Lenta, pero
imparablemente, el centro del mundo se desplaza hacia Oriente. Aunque EEUU
sigue diseñando una política económicamente agresiva hacia China, más allá de
Occidente el mundo se reconfigura con otras piezas. La OCS es una de ellas.
La adhesión de Irán a la OCS cambia las reglas del
juego
El Viejo Topo
29 julio, 2023
La adhesión de
Irán a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) es un acontecimiento
que cambia las reglas del juego y tiene consecuencias mundiales. Rusia, China,
Irán y otros países están estrechando sus relaciones para defenderse de las
sanciones occidentales, reescribiendo de paso las reglas de la interacción
económica mundial.
Irán se une a
la OCS en un momento de enormes cambios geopolíticos. Cuando se creó la OCS en
2001, su principal objetivo era la seguridad regional y sus seis miembros
originales –Rusia, China y los cuatro países centroasiáticos de Kazajstán,
Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán– se centraron en frenar el terrorismo, el
separatismo y el extremismo en Asia Central. Este enfoque se vio impulsado en
gran medida por los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados
Unidos, tras los cuales una coalición liderada por Estados Unidos se implicó
intensamente en operaciones militares y en la construcción nacional de
Afganistán.
Irán solicitó
el estatus de observador en la OCS y se le concedió desde el principio, pero la
tensión entre Teherán y la comunidad internacional en torno a su programa
nuclear fue un obstáculo para que Irán alcanzara la condición de miembro de
pleno derecho.
Este obstáculo
se eliminó en 2015, cuando Irán aceptó el Plan Integral de Acción Conjunta
(JCPOA, por sus siglas en inglés), el llamado «acuerdo nuclear iraní». Rusia y
China, ambas partes del JCPOA, consideraron resuelta la cuestión nuclear y se
mostraron dispuestas a avanzar en la adhesión de Irán a una OCS cuyo énfasis
estaba pasando de las cuestiones relacionadas con la seguridad a un enfoque más
vinculado a la economía. Sin embargo, la precipitada retirada de Estados Unidos
del JCPOA en 2018 complicó el panorama al volver a poner en juego las sanciones
económicas estadounidenses, desafiando cualquier idea de integrar a Irán en el
universo económico en desarrollo de la OCS.
En condiciones
normales, la existencia de sanciones estadounidenses habría resultado una
píldora envenenada para la adhesión iraní. Sin embargo, tres acontecimientos
cambiaron el panorama geopolítico mundial y, al hacerlo, contribuyeron a
neutralizar el factor de intimidación normalmente asociado a las sanciones
estadounidenses. Se trata de la pandemia de Covid-19, que sacudió la economía
mundial; la retirada estadounidense de Afganistán, que abrió la región de Asia
Central al desarrollo económico liderado por China; y la guerra rusa en
Ucrania, que obligó a muchas naciones, entre ellas Rusia, China, India y
Pakistán (que se convirtieron en miembros de la OCS en 2017), a desarrollar y
mantener sólidas relaciones económicas que, o bien ignoraron la amenaza de las
sanciones estadounidenses, o bien se diseñaron para evitarlas.
Acciones y reacciones
El célebre
matemático y físico Isaac Newton, al definir las «leyes del movimiento»,
sostuvo en su Tercera Ley que para cada acción hay una reacción igual y
opuesta. La Tercera Ley de Newton es aplicable
ambién a la
geopolítica, incluido el impacto de la política de sanciones. La Secretaria del
Tesoro estadounidense, Janet Yellin, esbozó recientemente los elementos
centrales de una estrategia estadounidense de compromiso económico en un mundo
post pandémico profundamente dividido por la actual guerra rusa en Ucrania.
Esta estrategia se articula en torno a dos conceptos principales: de-risking y
«friend-shoring».
El «de-risking»
es un proceso favorecido por las instituciones financieras para poner fin o
restringir las relaciones con los clientes que está diseñado para evitar, en
lugar de gestionar, el riesgo. Su contexto original implicaba un divorcio entre
la institución y el cliente. Un uso más matizado del término surgió en el
contexto de las relaciones económicas europeas con China, y se utilizó por
primera vez en marzo de 2023 en un discurso pronunciado por la Presidenta de la
Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En este caso, el de-risking no se
considera absoluto, por miedo a que se malinterprete como de-coupling. Pero la
realidad es que de-risking es de-coupling, llevado a cabo en términos diseñados
para gestionar los riesgos asociados a cualquier divorcio precipitado.
Un aspecto
clave de esta gestión de riesgos es el concepto de friend-shoring, una
estrategia por la que un país busca abastecerse de lo que necesita para una
salud económica sostenida –materias primas, componentes e incluso productos
manufacturados en países que comparten sus valores. Con la pandemia del
Covid-19, Estados Unidos y Europa tomaron conciencia de su vulnerabilidad
estratégica frente a una cadena de suministro económico mundial cada vez más
dominada por China. Del mismo modo, tras la invasión rusa de Ucrania, EE.UU. y
Europa vieron tambalearse sus esfuerzos por aislar y castigar a Rusia ante una
economía mundial cambiante cada vez más anclada en China. En este contexto, la
deslocalización y el friend-shoring se convirtieron en los conceptos impulsores
de un esfuerzo liderado por Estados Unidos para contrarrestar la fuerza
gravitatoria del creciente peso económico de China.
Romper con Occidente
Las estrategias
estadounidenses de de-risking y friend-shoring están diseñadas para aislar,
contener y, en muchos sentidos, controlar las economías de China, Rusia e Irán.
Aquí es donde entra en juego el potencial económico de la OCS, que actualmente
representa en torno al 20% del PIB mundial y una cuarta parte de la población
mundial. La OCS y el BRICS (el foro económico formado por Brasil, Rusia, India,
China y
Sudáfrica, al
que Irán y otras naciones han solicitado adherirse) son motores de crecimiento
que aumentan anualmente su influencia mundial.
La reducción de
riesgos es un arma de doble filo. Mientras Estados Unidos intenta aislar a
Irán, Rusia y China, estos países se han apoyado en sí mismos y en su creciente
lista de aliados económicos –entre los que se encuentran Arabia Saudí, Turquía,
Egipto, Argentina y otros– para protegerse del impacto de las sanciones
estadounidenses y europeas.
Los
responsables políticos de los bastiones del poder occidental –Washington, Londres
y Bruselas– se esfuerzan por reconocer que el orden internacional basado en
reglas está siendo sustituido por una nueva realidad multipolar definida por
entidades como la OCS, cuyos miembros –incluido Irán– están reescribiendo las
reglas de la interacción económica mundial. La adhesión a la OCS libera a Irán
de sus anteriores y estranguladores enredos económicos con Occidente.
Fuente: https://www.energyintel.com/00000189-77bb-dc99-afbd-f7fbf5050000
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