Proseguimos la
publicación del importante ensayo de John Bellamy Foster procedente del número
de enero de la Monthly Review. Dividido en tres partes, incluimos aquí la
segunda.
La dialéctica de la ecología/2
El Viejo Topo
12 febrero, 2024
La lucha por la dialéctica materialista. El retorno del materialismo dialéctico
Sin embargo,
habría sido un error pensar que la noción marxista clásica de la «concepción
dialéctica de la naturaleza», como la llamaba Engels, había llegado a su etapa
terminal, reducida a la nada, tanto en la Unión Soviética como en Occidente[1].
Más bien, la dialéctica materialista ha resurgido constantemente en formas
diversas e inesperadas en el curso de las cambiantes circunstancias históricas.
Esto puede verse claramente en la famosa visita de científicos naturales y
filósofos soviéticos al Segundo Congreso Internacional de Historia de la
Ciencia en Londres en 1931, donde Bujarin, Vavilov, Zavadovsky, Hessen y otros
presentaron los resultados de la ciencia natural soviética y la filosofía
dialéctica.
A esta
histórica reunión asistieron científicos y estudiosos socialistas de renombre
mundial, como Joseph Needham, J.D. Bernal, Lancelot Hogben y Hyman Levy.
(J.B.S. Haldane no estuvo presente pero se adheriría en parte a las nuevas
ideas gracias a la resonancia de este mismo acontecimiento). Durante las
presentaciones soviéticas, Bujarin intentó generar una concepción
dialéctico-humanista del análisis marxista favorable a las ciencias naturales,
que se basaba en las «Notas sobre Adolph Wagner» de Marx, donde se ponían de
manifiesto algunas de las concepciones ontológicas más implícitas del
pensamiento marxiano, junto con la integración del concepto de «biosfera»,
elaborado por el biogeoquímico Vladimir Vernadsky. El reconocimiento de la
realidad en la que se ven los seres humanos en su «vivir y trabajar en la
biosfera» requiere, según Bujarin, una visión integrada,
dialéctico-materialista, de proceso e interacción, contradicción, negación y
totalidad, en la que participan tanto la naturaleza externa como la sociedad.
Hessen presentó por primera vez una sociología de la ciencia que encarnaba una
dialéctica materialista capaz de explicar los descubrimientos de Newton en
relación con una cosmovisión burguesa mecanicista. Vavilov dio cuenta del
descubrimiento soviético, logrado mediante investigaciones históricas y
materialistas, de las ubicaciones geográficas originales (ahora conocidas como
los Centros Vavilov) del germoplasma mundial, del que proceden
los principales cultivos agrícolas[2].
Para Needham,
fue la crítica del vitalismo y el mecanicismo de matriz dialéctico-naturalista
expuesta por Zavadovsky en su artículo sobre «Lo ‘físico’ y lo ‘biológico’ en
el proceso de la evolución orgánica» lo que más contribuyó a la elaboración de
su enfoque de la dialéctica de la emergencia, que se encuentra en su famosa
teoría de los ‘niveles integradores’. Zavadosky sostenía que «los fenómenos
biológicos, [a pesar de estar] históricamente conectados con los fenómenos
físicos propios de la naturaleza inorgánica, no sólo no pueden reducirse a
leyes de naturaleza físico-química o mecánica, sino que, dentro de sus propios
límites como procesos biológicos, manifiestan leyes diversas y cualitativamente
distintas», que poseen una «autonomía relativa» con respecto a las
formas físicas inorgánicas. La «conexión dinámica» entre lo inorgánico y lo
orgánico en la esfera biológica se hace explícita, según él, mediante el
concepto de metabolismo, que vincula las formas biológicas superiores a sus
condiciones previas físico-inorgánicas[3].
Este concepto
de metabolismo, entendido como fenómeno material que vincula lo físico-químico
y lo biológico a través de los intercambios dentro de la naturaleza, se
convertirá en la base del análisis de los ecosistemas. En el nuevo análisis de
los sistemas ecológicos, el orden biológico como forma de organización
emergente es irreductible a los distintos elementos que lo constituyen. «Traducido
a los términos de la filosofía marxista», escribió Needham, «se trata de un
nuevo nivel dialéctico». La idea básica del naturalismo dialéctico es «la de
transformación. ¿Cómo se producen las transformaciones y cómo podemos hacer que
se produzcan? Cualquier respuesta satisfactoria debe ser también una solución
al problema del origen de lo que es cualitativamente nuevo«[4].
Los
«científicos rojos» británicos de las décadas de 1930 y 1940 eran a su vez
producto de una tradición materialista de orientación ecologista y
emergentista. La mayoría de estas figuras también se habían adherido al
socialismo, en particular al socialismo marxiano. Needham recordó la influencia
del «legendario» zoólogo británico E. Ray Lankester, protegido de
Darwin y Thomas Huxley y amigo íntimo de Marx, así como el teórico de la
evolución darwiniana más representativo en Gran Bretaña de la generación
posterior a Darwin y Huxley[5].
Lankaster había desarrollado un enfoque sistemático del mundo natural a través
de su concepto de «bionomía», que fue el término original de ecología en Gran Bretaña.
(Lankester también contribuyó a introducir el término oecología en
inglés, supervisando la traducción de la Historia de la creación
natural de Ernst Haeckel de 1876). Se centró en las complejas
interrelaciones entre los organismos y sus entornos, y en los seres humanos
entendidos como perturbadores de las relaciones ecológicas globales,
desarrollando una crítica de la «destrucción de la naturaleza por el hombre»
enraizada en la crítica del capitalismo[6].
Fue Arthur
Tansley, alumno de Lankester y uno de los principales estudiosos de la ecología
vegetal, quien introdujo el concepto de ecosistema basándose, en parte, en la
teoría de sistemas más amplia de Levy. Tal y como lo describe Tansley, el
concepto de ecosistema abarca tanto el reino inorgánico como el orgánico, e
incluye a los propios seres humanos, que viven dentro de los ecosistemas y son
sus principales perturbadores. La noción de ecosistema tenía sus raíces en el
concepto de metabolismo, que había sido la base de los primeros análisis de los
sistemas ecológicos y del tratamiento del ciclo de los nutrientes, un problema
en el que habían trabajado el químico alemán Justus von Liebig, Marx (en sus conceptos
de metabolismo social y fractura metabólica) y Lankester[7].[El
concepto de ecosistema elaborado por Tansley desempeñaría así un papel crucial
en el desarrollo de la moderna ecología de sistemas[8].
Levy, en su The Universe of Science (1932) y A
Philosophy for a Modern Man (1938), desarrolló la noción de cambio de
fase, junto con una concepción unificada de la teoría de sistemas anclada en la
concepción histórico-materialista.
Haldane fue a
la vez el descubridor, junto con el genetista soviético A. I. Oparin, de la
moderna teoría materialista del origen de la vida en la Tierra, y una de las
figuras más importantes de la moderna síntesis darwiniana, a la que más tarde
aplicó conceptos marxianos. Bernal, influido por la dialéctica de la naturaleza
de Engels, desarrolló un análisis de la negación de la negación en los procesos
materiales a través de la acción de los residuos, que dan lugar a nuevas
combinaciones y nuevos desarrollos emergentes, que representan nuevas fuerzas
cualitativas. Hogben aplicó el materialismo crítico y el método dialéctico para
refutar las teorías genéticas subyacentes al racismo biológico[9].
Otras figuras estrechamente relacionadas son el crítico literario y científico
Christopher Caudwell, que trató de aunar la dialéctica del arte y la ciencia (y
que murió luchando en la Guerra Civil española); el historiador de la filosofía
antigua Benjamin Farrington, que se ocupó de la filosofía epicúrea y su
relación con el marxismo (inspirado en parte por la disertación de Marx sobre
Epicuro); y el novelista, teórico cultural y poeta Jack Lindsay, que exploró,
con Marxismo y Ciencia Contemporánea de 1949, formas de
desarrollar un amplio método dialéctico y emergentista que integrara naturaleza
y sociedad.[10]
A pesar de la
supresión de los mecanicistas y los deborinianos en 1931, se siguió llevando a
cabo una importante labor dentro de la filosofía soviética, como
demuestra Un libro de texto de filosofía marxista, preparado por el
Instituto de Filosofía de Leningrado bajo la dirección de Mijaíl Shirokov, y
publicado en traducción inglesa en 1937[11].[Esta
obra, que influyó en Needham, criticaba tanto el mecanicismo (reduccionismo)
como el vitalismo (concepción que presupone una especie de misteriosa fuerza
vital que se añade a la realidad material, explicando la evolución)[12] A
Textbook of Marxist Philosophy fue una excepción para su
época, ya que se basaba en el concepto de emergencia como
clave de la dialéctica materialista. Como escribió Shirokov en un pasaje
destacado más tarde por Needham:
Un organismo
vivo es algo que surge de la materia inorgánica. En él no hay ninguna «fuerza
vital». Si lo sometemos a un análisis puramente externo de sus elementos, no
encontraremos más que procesos físico-químicos. Pero esto no significa que la
vida se reduzca a un agregado único de estos elementos físico-químicos. Los
procesos fisicoquímicos particulares están conectados en el organismo a través
de una nueva forma de movimiento, y es en esto en lo que
reside la cualidad de lo que vive. Lo nuevo, en un organismo vivo, no siendo
atribuible a la física y a la química, surge como resultado de la nueva síntesis,
de la nueva conexión de los movimientos físicos y químicos.
Este proceso sintético, por el que de lo viejo se pasa al surgimiento de
lo nuevo, no es comprendido ni por los mecanicistas ni por los vitalistas […].
La tarea de cualquier ciencia particular es estudiar las formas únicas de
movimiento características de un grado particular de desarrollo de la materia[13].
Según Shirokov,
en la antigua filosofía de Epicuro que había fascinado a Marx, «el surgimiento
es la unión de los átomos; la desaparición es su separación». Esto servía para
explicar un proceso de autogeneración, «el origen y desarrollo del universo, el
movimiento del alma humana, etc.». Esto dio lugar a la visión materialista
fundamental. En la dialéctica materialista, hay una «incesante aparición y
aniquilación de las formas de […] movimiento», que continúan reproduciéndose
«en movimientos siempre nuevos y en cualidades siempre nuevas»[14].
Sin embargo,
todo este progreso de la dialéctica materialista y de la ciencia se detuvo
finalmente en 1938 con la publicación del artículo de Stalin «Materialismo
dialéctico y materialismo histórico». Lo que quedó de la filosofía soviética
fue una presentación formalista y mecanicista de rígidas «leyes dialécticas»
concebidas como una visión del mundo, más que como una filosofía crítica. Esto
configuró el contexto en el que tuvieron que trabajar los pensadores más
creativos. No obstante, en la siguiente generación, la URSS produjo importantes
filósofos dialécticos, el más importante de los cuales fue sin duda Ėvald
Ilenkov, cuya lógica dialéctica estaba enraizada no sólo en las tradiciones
hegeliana y marxiana, sino también en la obra pionera del psicólogo Lev
Vygotsky, que sostenía que las capacidades cognitivas humanas, entendidas en
general, eran esencialmente el resultado de la actividad y la mediación con el
entorno social y cultural. La filosofía de Ilenkov estaba dirigida
principalmente a desafiar, sobre la base del materialismo dialéctico, la
epistemología dualista de «dos mundos» del empirismo británico, el cartesianismo
y el neokantismo que dominaban la perspectiva filosófica burguesa[15].
Ilenkov
consideraba la epistemología de Marx como una epistemología en la que la
actividad humana, o praxis, crea el mundo ideal del pensamiento a través de la
producción humana, es decir, a través de los intentos de transformar el mundo[16].
Así, existe una identidad real de humanidad y naturaleza
subyacente al conocimiento humano que está enraizada en la actividad
real. El «ideal», según Ilenkov, no representa algo separado, una entidad
abstracta, sino que es la base de las concepciones, del conocimiento, de la
información que emana de los procesos dialécticos de los encuentros
sociohumanos con el mundo material, de los que los propios seres humanos forman
parte. Así pues, la dialéctica es en sí misma una manifestación de esta mediación
activa con la totalidad, que surge «del proceso de metabolismo entre el hombre
y la naturaleza»[17].
Sin embargo, a pesar de la fuerza de este análisis, o tal vez debido a él,
Ilenkov encontró resistencia a la publicación de sus obras. A su muerte, la
mitad de sus manuscritos -incluida la célebre Dialéctica del Ideal–
yacían inéditos sobre su escritorio[18].
A pesar de la
depuración de algunas figuras destacadas, la ciencia soviética basada en el
análisis dialéctico siguió registrando notables avances hasta la década de
1940. Entre ellos cabe destacar el concepto de biogeocenosis de Vladimir
Nikolayevich Sukachev, desarrollado en sus trabajos sobre ecología forestal,
que representaba un concepto paralelo al de ecosistema, pero directamente
integrado con los ciclos biogeoquímicos y toda la biosfera, en el sentido dado
por Vernadsky, lo que allanó el camino para el análisis dialéctico del Sistema
Tierra[19].
Aún más
importante fue el trabajo de I.I. Šmalgauzen, con su Factores de la
evolución: la teoría de la selección estabilizadora, publicado en la URSS
en 1947 y rápidamente traducido al inglés en 1949. Theodosius Dobzhansky llamó
a Šmalgauzen «quizá el más distinguido de los biólogos vivos de la URSS»[20] Šmalgauzen,
al igual que el genetista «rojo» británico C. H. Waddington, desarrolló una
teoría de la «triple hélice» entre gen, organismo y medio ambiente, que ofrecía
una visión dialéctica, evolutiva y ecológica, y era una alternativa a la teoría
de Lysenko con su base antigenética (o genética antimendeliana). El enfoque
dialéctico de Šmalgauzen se manifestaba más claramente en la noción de
jerarquías o niveles integradores que estructuran la evolución biológica, y en
la hipótesis de que los rasgos genéticos latentes y asimilados, acumulados
durante largos periodos de selección estabilizadora, sólo emergen cuando los
organismos se enfrentan a graves tensiones ambientales o se superan ciertos
umbrales, lo que da lugar a un proceso de cambio rápido[21].
Siguiendo a Engels,
Šmalgauzen consideraba la herencia tanto evolutivamente negativa, en el sentido
de que bloqueaba la evolución histórica de los organismos, como positiva, en el
sentido de que preservaba la organización y creaba nuevas formas organizativas[22].[Según
los biólogos dialécticos Lewontin y Levins, la importancia de lo que se conoce
como la ley de Šmalgauzen de la selección estabilizadora radica en que indica
que «cuando los organismos viven en su entorno normal, las perturbaciones en
las condiciones de vida y la mayoría de las diferencias genéticas entre los
individuos tienen poco o ningún efecto en su fisiología y desarrollo, pero en
condiciones de estrés agudo o inusual, incluso las pequeñas diferencias
ambientales y genéticas producen efectos importantes». La consecuencia es que
la evolución normal de las especies se caracteriza por una estabilización
intercalada con periodos de rápida transformación durante los cuales se activan
rasgos latentes en relación con el estrés ambiental[23].
Cuando se alcanzan umbrales específicos, lo que a veces parece manifestarse
como una herencia de rasgos adquiridos de tipo lamarckiano es en realidad un
proceso de «asimilación genética, el proceso por el cual las diferencias
genéticas latentes dentro de las poblaciones se revelan, pero no son creadas
por las condiciones ambientales, y pasan así a estar disponibles para la
selección»[24].
Factores de la
evolución apareció en 1948, justo antes del triunfo político de
Trofim Lysenko en la biología y la agronomía soviéticas. Poco después de la
publicación de su libro, Šmalgauzen fue denunciado por promover la genética en
sus trabajos sobre ecología evolutiva y negar la herencia lamarckiana de los
rasgos adquiridos. Como consecuencia, Šmalgauzen fue destituido de su cargo de
director del Instituto de Morfología Evolutiva de la Academia de Ciencias y
jefe del Subdepartamento de Darwinismo de la Universidad de Moscú. La situación
no se resolvió hasta la muerte de Stalin en 1953, cuando Sukachev decidió
luchar y destituir a Lysenko. Así fue como Šmalgauzen pudo reanudar su carrera[25].
En las últimas décadas de la Unión Soviética se produjeron importantes
novedades en el pensamiento medioambiental soviético, como la introducción del
concepto de civilización ecológica basado en el materialismo histórico clásico,
que incorporaba el concepto de metabolismo social de Marx[26].
La lucha por
una dialéctica crítica de la naturaleza en Occidente
En Occidente,
el marxismo fue escenario de luchas paralelas que desafiaron la tradición
filosófica dominante del marxismo occidental. György Lukács, una presencia
gigantesca, fue reconocido universalmente como el iniciador del marxismo
occidental como tradición teórica diferenciada debido a una breve nota a pie de
página en Historia y conciencia de clase, en la que planteaba
dudas sobre el argumento de Engels sobre la dialéctica de la naturaleza[27].
Sin embargo, contrariamente al mito, en Historia y conciencia de
clase Lukács no rechazó por completo la dialéctica de la naturaleza,
ya que en un capítulo posterior de la obra se refirió, al igual que Engels, a
la «dialéctica meramente objetiva de la naturaleza» del «observador imparcial»[28].[Además,
muchos años después, en su manuscrito Tailism, desconocido
hasta entonces y publicado recientemente, Lukács defendió la noción de la
«dialéctica de la naturaleza» sobre la base del concepto marxiano del
metabolismo social como mediación dialéctica entre la naturaleza y la humanidad
por medio de la producción[29].
Lukács trabajó bajo la dirección de David Riazanov en el Instituto Marx-Lenin
en 1930, ayudando a descifrar el texto de Marx de los Manuscritos
económico-filosóficos de 1844. Estos manuscritos influyeron
enormemente en sus análisis posteriores. Este cambio de perspectiva se acentuó
en su prefacio a Historia y conciencia de clase de 1967,
y en su posterior Ontología del ser social[30]. Este último
texto se basaba en el concepto marxiano de metabolismo social visto como una
dialéctica entre naturaleza y sociedad, en lugar de seguir explícitamente el
planteamiento engelsiano de la dialéctica de la naturaleza. Aunque Lukács
examinó el análisis del metabolismo en El Capital con gran
profundidad, no abordó la noción marxiana de fractura metabólica o crisis
ecológica[31].
Sin embargo, la ontología sociometabólica que derivó de Marx sirvió para
debilitar aún más la negación de la dialéctica de la naturaleza dentro del
marxismo occidental que Historia y conciencia de clase había
inspirado. Significativamente, la obra posterior de Lukács fue ignorada en gran
medida por la tradición del marxismo occidental, llegando a ser tan invisible
que las referencias a él lo identifican casi exclusivamente con lo que había
escrito antes de 1923, excluyendo en gran medida las casi cinco décadas de
trabajo que le seguirían.
Aunque la
tradición filosófica dominante en el marxismo occidental se caracterizaba
principalmente por el rechazo de la dialéctica de la naturaleza, no todos los
filósofos marxistas occidentales estaban de acuerdo. El destacado filósofo
marxista francés Henri Lefebvre publicó Materialismo dialéctico en
1940. En esta obra, Lefebvre cuestionaba la interpretación proporcionada en el
«famoso capítulo teórico de la Historia del Partido Comunista en la
URSS» de Stalin, restableciendo la dialéctica de la naturaleza como
perspectiva crítica, rechazando la visión simplista del materialismo dialéctico
derivada simplemente de las «leyes de la naturaleza» reificadas, vistas al
margen de la mediación del pensamiento autoconsciente. Como escribió Lefebvre:
«Es perfectamente posible aceptar y apoyar la tesis de la dialéctica de la
naturaleza; lo que es inadmisible es atribuirle una importancia tan enorme y
hacer de ella el criterio y el fundamento del pensamiento dialéctico».
Un aspecto
crucial de la argumentación de Lefebvre se dirigía al rechazo del «marxismo
institucional […] para oír hablar de alienación«. En la concepción
del materialismo dialéctico de Lefebvre, era necesario integrar la teoría
marxiana de la alienación en la concepción general del metabolismo de la naturaleza
y la sociedad. Se basó en gran medida en la teoría de los sistemas dialécticos
de Levy, tal como se presenta en Una filosofía para un hombre moderno,
con el fin de enmarcar la realidad de la emergencia. «El mundo del hombre»,
escribió Lefebvre en un pasaje que prefiguró gran parte de su pensamiento
posterior, «se muestra como un producto de emergencias, de formas (en el
sentido plástico de la palabra) y ritmos generados en la naturaleza y sólo
parcialmente consolidados en ella, aunque presupongan el Devenir de la
Naturaleza. Hay un espacio y un tiempo humanos, una parte de los cuales está en
la Naturaleza y la otra es independiente de ella»[32].
Los trabajos
posteriores de Lefebvre continuaron en una dirección cada vez más ecológica. A
principios de la década de 1970, comenzó a reflexionar sobre lo que hoy se
conoce como la teoría de la fractura metabólica de Marx. Como escribió en Marxismo
y ciudad, inspirándose en Marx, el crecimiento de la estructura urbana
capitalista «perturba los intercambios orgánicos entre el hombre y la
naturaleza. Al destruir las circunstancias que caracterizan ese metabolismo,
originado de forma puramente natural y espontánea, impone su restauración
sistemática como ley reguladora de la producción social y en una forma adecuada
al pleno desarrollo del género humano […]. El capitalismo destruye la
naturaleza y arruina sus propias condiciones, preparando y anunciando su
extinción revolucionaria». Testigo de una especie de «degradación mutua» de lo
urbano y lo rural, de la naturaleza exterior y de la sociedad, Lefebvre
prosigue: «una naturaleza arruinada se derrumba a los pies de esta sociedad
superficialmente satisfecha»[33].
El 7 de
diciembre de 1961, seis mil personas acudieron en masa al auditorio de París
para escuchar el debate sobre «¿Es la dialéctica sólo una ley de la historia o
es también una ley de la naturaleza?». En el bando de los que rechazaban la
dialéctica de la naturaleza estaban el existencialista marxista Jean-Paul
Sartre y el filósofo hegeliano de izquierdas Jean Hyppolite; en el bando de los
que la defendían estaban el filósofo comunista francés Roger Garaudy y el
célebre joven físico Jean-Pierre Vigier. Sartre, Hippolyte y Garaudy habían
escrito extensamente sobre la cuestión de la dialéctica de la naturaleza,
mientras que las opiniones de Vigier sobre el materialismo dialéctico eran
menos conocidas y destacaban por estar directamente relacionadas con la ciencia
natural.
Vigier sostenía
que las concepciones inherentes a la dialéctica de la naturaleza eran muy
anteriores al materialismo histórico y podían remontarse a cientos y miles de
años atrás. «Cada día», decía, «la ciencia verifica más la profunda máxima de
Heráclito, que es la base de la dialéctica: todo fluye, todo se transforma,
todo está en violento movimiento. Este movimiento dialéctico es el producto del
«ensamblaje de fuerzas, que evoluciona por necesidad a lo largo de líneas
opuestas, [y que] ilustra la noción de contradicción». Además, la unidad de los
opuestos, en el centro de la mayoría de las concepciones de la dialéctica, debe
«entenderse como la unidad de elementos en un nivel que genera un fenómeno en
un nivel superior». Esto se corresponde con la «ruptura súbita» del equilibrio
anterior y la aparición de nuevos niveles y formas integradoras, que
constituyen nuevas «totalizaciones» o «totalidades parciales». En este sentido,
«los saltos cualitativos de la dialéctica se manifiestan precisamente en las
zonas fronterizas donde se pasa de un estado de la materia a otro, por ejemplo
de lo inorgánico a lo orgánico». En términos ecológicos, el problema, como
sostenía Bernal, es determinar el «orden de sucesión» resultante del
metabolismo, o intercambio material, dentro de la naturaleza (y la sociedad).
«La propia práctica de la ciencia, su progreso, el modo en que ha pasado del
análisis estático del mundo al análisis dinámico del mundo, es lo que está
elaborando progresivamente la dialéctica de la naturaleza ante nuestros ojos».
En la perspectiva de Vigier, «con Marx, la ciencia hace incursiones en la
filosofía»[34].
La obra de Vigier refleja el rápido desarrollo de las concepciones dialécticas
de la ciencia en el siglo XX, con el auge de la teoría de sistemas, a menudo
entendida en términos dialécticos, superando las aportaciones de las ciencias
sociales dialécticas»[35].
Notas
[1] Friedrich Engels, Ludwig Feuerbach and the Outcome of
Classical German Philosophy, International Publishers, Nueva York,
1941, p. 59.
[2] I. Bujarin et al, Science at the Crossroads, Frank
Cass and Co., Londres, 1971, p. 7; Foster, The Return of Nature,
pp. 358-73; Sheehan, Marxism and the Philosophy of Science, pp.
206-9.
[3] Zavadovsky, «The ‘Physical’ and the ‘Biological’ in the Process of
Organic Evolution», en Science at the Crossroads, págs. 75-76. La
traducción se ciñe a la versión de Needham, que sustituye different por varied.
Joseph Needham, Time: The Refreshing River, George Allen and
Unwin, Londres, 1943, pp. 243-44; Joseph Needham, Order and Life, MIT
Press, Cambridge, Massachusetts, 1968, pp. 45-46; Richard Levins y Richard
Lewontin, The Dialectical Biologist, Massachusetts: Harvard
University Press, Cambridge, Massachusetts, 1985, p. 180.
[4] Needham, Order and Life, pp. 44-48.
[5] Joseph Needham, prefacio a Marcel Prenant, Biology and
Marxism, International Publishers, Nueva York, 1943, p. v.
[6] Foster, El retorno de la naturaleza, pp. 24-72.
[7] Peter Ayres, Shaping Ecology: The Life of Arthur
Tansley, Wiley- Blackwell, Oxford, 2012, p. 43.
[8] Foster, El retorno de la naturaleza, pp. 300-57.
[9] Foster, El retorno de la naturaleza, pp. 337-39, 350-51,
390, 475, 367-412.
[10] Foster, The Return of Nature, pp. 417-56, 526-29; J. D.
Bernal, «Dialectical Materialism», en Farrington, The Faith of Epicurus;
Jack Lindsay, Marxism and Contemporary Science, Dennis Dobson,
Londres, 1949.
[11] Shirokov, A Textbook of Marxist Philosophy, ed. John
Lewis, Left Book Club, Londres, 1937.
[12] Needham, Time.
[13] Shirokov, Libro de texto de filosofía marxista, p.
341, el subrayado de la palabra surgimiento, como todos los demás
del texto, están en el original. La diferencia entre el texto de Shirokov de
1931 y el punto de vista oficial de Stalin en 1938 con «Materialismo dialéctico
y materialismo histórico» es evidente por el hecho de que la cuarta parte del
texto de Shirokov, dedicada a la «negación de la negación», está completamente
excluida del texto de Stalin.
[14] Shirokov, A Textbook of Marxist Philosophy, pp. 137, 328.
Sobre epicureísmo y surgimiento véase A. A. Long, From Epicurus to
Epictetus, Oxford University Press, Oxford, 2006, p.155-77; A. A.
Long, «Evolution vs. Intelligent Design in Classical Antiquity», Berkeley
Townsend Center, noviembre de 2006; John Bellamy Foster, Brett Clark y Richard
York, Critique of Intelligent Design, Monthly
Review Press, Nueva York, 2008, pp. 49-64.
[15] Bakhurst, Consciousness and Revolution in Soviet Philosophy,
pp. 17-22, 236-43.
[16] Bakhurst, Consciousness and Revolution in Soviet Philosophy,
pp. 111-16, 236-43.
[17] Evald Ilyenkov, Dialéctica del ideal, Haymarket,
Chicago, 2014, p. 78.
[18] Andrey Maidansky entrevistado por Vesa Oittinen, «Evald
Ilyenkov and Soviet Philosophy«, Monthly Review 71,
nº 8, enero de 2020, p. 16.
[19] John Bellamy Foster, Capitalism in the Anthropocene, Monthly
Review Press, Nueva York, 2022, pp. 316-23; V. N. Sukachev y N. Dylis, Fundamentals
of Forest Biogeocoenology, Oliver and Boyd, Londres, 1964; V. N.
Sukachev, ‘Relationship of Biogeocoenosis, Ecosystem, and Facies,’ Soviet
Soil Scientist 6, 1960, pp. 580-81; Levins y Lewontin, The
Dialectical Biologist.
[20] Theodosius Dobzhansky, 1949, prefacio a I. I. Schmalhausen, Factors
of Evolution: The Theory of Stabilizing Selection, University of
Chicago Press, Chicago, 1949, 1986, pp. xv-xvii.
[21] David B. Wade, 1986, prefacio a Factors of Evolution, pp.
v-xii; Lewontin y Levins, Biology Under the Influence, pp. 75-80.
El término triple hélice está tomado de Richard Lewontin, The Triple
Helix: Gene, Organism and Environment, Harvard University Press,
Cambridge, Massachusetts, 2000.
[22] Schmalhausen, Factores de evolución, pp. xix; Marx y
Engels, Obras Completas, 25, pp. 492.
[23] Lewontin y Levins, Biology Under the Influence, p. 77;
«Macroevolution», New World Encyclopedia, newworldencyclopedia.org; Levins y
Lewontin, The Dialectical Biologist.
[24] Lewontin y Levins, The Dialectical Biologist.
[25] Georgy S. Levit, Uwe Hossfeld y Lennart Olsson, «From the ‘Modern
Synthesis’ to Cybernetics: Ivan Ivanovich Schmalhausen (1884-1963) and his
Research Program for a Synthesis of Evolutionary and Developmental
Biology», Journal of Experimental Zoology 306B, 2005, pp.
89-106; Foster, Capitalism and the Anthropocene, pp. 323-24.
[26] D. Ursul, ed., Philosophy and the Ecological Problems of
Civilisation, Progress Publishers, Moscú, 1983); Foster, Capitalism
in the Anthropocene, pp. 331-32, 449-51.
[27] György Lukács, Historia y conciencia de clase, Pluto,
Londres, p. 24. En el pensamiento marxista occidental, se ha convertido en
costumbre referirse a la nota de Lukács como una «crítica». Pero incluso
teniendo en cuenta la dilución generalizada de la noción de crítica,
difícilmente puede decirse que una crítica de Engels sobre la dialéctica de la
naturaleza pueda ser llevada a cabo, incluso por Lukács, en lo que en inglés
son sólo 110 palabras.
[28] Lukács, Historia y conciencia de clase, p. 207; Marx y
Engels, Obras Completas, pp. 25, 492.
[29] György Lukács, A Defense of History and Class Consciousness:
Tailism and the Dialectic, Verso, Londres, 2000, pp. 102-7;
Foster, The Return of Nature, pp. 16-20.
[30] Lukács, Historia y conciencia de clase, pp. xvii; Lukács,
«Entrevista: Lukács y su obra», pp. 56-57. Riazánov fue depurado de su cargo en
1931 y ejecutado en 1938.
[31] György Lukács, The Ontology of Social Being 2: Marx’s Basic
Ontological Principles, Merlin, Londres, 1978), p. 95; György
Lukács, The Ontology of Social Labour 3: Labour, Merlin,
Londres, 1980.
[32] Henri Lefebvre, Dialectical Materialism, Jonathan
Cape,Londres, 1968, pp. 13-19, 142.
[33] Henri Lefebvre, El pensamiento marxista y la ciudad, University
of Minnesota Press, Minneapolis, 2016, pp. 121-22, 140; Marx, El
capital, vol. 1, pp. 637-38; John Bellamy Foster, Brian M. Napoletano,
Brett Clark y Pedro S. Urquijo, «Henri Lefebvre’s Marxian Ecological
Critique», Environmental Sociology 6, n.º 1, 2019, pp. 31-41.
[34] Jean-Pierre Vigier, «Dialectics and Natural Science», en Existentialism
Versus Marxism, George Novack, Dell, Nueva York, 1966, pp. 243-57. En su
texto, Vigier criticó el «Materialismo dialéctico y materialismo histórico» de
Stalin calificándolo de «dogmático y mecanicista», p. 151.
[35] Carles Soriano, «Limitaciones epistemológicas de la ciencia del
sistema Tierra para afrontar la crisis del Antropoceno», Anthropocene
Review 9, nº 1, 2020, pp. 112, 122.
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