Lo de que la primera
víctima de la guerra es la verdad, no era un chiste malo. Se ha cumplido al pie
de la letra. Lo más peor –discúlpese la incorrecta pero gráfica expresión– es
que la mentira ha sido asumida con entusiasmo por casi todos los medios.
Hemos abolido las neuronas
El Viejo Topo
2 agosto, 2023
Hemos abolido
la historia. Prohibido contar lo que ocurrió en Ucrania antes del 24 de febrero
de 2022: los ocho años de guerra civil en el Donbass tras el golpe blanco (o
más bien negro) de Euromaidán en 2014 y los miles de muertos y heridos causados
por los constantes ataques de las tropas de Kiev y las milicias pronazis que
las acompañaban contra las poblaciones rusófonas y rusófilas que, con el apoyo
de Moscú, reclamaban la independencia o al menos la autonomía. Todo ello
desafiando los dos acuerdos de Minsk.
La versión
oficial, la única autorizada, es que no pasó nada antes de 2022: una mañana
Putin se despertó más loco que de costumbre e invadió Ucrania. Si la gente se
enterara de la verdad, se daría cuenta de que el mantra atlantista «Putin el
agresor y Zelensky el agresor» solo es válido desde 2022: antes,
durante ocho años, los agresores fueron los gobiernos de Kiev (el último, el de
Zelensky) y los agredidos los pueblos del Donbass.
Abolimos la
geografía. Prohibido mostrar el mapa de la ampliación de la OTAN hacia el Este
en los últimos 25 años (de 16 a 30 miembros)… Sin embargo, que la OTAN se haya
expandido hacia el Este, rodeando y asediando a Rusia, amenazando su seguridad
con instalaciones de misiles nucleares cada vez más cerca de la frontera,
desafiando las promesas hechas a Gorbachov en 1990, hasta la última provocación
de anunciar la inminente entrada de los vecinos de Rusia –Georgia y Ucrania–
en la Alianza, es un hecho histórico indiscutible…
El otro mapa
prohibido es el de los países que no condenan ni sancionan a Rusia, o
permanecen neutrales: casi toda Asia, África y América Latina, es decir, el 87%
de la población mundial. Pero a nuestro pequeño y viejo mundo occidental le
gusta hacer creer que Putin está aislado y nosotros le rodeamos. Sobre el hecho
de que China, India, Brasil y otros pequeños países están con él o no están con
nosotros, es mejor pasar de puntillas: de lo contrario, todo el mundo entiende
que las sanciones no funcionan…
Sólo aboliendo
la historia se puede creer al presidente Sergio Mattarella cuando repite que «Ucrania
es la primera guerra en el corazón de la Europa de posguerra«. Y Belgrado,
que también fue bombardeada por Italia en 1999, ¿dónde está, en Oceanía? ¿Y
quién era el viceprimer ministro del gobierno D’Alema que bombardeó Belgrado?
Un tal Mattarella…
Hemos abolido
el respeto por otras culturas. En una loca oleada de rusofobia, hemos visto
cómo se condenaba al ostracismo a directores de orquesta, cantantes de ópera, pianistas
de fama mundial, fotógrafos, atletas (incluso paralímpicos), incluso gatos y
robles, sólo por ser rusos. Y luego censurar cursos sobre Dostoievski, cancelar
ballets de Tchaikovsky de los teatros, incluso expulsar a la delegación rusa de
las celebraciones por la liberación de Auschwitz. Como si el lager hubiera sido
liberado por los americanos o los ucranianos y no por el Ejército Rojo…
Los trompeteros
de la OTAN propagan el bulo del «euroatlantismo» y los belicistas se lo creen,
sin darse cuenta de que nunca antes los intereses de Europa habían sido tan
opuestos a los de Estados Unidos.
Fuente: contropiano.org
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