesto, ahora tenemos una magnitud de limpieza étnica que
incluso supera la magnitud de la limpieza étnica de 1948. Por lo tanto, no hay
un solo momento en la historia de los palestinos en Palestina, desde la llegada
del sionismo a Palestina, en el que los palestinos no estén potencialmente en peligro
de perder su hogar, sus campos, sus negocios y su patria.
Amy
Goodman: Por último, Ilan Pappé, como usted había expresado, en
los últimos meses han sido asesinados más palestinos que en ningún otro momento
de los últimos 76 años. Más palestinos se han visto obligados a desplazarse,
han sido desplazados, más de lo que sucedió en la Nakba en el momento de la
fundación de Israel. ¿Qué le da esperanza? Usted es un historiador israelí,
estimado en todo el mundo. Tiene menos de un minuto.
Ilan
Pappé: Sí. Yo diría que lo que me da esperanza es que creo
que al proyecto sionista en Israel y Palestina, tal como lo vemos hoy, no le
queda mucho tiempo de vida, de existencia. Creo que estamos viendo procesos,
procesos importantes, que están llevando al colapso del proyecto sionista.
Ojalá que el movimiento nacional palestino y todos los demás implicados en
Israel y Palestina sean capaces de sustituir este Estado de apartheid, este
régimen opresor, por otro democrático para todos los que viven entre el río y
el mar y para todos los palestinos que fueron expulsados de allí desde 1948
hasta hoy. Creo que este proceso histórico ha comenzado. Por desgracia, llevará
tiempo, y los próximos uno o dos años son muy precarios y muy peligrosos. Pero
a largo plazo, tengo muchas esperanzas de que habrá un tipo de vida diferente
tanto para los judíos como para los árabes entre el río y el mar, en una
Palestina democrática y libre.
https://www.youtube.com/watch?
Artículo seleccionado
por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de Salvador
López Arnal
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¡Detrás del Volga no hay nada! Patriotismo e internacionalismo en Stalingrado
¡Detrás del Volga no hay nada! Patriotismo e internacionalismo en
Stalingrado
DIARIO OCTUBRE / mayo 31, 2024
Fermin Santxez Agurruza (Unidad y Lucha).— El 22 de junio de 1941, el III Reich nazi y sus aliados fascistas (Rumanía, Hungría, Italia, Finlandia, Eslovaquia y Croacia, —sin olvidar la inestimable kollaboration de Francia, España, Noruega, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Grecia, Bulgaria, Chequia, Suecia y otros estados menores—) comenzaron la invasión de la URSS. La gigantesca ofensiva en un frente de casi tres mil kilómetros hizo contener la respiración a miles y miles de obreros y campesinos de todo el mundo. La destrucción de la URSS hubiera supuesto un cataclismo terrorífico para toda la Humanidad Trabajadora, como lo fue en su día la derrota de la Comuna de París, en 1871. El exterminio de toda una generación de revolucionarios y posiblemente la total destrucción del Movimiento Comunista.
Mientras tanto,
la oligarquía imperialista británica y el resto de burguesías liberales se
frotaban las manos. Habían conseguido desviar el golpe de las potencias
fascistas hacia la destrucción de la URSS, su máximo objetivo desde octubre de
1917. Habían ganado tiempo para la entrada en la guerra de la fuerza ascendente
en el seno del Capitalismo, los Estados Unidos de América. Se trataba ahora de
que los fascistas, lacayos rebeldes, insumisos y respondones del Imperialismo,
su padre fundador, culminaran el trabajo que no se pudo terminar en los años de
la «guerra civil rusa», en realidad la intervención imperialista
contrarrevolucionaria de más de una docena de estados capitalistas en los años
1917-1923. Este era el objetivo para el cual fueron creados los movimientos
fascistas: exterminar a los bolcheviques y hacer desaparecer la Dictadura del
Proletariado de la faz de la Tierra. Y simultáneamente, el objetivo de los
ingleses era que los nazifascistas se debilitaran al extremo en esa lucha
titánica contra la URSS. El Imperio Británico se encargaría luego de recoger
los fragmentos dispersos de los contendientes y de que todo volviera al «buen
orden anglosajón» en el planeta que gobernaban en solitario desde 1815: «Rule,
Britannia!»
¿Cómo se llegó
a esta situación? Esto es lo que vamos a ver a continuación.
1.- 1911-1941:
30 años vertiginosos.
Todo iba de
maravilla en el mejor de los mundos cuando el 18 de septiembre de 1911 fue
ejecutado en Kiev Piotr Stolypin, primer ministro del zar y represor implacable
del movimiento revolucionario ruso. Para dar una idea de su celo exterminador,
durante los años 1906-1911, en el Imperio Ruso a la horca se le llamó en
aquella época «la corbata de Stolypin». Eran los temblores tectónicos
que anunciaban la acumulación de contradicciones antagónicas en el seno del
sistema capitalista mundial. En 1905 había estallado la Primera Revolución
Rusa, a causa de la derrota del Imperio del Zar en la guerra con Japón. La
lucha de clases en Rusia no desapareció a pesar de la terrible represión
desatada, al contrario, se agudizó bajo la dirección del Partido Bolchevique,
cuyo líder y máximo estratega era Lenin. Se preparaban las revoluciones de
febrero y octubre de 1917…
Ese mismo año
de 1911 fue testigo de la crisis de Agadir, el incidente que enfrentó a Francia
con el II Reich del káiser Guillermo II. Crisis cuyos antecedentes se
remontaban a 1905, cuando Guillermo II visitó Tánger y defendió los intereses
alemanes en Marruecos, en detrimento de Francia y España, potencias
colonizadoras. La unificación de Alemania, proclamada en Versalles en 1871,
cambió la geopolítica de Europa. El Imperio Británico dejó de aislar y
enfrentarse a Francia, y se puso manos a la obra para derrotar a su nuevo
competidor, el II Reich Alemán.
La doctrina
geopolítica del Reino Unido siempre ha sido que en Europa continental jamás
debe existir una potencia que pueda cuestionar el dominio británico del mundo.
Esta estrategia de hegemonía mundial condena a los Pueblos de Europa a
constantes guerras que desgasten a los estados que puedan amenazar el poder
anglosajón. Tras vencer al Imperio Español con la firma de la paz de Westfalia
en 1648, Inglaterra se sumergió en una larga lucha para derrotar a Francia, la
nueva potencia continental, hasta que lo consiguió de forma definitiva en 1815,
en la batalla de Waterloo. Durante casi cien años, el Imperio Británico dominó
en solitario el mundo. Para mantener y conservar esa hegemonía se desencadenó
en gran medida la I Guerra Mundial.
Todo se torció
cuando en octubre del 1917 los bolcheviques tomaron el poder en Rusia y
desbancaron a los lacayos de los aliados que querían proseguir la guerra en
beneficio de Francia e Inglaterra. Ahora el tablero geopolítico había cambiado
una vez más radicalmente, pues una nueva potencia había surgido: la Rusia
Soviética. A lograr su destrucción se aplicaron a partir de entonces todos los
estados capitalistas, incluída la vencida Alemania. «El orden reina en
Berlín».
El Imperialismo
sacó las lecciones pertinentes de su fracaso en la guerra civil rusa y de su
intervención militar en ella: el costo humano y económico de aplastar a la
Unión Soviética era enormemente elevado, y sólo una sociedad industrial
extremadamente fanatizada y militarizada podría lograrlo. No era posible
conseguirlo con regímenes de democracia parlamentaria liberal, monarquías
constitucionales o repúblicas burguesas. Había que crear algo radicalmente
nuevo y eficaz. Un régimen capaz de atacar al coloso soviético y destruirlo al
coste que fuese necesario.
Ese monstruo ya
había nacido en 1922 en Italia, de la mano de Benito Mussolini, y se había
mostrado muy eficaz en la derrota de la Revolución Socialista en Europa
Occidental. El fascismo italiano fue calurosamente acogido entre las élites del
Imperio Británico, con Winston Churchill a la cabeza. Recordemos que en 1919,
siendo secretario de estado para la Guerra y Aire, este paladín de la
democracia liberal declaró: «Hay que ahogar en sangre al bebé bolchevique en
su misma cuna.»
Esta es la gran
partida de ajedrez que explica en parte el surgimiento del nazismo y sobre todo
el ascenso y triunfo de Hitler. Por fin el Imperialismo tenía un instrumento
(que ellos entonces creían fácil de manipular) para destruir de una vez por
todas a la Unión Soviética y el Movimiento Comunista. Es esta estrategia la que
explica la total pasividad de las potencias imperialistas frente al ascenso y
la agresividad del III Reich y su complicidad mal disimulada con Hitler. El
objetivo era evidente para todos en aquella época: la Alemania nazi era el puño
de hierro que el Imperialismo necesitaba para aplastar a sangre y fuego al
Comunismo y muy especialmente a la Unión Soviética. Es por eso que Stalin
declaró, en 1931: «Estamos 50 o 100 años detrás de los países avanzados.
Debemos acortar esa distancia en 10 años. O lo hacemos, o ellos nos aplastarán.»
Esta es la
clave que nos permite comprender los vertiginosos acontecimientos de los años
1931 – 1941. El Imperialismo buscaba a todo precio que el III Reich cumpliese
la misión para que la que fue creado: la destrucción de la Unión Soviética.
Para evitar su exterminio, ésta tuvo que colectivizar su agricultura e
industrializarse a marchas forzadas, de una forma implacable, pues lo que
estaba en juego era el destino de centenares de millones de ciudadanos soviéticos,
y de toda la Humanidad Trabajadora. No había ningún margen para el error, era
una lucha a muerte contra reloj.
Así podemos
comprender por qué el Imperialismo negoció con las potencias fascistas el
destino de Checoslovaquia (que ni tan siquiera estuvo presente en Munich en
1938) o por qué se abandonó a su suerte a la II República Española, permitiendo
la participación militar masiva de Alemania e Italia a favor de Franco,
mientras se defendía la «no intervención» de las potencias liberales.
Esto también explica el Pacto Ribbentrop-Molotov de agosto de 1939, en un
intento por parte de la Unión Soviética de ganar tiempo para preparar la guerra
y desviar hacia el oeste el primer zarpazo del III Reich. Y también el tan
cacareado y misterioso «milagro de Dunkerke»…
2.- 1942: la
URSS al borde del exterminio.
Esto es lo que
estaba en juego en junio de 1941: la posiblidad de destruir a la Unión
Soviética en una sola campaña de guerra relámpago «blitzkrieg»,
alcanzando la línea Arkangelsk – Astrakan y provocado el colapso de la
Dictadura del Proletariado. Pero la Unión Soviética, bajo la dirección del
Partido Comunista Bolchevique y de su secretario general, Stalin, no sólo
resistió la embestida de la mayor máquina militar de guerra de todos los
tiempos, sino que fue capaz de contraatacar en el frente de Moscú, en diciembre
de 1941, y hacer retroceder a las hordas nazifascistas. El III Reich había
fracasado en su ofensiva, y quizás había perdido la guerra.
Esta hazaña
heroica fue realizada a un costo humano terrible, varios millones de muertos
civiles y militares, y trajo como consecuencia la decisión nazi de exterminar a
todos los judíos de Europa, no sólo a los judíos soviéticos, cuyo genocidio ya
había comenzado en junio de 1941.
La Conferencia
de Wansee se celebró el 20 de enero de 1942. La Solución Final de la Cuestón
Judía era la venganza nazi ante el fracaso de la guerra relámpago en la URSS y
fue anunciada por Hitler en un discurso ante el Reichstag el 30 de enero de
1939 cuando dijo:
Muchas veces en
mi vida he sido profeta y la mayoría de las veces he sido ridiculizado. En el
momento de mi lucha por el poder, fue en primer lugar el pueblo judío el que
sólo recibió con risas mis profecías de que algún día asumiría la dirección del
Estado y de todo el pueblo de Alemania y luego, entre otras cosas, también
llevar el problema judío a su solución. Creo que esta risa hueca de los judíos
en Alemania ya se les ha quedado atascada en la garganta. Hoy quiero volver a
ser profeta: si la judería financiera internacional dentro y fuera de Europa
logran hundir a las naciones una vez más en un mundo de guerra, el resultado no
será la bolchevización de la tierra y, por tanto, la victoria de los judíos,
sino la aniquilación de la raza judía en Europa.
Hitler volvió a
aludir a su «profecía» el 8 de noviembre de 1942, en la reunión anual de
viejos camaradas nazis en la cervecería Löwenbräukeller de
Munich, y en el mismo discurso anunció la victoria nazi en Stalingrado. Pero
esto no era verdad, el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos seguía resistiendo
heroicamente metro a metro en las ruinas de la ciudad del Volga.
Pero no sólo se
trataba de la «aniquilación de la raza judía», el plan nazi de conquista
del «espacio vital» en el este de Europa también incluía el exterminio
por hambre de los eslavos en aquellos territorios. Se trataba de asesinar unos
30 millones de ciudadanos de la Unión Soviética. Este aspecto de la
planificación estratégica del III Reich es menos conocido, por razones
políticas obvias y de grandísima actualidad, por lo que voy a dar un poco más
de información al respecto.
El Plan Hambre,
en Alemán, «Hungerplan» fue un plan económico genocida de la Alemania
nazi ideado en 1941 para ser aplicado en la Unión Soviética tras su invasión y
ocupación. Preveía que la Wehrmacht se alimentara sobre el terreno y que la
producción soviética se destinara a abastecer Alemania, a costa de la población
civil y de los prisioneros de guerra soviéticos a los que se dejaría morir de
hambre. Se calculaba que morirían treinta millones de personas, haciendo así
posible la aplicación del Plan General del Este que preveía constituir un Gran
Imperio Alemán que llegaría hasta los montes Urales. El colonialismo genocida
aplicado en la misma Europa.
La historia de
la II Guerra Mundial ha sido reescrita según los intereses del Imperialismo,
por lo que no hay que sorprenderse si estos datos históricos plenamente
documentados nos son desconocidos. Esta ignorancia ha sido socialmente
construida por los aparatos culturales imperialistas y es funcional a sus
intereses. Pero en aquellos terribles años, todo el mundo en la URSS era
consciente de lo que estaba en juego, y en primer lugar, el Partido Comunista
Bolchevique. Lo habían anunciado diez años antes. Y se habían preparado a
conciencia.
La Unión Soviética
había resistido el primer zarpazo de la bestia nazi, pero en el verano de 1942
la pregunta era si podría soportar el segundo. Cuando el 28 de junio de 1942
comenzó la «Operación Azul», la dirección político-militar de la URSS,
con Stalin a la cabeza, comprende que el objetivo esta vez no es Kiev,
Leningrado o Moscú, sino los pozos de petróleo del Cáucaso y la mayor arteria
fluvial de la Unión Soviética: el Volga. El 23 de agosto de 1942, la Wehrmacht
llegó al gran río, y a una ciudad: Stalingrado. Comenzaba la batalla que iba a
decidir el destino de la guerra, y de todo el planeta. Si el III Reich
conquistaba el Cáucaso, lograba tres objetivos a la vez: conseguir su petróleo
y sus otras materias primas, cortar la vía terrestre de suministros de los Aliados
vía Irán, y estrangular a la URSS impidiendo el enorme tráfico fluvial a través
del Volga.
3.- ¡Detrás del
Volga no hay nada!
No es el
objetivo de este escrito describir en detalle la batalla de Stalingrado, sino
ofrecer una reflexión y un análisis sobre la manera en que el Partido Comunista
Bolchevique de la URSS articuló el patriotismo, el internacionalismo y la
defensa de la Revolución Socialista en un esfuerzo total de guerra, que llevó a
la victoria al Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, desde Stalingrado a
Berlín. La síntesis entre la defensa de la patria socialista y el
internacionalismo proletario.
Algunos
marxistas perezosos, que no estudian ni leen a Marx y alimentan su marxismo de
citas cortas y descontextualizadas, nos han repetido durante décadas que los
obreros no tienen patria. «¡Lo dice el Manifiesto Comunista!». Estos
marxistas se «olvidan» de leer el texto de Marx y Engels en su totalidad:
Se acusa
también a los comunistas de querer abolir la patria, la nacionalidad. Los
obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Pero, por
cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el Poder político,
elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es
nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués. (…) En la misma
medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será abolida
la explotación de una nación por otra. Al mismo tiempo que el antagonismo de
las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las
naciones entre sí.
Esta es la gran
lección de la Gran Guerra Patria que desarrolló la URSS entre 1941 y 1945: el
Ejército Rojo de Obreros y Campesinos y todos los Pueblos Soviéticos estaban
defendiendo con uñas y dientes su Patria Socialista frente a un enemigo bestial
y genocida que no sólo quería destruir el Socialismo y la Dictadura del
Proletariado, sino también aniquilar y exterminar las naciones de la URSS,
especialmente las eslavas. El patriotismo socialista y revolucionario se fundía
con el internacionalismo proletario, pues en las calles de Stalingrado se
estaba jugando el destino de toda la Humanidad Trabajadora. Es éste el sentido
profundo del título de este escrito: «¡Detrás del Volga no hay nada!»,
expresión de la absoluta determinación de los combatientes del Ejército Rojo de
no ceder ni un milímetro más de tierra soviética al enemigo fascista, de no
rendirse, de no retroceder, de dar hasta la última gota de su sangre en defensa
de la Madre Patria.
4.- El roble de
Rubén.
Un ejemplo
luminoso de esa síntesis revolucionaria entre internacionalismo proletario y
patriotismo revolucionario es la vida de mi compatriota vasco, Rubén Ruiz
Ibárruri, nacido en Somorrostro, Bizkaia, el 9 de enero de 1920 y muerto en
combate en Stalingrado el 3 de septiembre de 1942. Rubén es mucho más que
simplemente «el hijo de la Pasionaria». Es un militante comunista que
nos mostró el camino a todos los revolucionarios del mundo. Luchando en defensa
de la Patria Soviética, estaba luchando por su Patria Vasca, y por la libertad
del resto de los Pueblos de lo que entonces se llamaba España y actualmente
llamamos, con mayor precisión terminológica, Estado Español. Pues España es una
de las varias naciones que componen este estado plurinacional.
De esto eran
muy conscientes los revolucionarios españoles ya en la década de los años 30,
cuando se lanzó la consigna de Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas. Y ésta
no era sólo una consigna de la III Internacional y del Partido Comunista de
España, el derecho de las naciones oprimidas por el Estado Español a acceder a
la independencia mediante el ejercicio del derecho de autodeterminación era defendido
también por el ala revolucionaria del PSOE, liderada por Largo Caballero, e
incluso en otros sectores del Frente Popular. Esto ha sido ocultado por el
nacionalismo españolista, que siempre ha negado la existencia de otras naciones
que no sean la suya.
Traigo aquí las
palabras de José Díaz, secretario general del PCE en su discurso del 9 de
febrero de 1936:
Queremos que
las nacionalidades de nuestro país, —Cataluña, Euzkadi, Galicia— puedan
disponer libremente de sus destinos. ¿Por qué no? Y que tengan relaciones
cordiales con toda la España popular. Si ellos quieren librarse del yugo del
imperialismo español, representado por el Poder central, tendrán nuestra ayuda.
Un pueblo que oprima a otros pueblos no se puede considerar libre. Y nosotros
queremos una España libre.
Como dijo el
comunista vasco Jesús Larrañaga, respondiendo a la frase del fascista Calvo
Sotelo: «Una España roja es una España rota». Una España que acepta
fraternalmente la existencia de otras naciones hermanas.
En Stalingrado,
el comunista internacionalista Rubén Ruiz Ibárruri estaba luchando en defensa
de la Unión Soviética, de la Madre Patria socialista, y al mismo tiempo luchaba
por la República Socialista Vasca, y las Repúblicas Socialistas Catalana,
Gallega y Española. Por la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas. No había
contradicción entre patriotismo revolucionario e internacionalismo proletario,
por que «al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de
las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí.»
Es por eso que
algún día, cuando Stalingrado vuelva llamarse por su glorioso nombre, como
Leningrado por el suyo, los comunistas revolucionarios vascos plantaremos un
retoño del árbol de Gernika a lado de la lápida erigida allí en honor de Rubén
Ruiz Ibárruri. El roble de Rubén, símbolo de la unidad indisoluble de la
independencia y el socialismo para nuestro país y para todos los países del
mundo. Pues la independencia socialista de las naciones es su unión fraternal y
solidaria.
5.- De Stalingrado
a Gaza, 1943-2023.
Han pasado 80
años de la victoria en Stalingrado, y su luz nos sigue iluminando en todas
nuestras luchas. En estos cruciales momentos de la Historia de la Humanidad,
cuando el choque frontal entre el Imperialismo anglo-yanki-sionista y el Frente
Multipolar se agudiza y estalla en los campos de batalla de Ucrania y
Palestina, debemos retomar la consigna del Ejército Rojo: «Detrás del Volga
no hay nada». No podemos ceder ni un milímetro frente al Imperialismo, y
debemos tomar ejemplo del coraje de los combatientes palestinos en la defensa
de su patria dividida y colonizada. Y aprender de la firmeza de los patriotas
rusos y ucranianos que luchan hombro con hombro contra el régimen neonazi de
Kiev impuesto por la OTAN. Y de todos los Pueblos que luchan por su Liberación,
que para nosotros se llama Socialismo, pues no puede haber una patria
verdaderamente libre mientras en su seno existan clases sociales y explotación
capitalista. La Liberación Nacional y la Liberación Social son dos aspectos del
mismo proceso revolucionario global, cuyo último objetivo es el Comunismo.
Todos sabemos
que será un largo camino, pero contaremos siempre con la brújula inmortal que
nos legaron los combatientes de Stalingrado.
¡DETRÁS DEL
VOLGA NO HAY NADA!
FUENTE: unidadylucha.es
jueves, 30 de mayo de 2024
La IA, arma de guerra
En la guerra de Ucrania,
Silicon Valley ha cobrado un gran protagonismo. Tampoco los rusos se han
quedado cortos en la utilización de la IA con fines de combate. La guerra en el
espacio se perfila como una nueva etapa en la escalada tecnológico-militar.
La IA, arma de guerra
EL VIEJO TOPO / 30 mayo, 2024
por Luca
Pisapia
Ucrania, laboratorio de inteligencia artificial en
conflictos
La guerra de
Ucrania ha sido descrita como un laboratorio para el desarrollo de la
inteligencia artificial en los conflictos. Para este y para los venideros.
Desde los primeros días de la invasión rusa quedó claro que esta guerra estaba
marcada por el uso masivo de IA, desplegada por ambos bandos. Especialmente en
armas letales. Pero no sólo.
Hay otra
dimensión del conflicto, quizá menos evidente pero igualmente decisiva, que
tiene que ver con la inteligencia artificial y las plataformas tecnológicas que
la desarrollan y/o utilizan. Se trata de la propaganda.
Sun Tzu ya nos
dijo hace un par de milenios que la mejor guerra ganada es la que no se libra
con armas. Y hoy Ucrania nos dice que tanto las armas letales como las
retóricas se gestionan mediante la acumulación de big data.
El Ministerio de Transformación Digital
Pero vayamos
por orden. Y empecemos por un personaje. Se llama Mychajlo Fedorov, acaba de cumplir
33 años y es ministro de Transformación Digital y viceprimer ministro del
Gobierno de Denys Šmyhal.
Parafraseando a
Jean Baudrillard, y con el debido respeto al más de medio millón de personas –o
más– que han muerto en este conflicto, si leemos esta guerra como una gran
batalla posmoderna Mychajlo Fedorov es sin duda una de las estrellas de este
espectáculo.
Experto en
marketing digital, primero construyó la candidatura presidencial de Volodymyr
Zelensky e inició la transición tecnológica del país. Después, una vez
estallado el conflicto, se encargó de gestionar los dos aspectos que siempre
han marcado la suerte de la guerra: las armas y la propaganda.
En ambos casos,
lo ha hecho aprovechando el big data, el corazón palpitante de la inteligencia
artificial. Y en ambos casos se ha servido del poder comercial y tecnológico de
la Big Tech de Silicon Valley: el tercer actor en liza en este conflicto.
Drones: hacia la automatización de las armas letales
El 29 de marzo
de 2022, apenas un mes después de la invasión, la revista Fortune ya
publicaba un artículo sobre el uso de la IA en los conflictos.
«El mercado global de armas letales controladas por inteligencia artificial
vale ahora unos 12.000 millones de dólares, pero se calcula que su valor podría
superar los 30.000 millones a finales de la década«, escribía con
preocupación Jeremy Kahn.
«Desgraciadamente,
no tenemos ni idea de si esta evolución tendrá un límite y, lo que es más
importante, de cuál será«, se hizo eco Verity Coyle, asesora
principal de Amnistía Internacional.
Mientras tanto,
en el lado ucraniano se enfrentaban los drones Bayraktar TB2, desarrollados por
la multinacional turca Baykar Technologies. Y del lado ruso, los drones
«suicidas» Shahed-136, construidos por la Iran Aircraft Manufacturing
Industries Corporation.
En realidad,
ninguno de los dos drones estaba totalmente automatizado y guiado «sólo» por la
IA. Y, de hecho, los Bayraktar TB2 tenían casi más una función propagandística
de recopilación de imágenes y filmación de vídeos que ser una fuerza letal para
destruir tanques rusos.
Pero ya estaba
claro desde el principio que sería un conflicto marcado por el desarrollo
tecnológico. Por el big data y la inteligencia artificial. La automatización
total no estaba lejos.
El 10 de enero
de 2023, ni siquiera un año después de la invasión, Mychajlo Fedorov anunció en
un tuit que todos los esfuerzos de la industria bélica se destinarían a
construir armas y drones que funcionaran «sin el humano«.
Y unas semanas
más tarde, fue de nuevo Mychajlo Fedorov quien anunció que Estados Unidos iba a
enviar el interceptor Fortem DroneHunter F700. Drones totalmente automatizados
guiados por inteligencia artificial capaces de localizar, reconocer,
identificar y luego aniquilar drones enemigos. Todo ello sin la menor
intervención humana.
La suerte
estaba echada. El destino del campo de batalla ya no lo decidirían los
tradicionales comerciantes de armas, sino las Big Tech de Silicon Valley
encargadas de la recopilación de datos y el desarrollo de la inteligencia
artificial.
El deus ex machina de la guerra: Palantir Technologies
Pasan dos
semanas más y en febrero de 2023 se celebran las conferencias Reiam en
el Foro Mundial de La Haya (Países Bajos). Un evento que pretende conectar los
mundos de la inteligencia artificial y el sector estratégico militar.
Alex Karp,
Director General de Palantir Technologies, intervino en la conferencia y
anunció triunfante: «Somos responsables de la mayoría de los ataques que se
producen en suelo ucraniano”.
Silicon Valley
anuncia que el conflicto en suelo ucraniano es «lo suyo». En menos de un año,
el gran protagonista de la guerra en Ucrania pasa a ser Palantir Technologies.
Una multinacional de recopilación, uso y desarrollo de big data fundada en Palo
Alto en 2003 por Peter Thiel, el multimillonario trumpiano fundador de PayPal.
Cuando estalló
el escándalo de Cambridge Analytica en 2016, se descubrió, o se redescubrió,
que la recopilación de datos es un arma política capaz de decidir el destino de
las naciones.
SCL Group,
propietaria de Cambridge Analytica y cerrada en 2018 tras el escándalo de su
filial, ha sido contratista del Pentágono, la OTAN y la
inteligencia militar británica, entre otros. Y siempre ha presumido de haber
influido en elecciones, golpes de Estado y guerras a través de sus sistemas de
análisis de comportamiento y recopilación de datos.
De la vigilancia policial predictiva a la detección de drones enemigos
Palantir
Technologies tiene los mismos clientes militares y de inteligencia que SCL Group
desde principios de los años noventa. La CIA, el Pentágono, varios servicios de
inteligencia, la Defensa estadounidense, británica e israelí. Puede que no haya
decidido las elecciones en Nigeria o Filipinas como SLC. O al menos no presume
de ello.
Pero lo cierto
es que participó junto al ejército estadounidense en las invasiones de Irak y
Afganistán.
Y dentro del
país lleva a cabo guerras de baja intensidad, como operaciones policiales predictivas para las fuerzas de
seguridad de Nueva Orleans. O para las patrullas fronterizas durante
la administración Trump.
Todo ello
siempre mediante la recopilación, catalogación y desarrollo de big data: el
corazón negro de la inteligencia artificial. Entre los servicios que Palantir
ofrece al ejército ucraniano, a menudo de forma gratuita, se encuentra el
sistema Skykit AI, que ofrece la posibilidad de analizar los movimientos por
satélite de los drones enemigos y los feeds de las redes sociales. Siempre el
doble rasero: armas letales e información.
Todo lo que la IA puede hacer en la guerra
En un reportaje en profundidad de Time publicado
en febrero de 2024, se relata cómo Alex Karp, el CEO de Palantir Technologies
que se había jactado de ser el protagonista de la guerra, ya se había reunido
con el ministro de Transformación Digital Fedorov pocos meses después de la
invasión. El periodista remonta la estrecha colaboración entre la multinacional
de Silicon Valley y el Gobierno ucraniano a los primeros días del conflicto.
Desde entonces,
las conversaciones entre ambos han sido prácticamente diarias.
El artículo
de Time explica con todo detalle el papel de Palantir
Technologies y otras start-ups tecnológicas en el conflicto. Y profundiza en
todos los posibles usos de la inteligencia artificial en el campo bélico:
vigilancia, análisis de satélites, descifrado de códigos, interferencias de
radio, reconocimiento facial, análisis predictivo, ciberataques, propaganda en
redes sociales y armas letales de destrucción.
Y también
recoger pruebas de los crímenes de guerra del adversario, limpiar campos de
minas, organizar la logística de los desplazados, analizar y optimizar la
burocracia y las decisiones internas, políticas y militares.
Y lo que es más
importante, según afirman varias fuentes a Time, el software
de IA de Palantir Technologies presenta a los mandos militares las mejores
opciones para llevar a cabo la guerra cuando el propio software no toma las
decisiones.
La nueva industria armamentística: las grandes tecnologías
Pero no sólo
está Palantir Technologies. Del lado ucraniano en el conflicto están todos los
gigantes de Silicon Valley que prestan ayuda tecnológica al gobierno de
Volodymyr Zelensky en forma de software, nubes, programas informáticos de
protección y ataque, defensa y ataque.
En el conflicto
ucraniano, Estados Unidos no sólo suministró las armas, sino que también
desplegó a los peces gordos Microsoft, Amazon, Google y Starlink.
Por no hablar
de la polémica Clearview AI -también financiada por Peter Thiel-, la aplicación
más ambigua de la inteligencia artificial para el reconocimiento facial.
He aquí la
nueva industria armamentística del futuro: la Big Tech de Silicon Valley. «Podemos
definir a las multinacionales implicadas en el desarrollo de la IA como los
nuevos traficantes de armas«, afirma sin ambages a Time el
experto en seguridad Jacob Helberg.
Así es como el
laboratorio de guerra ucraniano se convierte en crucial para narrar la doble
vía de las aplicaciones de la inteligencia artificial a la guerra. Y cómo se
convierte en decisivo para narrar la guerra que viene.
Las guerras del
futuro. Guerras explícitas, en las que morirán decenas o cientos de miles de
hombres, mujeres y niños inocentes, como siempre. Y guerras subterráneas,
libradas mediante análisis de comportamiento, predicciones y condicionamientos.
Siempre a
través de la recopilación y el uso de big data: el corazón negro de la
IA.
Fuente: Contrapiano.org
Lavrov: Estados Unidos necesita la OTAN para mantener a Europa en un estado de dependencia
Lavrov: Estados Unidos necesita la OTAN para mantener a Europa en un estado
de dependencia
DIARIO OCTUBRE / mayo 30, 2024
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, consideró hoy que Estados Unidos necesita a la OTAN para mantener a Europa en un estado de dependencia.
Durante una
reunión celebrada hoy con los jefes de las misiones diplomáticas extranjeras
acreditadas en Moscú, Lavrov afirmó que la razón para mantener la OTAN es el
firme deseo de Estados Unidos de preservar la alianza como herramienta para
controlar Europa, incluida Alemania, donde todavía hay docenas de bases
militares estadounidenses para que los alemanes se vean obligados a obedecer
las órdenes de Washington”.
Según el jefe
de la diplomacia rusa, esto también se hace para que los alemanes guarden silencio
cuando Estados Unidos haga volar las líneas Nord Stream para
eliminar a su competidor en el mercado energético europeo, y también sigan
dispuestos a pagar el caro precio del gas licuado estadounidense.
Por otro lado,
Lavrov no descartó que Estados Unidos pida a varios países de la región
Asia-Pacífico que desplieguen misiles estadounidenses de medio y corto alcance
en sus territorios, como hizo en Filipinas.
FUENTE: SANA
miércoles, 29 de mayo de 2024
Nemo y Eurovisión
¿Para qué tener
identidad si puede uno/a/e dejarse arrastrar en el río de la inacabable fluidez
de la nada? Eurovisión ha coronado esa Nada que desafía a la naturaleza, a la
genética, a la carne y al espíritu para flotar en el éter de la indefinición.
Nemo y Eurovisión
29 mayo, 2024 Andrea
Zhok
La libertad
como ausencia de identidad
Sé que en el
mundo suceden cosas infinitamente más importantes y graves, pero me permito una
reflexión dominguera.
Me enteré de que
había un concurso de canto llamado «Eurovisión». No voy a reprender a los
espectadores, porque, por las imágenes que he visto circular, quienes lo han
visto ya han sido bastante castigados, y no hay por qué enojarse.
Sin embargo,
también descubro que habría ganado un tal Nemo, que se deja fotografiar vestido
de muñeco y juega todas sus cartas de talento para el canto en otra apasionante
«provocación» de ser fluido (tan fluido que incluso se me durmió el brazo
mientras escribía).
Ahora bien, el
señor/señora/ente sudoroso (no diré mucho, marcad la casilla correspondiente)
parece alguien con las ideas realmente claras. Y no estoy bromeando ahora.
De hecho, un
entrevistado dice: «El darme cuenta de mi identidad me hizo libre».
¿Y cuál es esta
identidad?
Él mismo lo
dice, por supuesto: Nemo = Nadie (en latín).
El nombre fue
elegido específicamente porque la única identidad que nos hace libres aquí es
la ausencia de identidad.
Y esto es
filosóficamente de gran interés, porque hace explícito de la manera más clara
un punto importante, que va más allá de la estúpida vulgaridad de Eurovisión.
La libertad que
se asume como la única verdadera libertad residual de esta «cultura
generacional» es la libertad negativa, es decir, la libertad como posibilidad
de escapar de cualquier presión externa.
E incluso el
«ser alguien» en sí mismo se percibe como una forma de presión externa.
Por tanto, la
única libertad alcanzable es la de no ser nadie.
Todo esto puede
parecer muy sugerente, new age, pero en realidad es una manifestación ejemplar
de degeneración motivacional (o si queremos, de nihilismo militante). De hecho,
ser alguien, poseer (y cultivar) una identidad personal es la condición previa
de toda responsabilidad, de toda integridad personal, de toda veracidad, de
toda voluntad y proyecto, y también de toda forma de confiabilidad
interpersonal.
Pero todo esto,
todos estos rasgos éticos que han estado en el corazón de las virtudes
personales en la variada historia de la humanidad, hoy son percibidos por esta
cultura generacional como un peso insostenible, una carga.
La modernidad
neoliberal ha ganado así juegos, sets y partidos.
Quedan por ahí
identidades vacías, líquidas, maleables, que en los pocos casos «ganadores» son
Nemos de carreras, mientras que en el mar de perdedores son ruedas
intercambiables que el sistema puede colocar donde quiera, durante el tiempo
que quiera, sin encontrar ninguna resistencia, a la espera de que sean
sustituidos definitivamente por un autómata, que ahora sin embargo corre el
riesgo de demostrar mayor carácter.
Fuente: sinistra.ch
Hablemos claro: la izquierda también es responsable del ascenso de la extrema derecha
Hablemos
Hablemos claro: la
izquierda también es responsable del ascenso de la extrema derecha
JUAN TORRES LOPEZ
Blog: GANAS DE ESCRIBIR
28 Mayo 2023
Escribió Walter Benjamín
que lo hecho nunca está definitivamente hecho y que, por tanto, lo peor puede
volver. Desde hace tiempo, comprobamos que es así: los partidos de una extrema
derecha que creíamos desparecida, o al menos reducida a la mínima expresión
desde hace décadas, vuelven a tener influencia política decisiva, e incluso
gobiernan en algunos países de gran relevancia.
En las próximas
elecciones europeas veremos, sin duda, que su representación parlamentaria se
multiplica y, lo que es peor, que se convertirán en socios para nada
vergonzantes de las fuerzas de derecha más centristas que dirigen los destinos
de la Unión Europea.
Cuando todo eso se
produce, las izquierdas se empeñan en erigirse en defensoras de la democracia y
en baluartes frente al extremismo de la derecha neofascista. Un intento que se
revela vano cuando no cambian la estrategia que precisamente ha llevado a que
sus antiguos electores se conviertan en la base social y electoral de la
extrema derecha.
Esta, en sus diferentes
variedades, está llevando a cabo en todos los países donde se expande políticas
privatizadoras, recortes sociales y favores indisimulados a las grandes
empresas, a la banca y fondos de inversión. Pero con los únicos votos de los
propietarios de estos últimos no podría nunca tener el éxito electoral que
tiene.
Milei, Trump, Meloni,
Orbán, Le Pen, Abascal, Ayuso… están instigados y financiados por el poder
económico y financiero, pero su apoyo social proviene de millones de personas
desposeídas, de clases trabajadoras explotadas, desahuciadas y excluidas, de
trabajadores autónomos precarizados y de miles de propietarios de micro
empresas o de pequeños y medianos negocios cada vez más ahogados a base de
impuestos que las grandes empresas no pagan o por la morosidad de estas últimas
(en España les deben más de 80.000 millones de euros), o de clases medias que
ven que sus hijos no pueden salir del hogar familiar porque no pueden tener
vivienda y que viven en la inseguridad e incertidumbre permanentes. Y, sobre
todo, que están hartas de cómo se ha venido gobernando antes, de la corrupción
y, como he dicho, de la desposesión que sufren.
Ese es el drama. Pero un
drama que se produce porque han sido partidos socialistas los que han puesto en
marcha en Europa las políticas que han producido esos efectos. En concreto, los
Tratados pro-mercado y las de estabilidad y austeridad. Y porque los que se
sitúan a su izquierda, en lugar de dar prioridad a las reivindicaciones
socioeconómicas centrales que tienen que ver con esa desposesión, han
fragmentado su discurso y se dedican a defender reivindicaciones
particularistas con las que es imposible conseguir amplios apoyos sociales. En
mi reciente libro Para que
haya futuro he contabilizado 16 corrientes de izquierdas, 21
feministas y 27 ecologistas, aunque es posible que estén mal contadas y que aún
haya más de cada una. Por supuesto, sin unirse ni apenas colaborar entre sí y,
a veces, incluso fuertemente enfrentadas. ¿Cómo se van a poder sentir
protegidas así las clases desposeídas que necesitan seguridad, ayuda y
comprensión? ¿Cómo van a confiar y encontrar la voz y el poder que buscan en
quienes no se entienden ni aclaran entre sí y andan siempre a la greña?
Las izquierdas han
renunciado a defender los valores universales que son los únicos que permiten
aglutinar en torno a ellos a las amplias mayorías sociales que es
imprescindible tener para evitar la desposesión generalizada. Y el resultado es
que la derecha y ahora la extrema derecha inteligentemente los asumen como
suyos. Es verdad que no mencionan que para ponerlos en práctica y disfrutarlos
es preciso actuar sobre los derechos de propiedad, que ocultan las causas
reales que producen la desposesión y que mienten sobre ellas, por ejemplo,
haciendo creer que no hay vivienda por culpa de los okupas o que hay paro e
inseguridad ciudadana por los inmigrantes. Pero, como no hay reclamo
alternativo sobre ellos, su mera enunciación basta para que la gente crea que
la extrema derecha es la que puede defender la libertad, la seguridad, la
soberanía, los intereses nacionales, el empleo o la integridad del territorio.
Y, al paso que vamos, incluso otros derechos como el acceso a la vivienda, la
propia democracia, los derechos humanos o la paz. Tiempo al tiempo.
¿Cómo se va a evitar que
las clases desposeídas voten a la extrema derecha si esta defiende los valores
con los que se identifica el sentir común de tanta gente, mientras que las
izquierdas no hacen autocrítica de sus políticas equivocadas, o se empeñan en
darle prioridad a valores o reivindicaciones que tan sólo pueden defender
grupos muy reducidos o de interés, por muy legítimo que sea, muy minoritario?
¿A quién le puede
extrañar que la extrema derecha se haga con la bandera de la libertad, de la
seguridad o la soberanía nacional mientras las izquierdas no disimulan su
complicidad con los grandes poderes, se hacen militaristas y se dedican a
plantear la tauromaquia como gran problema político o a hacer creer que en la
especie humana no hay diferentes sexos masculino y femenino, según los casos y
por poner algún ejemplo concreto? O mientras que no terminan de pelearse entre
ellas y elevan a la categoría de arte el maltrato hacia quienes tratan de poner
en marcha sus propios proyectos políticos.
¿Cómo se va a poder
evitar que la gente desposeída se eche en brazos de la extrema derecha si los
partidos de izquierdas se han convertido en organizaciones cesaristas en donde
la militancia apenas participa, ni decide, ni tiene protagonismo diario, o
cuyos dirigentes y cargos públicos no son referentes ejemplares para la gente
corriente, sino privilegiados que no muestran más interés ni estrategia que
mantener sus prebendas?
En pocas palabras: la
izquierda ha dejado desamparada a su base social.
Como explico en mi
libro, las izquierdas no sólo han renunciado a soñar, para diseñar horizontes y
proyectos que sean atractivos a la gente que sufre; ni ponen en práctica
experiencias que permitan demostrar que otro mundo es posible. Más grave aún es
que, a fuerza de haber estado expuestas al neoliberalismo, han terminado siendo
insensibles a sus males y los reproducen en su seno.
Cuesta decirlo, pero las
izquierdas que ahora se nos ofrecen como salvadoras frente al ascenso de la
extrema derecha no van a poder evitar su creciente protagonismo porque, como he
dicho, en gran medida han sido sus torpezas y renuncias las que han permitido
que esos nuevos partidos totalitarios se ganen el apoyo de su antigua base
social.
Es imprescindible darle
la vuelta a todo esto que está pasando entre quienes se autodefinen como
motores del progreso y la transformación social. Afortunadamente, hay otras
formas de hacer política y de hacer sociedad y ya las ponen en marcha muchas
personas y colectivos sociales en todo el mundo. Lo urgente es apoyarlas,
difundirlas y, sobre todo, practicarlas.