¿Qué hay detrás de la máscara altruista? La UNESCO en el
callejón neoliberal
Por 12/07/2023 | Cultura
Fuentes: Viento Sur
Leyendo a Bifo (2015), podemos asociar la
llegada del neoliberalismo con la desaparición de los héroes, individuales y
colectivos. El autonomista italiano se atreve a datar en 1977 el momento en el
cual “el mundo se desplazó desde la era de la civilización humana hacia una era
desevolutiva o de descivilización” (Berardi, 2015: 11), proceso que se
mostraría claramente en la UNESCO a partir de 1991.
El magisterio a escala mundial construyó
un imaginario de héroe colectivo en la UNESCO. Incluso una parte importante del
pensamiento crítico, y alguno que otro izquierdista extraviado, coloca aquello
que dice o plantea el organismo, ubicado en la 7, Place de Fontenoy de París,
como parámetro de referencia, como última palabra sobre el tema educativo. Ese
héroe se ha venido convirtiendo en un paladín del capitalismo neoliberal, en un
monstruo grande que pisa fuerte (Gieco, 1978) el derecho a la educación,
especialmente para los hijos e hijas de la clase trabajadora.
Quizá por ello, desde distintos
territorios y variados lugares de enunciación se comienzan a escribir páginas
de historia crítica de la UNESCO. Este pequeño texto solo tiene la pretensión
de invitar a mirar lo que hace el organismo multilateral con la perspectiva de
quienes vivimos del trabajo, cuidando de no deslumbrarnos por las candilejas de
un sentido común que carece de perspectiva política. Esta invitación sobre una
breve historia crítica de la UNESCO es necesaria para comprender cómo este
organismo es parte del diseño en la educación del futuro del sistema
capitalista en la era digital.
El
orden capitalista post Segunda Guerra Mundial
El orden mundial que surgió de la Segunda Guerra Mundial generó un capítulo
educativo para imponer la estandarización de políticas públicas: la UNESCO. A
pesar de ser este organismo parte íntegra del multilateralismo de Naciones
Unidas, existe una percepción extendida en la población y parte del magisterio
respecto a la supuesta autonomía, neutralidad y capacidad de consenso del
mismo, pero nada más errado.
Lo cierto es que la UNESCO es un
organismo dependiente del sistema de Naciones Unidas, cuyas decisiones
estratégicas (planes, programas, autoridades, políticas, presupuesto) son
tomadas hoy en día por la Conferencia General, compuesta por los representantes
oficiales de los gobiernos de los 193 Estados miembros de la organización, en
su inmensa mayoría con una perspectiva capitalista neoliberal. La Conferencia
General que elige al Consejo Ejecutivo (CE), en la última Conferencia (2022)
designó a los 58 integrantes de esta instancia.
La percepción errónea extendida sobre la
UNESCO es atribuible a dos factores objetivos y uno subjetivo. Por una parte,
la UNESCO, desde su creación y en el periodo de la llamada Guerra Fría
(1947-1991) cumplió para el sistema-mundo capitalista, el rol de espacio de
encuentro entre las culturas de los dos polos antagónicos
(soviético-capitalista), lo cual implicaba construir una narrativa y
performance funcional lo suficientemente amplia para garantizar diálogo; sobre
todo, en uno de los aspectos centrales de la reproducción de la ideología
capitalista: los sistemas escolares y las universidades. La experiencia
soviética no fue capaz de romper con la matriz institucional de la máquina
escolar que impulsó el capitalismo en las dos primeras revoluciones
industriales Este trabajo de puente entre dos mundos, en medio de una
terrible guerra ideológica, facilitó la construcción del imaginario de una
UNESCO progresista e incluso hasta de izquierdas, mientras que lo que estaba
era intentando que el polo comunista se fuera alineando a la lógica sistémica
del mercado. China hoy es la mejor expresión de los resultados a largo plazo de
esta operación, un sistema escolar basado en la lógica del mercado, la
neurociencia y el uso instrumental de la tecnología, que ha desterrado el
pensamiento crítico y se presenta como modelo para vincular la formación
escolar con la empleabilidad y el desarrollo del modo de producción
capitalista.
Por otra parte, el sistema-mundo
construyó la UNESCO como identidad de punto de referencia y orientación para lo
educativo. Para ello, elaboraba narrativas confusas, presentadas como resultado
de consensos entre derecha e izquierda política, que defendían la inversión
pública en educación a la par de propiciar un nicho para la gestión privada que
fuera modelando diversas formas de privatización, mercantilización y
estandarización conforme a las pautas del mercado.
Cada quien, según su perspectiva política
de la educación, interpretaba y subrayaba lo que le parecía más próximo a su
pensar; este nadar entre dos aguas de la UNESCO se vendía como pluralidad,
cuando en realidad era la punta de lanza de sofisticadas formas de entender lo
educativo como mercancía. A ello contribuyó el hecho que en buena parte de la
historia de la UNESCO (1945-1993) las personas integrantes del órgano de
dirección del Consejo Ejecutivo (CE) de la UNESCO fueran presentadas como
integrantes a título personal, lo cual abiertamente dejó de ser a partir de
1993, cuando pasaron a ser representantes oficiales de los Estados miembros.
En términos subjetivos, como explica Said
(1978), la creciente hegemonía de la idea del conocimiento científico como un
saber despolitizado fue convirtiendo el debate educativo bajo la tutela de la
UNESCO en un asunto meramente técnico-pedagógico, y cualquier intento de situar
sus argumentos en el plano de la contradicción capital-trabajo era atacado como
una desviación ideológica. En consecuencia, si la UNESCO era progresista, hasta
de izquierdas, con enorme capacidad de formulación técnico pedagógica, y se
situaba en el olimpo del apoliticismo, esta supuesta neutralidad era presentada
como objetividad y referencia respecto a lo que había que hacer más allá de los
asuntos políticos e ideológicos. El apoliticismo es en realidad una forma
ideológica del capitalismo que se esconde en argumentos técnicos neutrales para
darle viabilidad a cambios estructurales que tendrían múltiples resistencias si
se develara su real raíz ideológica.
En las últimas décadas, esta objetividad
educativa o sentido común educativo se presenta como un consenso entre los que
piensan, los Bancos de Desarrollo (Banco Mundial, OCDE, BID, CAF), las instancias
supranacionales del mercado (Fondo Monetario Internacional, Organización
Mundial de Comercio), organismos de diálogo (tipo Foro Económico Mundial) y las
instancias educativas del multilateralismo (UNESCO, UNICEF, entre otros),
cuando en realidad todas estas instancias interpretan distintos instrumentos de
la melodía que emana de las grandes financieras globales que incluso modelan
las narrativas de las naciones imperialistas.
La mejor evidencia de lo que afirmamos es
el proceso de modificación, a través del tiempo, de la estructura, los
mecanismos de selección y el funcionamiento del CE de la UNESCO. Como demuestra
el documento “El Consejo Ejecutivo de la UNESCO”, desde la década de los
cincuenta del siglo XX, se fueron generando reformas en sus Estatutos hasta
llegar en 1991, en pleno proceso de desmantelamiento de la URSS, a definir que
a partir de 1993 (27ª reunión de la Conferencia General) el Consejo Ejecutivo
estaría “compuesto de Estados miembros y no de miembros elegidos a título
personal” (UNESCO, 2022: 11).
Las cinco reformas del CE muestran las
tensiones entre la necesidad de mostrar en público a la UNESCO como un
organismo no gubernamental y su real funcionamiento como órgano dependiente de
la ONU y, por ende, encuadrado en la lógica del multilateralismo del
sistema-mundo capitalista.
Desde la creación de la UNESCO hasta la
primera reforma, los integrantes del CE ostentaban la condición de integrantes
electos a título personal con el aval de ser electos por los representantes
gubernamentales en la Asamblea General. Eso permitía que el organismo tuviera
un aire de independencia, fundamental para la tarea asignada de espacio de
encuentro, que a la vez legitimaba liderazgos que luego jugaban un rol de
gobernabilidad educativa nacional y posibilitaban el proceso creciente de
estandarización educativa global.
La queja creciente de los gobiernos era
que no tenían un control férreo del organismo, porque a pesar de que los
electores al CE debían contar con sus avales, estos disponían con demasiado
grado de libertad, algo que iba contra las lógicas del poder político de los
Estados miembros.
Las sucesivas reformas fueron
garantizando que el capital político acumulado por décadas se pusiera al
servicio de los objetivos del neoliberalismo. A continuación, se sintetizan las
principales reformas de las normas de conformación y facultades del CE de la
UNESCO:
- La reforma de 1954
dotó a los integrantes del Consejo Ejecutivo de la doble cualidad de
directivo a título personal y “representante del Estado del que era
nacional”, sin que ello modificara la cualidad de composición del Consejo,
“cuyos miembros no eran Estados, sino personas expresamente designadas”
(UNESCO, 2022: 10). A pesar de que se presentaba como una forma de funcionamiento
despolitizada, esto tenía una razón político-ideológica concreta: filtrar
a las personas representantes del Este-comunista para evitar que fueran
figuras con tradición intelectual de izquierdas quienes llegaran a la
conducción del organismo multilateral.
- La reforma de 1968
trabajó la proporcionalidad de los territorios y regiones que conformaban
el Consejo Ejecutivo, estableciendo mecanismos de rotación para garantizar
que integrantes de todos los países pasaran a formar parte en algún
momento del Consejo Ejecutivo. Conscientes las instituciones
multilaterales del sistema-mundo respecto al desarrollo desigual y
combinado del sistema capitalista (Mandel, 1975), esta orientación
procuraba crear las condiciones para definir políticas diferenciadas en un
marco general para territorios con desarrollos disímiles. En consecuencia,
de lo que se trataba era de que, independientemente del desarrollo de las
fuerzas productivas en cada país, ningún sistema escolar quedara
desalineado de la lógica del capital en educación.
- l La reforma de
1972 se concentró en establecer el periodo de permanencia de los
integrantes del Consejo en cuatro años, con el propósito declarado de dar
la mayor oportunidad a los distintos países. Era evidente que el pase de
nacionales por el Consejo Ejecutivo garantizaba contar con interlocutores
locales para la implementación de las políticas de normalización y
estandarización educativa, por lo cual había que garantizar que todos los
países pasaran por esta instancia de dirección de la UNESCO.
- La reforma de 1976
se orientó a establecer los mecanismos y procedimientos para poder
sustituir a los representantes del Consejo Ejecutivo con ausencias
temporales o permanentes. Esta iniciativa blindaba al organismo
multilateral de crisis políticas internas resultantes de la necesidad de
sustituir a un miembro (por muerte, renuncia u otra circunstancia), lo
cual generaba tensiones y presiones de los campos ideológicos en disputa
en ese momento histórico.
- La reforma de 1991
modificó “el artículo V de la Constitución de la UNESCO, relativo a la
condición de los miembros del Consejo Ejecutivo que a partir de la 27ª
reunión de la Conferencia General (1993), está compuesto de Estados
Miembros y no de miembros elegidos a título personal” (2022: 11). Evidentemente,
el proceso de desmantelamiento de la URSS, el giro lento y progresivo de
China hacia la lógica del capital que venía dándose desde la reunión
Nixon-Mao (1972), el curso regresivo de revoluciones como la vietnamita o
la sandinista, el emerger de la inusitada aceleración de la innovación
tecnológica, la crisis de estancamiento de los sistemas escolares por la
incomprensión de los requerimientos del capital sobre la educación a
partir de la tercera revolución industrial, la llegada de Internet y el
horizonte de la inteligencia artificial y su impacto en lo educativo
demandaban un absoluto realineamiento de las operaciones de cambio
educativo a escala global. El paradigma del fin de la historia (Fukuyama,
1992) hacía obsoleta cualquier necesidad de consenso y encuentro entre
ideologías otrora antagónicas (capitalismo/comunismo).
El
desorden educativo del nuevo orden mundial
Desde su fundación y hasta la llegada de la tercera revolución industrial, la
UNESCO tenía claro su rol de instancia para la masificación educativa,
impulsando la estructuración y consolidación de los sistemas escolares con el
propósito de garantizar la reproducción biopolítica del sistema capitalista
mediante la educación para la democracia, la ciudadanía para el sistema
político de representaciones, la educación para el consumismo y los enfoques
disciplinares de aprendizaje. A la par que servía de plataforma para la
distensión del conflicto geopolítico EE UU-URSS, procurando que el mundo
soviético mantuviera intacta la estructura y funcionamiento de la machine
educativa que apostaba por un cambio estructural fundamentado en contenidos
alternativos y una elevación del estatus del trabajo en las escuelas y
universidades, sin atreverse a superar la estructura escolar de Juan A. Comenio
(1657).
Pero el capitalismo de la tercera
revolución industrial requería ahora una redefinición de la máquina escolar
(Bonilla-Molina, 2023) que le permitiera evolucionar de los enfoques
disciplinares a la transdisciplinariedad, que superara el ritmo de reproducción
cultural abriéndose a la incorporación de lo nuevo mediante el acompañamiento
de la aceleración de la innovación tecnológica, que pudiera prever el futuro
inmediato y reorganizar el conocimiento que ese mañana demandaba.
Esto implicaba un giro de 180 grados para
el organismo multilateral, cuya transición generó un conjunto de iniciativas de
cambio paradigmático, siendo el Informe Faure (1973) el más reconocido. El
Informe “Aprender a Ser: la educación del Futuro” (1973) operó como un
catalizador para las iniciativas del cambio. Primero, al postular que existía
una percepción negativa de la ciudadanía en el mundo respecto a la educación y
el papel de los sistemas escolares, abriendo paso con ello a la ola de reformas
educativas que se iniciaron a finales de esa década y continúan en el presente.
Segundo, al subrayar que lo que se enseña en las escuela y universidades está
desactualizado y que las instituciones escolares tienen dificultad para
incorporar lo nuevo en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Tercero, al
enfatizar la precariedad de los sistemas escolares para formar el talento
humano que requiere el mundo del trabajo en un modo de producción que tiende a
la automatización, la informática, la robótica y que demanda niveles inusitados
de creatividad.
El Informe Delors (1996), y los
documentos “¿Hacia un bien común mundial?” (UNESCO, 2015) y “Futuros de la
Educación” (UNESCO, 2021), lo que hacen es renovar el discurso sobre la
necesidad de un cambio estructural de los sistemas escolares. Paralelamente,
entre 1970 y 2015, la UNESCO crea un cuerpo de intelectuales que tienen la
tarea de propagar la necesidad del capitalismo de la tercera revolución
industrial como una “buena nueva”, bajo figuras narrativas como “la
complejidad”, “reimaginar nuestro futuro juntos” y, más recientemente, “que
hablen de educación los que saben de ello” (UNESCO, 2021) que pretende limitar
a un número pequeño y finito las voces a consultar sobre el destino de la
educación.
En la tercera revolución industrial
(1961-2015) la UNESCO se mostró ineficaz en el cumplimiento de las tareas
delineadas por la propia Comisión Faure que ellos impulsaron, porque a pesar
que en todo el mundo se hablaba de transdisciplinariedad, las escuelas y
universidades transdisciplinarias no terminaron de nacer, se impulsaron
procesos para institucionalizar el pensamiento complejo, que resultaron en un
desastre colosal, y la convergencia disciplinar que comenzaba a dibujarse en el
horizonte de los requerimientos del capital no tenía forma escolar de concretarse
(Bonilla-Molina, 2023). Todo ello mostraba un serio estancamiento conceptual,
epistemológico y paradigmático del organismo multilateral.
Sin embargo, todo el redireccionamiento
de la política educativa supranacional, con tejido nacional, sirvió para
imponer la cultura evaluativa (Bonilla-Molina, 2020) sobre docentes,
instituciones, aprendizajes, así como la política de competencias por mercados
educativos (ranking, bibliometría), mostrando eficacia política en la
mercantilización, desterritorialización y estratificación escolar
(Bonilla-Molina, 2023).
El
papel de la UNESCO en la actual reestructuración neoliberal
A partir de 1993, aprovechando el desconcierto por la caída del muro de Berlín
y la popularidad del discurso sobre el fin de la historia, comienza a
concretarse el alineamiento y sincronización de la UNESCO con el carro del
neoliberalismo educativo. Podemos decir que Federico Mayor Zaragoza fue el
último director general de la UNESCO (1987-1999) que contó con el perfil de ser
un académico de consenso, humanista, plural y con una mirada interesante sobre
el derecho a la educación. Sin embargo, le correspondió comenzar a conducir un
CE integrado fundamentalmente por representantes oficiales de los gobiernos.
En 1994, prácticamente sin resistencia
alguna del pensamiento crítico en educación, la UNESCO crea el LLECE
(Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación), que
implica una asimilación de los paradigmas de gestión de la calidad total,
estandarización regional de parámetros de medición y unificación de indicadores
de seguimiento en materia de aprendizajes. Se trataba de acelerar la
unificación de nuevos fines, metas, procesos y resultados impulsados en forma
de políticas educativas nacionales por los Estados miembros. Esto complementaba
iniciativas de estandarización mundial, como fueron los acuerdos de Jomtein
(1990), Dakar (2000), Foro Mundial de Educación de Corea del Sur (2015) y los
Objetivos del Milenio (2000) que abrieron paso al paradigma del ODS4 de Calidad
de la Educación (2015-2020) y las políticas de transformación digital de la
educación (2015-2030).
La percepción que crece es que la UNESCO
no ha podido construir una narrativa práctica que ilumine el horizonte del
cambio educativo que demanda el capitalismo de la cuarta revolución industrial
(Schwab, 2016), en un contexto de inusitada aceleración de la innovación con
impacto en el mundo del trabajo y la empleabilidad, superación de la
transdisciplinariedad por la convergencia disciplinar, así como de impacto de
la Inteligencia Artificial (IA), reconocimiento biométrico facial, análisis de
metadatos, el internet de las cosas y bloques de datos en la educación.
La traducción simplista que hacen muchos
decisores sobre las medidas a tomar se limita a crear nuevas materias, aulas
invertidas de tecnología y otras prótesis tecnológicas (Sadin, 2020) para los
sistemas escolares, cuando lo que pareciera demandar el centro
tecnológico-económico capitalista es una reestructuración total de lo escolar,
incluidas las nociones trabajadas hasta ahora de currículo, didácticas,
evaluación, planeación y gestión escolar. La UNESCO, al ser dirigida por
representantes de gobiernos, tiene la lógica y los tiempos políticos de las
burocracias gubernamentales y comienza a mostrar signos de incapacidad para
resolver los desafíos del capitalismo actual. Tal vez por ello, otros
organismos (BM, BID, CAF, OCDE, WEF, G-20 educativo) comienzan a disputarle su
liderazgo en la conducción de la agenda educativa global. Esto se ha podido ver
en la configuración de las políticas educativas globales a través del
“filantrocapitalismo digital” (Saura, 2020).
Todo ello ocurre en medio de una
parálisis cognitiva en una parte importante del pensamiento crítico en
educación, como se evidenció en los preparativos y realización de la
Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES 2022) y el llamado Plan de
acción en Educación Superior que, sin consenso alguno, pretende imponer la
UNESCO como ruta de cambios en el sector de la educación universitaria. Lo ocurrido
en Barcelona (CMES 2022) es realmente vergonzoso y muestra la subordinación del
organismo multilateral al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al Banco
Mundial (BM), al Foro Económico Mundial (FEM), a la Organización Mundial de
Comercio y a la “infocracia digital” (Han, 2022) en temas como micro
acreditación, formación profesional en manos del sector empresarial, formación
universitaria de corta duración (dos años), revalidación periódica de las
titulaciones profesionales, desmantelamiento de la formación en ciencias
sociales y humanas teniendo como eje el nuevo paradigma de educación a lo largo
de la vida para la empleabilidad.
La UNESCO es un organismo subordinado hoy
a la lógica neoliberal, pero, paradójicamente, con serias limitaciones para
interpretar el horizonte de cambios que demanda el capitalismo bajo el formato
de transformación digital. Navega a tientas en esta materia y esto le puede
significar una derrota estratégica pues pareciera no estar en capacidad de
llevar el barco de la educación ni al puerto del capitalismo digital ni, mucho
menos, al de la emancipación pedagógica.
Conclusión
La UNESCO está viviendo una crisis estructural de identidad, eficacia y
legitimidad. Esta crisis se debe a la legitimación del modelo neoliberal y a
los avances del capitalismo en educación en la era digital, sin que ello haya
significado que realmente pueda operar como institución de vanguardia para el
neoliberalismo, en un marco de impacto profundo de la aceleración de la
innovación en el modo de producción capitalista, que le demanda otro tipo de
educación y funcionamiento escolar, mientras cada día está más de espalda a una
educación al servicio de los pueblos. La única consigna de trabajo que
mantiene, que le dota de algún cable a tierra, es la de la inclusión, pero cada
vez más esta idea aparece mediada por el protagonismo del sector privado.
A pesar de ello, la UNESCO es aún un
campo de disputa que no se puede abandonar. Pero trabajar para otra UNESCO
posible pasa por romper el cristal de la inocencia pedagógica y política.
Luis Bonilla-Molina es profesor de la
Universidad de Panamá y militante venezolano en defensa de la educación pública
en diversos países de América Latina y El Caribe.
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Fuente: https://vientosur.info/que-hay-detras-de-la-mascara-altruista-la-unesco-en-el-callejon-neoliberal/
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